…debe constatar de inicio la fragmentación creciente del arco parlamentario español, ya que si la emergencia de Podemos y Ciudadanos no había acabado definitivamente con la hegemonía del bipartidismo PSOE-PP en 2016, la aparición de Vox en el panorama electoral de la Derecha ha supuesto su definitivo enterramiento, a no ser que se diera una fusión del PP con Cs o con Vox.
En 2016, PP (137 escaños) y PSOE (85) aún conservaban con holgura dos tercios de los escaños que se disputan las fuerzas nacionales (entre 310-325 del total de 350) frente a Podemos y coaligados (71) y Cs (32); y un total de 13,300.000 votos frente a los 8,170.000 de estos. En 2019 PSOE-PP han sumado unos 11,800.000 votos frente a los casi 10,500.000 de Cs, Podemos y Vox.
Así, la victoria del PSOE se produce con un resultado peor que el peor del PP de Mariano Rajoy, en 2015, y que el peor del último candidato socialista anterior a Pedro Sánchez, Alfredo Pérez Rubalcaba, en 2011. Visto de otro modo, PSOE y PP ya no son alternativa el uno al otro, o no al menos en solitario; y apenas conservan ya su capacidad conjunta de consenso y exclusión.
A la muerte de facto del Bipartidismo se le une la incertidumbre inmediata por el futuro del PP y por la inevitable dependencia que tiene el PSOE de Podemos en el campo de la Izquierda… a no ser que la progresiva implantación de Cs en el Congreso, en las principales CCAA y ayuntamientos españoles, lleve a considerar la plausibilidad de un pacto en el Centro con una nueva gran mayoría.
Con una diferencia mínima entre PP y Cs (unos 200.000 votos y 9 escaños, menos de un punto porcentual global), la novedad de estos, una fuerza incorrupta precisamente por nueva y sin mayores lastres clientelares o ideológicos, permitiría al PSOE gobernar con ellos para gozar de legitimidad y fuerza parlamentaria suficiente (180 escaños). Pero, ¿lo quiere el PSOE? ¿Y Cs?
LA RECOMPOSICIÓN DEL ESPACIO DE LA DERECHA
A la espera de que Pablo Casado reafirme su liderazgo en el PP o lo pierda, las altas expectativas electorales de la Derecha han defraudado en cuanto a escaños, pero no en votos: 11,135.000 de PP, Cs y Vox frente a los 11,190,000 de PSOE y Podemos, de atenernos exclusivamente a los bloques definidos por el eje Derecha/Izquierda y sin incluir los resultados de las fuerzas regionalistas.
Pero este cálculo sólo tiene sentido considerando a Cs como otro partido más derivado del PP, cuando la formación de Albert Rivera sigue explotando la ambigüedad para ofrecerse a acuerdos transversales como ya hiciera en Andalucía o en Madrid (porque sus votantes hacen que se lo pueda permitir sin mayor desgaste), algo impensable en lo que atañe al PP en relación con el PSOE.
Por eso ni Rivera ni, de momento, Sánchez pueden tener interés en dejarle todo el espacio del Centro-Derecha a un PP apoyado por este Vox aún en ciernes; el primero porque entiende que puede seguir creciendo a expensas del partido de Casado, el segundo porque prefiere tener a tres partidos disputándose el Centro y la Derecha que a otro en su mismo campo del Centro a la Izquierda.
No obstante, Pedro Sánchez tampoco puede acoger en su Gobierno a un Podemos en horas bajas al que ha pretendido, más que ninguna otra cosa, robarle la bandera de la Izquierda para recuperar dimensión electoral. Sería tanto como ofrecerle el balón de oxígeno del poder institucional que hasta ahora sólo ha ocupado en ayuntamientos como Madrid y Barcelona, y algunos otros menores.
LA CUESTIÓN TERRITORIAL ES DETERMINANTE
Las victorias en el País Vasco y Cataluña de las fuerzas separatistas, con la práctica desaparición del PP en ambas y la única resistencia de Cs en Cataluña, después de haber sido allí el partido más votado en las últimas autonómicas, deja en residual la presencia del Estado (y por tanto de la Nación Española) con un PSOE cuyas marcas PSE y PSC gustan de cortejar a aquellas.
Esta cuestión esencial determinará la composición del próximo Gobierno, sobre todo después de conocerse los resultados del 26-M, y fundamentalmente de cuáles vayan a ser sus apoyos. Si Pedro Sánchez decide mantener su política de acercamiento a los dirigentes golpistas de Cataluña, el acuerdo con Cs será imposible y tendrá en contra la cohesión de las tres fuerzas de Centro-Derecha.
Si por el contrario decide desprenderse de ese lastre, la mayoría absoluta con Cs podría contar además con el apoyo o la abstención de PP y Vox a la hora de encarar los desafíos de los separatistas, lo cual permitiría al PSOE seguir creciendo a costa de Podemos y empezar a hacerlo de Cs, y a Cs seguir creciendo del PP y empezar a hacerlo de Vox.
Con su propio poder regional y local en juego, pese a haber enmendado la pérdida de la Junta de Andalucía con unos mejores resultados en las generales, el PSOE tiene en su mano alcanzar el Gobierno pero a través de una difícil decisión que no afecta únicamente a Cs, sino al conjunto del tablero partidista que las elecciones del 28-A han puesto, efectivamente, patas arriba.
FUENTES (datos electorales):
El Diario Vasco 29/4/2019; elmundo.es.