[Este fue el Asunto del mail que le escribí a Horacio Vázquez-Rial (1947-2012), fundador de Ciutadans-Ciudadanos, el 22 de abril de 2009 (hace una década), a cuenta de un artículo suyo sobre la última salida del presidente del partido Albert Rivera (1) cuando decidió pactar una candidatura a las elecciones al parlamento europeo con la plataforma antiUE Libertas.]
Estimado Horacio: lamento la suerte que ha corrido la formación Ciudadanos a la que Vd. contribuyó como «abajofirmante», aunque al menos le puede quedar la satisfacción de haber alojado a tres diputados en el Parlamento autonómico catalán que, de no degradarse mucho (más) las cosas, al menos seguirán dando la cara por el castellano -la libertad de elección lingüística-; por lo menos lo hará Robles, por lo menos durante lo que queda de legislatura.
Pero de lo que yo quería hablarle es de su anotación en el artículo de LD sobre los inicios y formación de Ciudadanos, porque celebro que un grupo de intelectuales sean capaces de sentarse a comer juntos y salir del restaurante horas después con un nuevo partido bajo el brazo. Pienso que, efectivamente, es tarea del intelectual ensuciarse la manos y no sólo los pensamientos -lo de la torre de marfil lo respeto para poetas y novelistas, que no necesariamente tienen por qué ejercer de «intelectuales», y tampoco lo respeto siempre, porque si creo que cualquiera, ¡¡cualquiera!!, tiene la obligación moral de condenar ciertos males del mundo en que vivimos (la tiranía castrista, el terrorismo nacionalista, el fanatismo islámico y un largo etcétera), ¿por qué no habría de hacer extensible esta obligación moral a cineastas, poetas, artistas, periodistas?
Ahora bien, Vd. mismo reconoce que «como ninguno de nosotros era político profesional ni pensaba convertirse en ese tipo de figura, consideramos que lo natural, si nuestra propuesta cobraba cuerpo, era acompañar la gestación del dichoso partido hasta su primer congreso, que fue lo que se hizo, aunque algunos nos retiramos antes. Yo, porque así como estaba harto del nacionalismo, también lo estaba de la socialdemocracia, y me pareció que había demasiado de eso en muchos queridos compañeros: me fui porque esperaba un poco de liberalismo, porque creía, y creo, que cuanto menos Estado, menos espacio para mejunjes carodrovirianos o maragallescos o piqueros, y menos, muchísima menos ingeniería social».
He aquí la madre del cordero, porque lo que se ha demostrado finalmente de nuestro sistema es que tenemos dos grandes partidos como PSOE y PP que ni son liberales ni excesivamente democráticos (desde luego, NADA democráticos en su funcionamiento interno). Y luego tenemos acompañándoles en las diversas cámaras representativas de la Nación a decenas de partidas (que no partidos) y facciones separatistas, izquierdistas, antisistema, caciquiles… Y ahora resulta que también tenemos a Ciudadanos y a UPyD, que desde luego tampoco aparentan ser mínimamente liberales en cuanto que sus propuestas son reforzar el Estado a la jacobina manera (Rosa y Fernando siempre han defendido algo parecido, y no sólo por antinacionalismo sino por convicciones de Izquierda muy arraigadas).
Por eso resulta más que difícil elegir entre tanto partido antiliberal, porque lo que hoy necesita España (y la UE, y EEUU, y… el resto del mundo) es menos poder político, menos Estado, más libertad personal y mayor intercambio libre comercial entre países (los países no comercian entre ellos, lo hacen los particulares), menos regulaciones arbitrarias, menos injerencia estatal en la creación cultural… vamos, que lo que necesitamos es menos Estado y más libertad, como Vd. bien apunta y como defienden todos los liberales DE VERDAD, que son muy pocos en realidad y una minoría absoluta en España.
Si he querido transmitirle estas reflexiones es debido a que cada vez estoy más convencido de que el actual sistema se desmorona porque, en palabras de Habermas, «el Estado del Bienestar saltará por los aires cuando no pueda seguir manteniendo las contradicciones del sistema», lo que, veniendo de un revisionista del Marxismo, se convierte paradójicamente -sin que el propio autor parezca haberlo advertido- en una auténtica crítica liberal al actual «Estado social de Derecho» que padecemos los españoles y los europeos en general.
En este aspecto, no es menos significativo que España como Nación y Estado de Derecho se haya convertido en el objetivo a batir por todos los partidos antes citados (con excepción de UPyD, Ciudadanos y algunos que aún militan en el PP). Es la propia corrosión de la unidad nacional lo que necesitan todos los grupos y facciones antes citados para consolidar su poder e influencia, para controlar todos los medios públicos y privados, los tribunales y las policías… y en ese proceso es tan necesario vaciar de competencias al Estado central por abajo (hacia las CCAA) como por arriba (hacia la UE), siempre en beneficio de los burócratas y en perjuicio de los ciudadanos y de su Soberanía Nacional, único sujeto democrático legítimo que, no obstante, es el auténtico desahuciado de la hora actual frente a «la construcción europea» tanto como frente al «Pueblo vasco» (o cualquier otro).
Llegados a este punto, sólo me queda por añadir que en España ahora existen ciertamente varias comunidades, como la «abertzale», la que constituyen de facto los moros musulmanes, la «catalana», etc. Pero no existe, porque ha interesado a los partidos nacionales su erradicación absoluta, una auténtica COMUNIDAD ESPAÑOLA, que es la que entiendo que hace falta que exista si queremos afianzar el Estado de Derecho liberal y la Nación Española frente a los embates totalitarios de las izquierdas, los antisistema y los separatistas. Y esta Comunidad Española debiera ser, por definición, liberal y democrática, porque vendría únicamente a restituir la Soberanía Nacional -amputada al Pueblo español en el mismo momento, infamante, en que las Cortes dieron visto bueno al nuevo Estatuto catalán.
Sin embargo, es difícil esperar hoy de nadie la creación de una estructura política así, sobre todo porque, tal como yo lo veo, ni siquiera se trataría de un nuevo partido para estar presente en las cámaras de representación. Se trataría más bien de una Comunidad al estilo de internet, donde independientemente de las afiliaciones políticas a partidos concretos se daría cabida a todos los españoles que quisieran integrar la Comunidad Española, así como a todos aquellos extranjeros que también lo desearan. Una especie de movimiento reivindicativo de masas que sirviera de manera organizada para controlar el Poder político, más que para conchavarse con él. Una Comunidad de millones de personas que, en lugares como la Comunidad Autónoma Vasca o Cataluña, serviría para dar abrigo a todos aquellos amenazados por la existencia de comunidades nacionalistas hostiles. Serviría para afianzar el Estado de Derecho como ha demostrado, por ejemplo, la plataforma Galicia Bilingüe.
Le comento todo esto porque sé que es más bien difícil aunar en un partido político a todos los españoles de bien que aceptan la democracia y se sienten españoles, porque considero que son la mayoría y, sin embargo, ¡¡¡sería tan peregrino pretender encuadrarlos a todos en un partido político!!! Hasta cierto punto, ése era el éxito del PP antaño, y se demostró incluso en las últimas elecciones generales donde, si el PSOE recibió el voto de todos los extremistas del país (antisistema, separatistas, etc.), el PP logró aglutinar a liberales, conservadores, democratacristianos, socialistas moderados, nacionalistas españoles… Pero decididamente las cuestiones «morales» y «sociales» que ha esgrimido el PSOE para intentar dividir al PP le han dado sus frutos, y ahora tenemos al gran partido de la Derecha haciendo aguas por los cuatro costados (cuestión que también se refleja en la guerra desatada entre los medios de comunicación «de la Derecha»).
Por todo ello creo que sólo podemos aspirar, de momento, a la creación de redes interpersonales que vayan cobrando dimensión a medida que se acelera el proceso de descomposición del Estado. Más que un partido liberal, necesitamos encontrar a los liberales españoles y hacer que contribuyan por todos los medios a su alcance a la difusión de un mensaje político unívoco: España es de los españoles; la Soberanía Nacional es la base democrática del Estado nacional de Derecho; la separación de poderes y el Estado mínimo son las únicas garantías de un sistema democrático, junto a una Prensa libre que ahora está absolutamente cooptada por los intereses políticos y económicos de las diferentes castas públicas y privadas del país (del Gobierno a los bancos y cajas, pasando por otras empresas semiprivatizadas); la mejor representación de dicha Soberanía Nacional la ofrecen los españoles con su voto, que debiera computar exactamente igual en todas partes de España -en la actualidad, el pretendido pluralismo que persigue la Ley Electoral es artificial y antidemocrático, y genera precisamente la aparición de clanes locales y autónomicos porque sale más rentable electoralmente…
En definitivas cuentas, hoy se trata de crear una comunidad liberal en España tanto como de crear una comunidad española para el Liberalismo. Ambos objetivos me parecen convergentes, y si me he explayado a gusto con Vd. (tres folios le mando en este correo) es debido a que creo que mucha buena gente muy bien preparada está errando el tiro con sus propuestas políticas (de Savater a Espada, de Robles a Abascal). Menciono a Santiago hijo porque me ilusionó su proyecto DENAES, pero no creo en el mismo como mera Fundación (aun contando con Moa, Maestre y Juaristi) porque de esas ya tenemos muchas y estoy más que harto de los papelitos de FAES, Basta Ya, AVT o similares… Son instructivos, han colaborado y colaboran en la difusión de unas ideas y de unas denuncias muy necesarias en la España de hoy… pero pierden de vista la necesidad real de articular una plataforma política que, como ya he mencionado, al margen de las elecciones o de la presencia en las diversas cámaras representativas (de los ayuntamientos a la Eurocámara) debe ser capaz de expandirse por el espacio libre de la Red para sumar adeptos a iniciativas como la del Manifiesto por la Libertad Lingüística o, ya puestos, el recurso del Estatut ante el TC o el mismo Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Una plataforma a la que se podrían sumar personas con convicciones religiosas o sin ellas, con el mínimo denominador común de fijar las competencias y la acción del Estado de Derecho y hacer prevalecer en todo momento la Soberanía Nacional sobre los intereses particularistas de las minorías disgregadoras. Y, pese a todo, una plataforma que se proponga de manera prioritaria reducir el Estado y toda su regulación al mínimo, para favorecer la liberación de las energías productivas y creativas (es lo mismo, lo sé) de los individuos y de lo mejor que hay en España en estos momentos, que es la sociedad española (aun profundamente dividida y desorganizada). Una Comunidad Española que fuerce a los partidos establecidos en el ámbito nacional (PSOE y PP) a perseguir un único interés: DEVOLVER EL PODER (su Soberanía) AL PUEBLO ESPAÑOL.
Sirva toda esta parrafada como desahogo o incitación (o ambas), y discúlpeme por haberle robado tanto tiempo.
Reciba un cordial y atento saludo,
En fin, que el asunto es complicado…