Lo que unos y otros ven en Vox

…sin responder exactamente a lo que es en realidad: una reacción patriótica en sentido liberal al desguace del Estado y contra la liquidación de la Nación Española. Podrían pasar entonces por nacionalistas, sin necesidad de recurrir a tópicos identitarios, simplemente porque los hechos de los últimos años parecen haber dado la razón a todos los que alarmaron sobre el letal virus autonómico.

Desde la Izquierda se exacerba el presunto carácter xenófobo de Vox, mientras sus líderes Sánchez e Iglesias pactan con PDCat y PNV, ERC y Bildu, partidos todos que hacen bandera de su racismo antiespañol todos los días del año. También confunden el culo con las témporas cuando identifican lo militar con el fascismo después de los últimos fichajes de Vox: el Ejército nunca es antisistema.

Pero desde opciones de Centro y Derecha se habla de las propuestas de Vox como ocurrencias, aunque éstas les hayan hecho reforzar tanto su discurso patriótico a Ciudadanos como a PP; y su emergencia como las formas que emplean las consideran estrafalarias, propias de los tiempos que corren con los vientos del populismo soplando en todas direcciones, cuando Vox es justo lo contrario.

Sin pretender sostener la bandera del elitismo, Santiago Abascal ha declarado en varias ocasiones que ellos no gobernarían según las encuestas, sino con arreglo a los principios y el programa. Una postura que alguién advirtió ya como propia de un Julio Anguita de la Derecha, que además permite tanto fustigar al establishment del bipartidismo PSOE-PP como ofrecer garantía de regeneración.

No obstante, la expectativa de Vox parece pasar antes por configurar un Partido Conservador de amplio espectro que por adaptarse a esos vientos de “la Derecha del siglo XXI” que ofrecen ejemplos de todos los colores sin salir de la UE: del Frente Nacional a la Liga Norte, pasando por múltiples partidos racistas entre los que, de nuevo, hay que incluir a los citados antiespañoles.

La Izquierda cree haber encontrado en Vox “el Enemigo” que le faltaba a su estrategia “antifascista”, mientras la Derecha considera a Abascal un rival molesto que les resta “voto útil” a PP y Ciudadanos (cuando sería tan fácil arreglar las cosas…). Y lo que no comprenden ni Casado ni Rivera es que el tiempo del Centrismo acabó para la mayoría de los votantes de la Derecha.

En cuestiones como la hegemonía de los racismos abertzale y catalanista sobre una población de 10 millones de españoles, o en lo referido a la libertad de mercado interior y a la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y el Estado (con las mismas oportunidades de promoción en cualquier región de España, con los mismos servicios asistenciales), Vox promete un cambio radical.

Y aunque el PP con Pablo Casado al frente procure recuperar las señas de identidad desdibujadas por Rajoy desde hace una década y restañar heridas entre su base electoral, lo cierto es que Vox ofrece un discurso nuevo, aunque sea por lo reaccionario, que esperanza a un electorado de la Derecha que comenzó a frecuentar la abstención bastante antes de lo que se piensa en el PP.

Batallas dadas por perdidas ya por Aznar a partir de 1996, como la del aborto o la de Gibraltar, la de la liberación del suelo, la perentoria (hace más de dos décadas, según Barea) reforma de las pensiones o la del sistema educativo, la separación de poderes o la recuperación democrática de una Cataluña sometida a Pujol (a quien invitó a entrar en 2000 en el Gobierno de la mayoría absoluta)…

Asuntos todos que hace tiempo que fueron enfocados de otro modo por parte de muchos ajenos al establishment, desde militantes de base a creadores de opinión del ámbito de la Derecha, son los que ahora recobran fuerza en el argumentario de partidos como PP y Ciudadanos gracias en buena medida a la irrupción de Vox en el panorama político nacional. Sólo por eso, la Derecha ya ganó.

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Las urnas no dieron el poder a Hitler

…pese a que reiteradamente se aduce que fueron unas elecciones democráticas las que permitieron al Führer crear el III Reich. En rigor, el sistema de composición de gobierno consagrado por la Constitución de la República de Weimar había sido alterado por su presidente, el veterano héroe militar mariscal Paul von Hindenburg, para que el canciller respondiera ante él frente al Reichstag.

La causa de esta decisión fue la inestabilidad gubernamental una vez rota la coalición entre socialdemócratas (SPD) y centristas católicos (Zentrum), dado que en un sistema de partidos parecido al actual español, con una fragmentación que no propiciaba mayorías claras, Hindenburg optó por gabinetes presidencialistas en los que se reservaba para un militar la cartera del Ejército.

Precisamente miembros del Ejército y del SPD imploraron a Hindenburg que repitiera como presidente de la República enfrentándose al propio Adolf Hitler, que ensayaba su primer asalto al poder después de casi una década de conspiraciones. Las elecciones presidenciales de abril de 1932 permitieron revalidar el mandato al “viejo reaccionario” (según Hitler), de 84 años de edad.

Pese a ello, la pujanza electoral del NSDAP (Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) y la del KPD (Partido Comunista) condujo después de las elecciones de julio de 1932 al bloqueo de la cámara por nazis y comunistas, una alianza que ya se había reflejado con anterioridad en la promoción de huelgas ilegales y otros disturbios, y que ahora impedía formar nuevo gobierno.

Por el contrario, nuevas elecciones en noviembre del mismo año depararon una pérdida de 34 escaños para el NSDAP, por lo que su estrella pareció declinar. Hitler acudió entonces ante Hindenburg a pedir su nombramiento como canciller y la asunción de plenos poderes, a lo que este se negó, volviendo a encargar el gobierno a un oscuro personaje llamado Franz von Papen.

LA CONJURA DE PAPEN

La idea de Papen pasaba por un gobierno de mayoría en el que participasen representantes de los nazis, que en todo caso quedarían en minoría frente a los miembros de los partidos centristas y católicos. Pero fueron los nazis los que decidieron abandonar el gabinete, lo que llevó a Papen a pedir a Hindenburg la prórroga de su mandato sin Reichstag operativo y poderes especiales.

El hombre fuerte del Ejército en el gobierno, Kurt von Schleicher, determinó que el plan de Papen conducía a la dictadura militar y Hindenburg lo destituyó, nombrando a Schleicher al frente de otro gabinete que sucumbiría apenas dos meses después, cuando fuese el propio Schleicher el que pidiera poderes especiales a Hindenburg sin obtenerlos tampoco él en esta ocasión(1).

Entre tanto, Papen había maniobrado políticamente con Hitler para que este pudiera acceder al cargo de canciller mediante la fórmula del “Duunvirato” (dos “tribunos” de igual rango) que tendría en Papen al vicecanciller, con más poder que aquél en cuanto que su cercanía a Hindenburg era conocida (aunque para algunos inexplicable); o al menos eso era lo que pensaba Papen.

El 28 de enero de 1933 dimitía el gabinete Schleicher y el 30 era proclamado nuevo canciller del Reich el “cabo bohemio” (como lo llamaba despectivamente Hindenburg) Adolf Hitler. Este procedió a la disolución del Reichstag para convocar nuevas elecciones y se dedicó durante dos meses a gobernar por decreto, sobre todo a partir del incendio provocado del Reichstag.

LA FAKE-NEW DEL SIGLO

El 27 de febrero de 1933 quedará para la Historia como la fecha del incendio del Reichstag alemán que sirvió a los nazis para abolir de facto la Constitución de Weimar y suprimir los derechos fundamentales de los alemanes. Imputado el atentado a militantes comunistas, utilizaron como cabeza de turco a un pretendido anarquista, cuando fueron miembros de las SA los ejecutores.

Entonces las noticias no circulaban a la velocidad que lo hacen en nuestros días, por lo que alguno de los periodistas que se acercaron a cubrir el fuego apenas 20 minutos después de la alarma se sorprendió tanto de que ya se hubiera detenido al incendiario como de que Hitler, que se presentó al mismo tiempo en la zona, declarara culpables del atentado a los comunistas.

La versión era tan dudosa que el propio Goering hubo de justificar “la posibilidad de que elementos comunistas vistiendo el uniforme de las SA hayan penetrado en el edificio del Reichstag por ese paso subterráneo con el criminal propósito de prender fuego al edificio”(2), una declaración que la Prensa del momento, local e internacional, se tomó como una gigantesca tomadura de pelo.

Así y todo, un hecho que a día de hoy puede parecernos insignificante motivó la asunción de medidas por el gobierno -con la aquiescencia de un Hindenburg aquejado de cáncer de pulmón y otros achaques seniles- tales como la denominada “Ley de protección del pueblo y del Estado” (una serie de decretos de carácter excepcional) que dejó en suspenso los artículos básicos de la Constitución.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE WEIMAR

Las elecciones de 5 de marzo de 1933 depararon unos resultados muy favorables a Hitler, si bien necesitaba todavía de los escaños de los partidos centristas y católicos para gobernar con esa “mayoría del 51%” que necesitaba para garantizarse el desarrollo de su legislación (o más bien de la destrucción de toda legalidad, suplantada a todas luces por “la voluntad del Führer”).

A fines de marzo, el NSDAP y sus socios hacían aprobar en el Reichstag con mayoría de más de dos tercios la “Ley para suprimir la postración del pueblo y del Reich”, o lo que es lo mismo, una ley de plenos poderes para el canciller Adolf Hitler, que ya no tendría que someterse más ni al control de la cámara parlamentaria ni a ningún otro proceso electoral.

La ley de febrero arrumbó la legalidad constitucional y permitió desatar la persecución contra comunistas y socialistas, cuyas filas las SA llevaban cribando desde hace años, suspendiendo su prensa e impidiéndoles el acceso al Reichstag. La de marzo consagró a Hitler como todopoderoso canciller y para el verano ya habían sido ilegalizados hasta los partidos que estaban en el gobierno.

Hindenburg, quien trató de contener la violencia desatada por el nuevo canciller, fue tranquilizado por Hitler con la disolución de las SA y la ejecución de sus jefes en la conocida como “Noche de los cuchillos largos”. Y, a la muerte del presidente de la República en 1934, el jefe del NSDAP retiró este cargo (como exclusivo de Hindenburg) y se proclamó Führer y Reichkanzler(3).

CONCLUSIONES

La inestabilidad del sistema de partidos alemán durante la República de Weimar propició la aparición de fuerzas extremistas como el NSDAP y el KPD, que gozaron de mayoría absoluta en el Reichstag a partir de 1932 como para bloquear la formación de gabinetes democráticos con la participación de la media docena de partidos moderados, de los socialdemócratas a los católicos.

El recurso “estabilizador” de los gabinetes presidenciales propiciados por Hindenburg topó con las limitaciones de una visión conservadora, que decidió prescindir del SPD después de la crisis económica de 1929 y dejó en manos del NSDAP, hasta cierto punto y pese a sus fuertes reticencias hacia Hitler, la conformación de los gobiernos de centro derecha de ahí en adelante.

Hindenburg, que como presidente de la República era a partir de 1933 el único que podía destituir al canciller Hitler, tampoco quiso apoyarse en el Ejército para liquidar el gobierno nazi, pretextando la posibilidad de una guerra civil y su fuerte convicción de que “el Ejército es la base sólida sobre la que descansa el Reich alemán en estos tiempos inquietos, y no debe inmiscuirse en la política”.

Otros personajes y fuerzas políticas tuvieron su propia responsabilidad en el ascenso al poder de Hitler, más el contexto de la humillante posguerra y la grave crisis financiera de 1929, con devastadoras consecuencias de paro masivo y crecimiento de los populismos socialistas que conformarían la base social de nazis y comunistas. Pero las urnas no fueron el factor decisivo.

NOTAS

  1. Schleicher, inicialmente reticente a la solución militar, acabó por pedir plenos poderes a Hindenburg para tratar de salvar el Estado del asalto nazi: «Para salvar a la Patria de la tiranía y la corrupción existe solamente el camino de la legítima defensa, tomando medidas extraordinarias y empleando la fuerza si es necesario. Las SA, las SS y el Partido Comunista deben ser declarados fuera de la ley; los más peligrosos cabecillas de los partidos radicales, especialmente el doctor Goebbels, deben ser detenidos. Si los nacionalsocialistas se atreven a levantarse en armas, el Ejército alemán deberá ser utilizado para aplastar la sublevación. Si usted no sigue mis consejos, señor Presidente, no veo otra solución que poner mi cargo a su disposición.»
  2. Esta y el resto de citas extraídas de El Tercer Reich, de HS Segner.
  3. En la práctica, Hitler fusionó en uno los cargos de presidente de la República y de canciller.

La perspectiva electoral de Guipúzcoa

…de cara a las inminentes elecciones generales del 28 de abril es de nuevo confusa, si es que tratamos de realizar una previsión cabal del reparto de los seis escaños de la provincia a partir de los resultados de 2016, cuando sorpresivamente Podemos fue primera fuerza con dos escaños, PNV obtuvo otros dos y PSE y EH Bildu uno.

De entrada, nada hace prever que se puedan repetir esos resultados, descontado el descenso posiblemente abrupto de Podemos, en horas bajas por la falta de un programa nacional y de la credibilidad izquierdista que el aura radical de Pablo Iglesias otorgó entonces a la formación; una formación que a nivel regional ha padecido ya varias crisis de liderazgo y sigue sin discurso propio.

Pero es complicado saber cuál será el trasvase de votos desde Podemos a otras formaciones, aunque se dé por hecho que el PSE será el principal beneficiario, puede que con Bildu; no sería descartable tampoco un porcentaje mayor de abstención por parte de los frustrados votantes morados, e incluso cierto trasvase a Vox, que ya cosechó en Andalucía de este peculiar “voto de castigo”.

Así las cosas, podría darse una victoria del PSE dado el carácter nacional de las elecciones, pero difícilmente con más de 2 escaños salvo auténtica debacle de Podemos. PNV con otros 2, EH Bildu con 1 y Podemos con 1 cerrarían el reparto si (y sólo si) ninguna de las otras tres fuerzas relevantes el liza como PP, Ciudadanos y Vox alcanzara por sí sola el 10% de los votos emitidos válidos.

NO ES POLÍTICA, ES BORJA SÉMPER

No hace falta seguir con demasiada atención la actualidad política vasca para darse cuenta de que el PP perdió en 2015/2016 su único escaño por Guipúzcoa al ser sustituido como cabeza de lista el veterano José Eugenio Azpíroz por ese dechado de virtudes conocido por Borja Sémper, a la sazón portavoz del PP en el parlamento vasco y candidato al Ayuntamiento de San Sebastián el 26 de mayo.

La no-política de Borja Semper (“No es política, es San Sebastián”, reza su lema electoral), presidente del PP guipuzcoano desde hace una década, acabó de desdibujar los rasgos del que fuera partido de Gregorio Ordóñez con su candidatura al Congreso, purgado Azpíroz por sus posiciones conservadoras en materias como el aborto y su falta de afinidad con la directiva del PP vasco.

Ahora Casado presenta a Iñigo Arcauz por Guipúzcoa y casi parece que su mejor campaña se reduce a que algún medio afín lo ha presentado como “enfrentado a Borja Sémper” por su exclusión de las listas municipales en las elecciones anteriores. Ciertamente, sólo por eso Arcauz ya parece mejor candidato que Sémper (ambos llevan un cuarto de siglo en política), pero ahora aparece Vox.

¿DE LA ABSTENCIÓN AL SORPASSO?

No sería descartable, precisamente por los devaneos de Sémper por lo “políticamente correcto” (en medios como La Sexta, por ejemplo) y la reducción de la acción política a lo meramente audiovisual estético (sus recientes vídeos “parecen un anuncio de pantalones pitillo, P-P: pantalones pitillo”, según le escuché decir el otro día a Hermann Tertsch), que Vox superara al PP.

A fin de cuentas, Guipúzcoa ha sido con Vizcaya y Madrid la provincia más castigada por el terrorismo de ETA y donde más profundamente se ha instalado la hegemonía abertzale sin práctica oposición política, mediática o intelectual, básicamente liquidada a cuenta del “proceso de paz” entablado con los criminales abertzales por el PSOE en el Gobierno con Zapatero.

Como ya fuera liquidada a finales de los 70′, en plena Transición a la democracia, la por entonces corriente hegemónica en la derecha vasca, cuyos restos dispersos fueron no en vano vueltos a agrupar por los Oreja, Ordóñez, Azpíroz y otros pocos que condujeron al refundado PP a los dos escaños en las elecciones generales de 1996 y 2000.

CIUDADANOS YA ELIGIÓ PP

Pese a que, como explicablemente adujeron desde Ciudadanos, la propuesta de los populares vascos para listas conjuntas, aparentemente a renglón seguido de lo estipulado con UPN en Navarra, “llega demasiado tarde” (con los candidatos por las tres provincias recién presentados), la entente entre PP y Ciudadanos para País Vasco y Navarra parece dada, algo que se reflejará en las municipales.

Hasta entonces, el discurso nacional de Vox, “igual en todos los sitios” y “con la misma marca” (leit motivs que antaño distinguían a grandes rasgos al PP del PSOE, luego a UPyD de ambos, luego a Ciudadanos del resto), puede calar también entre muchos guipuzcoanos cansados de la hegemonía abertzale tanto como de que PSE y PP se valgan una y otra vez de su voto para sostenerla.

Por ello, más allá de sus candidatos en las provincias vascas, la fuerza de Vox en las próximas generales radica en la nitidez de un discurso que denuncia los desafueros separatistas y desenmascara las tesis ideológicas de los que pretenden acabar con la unidad de España y la Soberanía Nacional de los españoles.

UNA JORNADA PARA LA SORPRESA

El porcentaje del 10% será la barrera de acceso al escaño por parte de PP, Ciudadanos o Vox, que ganaría a expensas del PNV (según le vaya realmente al PSOE en toda España por el efecto arrastre de la campaña de imagen de Sánchez) o incluso de Podemos. En 2016, PP (9,63%) y Ciudadanos (3,17%) hubieran alcanzado probablemente el escaño de haber concurrido juntos.

Pero, al margen de suma de porcentajes y trasvase de votos, cabe considerar que en las dos últimas elecciones generales, prácticamente consecutivas, de 2015 y 2016 la abstención fue del 30 y del 35%, penalizando más a las derechas (PNV y sobre todo PP) y a PSE que a Podemos o EH Bildu, cuya participación electoral impide esta vez que puedan arrogarse esos casi 200.000 no-votos.

Ahí podría saltar la sorpresa de la jornada en Guipúzcoa, única provincia junto a Gerona en la que el PP no obtuvo escaño en las últimas generales. Pero en este caso las previsiones podrían alterarse sustancialmente, con pérdida de representación para Podemos e incluso para EH Bildu, lo que no parece que vaya a producirse en un clima general de movilización como el que ya se despliega.

A vueltas con el 11-M

…pero a uno al menos le queda la autocita para poder mirar atrás sin vergüenza (siete artículos entre decenas):

EL 11-M Y LOS MEDIOS (O LA PRENSA ESPAÑOLA AL SERVICIO DE LA VERDAD OFICIAL DEL 11-M)
(Publicado como Editorial en el extinto diario Nuestra Hora el domingo 16 de marzo de 2014)

Hubo un tiempo en que en la sede del ABC en Madrid estaba prácticamente prohibido tratar el 11-M, como también se encerró en el sotano a los redactores habituales en materia antiterrorista de la que fuera casa fundada por José Ignacio Luca de Tena. Las directrices provenían de la cúpula de Vocento (antaño Grupo Correo, primigenio Grupo Vasco), porque si respecto al “proceso de paz” el asunto era “muy delicado”, en lo que atañe al 11-M lo mejor era esperar a El Mundo para proceder a tratar de refutar de algún modo lo que se publicaba en el diario de Pedro J. -por lo general comprando un par de días después la mercancía averiada suministrada por El País, que procedía de igual modo: esperando a El Mundo para tergiversar sus informaciones-. De La Razón de Lara hijo -ese monopolista de la industria editorial española que hace no tanto mantenía con su dinero el principal órgano para el fomento por escrito del Odio antiespañol en Cataluña-, para qué decir algo más que ni siquiera es Prensa, sino Propaganda al mejor postor. Y del resto, ídem.

Porque la prueba del algodón de la independencia informativa en España, de la calidad del sistema judicial, de la corrupción de PP y PSOE o de la sinceridad de las nuevas apuestas políticas sigue siendo la misma desde hace diez años y no es otra que la voluntad, el afán incluso, por responder a una serie de graves cuestiones: ¿Qué paso en verdad el 11-M? ¿Quiénes planearon la masacre? ¿De dónde procedió la orden de ejecutar los atentados? En vez de eso, ABC-La Razón-El País (los tres progubernamentales, en la actualidad) nos brindan en este décimo aniversario una serie de fotos con los Reyes y los ministros de luto repartiendo abrazos a las víctimas a las que niegan verdad, memoria, dignidad y justicia, y encima proclaman como valor absoluto la “unidad” como otros pretenden que su “paz” está por encima de cualquier otra consideración informativa, política o moral.

Es la opresiva Ley del Silencio a la que, una vez más, la mayoría de los españoles está dispuesta a someterse, comenzando por sus periodistas reconvertidos en escribas y mandarines, cuando no directamente en comisarios políticos.

DIEZ AÑOS DE OPROBIO Y MENTIRAS
(Publicado como Carta del Editor en el extinto diario Nuestra Hora el domingo 2 de marzo de 2014)

Hay un rasgo definitorio que predomina en todos aquellos que tratan de menoscabar la labor investigadora sobre la masacre terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid: ninguno sería capaz de escribir un solo folio coherente sobre lo que pasó aquel día, lo que lejos de debilitar su posición les refuerza a la hora de calificar como “conspiranoicos” a quienes sí han buscado la verdad de aquellos atentados que cambiaron la historia de España -¿sobra decir que para peor?-, puesto que, a diferencia de lo que serviría para otros casos, como por ejemplo para sostener el sentencioso “ETA está derrotada” -otra falacia feliz acuñada curiosamente por los mismos que desean enterrar bien hondo el 11-M, como si ambas circunstancias fuesen necesarias para “la Paz” del nuevo régimen-, la falta de sentido y la fragmentación de los datos disponibles sobre lo que sucedió constituyen a su entender la mejor prueba de que se trató de una venganza de Al Qaeda a cuenta de la guerra de Irak.

Resulta bochornoso a estas alturas defender una tesis parecida, salvo para los que se sienten impunes porque no tienen voces que, en igualdad de condiciones, les lleven la contraria. Pero al menos habrá que recordar una vez más lo evidente: ¿por qué si se trataba de Al Qaeda no sólo no hubo reivindicación por su parte de un nuevo “éxito” en su trayectoria criminal, sino que lo que se produjo de manera inmediata a las explosiones de los trenes fue la destrucción sistemática de pruebas operada por unos policías incompetentes y sin autorización para tales trabajos, al par que otros agentes se dedicaban a crear pruebas falsas para incriminar a terroristas islámicos?

Que lograr, primero, la coordinación de todos los implicados en los atentados, y alcanzar, después, semejante efecto político en la opinión pública española no es algo susceptible de improvisación en un par de días, pone por sí mismo de relieve que ni los cabezas de moro de ocasión -la mayoría de ellos muertos en la no menos sospechosa intervención policial en Leganés, más el reo político Jamal Zougam condenado a miles de años de prisión- pudieron ser los cerebros de la masacre ni siquiera ejercer de autores materiales, como por supuesto no podían calcular todo lo que iba a deparar el auténtico cambio de régimen a que se aprestó el PSOE con sus aliados del “cordón sanitario” una vez instalado en La Moncloa el “presidente rojo” José Luis Rodríguez Zapatero.

“Lo lleváis crudo”, les espetó no en balde a las víctimas del 11-M el mismísimo Rey de España Juan Carlos I, pero hoy por hoy, sin esperanza ni miedo, todavía podemos recordar las trascendentes palabras de Gabriel Moris para “no olvidar lo inolvidable”, que a fin de cuentas se resume en que “desde el 11-M todo es 11-M” y así será hasta que se investigue a fondo, se esclarezcan los hechos, se conozca y condene a los culpables y se restituya la verdad de lo ocurrido hace una década en la capital de España en vísperas de unas elecciones generales que a la postre han resultado decisivas para el devenir de la democracia y la Nación.

11-M: CASO ABORTADO
(Publicado como Carta del Editor en el extinto diario Nuestra Hora el domingo 30 de diciembre de 2012)

Si se hiciera una mera entrevista de tres o cuatro preguntas al fiscal general del Estado sobre el mayor atentado terrorista en la historia europea -el del 11 de marzo de 2004 en Madrid, recuérdese siempre-, no podría seguir sosteniendo ni él ni nadie que hablamos de un “caso cerrado”: ¿Quién organizó la masacre? ¿Con qué fines? ¿Cómo preparó y coordinó los distintos atentados? ¿Cuál fue el arma homicida empleada en cada ataque?

Evidentemente, el fiscal general vería repentinamente su lengua embridada por el pudor, puede que hasta por la vergüenza y en último extremo, llegados a este punto, por el temor a hacer Justicia a las casi 200 víctimas mortales y a los cientos de heridos y a los miles de víctimas directas e indirectas del macroatentado.

Sin embargo, la falta de interés público sobre esta cuestión crucial de nuestra historia reciente, que sirvió para aupar al poder al deletéreo José Luis Rodríguez Zapatero y para iniciar, de su mano, el proceso de destrucción del Estado de Derecho y la Nación Española que aún continúa en marcha aunque sólo sea por la inercia de lo originado en aquellos fatídicos días, es probablemente el mayor y más grave problema de la sociedad española todavía en la hora actual.

Porque un pueblo que, más allá de mantener encarcelado a perpetuidad al “cabeza de moro” Jamal Zougam sin que le importe un bledo, se considera de algún extraño modo legitimado para continuar, como si nada hubiera pasado, con sus quehaceres e intereses cotidianos sin saber nada acerca de los autores de la masacre, y sin querer conocer ni de lejos cuál pueda ser la verdad sobre la misma, es un pueblo enfermo que ha decidido no mirar atrás ni reconocer tampoco que agoniza, convencido de que otros le resolverán sus problemas incluidos los de conciencia, aunque para ello deba recurrir a la tradicional elección de un chivo expiatorio que redima al conjunto de su vergüenza.

En su momento escribí que el pecado original de la sociedad española víctima del zapaterismo radicaba en su actitud generalizada durante los días 11 al 14 de marzo de 2004, cuando la transferencia del horror por la magnitud de la tragedia fue transferida íntegramente al todavía presidente en funciones del Gobierno José María Aznar, siempre a cuenta de la supuesta participación militar española en la guerra de Irak y en consonancia con la especie difundida entonces por los socialistas y sus colaboradores separatistas y antisistema.

No sobra apuntar ahora que aún no nos hemos redimido como sociedad de semejante mancha de infamia. Pero aún estamos a tiempo, aunque nuestra clase política y judicial no esté precisamente a la altura de este reto insoslayable.

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DEL 11-M?
(Publicado como Editorial en el extinto diario Nuestra Hora el domingo 11 de marzo de 2012)

Hoy se cumplen 8 años de la masacre de Madrid, la peor de estas características de la historia de Europa, con 191 muertos (dos de ellos mujeres embarazadas) y miles de heridos en el aspecto físico y también, de manera muy relevante, en el aspecto psicológico. Casi se podría decir que la Nación Española quedó muy tocada aquel día y todavía no se ha recuperado, puesto que todavía no es capaz de mirar hacia atrás con entereza en busca de la verdad de lo que sucedió aquel fatídico 11 de marzo de 2004.

Hablamos de un atentado a duras penas investigado por un puñado de periodistas que a día de hoy todavía se encuentran eludiendo el feroz acoso político, judicial y mediático de los que no buscan otra cosa que enterrar a las víctimas y sobre todo a sus familiares en el mayor de los olvidos; con éxito relativo hasta la fecha. Un atentado que ha revelado ante todo el siniestro entramado de intereses de ciertos jueces, ciertos mandos policiales y ciertos responsables políticos del PSOE en la permanente obstrucción de la investigación de la mayor masacre terrorista que hemos padecido los españoles.

Un atentado que además ha puesto de relieve la enorme facilidad con la que se compra el silencio de una sociedad a cambio de vacuas promesas sobre la seguridad y la inmunidad ante el terrorismo, pues para la inmensa mayoría todo pareció quedar claro cuando se aceptó la mercancía averiada de los socialistas de que toda la culpa era del presidente Aznar por la intervención aliada en Irak. Del pecado original de los españoles al apoyar la transferencia del horror del 11-M al citado ex presidente del Gobierno vienen todos los demás pecados, errores, vergonzosas claudicaciones y el estado mismo de la Nación en la hora actual, pese a la victoria del PP ante la debacle del Zapaterismo.

No es menos relevante señalar que si todo ello ha sido posible ha sido en gran parte debido a la superficial suma de valores e ideales que los españoles han adoptado en los últimos años: “la Paz” a coste cero; el “bienestar social” sin esfuerzo alguno y la “calidad de vida” únicamente centrada en los metros cuadrados de la casa y en el número de caballos del coche. Ni honor, ni verdad, ni patriotismo, ni cualquier otra consideración que se aparte del “Qué hay de lo mío” ha hecho mella en esta sociedad en los últimos treinta años, así que no es de extrañar que la masacre del 11-M quede para casi todo el mundo “lejos”, aunque ya nadie pueda engañarse con facilidad acerca de lo que sucedió realmente aquella mañana de marzo.

No ha habido muchas alegrías en estos últimos 8 años para los que nunca han dejado de recordar que los españoles teníamos derecho a saber la verdad del 11-M, y los poderes públicos la obligación legal, política y moral de investigar los hechos. Pero la perseverancia bajo el lema “No olvidar lo inolvidable” ha permitido no sólo lavar en parte el terrible deshonor de los españoles ante sí mismos, sino que podría arrojar próximamente algo de luz sobre los hechos que tanta manipulación política interesada han acusado durante las dos últimas legislaturas socialistas.

Así lo esperamos. Los españoles deben hacer frente a la verdad cuanto antes, porque “desde el 11-M todo es 11-M”, y si no nos importa casi saber quién, cómo y por qué decidió y ejecutó la masacre que alteró de tal manera la situación del país, luego no nos deberán extrañar otro tipo de delitos, corruptelas e incluso graves crímenes perpetrados por aquellos a quienes deberíamos haber puesto bajo el foco de la luz hace mucho tiempo.

11-M: SEIS AÑOS SIN JUSTICIA, SEIS AÑOS DE INFAMIA, SEIS AÑOS CON RODRÍGUEZ ZAPATERO EN EL PODER
(Publicado en el extinto blog Notas desde una ciudad con mar el jueves 11 de marzo de 2010)

…y la Nación quebrada, y las ofrendas florales de los que, ante todo, han evitado por todos los medios QUE LOS ESPAÑOLES CONOZCAN LA VERDAD, porque no les interesa, porque dejaría a muchos en evidencia, porque les va el Poder en ello, porque muchos irían a la cárcel y aun sería esto mejor que la ignominia inherente a quedar como los que no hicieron nada -o lo hicieron todo- el día 11 de marzo de 2004, los días y meses anteriores y los días y meses posteriores.

Pero los españoles de a pie tampoco quedan mejor retratados, porque parece que no les importa el terrible sufrimiento de las víctimas y el oprobio en que el Gobierno ha pretendido sumir a todos aquellos periodistas, policías, abogados e investigadores que han tratado de esclarecer, incluso arriesgando la propia vida, qué sucedió aquella mañana en Madrid.

No: el 11-M no es una mancha exclusiva del Gobierno de Z. Es el pecado original de la sociedad española que nos ha condenado a la situación que padecemos actualmente. Nos merecemos todo esto porque, simplemente, no quisimos enterarnos mucho de aquello, no quisimos asumir responsabilidades ni riesgos, ni exigir respuestas a quienes debían ofrecérnoslas a los ciudadanos porque sus cargos les obligan a ello. Hemos pasado de todo olímpicamente, porque pasar es el signo de los tiempos porque nada importa y nada tiene consecuencias.

Asumamos entonces la condena, y que Z sea Nuestro Máximo Caudillo para los restos.

NUEVAS REVELACIONES SOBRE EL 11-M DEJAN LA SENTENCIA DE LA AUDIENCIA NACIONAL EN NADA
(Publicado en el extinto blog Notas desde una ciudad con mar el miércoles 16 de diciembre de 2009)
Reproduzco a continuación un escrito de la Plataforma Ciudadana Peones Negros y la Asociación 11M Verdad y Justicia, en el que básicamente explican como el caso 11-M ha sido cerrado en falso dando por buena un arma homicida (Goma 2 ECO) sobre la que todavía hay dudas y que ha servido de premisa para elaborar toda la sentencia de la Audiencia Nacional. Además, desde la misma Audiencia Nacional se rechaza reabrir el caso ante la petición de las víctimas, que ha sido calificada para más inri de «extemporánea y redundante»; esto es: que cinco años después de la mayor masacre terrorista de la historia de Europa, un juececillo o juececilla de la Audiencia considera que ya ha pasado el tiempo de hacer Justicia a las víctimas del 11-M.

Pero con las víctimas, precisamente, se han topado; y, por cierto, PIDEN A LOS PARTIDOS QUE IMPULSEN LA REAPERTURA DEL CASO:

«En la causa abierta por la querella de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M contra D. Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los TEDAX el día de los atentados del 11 de marzo, y la perito química del mismo cuerpo policial, se produjo ayer la declaración del director de la pericial de explosivos, el policía D. Alfonso Vega.

El director de la pericial declaró que el dibutilftalato es una sustancia que forma parte de muchos materiales de los trenes afectados por las explosiones, por lo que su aparición en los análisis no implica que sea uno de los componentes del explosivo. En la Sentencia de la Audiencia Nacional se establece que “está probada la presencia de Goma 2 ECO en todos los trenes donde explosionaron artilugios, pues un componente exclusivo de este tipo de dinamita plástica en un porcentaje relevante -más del 1%-, el dibutilftalato, está en todos ellos”.

D. Alfonso Vega declaró también ayer que en su momento propuso la suspensión de la pericial ante la convicción de que las muestras que estaban siendo analizadas estaban contaminadas por lo que los resultados no serían válidos.

A la luz de dichas declaraciones la Plataforma Ciudadana Peones Negros quiere manifestar lo siguiente:

1º) Que la construcción de la Sentencia de 31 de octubre de 2007 de la Audiencia Nacional parte de una premisa absolutamente falsa en relación al explosivo utilizado en la masacre, es decir, en relación al arma del crimen, lo que invalida de principio a fin la misma.

2º) Que D. Alfonso Vega no informó al tribunal del 11M presidido por Gómez Bermúdez de sus dudas sobre la validez de la pericial, ni en el informe escrito remitido a la Audiencia Nacional ni en su declaración conjunta con los demás peritos ante los tres magistrados.

3º) Que en el contexto de dichas declaraciones, resulta totalmente “anómalo y extravagante”, por utilizar la terminología de la propia Audiencia Nacional, que precisamente ayer la Sección Tercera de la Sala de lo Penal desestimase la petición de D. Gabriel Moris y Doña Pilar Crespo de reabrir la investigación del 11M, por considerar que dicha petición es “extemporánea y redundante”.

Por todo lo anterior, desde esta Plataforma Ciudadana afirmamos que estamos ante unas revelaciones que derrumban la credibilidad de una sentencia que ha sido redactada bajo una premisa falsa en un asunto fundamental.

Por ello exigimos a todos los poderes públicos, incluidos los partidos políticos con representación parlamentaria, la apertura de una nueva investigación que nos permita determinar qué explosivo se utilizó en la masacre y quiénes fueron los autores intelectuales y materiales de los atentados. Así mismo pedimos que se depuren las responsabilidades en que hayan podido incurrir todas aquellas personas que han permitido, por acción u omisión, que casi cinco años después no sepamos cuál fue el arma homicida utilizada en la masacre.»

11-M: UN ARGUMENTO DE PELÍCULA USA EN BUSCA DE PRODUCTOR ESPAÑOL
(Publicado en el extinto blog Notas desde una ciudad con mar el jueves 17 de septiembre de 2009)

Es temprano por la mañana; la cámara enfoca los andenes de la estación donde cientos de personas esperan su tren cuando aparece un cercanías entrando lentamente en la toma y de repente explota. Entonces comienza a sonar la música, con un ritmo trepidante, y se dibuja contra la pantalla el título de la película seguido de los principales rótulos de crédito (productores, actores, guionistas y director), mientras se suceden en segundo plano las escenas de pánico y horror. Luego aparece el protagonista en su oficina, rodeado de personas febriles que entran y salen de su despacho hablando en voz alta, transmitiendo órdenes, removiendo papeles y carpetas con papeles a su paso mientras suenan todos los teléfonos y el actor principal decide ponerse la chaqueta y salir a la calle a buscar la verdad y detener a los culpables.

Como en el 11-M, aunque el hecho de que fuera Madrid y no Nueva York el escenario del crimen ha impedido hasta la fecha que la «industria nacional» del Cine haya hecho algo más que el ridículo en sus interpretaciones de la masacre terrorista. Lo único, el notable documental emitido por Telemadrid en su día, que era una obra periodística y no estética, pero que ha cubierto hasta ahora el enorme vacío dejado por un atentado terrorista inexplicado por la mayoría de los medios y la práctica totalidad de los intelectuales, cineastas y artistas de la Nación.

Un atentado a duras penas investigado por un puñado de periodistas que a día de hoy todavía se encuentran eludiendo el feroz acoso político, judicial y mediático de los que no buscan otra cosa que enterrar a las víctimas y sobre todo a sus familiares en el mayor de los olvidos. Con éxito relativo hasta la fecha.

Un atentado que ha revelado ante todo el siniestro entramado de intereses de ciertos jueces, ciertos mandos policiales y una mayoría de responsables políticos del PSOE -por acción- y del PP -por omisión- en la permanente obstrucción de la investigación del mayor atentado terrorista en la Historia de Europa.

Un atentado que además ha puesto de relieve la enorme facilidad con la que se compra el silencio de una sociedad a cambio de vacuas promesas sobre la seguridad y la inmunidad ante el terrorismo. Una sociedad que se ha convertido desde el mismo 11-M (o 14-M) en un infierno de cobardes que prefieren no saber quién está detrás del asesinato de casi 200 compatriotas, porque todo pareció quedar apañado cuando se le compró la mercancía averiada a Nuestro Máximo Caudillo Z -el gobernante que nos merecemos, sin duda- de que toda la culpa era de Aznar por la intervención aliada en Irak.

Del pecado original de los españoles al apoyar la transferencia del horror del 11-M y la culpa toda de los atentados al ex presidente del Gobierno vienen todos los demás pecados, errores, vergonzosas claudicaciones y el estado mismo de la Nación en la hora actual: miserable, dividida, insolidaria, desorganizada y, a la postre, en manos de una partida de sectarios del Socialismo más ocupados en llenarse los bolsillos hasta que el Estado quiebre que en gobernar con arreglo a la Constitución y a las normas legales vigentes.

No es menos relevante señalar que si todo ello ha sido posible ha sido en parte gracias a la superficial suma de valores e ideales que los españoles han adoptado en los últimos años: «la Paz» a coste cero; el «bienestar social» sin esfuerzo alguno y la «calidad de vida» únicamente centrada en los metros cuadrados de la casa y en el número de caballos del coche. Ni honor, ni verdad, ni patriotismo, ni cualquier otra consideración que se aparte del «Qué hay de lo mío» ha hecho mella en esta sociedad en los últimos treinta años, así que no es de extrañar que la masacre del 11-M quede para casi todo el mundo «lejos» aunque ya nadie pueda engañarse con facilidad acerca de lo que sucedió realmente aquella mañana de marzo.

Por eso ahora cuando resulta patente ante un tribunal que uno de los responsables policiales de la investigación se dedicó fundamentalmente a destruir pruebas para permitir nuevas vías de investigación que se alejaran de los hechos reales… Repito: por eso ahora cuando queda demostrado que responsables de investigar la masacre se dedicaron por el contrario a obstruir la investigación, resulta extraña esa calma chicha en la sociedad española, tan sólo preocupada -como durante los últimos 30 años- de llegar a fin de mes o de pensar las vacaciones del próximo agosto.

Luego resulta que vamos al cine -a ver las pelis USA, por supuesto- y aquello está lleno de agentes asesinos de la CIA, jueces comprados y políticos corruptos, capaces todos ellos en comandita o por separado de perpetrar las peores atrocidades dentro y fuera del país por mor de un Poder absoluto que vence toda resistencia y se impone incluso a los denodados esfuerzos de «los buenos» por acabar con él… hasta que llega el periodista de turno y los destroza a todos con un artículo de portada en el Washington Post. Un argumento que, de tan usual en el cine USA, hemos acabado por asumir como reflejo de la realidad de aquella gran Nación… cuando en realidad es un relato que parece inspirado por la realidad de la España del GAL, de ETA y del 11-M.

Porque en EEUU hacen este tipo de películas para vacunar a su propia población contra los desafueros del Poder, pero aquí pensamos que reflejan la realidad política e institucional de los EEUU cuando ciertamente nos están utilizando a nosotros como inspiración, como antes han utilizado la Alemania de Hitler o la URSS o cualquier otro modelo indeseable para ellos.

Por supuesto, si se hubiera llegado a demostrar que el 11-S lo organizó la propia CIA -como aún pretenden los amigos de las conspiraciones editoriales siempre por amor al dinero y nunca a la Verdad-, entonces todos los españoles de bien nos hubiéramos manifestado para denunciar «el régimen imperialista de Terror de los USA». Pero como resulta que, a lo peor, el 11-M ha sido perpetrado por algunos de «los nuestros» o sus colaboradores de otros países, preferimos no creernos que algo así haya podido o pueda pasar nunca en España y a seguir, como si nada.

Que esas cosas sólo pasan en las películas…

La espiral del silencio

…en la conformación distorsionada de la opinión pública fue teorizada por Elisabeth Noelle-Neumann en la obra homónima publicada en 1977. Su tesis básica apunta a cómo el miedo a cuestionar la hegemonía de una verdad establecida acaba generando un modelo comunicativo en el que se expande el silencio en detrimento del discurso alternativo y su debate.

Hasta ahora el ejemplo más claro era el de los totalitarismos, habida cuenta de que sus recursos ordinarios para la movilización y la conquista del poder son el terror y la propaganda y de que, como señaló Hannah Arendt, una vez alcanzado el poder absoluto ni siquiera requieren del segundo elemento porque les basta el omnímodo terror ejercido para imponer la aquiescencia o el silencio.

Del 68 a nuestros días, una serie de cuestiones científicas, políticas, morales y filosóficas adoptaron el cuerpo de doctrinas ideológicas (y, por tanto, a la manera de teologías o “religiones de sustitución”, dejaron de ser susceptibles de refutación empírico-crítica) para tratar de imponerse en el debate público como genuinas “verdades reveladas” en las que debiera ser obligatorio creer.

Así, como profecías no sometidas a falsabilidad, pero con el revestimiento discursivo de auténticas evidencias científicas, resulta de un lado que el crítico se convierte en hereje y, del otro, en un ignorante reo de mentalidad atávica y acientífica. El proceso se inicia con el establecimiento de “la Verdad” de la causa a sostener, y se desarrolla a través de la simultaneidad de propaganda y terror.

Si al aparato ideológico (pseudocientífico) y a la coacción verbal o física (ambas violentas, porque la primera siempre presupone la aplicación de la segunda como garante de la amenaza proferida), se une la bondad última pretendida por “la Causa”, tendremos el último elemento necesario para fomentar el silencio en todo aquel que no quiera pasar por enemigo número 1 del género humano.

No hará falta explicar entonces por qué ideas y cuestiones esencialmente debatibles y susceptibles de ser sometidas a crítica como las tesis apocalípticas sobre el cambio climático, la desigualdad económica o la situación de mujeres, homosexuales y transexuales, el maltrato animal o la energía nuclear, han sido convertidas en dogmas de fe por quienes aspiran a la hegemonía sociopolítica.

EL VIEJO TRUCO DE LA FALSA PREMISA

La máxima del Islam es que “Alá es Dios y Mahoma su profeta”, una profecía autocumplida, no sometida a falsabilidad sino demostrada mediante el terror y el proselitismo o propaganda religiosa. El propio Mahoma compuso una religión sincrética, siendo él el considerado hereje y perseguido por ello, hasta que se volvió fuerte y dispuso a su vez perseguir a los infieles por todo el mundo.

Pero si la premisa falaz en el Islam es hasta cierto punto necesaria para la fe y no puede ser, por su carácter religioso, sometida a falsabilidad científica, sí cabe contra ella la crítica racional; mientras que, en el caso del comunismo, la refutación de la teoría de la plusvalía ya en vida de Marx no impidió que “la lucha de clases” como “motor de la Historia” se postulase como “verdad científica”.

Porque el comunismo marxista prometía “la sociedad sin clases” como traslación del “Reino de los Cielos” a la vida de los hombres, y aunque «la Causa» roja haya representado por el contrario el más monstruoso experimento de depauperación y exterminio de masas de la Historia, tratándose del “Bien” sus críticos y enemigos han sido considerados como “hitlerianos”, “agentes de la CIA”, etc.

Se aprecia así cómo, pese a no presentarse como religión revelada, la ideología totalitaria funciona del mismo modo pero enmascarando la necesidad de fe: Dios la demanda, pero el Comunismo es “científico” y basta con aprender las claves del “materialismo dialéctico” para asumir su verdad, esto es: que inexorablemente “la lucha de clases” conducirá a “la sociedad socialista sin clases”.

En consecuencia, si “la lucha de clases” es “la Verdad”, no ponerse del lado de la clase explotada o proletaria no es únicamente un crimen político, sino una negación de la misma realidad de las cosas, traducida por todos los predeterministas en la habitual acusación a los escépticos y opositores de “ir contra el signo de los tiempos” o “de la Historia” o “del Progreso”.

LAS NUEVAS IDEOLOGÍAS DE LA CENSURA

En la actualidad, y de manera suicida, en las sociedades occidentales se impone el respeto a ambos credos (islámico y comunista) como “libertad de expresión”, cuando no se apela a la “libertad de conciencia” para justificar y amparar el proselitismo de teologías políticas o ideologías religiosas que tienen como único fin el sometimiento de la dignidad humana a los caprichos de sus caudillos.

Así, lo que se obtiene cuando se aplican criterios políticos y morales propios de sociedades plurales y libres a religiones e ideologías que niegan por principio la condición de la dignidad humana a cualquier individuo, pues en ellas todo queda sometido a los designios inescrutables de la divinidad o del “sentido de la Historia”, se equiparan en legitimidad todas las ideas y profesiones políticas.

Este relativismo choca por supuesto frontalmente con la univocidad totalitaria, que sólo considera verdad su “verdad científica”, al tiempo que debilita la genuina actitud tolerante y liberal, que parece por su misma condición crítica la única que debe ejercer la autocensura, conceder espacios de diálogo y disidencia y amparar también aquellas ideologías que niegan toda libertad.

Por el contrario, lo que la crítica liberal debe exponer sin ambages es la premisa falsa y la mentira última de las ideologías, para deslegitimar de partida sus ideas y teorías tanto como sus consecuentes métodos e imposiciones, pues es más sencillo y menos nocivo a la postre dar la “batalla cultural” contra las ideas que tener que reprimir los actos criminales que engendran.

UN CASO PRÁCTICO DE LA ACTUALIDAD: LOS PROFETAS DEL APOCALIPSIS CLIMÁTICO

Llamamos “clima” a algo en esencia cambiante como la correlación de fuerzas atmosféricas con las mismas corrientes profundas de los océanos en un planeta Tierra que además gira en torno a una estrella como el Sol que influye decisivamente en prácticamente todos los fenómenos meteorológicos conocidos. Resulta evidente que el clima cambia según las estaciones solares.

Ahora bien, de un tiempo a esta parte la preocupación ecológica o medioambiental (la preocupación legítima por nuestro hábitat y por las repercusiones que en nuestra especie tengan las transformaciones operadas sobre el entorno) ha cobrado forma ideológica para travestirse en una teología que implicaría “la Culpa” inherente al hombre por la profanación de Gea o “el Paraíso”.

De ahí sus derivadas actuales, con “climatólogos” y actores de Hollywood ejerciendo como los más recientes y conspicuos sacerdotes de esta “religión verde” que ha decretado su “guerra santa” a los combustibles de origen fósil y al ganado vacuno (como si no fuera tóxico el metano de los cerdos) por las emisiones a la atmósfera de CO2, principal factor del “cambio climático” que padecemos.

Porque la premisa falaz en este caso es que el “cambio climático” (redundancia expresa por lo antedicho) es definitivamente pernicioso, aunque no se nos explica exactamente por qué. La idea recurrente es que las emisiones de CO2 producen un “calentamiento global” susceptible de derretir los polos y aumentar el nivel del agua del mar, entre otras catástrofes que fijan ya en el corto plazo.

EL PLANETA SEGUIRÁ SIENDO AZUL

No obstante, lo que los anales recuerdan es “la Pequeña Edad de Hielo” entre 1300-1850 d.C, lo que dificultó cosechas y generó ocasionalmente hambrunas. Por no hablar de que hasta hace poco nos preocupaba el agujero de la capa de ozono (imputado entonces a los desodorantes, recuérdese), que se ha reducido pese a previsiones catastrofistas. O de que el “invierno nuclear” no aconteció aún.

Pero incluso sin necesidad de negar la posibilidad de un futuro cambio drástico en las condiciones climáticas, que acontecería a lo largo de décadas y no de horas como en el cine de catástrofes naturales, lo cierto es que hipótesis científicas (aparte de admitir la falta de métricas fiables por la carencia de datos más concretos del pasado) sostienen que el factor decisivo sigue siendo el mar.

Porque frente a los delirios ideológicos seguiremos habitando “el Planeta azul” (tres cuartas partes de agua) de Vaclav Havel, mientras tratamos de desentrañar sus secretos, extraer sus riquezas y protegerlo en su diversidad no meramente por curiosidad científica, afán de lucro o bondad, sino por la cuenta que nos trae, o antes acabará el planeta con nosotros que nosotros con el planeta.

Una visión que apenas puede ser sostenida en público por políticos, científicos o celebridades cualesquiera sin enfrentarse a censura, exclusión o represión, principales apoyos de las tesis apocalípticas sobre el “cambio climático” que han expandido el campo del silencio por los estudios científicos, las universidades y los medios de comunicación. La condena es por “negacionismo” (1).

NOTAS

1. Negacionismo es un término utilizado hasta ahora para definir, exclusivamente, la actitud y/o la obra de palabra o por escrito que niega la verdad del genocidio del pueblo judío a manos de los nazis. El caso del negacionista historiador británico David Irving es paradigmático, porque tergiversó datos y presentó documentos falsificados como fuentes primarias que avalarían sus tesis respecto a la ausencia de exterminio de judíos en las cámaras de gas de Auschwitz y de la misma responsabilidad de Hitler en la planificación y ejecución del “Holocausto”.

La persecución de ETA a la derecha vasca

…es el título de un reciente libro de Gorka Angulo (Bilbao, 1968) publicado por la editorial Almuzara, que trata sobre el exterminio perpetrado por la organización criminal abertzale contra simpatizantes, cargos públicos y líderes sociales de la derecha vasca en un marco político como el de la Transición, cuando se empezaron a repartir los primeros carnés de “demócrata”.

Así, a la sistemática presión terrorista sobre las incipientes organizaciones políticas de la derecha como UCD y AP, se unió la práctica exclusión de sus siglas de los acuerdos alcanzados por el Gobierno con el PNV, hasta el punto de abandonar todo el terreno a unos jeltzales que no tardaron en apropiarse de todas las concesiones realizadas al autogobierno vasco.

De hecho, con el fin de erradicar su influjo y de sustituirlos ideológicamente, las formaciones abertzales se sumaron habitualmente a las descalificaciones de “franquistas”, “antivascos” o “enemigos de Euskal Herria” que ETA propalaba con la intención de segregar, marginar y reprimir a todos aquellos que pretendía expulsar del País Vasco.

Fueron los “años de plomo” en que decenas de representantes de lo que hasta entonces era la cultura vasca hegemónica, también políticamente hablando, caso del integrismo católico y del carlismo (ambos tan fueristas como españolistas), fueron asesinados y cientos de sus correligionarios y familiares abocados a huir de su propia tierra por miedo a la estigmatización abertzale.

Angulo traza todo el recorrido del periodo desde las iniciales amenazas a los más salvajes atentados, sin escatimar citas de medios afines al abertzalismo que glosaban las justificaciones terroristas para dar consistencia a sus campañas de exterminio contra los “españoles”, precisamente porque se trataba de personas arraigadas en su tierra, emprendedores y euskaldunes las más de las veces.

Además, incide en el contraste entre la suerte de aquellos carlistas “franquistas” que, como multitud de alcaldes de las provincias vascas y Navarra, jamás entendieron el proceso por el cual pasaron de ser considerados próceres vasquísimos en sus respectivas localidades a “enemigos del Pueblo”, con la de aquellos otros que no dudaron en pasarse al antifranquismo una vez muerto Franco.

Ni el padre de Elkoro, proetarra hijo de alcalde franquista, ni el de Díez Usabiaga, guardia civil, ni el del difunto Xabier Arzalluz, que el mismo 18 de julio se sumó en Azcoitia a los sublevados, fueron represaliados por los terroristas o señalados por sus colaboradores como “franquistas”, como tampoco las decenas de miles que pasaron a engrosar las filas del movimiento abertzale.

En la introducción al libro el autor anuncia que “habrá otros porque da para ello”, habiendo circunscrito la obra al periodo limitado entre el primer asesinato de un político de la derecha vasca y la refundación de la misma bajo las siglas del PP a fines de los 80′, una “travesía del desierto” que también se relata con atención a sus directos protagonistas, Marcelino Oreja y Jaime Mayor Oreja.

Como “pero”, cabría objetar que sobran comentarios y opiniones políticas del autor que pueden resultar redundantes, cuando los hechos en bruto bastan para calificar a unos y otros personajes, si bien se trata de un trabajo periodístico más que académico (faltaría además el aparato crítico como bibliografía e índice de nombres) y no resulta fácil la asepsia ante una realidad no tan del pasado.

Una obra loable, por tanto, de la que esperamos continuación y que abra nuevas vías de investigación sobre un periodo tan convulso como prácticamente ignorado de la reciente historia de los vascos (que es la de España desde hace más de un milenio) por mor de la ocultación sistemática de todo aquello que rompa el idílico consenso sobre las verdaderas raíces de la actual “Euskadi”.