Los sondeos electorales producen opinión

…más allá de reflejar tendencias o mostrar la opinión del público, por la sencilla razón de que las preguntas siempre condicionan la respuesta y como es obvio que las agencias preguntan según el interés del pagador (generalmente un medio de comunicación que tiene su respectivo público con su propia opinión o sesgo sobre las cuestiones), de nuevo se prueba que “el medio es el mensaje”.

Ahora bien, el otro yerro atribuible al método del encuestador es la ausencia de previa comprobación de los conocimientos del encuestado sobre las cuestiones a que debe responder, lo que produce habitualmente el efecto indeseado de que este se ve forzado a contestar cualquier cosa. La opinión recabada es entonces débil, inventada… o se adhiere a lo que estima opinión mayoritaria.

Esto produce además un efecto rebote, que se relaciona de modo positivo con la formación de la opinión mayoritaria y de modo negativo a través de “la espiral del silencio” que de consuno silencia a las opciones sin representación, si bien es cierto que en los últimos tiempos las encuestas tienden a considerar esos “estados difusos” de la opinión a la hora de valorar a las nuevas fuerzas emergentes.

Es evidente que el grupo de comunicación que paga y publica el sondeo espera una respuesta condicionada de su público, tanto para motivarlo como para reforzar el estado de sintonía con el mismo. Pero más allá de su decreciente prestigio como “espejo público”, lo que persiguen las encuestas es la hegemonía en el “gobierno de la opinión” en que se sustentan las democracias.

OTROS HECHOS Y FACTORES INDICATIVOS

Pese a la artera manipulación (probada por los resultados reales de las últimas elecciones en Andalucía) de las encuestas del CIS dirigido por un socialista adicto a esa pura imagen de poder que es Pedro Sánchez, lo cierto es que cabe dudar de las buenas expectativas de un candidato que se mostró incapaz por dos elecciones consecutivas de ganar a un PP que perdió uno de cada tres votos.

Así fue en 2015 y 2016, ¿ha cambiado algo desde cuando el PP de Rajoy le sacaba 50 escaños al PSOE del Sánchez del “No es no”? Sí: que Rajoy ya no está, sino Casado (dispuesto a enmendar prácticamente todo lo de su antecesor); y que ya hemos tenido casi un año para ver deambular a quien ha incumplido todas sus promesas hasta que, tarde, ha convocado por fin elecciones.

De hecho, hablamos de un presidente del Gobierno que se encaramó al poder con la mentira (el PP no fue condenado judicialmente) y se perpetuó por la mentira al no convocar de inmediato elecciones, pero el resultado de su estrategia ha sido la pérdida de credibilidad y caída de audiencia de todos sus apoyos: del CIS a la SER, de los informativos de RTVE a El País, etc.

Por medio, la grave crisis suscitada por el golpe de Estado en Cataluña, que ha generado una reacción nacional como no se conocía desde los tiempos del asesinato de Miguel Ángel Blanco por ETA, ha rematado la legislatura que pretendía agotar Sánchez al revelarse sus pactos secretos con un dirigente abiertamente separatista como Torra y ser denunciados en la manifestación de Colón.

DEMOSTRACIONES PÚBLICAS REALES Y VIRTUALES

Por todo ello es sintomático que Vox supere en público en sus mítines a las demás fuerzas políticas, porque aparte de exhibir cierta querencia por las formas tradicionales del encuentro y comunión del líder con sus fieles constata la atracción que ejerce un valor al alza. Simultáneamente, se ha hecho fuerte en las redes sociales, donde encuentra su par opositor fundamentalmente en Podemos.

Un Podemos que ya no ilusiona con un líder demediado que no mueve ni a los propios, aunque siga contando con el apoyo fundamental de las televisiones y buena parte de los periodistas en los grandes diarios de papel, pero por ejemplo La Sexta hace ya bastante tiempo que hace bandera de la entente “antifascista” liderada por Sánchez en la que Iglesias sólo tiene (tendría) un papel auxiliar.

En la derecha, tanto como la emergencia de Vox parece incuestionable el “efecto Casado”, que a buen seguro preservará las señas de identidad aún reconocibles en el PP, como las relativas a su programa económico, aunque se haya lanzado a reivindicar los valores cardinales de la formación en materias como la unidad de España, la familia, el sistema educativo o la inmigración.

El hiperactivismo de Casado, que a diferencia de Ciudadanos y sobre todo Vox cuenta con un sinfín de lugares con militantes del PP (bien desencantados o incluso indignados con la política de Rajoy) a los que acudir, revela precisamente su profunda comprensión del momento crítico por el que atraviesa el todavía “partido más grande de España”, así como su confianza en revertir la debacle.

HIPÓTESIS DEL TRASVASE DE VOTOS DE IZQUIERDA A DERECHA

Hundidas las expectativas de Podemos por la mediocridad y el egoísmo pueril de sus dirigentes, con escisiones en todas las regiones en que cunden los movimientos separatistas, más la propia división entre los izquierdistas tradicionales de IU y la nomenklatura del Lenin de Galapagar, gran parte de sus votos podría ir a la abstención o a este PSOE izquierdista radical que se ha montado Sánchez.

Razón por la que a Ciudadanos y al mismo PP podría abocar buena parte de los últimos votantes de un PSOE que ya definitivamente no es el que sirviera en el último cuarto de siglo a la gobernabilidad de la Nación: si el “cordón sanitario” es a Ciudadanos, PP y Vox en vez de a Bildu, ERC y Podemos, Sánchez logró culminar la transformación del PSOE en otra cosa distinta.

Así que al margen de las etiquetas de “centro-derecha” o “centro-izquierda”, la postura socialdemócrata caracterizada como «liberal-progresismo» de los dirigentes de Ciudadanos hace factible el trasvase “a la derecha” de votantes moderados del PSOE, así como la renovación del apoyo de los más “centristas” de los que en su momento abandonaron el PP de Rajoy.

La irrupción de Vox, a su vez, mermará el potencial respaldo electoral a Casado, pero sobre todo movilizará a ese importante segmento del electorado de la Derecha que hace tiempo que abandonó toda esperanza en el supuesto programa de regeneración democrática del PP sin haber acudido tampoco a los cantos de sirena de una formación como Ciudadanos, permanentemente ambigua.

LAS VERDADERAS ELECCIONES, A PARTIR DEL 28-A

A este respecto, Ciudadanos es la formación más expuesta a los sondeos de opinión, razón de casi todos sus bandazos y errores de percepción de la realidad española (de las preocupaciones reales de los españoles), mientras que Podemos y Vox parecen hacer caso omiso de las encuestas. Pero no es improbable que el partido de Rivera pueda pescar aún con provecho entre votantes de PP y PSOE.

Una pretendida centralidad que, ante la connivencia de Sánchez con el separatismo, condujo a regañadientes a la plana mayor de Ciudadanos a manifestarse en Madrid junto a PP y Vox, y posteriormente al anuncio de que no pactaría con el PSOE, puesto que la desconfianza ante esta opción entre su potencial electorado era manifiesta y creciente.

Así las cosas, de los resultados del 28-A habrá que derivar las posibles componendas para la conformación no ya del Gobierno de la Nación, sino del poder regional y municipal que se disputará apenas un mes después, condicionando los pactos postelectorales incluso al margen del conteo estricto de los escaños: por ejemplo, con la creación de nuevas alianzas y coaliciones.

A su vez, Sánchez y Casado (por no hablar de la plausible víctima propiciatoria de la jornada: Pablo Iglesias) tendrán que dirimir entre sus propios apoyos internos según el éxito o fracaso de sus apuestas, ambas marcadas por el personalismo (vulgo dedazo) de sus respectivos liderazgos. En este aspecto, PP y PSOE tienen décadas de experiencia en disculparse hasta las más claras derrotas.

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