…es el título de un reciente libro de Gorka Angulo (Bilbao, 1968) publicado por la editorial Almuzara, que trata sobre el exterminio perpetrado por la organización criminal abertzale contra simpatizantes, cargos públicos y líderes sociales de la derecha vasca en un marco político como el de la Transición, cuando se empezaron a repartir los primeros carnés de “demócrata”.
Así, a la sistemática presión terrorista sobre las incipientes organizaciones políticas de la derecha como UCD y AP, se unió la práctica exclusión de sus siglas de los acuerdos alcanzados por el Gobierno con el PNV, hasta el punto de abandonar todo el terreno a unos jeltzales que no tardaron en apropiarse de todas las concesiones realizadas al autogobierno vasco.
De hecho, con el fin de erradicar su influjo y de sustituirlos ideológicamente, las formaciones abertzales se sumaron habitualmente a las descalificaciones de “franquistas”, “antivascos” o “enemigos de Euskal Herria” que ETA propalaba con la intención de segregar, marginar y reprimir a todos aquellos que pretendía expulsar del País Vasco.
Fueron los “años de plomo” en que decenas de representantes de lo que hasta entonces era la cultura vasca hegemónica, también políticamente hablando, caso del integrismo católico y del carlismo (ambos tan fueristas como españolistas), fueron asesinados y cientos de sus correligionarios y familiares abocados a huir de su propia tierra por miedo a la estigmatización abertzale.
Angulo traza todo el recorrido del periodo desde las iniciales amenazas a los más salvajes atentados, sin escatimar citas de medios afines al abertzalismo que glosaban las justificaciones terroristas para dar consistencia a sus campañas de exterminio contra los “españoles”, precisamente porque se trataba de personas arraigadas en su tierra, emprendedores y euskaldunes las más de las veces.
Además, incide en el contraste entre la suerte de aquellos carlistas “franquistas” que, como multitud de alcaldes de las provincias vascas y Navarra, jamás entendieron el proceso por el cual pasaron de ser considerados próceres vasquísimos en sus respectivas localidades a “enemigos del Pueblo”, con la de aquellos otros que no dudaron en pasarse al antifranquismo una vez muerto Franco.
Ni el padre de Elkoro, proetarra hijo de alcalde franquista, ni el de Díez Usabiaga, guardia civil, ni el del difunto Xabier Arzalluz, que el mismo 18 de julio se sumó en Azcoitia a los sublevados, fueron represaliados por los terroristas o señalados por sus colaboradores como “franquistas”, como tampoco las decenas de miles que pasaron a engrosar las filas del movimiento abertzale.
En la introducción al libro el autor anuncia que “habrá otros porque da para ello”, habiendo circunscrito la obra al periodo limitado entre el primer asesinato de un político de la derecha vasca y la refundación de la misma bajo las siglas del PP a fines de los 80′, una “travesía del desierto” que también se relata con atención a sus directos protagonistas, Marcelino Oreja y Jaime Mayor Oreja.
Como “pero”, cabría objetar que sobran comentarios y opiniones políticas del autor que pueden resultar redundantes, cuando los hechos en bruto bastan para calificar a unos y otros personajes, si bien se trata de un trabajo periodístico más que académico (faltaría además el aparato crítico como bibliografía e índice de nombres) y no resulta fácil la asepsia ante una realidad no tan del pasado.
Una obra loable, por tanto, de la que esperamos continuación y que abra nuevas vías de investigación sobre un periodo tan convulso como prácticamente ignorado de la reciente historia de los vascos (que es la de España desde hace más de un milenio) por mor de la ocultación sistemática de todo aquello que rompa el idílico consenso sobre las verdaderas raíces de la actual “Euskadi”.