…al escenario del crimen, como se asegura en la novela negra que vuelve siempre el culpable; de nuevo la serie de lugares comunes presentados como “valores” y “principios” sin correspondencia con su política institucional, mediática o “en la calle”; la ocultación de los asuntos polémicos que dividen al partido; la nula autocrítica.
En 2004, aupado al poder por la grosera manipulación de la masacre terrorista del 11-M, después de una larga campaña de agitación callejera, Zapatero decidió aplicar la estrategia del “cordón sanitario” contra el PP, para lo que se valió de una serie de leyes susceptibles de dividir internamente a su rival (ya convertido en enemigo a batir).
Leyes de carácter ideológico como las referidas al “derecho al aborto”, el “matrimonio homosexual” o “la Igualdad” (entendida como discriminación positiva de la mujer), más la pretendida sustitución de la asignatura de Religión por la de “Educación para la Ciudadanía” perjudicaron más la oposición del PP de lo que favorecieron al Gobierno.
De hecho, en la primera legislatura como jefe de la oposición a Zapatero, el PP de Rajoy se mostró radical pero torpemente contrario a todo este combo ideológico-jurídico, que al PSOE servía para mostrar el “efecto multiplicador de derechos sociales” del nuevo presidente, pero más aún las contradicciones internas de la “Derecha extrema”.
En paralelo, se sucedían las políticas y medidas de carácter más político, como el fomento de los “estatutos de autonomía de segunda generación” (comenzando con el de Cataluña) o la “Alianza de Civilizaciones”, la negociación con los terroristas de ETA (y a tres bandas con el mismo PNV) y el “papeles para todos” de Caldera en inmigración.
Cuestiones todas acerbamente criticadas por el PP, salvo en lo referido a los nuevos estatutos, pues si Rajoy y su equipo decidieron presentar recurso de inconstitucionalidad contra el texto rematado por Mas y Zapatero (“Cataluña es una nación”, sostenía su Preámbulo), surgieron la “cláusula Camps” y Andalucía como “realidad nacional”.
SI NO PUEDES CON TU ENEMIGO
La segunda derrota de Rajoy ante Zapatero en 2008, de nuevo mediante el recurso socialista a la manipulación de un atentado terrorista (el asesinato de Isaías Carrasco por ETA), llevó al primero a lo que de inicio pareció un gesto de desistimiento, traducido al poco en una maniobra de liquidación de todo lo que le hacía sombra en su entorno.
Con las personas, se decidió liquidar también los principios, porque estorbaban para incorporar al PP al “nuevo consenso” sobre los temas antedichos (del “derecho al aborto” al de Cataluña a un nuevo estatuto privilegiado, pasando por la “solución dialogada” para los terroristas y la misma “Alianza de Civilizaciones”).
Una vez en el poder con mayoría absoluta, Rajoy y su nuevo equipo se dedicaron a gestionar el desastre económico de Zapatero con las fórmulas más rancias de la socialdemocracia: brutal incremento fiscal y mínimos ajustes presupuestarios, gracias a la “barra libre” del BCE y a cuenta de la ya de por sí inmensa deuda pública heredada.
Incumplieron con su política económica todas las promesas electorales y los puntos básicos de su programa tradicional, pero incluso así el PP habría podido excusarse explicando bien lo de “la herencia recibida” o pretextando las obligaciones impuestas por la UE en el marco de las exigencias del guión global de respuesta a la crisis.
El Gobierno abusó de ambos argumentos durante toda la legislatura, hasta vaciarlos de sentido, y resultó que lo que a “la gente” le preocupaba más entonces ya no era la célebre “prima de riesgo”, sino el “derecho a decidir” en Cataluña, la corrupción de los partidos y del Rey, la “violencia contra las mujeres”, etc.
SI NO GUSTAN TUS PRINCIPIOS
En realidad, el PP no llegó nunca a defender con convicción contra Zapatero una serie de principios de oposición a lo que, en todo caso, cabe reiterar que no era más que otro de esos simpáticos “elefantes de Lakoff”. Pero tampoco acabó de abrazar con algo de ilusión la defensa de las leyes “de Género”, “LGTBI”, “de Memoria Histórica”…
Excepciones toleradas fueron las del grupo de Alfonso Alonso (que tenía a su gente en la candidatura de Soraya, en la de Casado y en las otras también), con los Maroto, Oyarzábal, Sémper… que supusieron durante el mandato de Rajoy una especie de espita por la que, al menos, salía un hilillo de discurso. Porque el resto del PP, en esto, chitón.
No es de extrañar, así, que por la parte más “liberal” o relativista en lo moral le saliera al PP el partido Ciudadanos, con todos aquellos votantes traicionados sobre todo en lo económico y hartos de tanta hipocresía, mientras que por la parte “conservadora” o “sin complejos” en defensa de sus principios éticos y religiosos le haya salido Vox.
Ahora habrá que ver cómo suelta Casado el lastre de la sumisión al “nuevo consenso” de Zapatero que representan, a juzgar por sus discursos a día de hoy, muchos de los cuadros del actual PP, porque de lo contrario no le bastará su renovado discurso y podría dar la impresión de que piensa, con Rajoy, que “la economía lo es todo”.
En rigor, si la economía fuera lo único importante Zapatero jamás habría alcanzado el poder, en el contexto de bonanza económica en que lo hizo; y probablemente Rajoy tampoco hubiera caído por una moción de censura, como tampoco el PP hubiera perdido un tercio de votos y escaños de una legislatura a otra, como le sucedió a él.
SI NO CONOCES LO QUE PASÓ ANTES DE QUE NACIERAS
Tampoco, si todo proyecto tuviera su base decisiva en lo económico, los dirigentes de los otrora partidos mayoritarios de la Cataluña más próspera que vieron los siglos se hubieran lanzado por la senda de (auto)destrucción de las normas legales de convivencia, de sus propias instituciones, sus relaciones políticas, sociales y afectivas.
Al respecto, no hubiera sobrado que el presidente Aznar le enseñara al que ya se presenta como su “vástago político” una lección política sobre la crisis en Cataluña: “Pensé que la solución pasaba por bellos gestos y concesiones económicas. Me equivoqué.” Pero para ello Aznar debería ser capaz primero de reconocer un error.
La “crisis de principios y valores” viene de lejos, porque ya aquel PP de Aznar con mayoría absoluta renunció a dar la “batalla de las ideas” ante la patológica desorientación de la Izquierda, lo que preconizaba un Gobierno del PP para 20 años, una vez ocupado todo el espacio “del Centro izquierda a la Derecha”.
Y llegó el 11-M, precedido de Perpiñán y del Tinell, como antes del Pacto de Estella. Y a veces parece (todavía) que en el PP no se acabaron de enterar jamás de que lo que estaba y está en juego (en 1978 como ahora) es la libertad y la igualdad de todos los españoles, por mor de la Soberanía Nacional, que obliga a todos los poderes públicos.