…es el reto principal de cualquier Gobierno de la Nación que pretenda restaurar el orden constitucional en Cataluña, puesto que todo el “procés” -al menos desde su punto de no retorno a partir del referéndum ilegal de 2012 con Artur(o) Mas aún como presidente de la Generalidad- no responde sino a la desesperada necesidad de lograr impunidad judicial para el facineroso y corruptor patriarca del clan, su mujer y toda su prole, procesados por innúmeros delitos de cohecho, malversación, falsedad, prevaricación, tráfico de influencias, blanqueo y evasión de capitales.
Que los Pujol han funcionado como mafia durante cuatro décadas parece decir poco: se han convertido en los auténticos señores feudales de una región de España con la amenaza siempre latente de romper la baraja, amenaza que ya surtiera efecto en el último Felipe González que abandonó Cataluña entregándoles definitivamente la Enseñanza, como ya a primeros de los 80′ les había entregado el PSOE (que desde 1976 ganaba allí por mayoría absoluta) reconvertido en PSC -partido catalanista, luego racista, de señoritos millonarios como su actual dirigente Miquel Iceta-.
Tampoco Aznar se decidió a revertir la situación, sino todo lo contrario: del conocido como “pacto del Majestic” por el que defenestraba a Vidal-Quadras a cambio del apoyo de CiU a su Gobierno, hasta la misma invitación a Pujol para que engrosara el Ejecutivo de la mayoría absoluta. Por el camino, la desobediencia permanente a las sentencias del Tribunal Constitucional sobre la ilegalidad de las políticas de inmersión lingüística y otras jamás fue reprendida, corregida, reprimida o sometida. Entre tanto, decenas de miles de profesores y otros funcionarios abandonaron Cataluña.
Con Zapatero, la previa llegada al poder de Maragall -quien llegara a denunciar en 2005 el hábito saqueador del Pujolismo con aquel “Vds. tienen un problema, y este problema se llama 3%” (y hasta porcentajes de dos dígitos, en ocasiones)- pareció conducir la política catalana por otros derroteros, percepción que se reveló prontamente como errónea. Porque fue el propio Maragall el que, para satisfacer a sus socios del tripartito PSC-ERC-ICV, pergeñó un nuevo estatuto autonómico delirante que hubo de ser, no en vano, maquillado en sus extremos y de manera chocante por el propio Zapatero con el que entonces era jefe de la oposición al gobierno de su partido, Artur Mas.
Un estatuto inconstitucional de cabo a rabo que fue tramitado torticeramente como ley ordinaria para sortear el bloqueo del PP en las Cortes, y que apenas concitó para su refrendo el interés de dos de cada cinco ciudadanos habitantes de Cataluña. Pese a ello, los recursos interpuestos por Rajoy ante el TC se convertirían con el tiempo en la mayor coartada para Mas a la hora de impulsar el proceso rupturista, que ahora ha quedado visto para una frustrante sentencia politizada -que lo condena en bloque, eso sí, aunque retorciendo los argumentos jurídicos para otorgar margen de maniobra y “diálogo” al empecinado Pedro Sánchez, aupado al poder, precisamente, por los golpistas de JxC (antigua CiU) y ERC-.
LA ABDICACIÓN FORZOSA DEL REY TERMINÓ CON LA IMPUNIDAD
No fue casualidad que con la retirada del rey Juan Carlos I, forzada en buena medida por sus múltiples escándalos de corrupción más o menos aireados al público, acabara también la impunidad fehaciente para Pujol y su banda, hijos y demás testaferros, con la intervención de la conocida como “Policía patriótica” o UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Fiscales) -“¿Qué coño es esto de la UDEF?”, comentó el ínclito patriarca de los Pujol, totalmente contrariado, en una entrevista con la presentadora de Antena 3 TV Susanna Griso en enero de 2013-.
Pero es que el CESID vigilaba de cerca los movimientos del presidente catalán por lo menos desde principios de los 90′, un seguimiento que, como ha declarado a la Prensa el “superagente” ahora procesado José Manuel Villarejo, no tuvo nunca mayor recorrido debido a que los servicios secretos temían levantar la liebre de las operaciones de blanqueo de Juan Carlos I en el extranjero si actuaban en firme contra las operaciones de los Pujol en Andorra, dado que se hacían gracias a los mismos bancos e intermediarios -también compartidos, por supuesto, por gerifaltes del PSOE-. De aquí también que en la actualidad los separatistas catalanes carguen como nunca antes contra el rey Felipe VI, quien parece haber al fin levantado la veda de corruptos en todo el país y a todos los niveles.
Mas 40 años de impunidad mafiosa, aderezada con el discurso xenófobo antiespañol y amparada bajo las falsas cláusulas de la «moderación» y el «diálogo», han creado en Cataluña semejante red de complicidades delictivas -de La Caixa de Fainé al Grupo Godó y los medios públicos como la RAC y TV3; del FC Barcelona a la patronal, los sindicatos y partidos, mandos policiales, jueces y fiscales, la enseñanza media y universitaria, el establishment cultural en nómina del Pujolismo…- que costará años desmantelar todo el tinglado público-privado creado a expensas de todos los españoles para sostener la desmedida codicia del patriarca de los Pujol.
Ahora que los golpistas continúan con su rebelión violenta como último recurso para presionar a Sánchez a fin de que se avenga a sus pretensiones -que son, como se ha puesto de manifiesto, las del Pujolismo-, cabe recordar que el sucesor de Mas a la vanguardia del movimiento separatista, el prófugo de la Justicia Carles Puigdemont, fue uno de los miembros de Terra Lliure junto con Oleguer Pujol que logró huir cuando la Guardia Civil desmanteló en 1992 el grupo y sus planes para atentar durante los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Entonces cayó toda la organización pero estos dos pájaros volaron… o los dejaron volar para no molestar a don Jordi. Recientemente, la Guardia Civil arrestó a los CDR integrantes de un grupo que pretendía, como aquellos, sembrar de terror y muerte Cataluña a bombazo limpio. Unos CDR abiertamente espoleados por el fugado Puigdemont desde su refugio en Bélgica, de los que no por casualidad forma parte el actual presidente de la Generalidad Quim Torra, junto al resto de sus familiares, como él mismo hizo público hará poco más de un año.