…a través del apoyo a su fraudulenta moción de censura contra Rajoy, de la que lo más pérfido y notorio (por lo extraño) no es la morcilla introducida por el juez De Prada -acólito de Garzón, ex juez multiprevaricador y actual abogado de los testaferros de Maduro, o sea del Narco- acusando al entonces presidente de “falta de credibilidad”, sino el respaldo cerrado del partido de la ETA o de la misma ERC.
Un apoyo abortado en primera instancia por ERC (con ocasión de la aprobación de los PGE), a manera de simulacro, antes del definitivo abrazo Sánchez-Iglesias después de los resultados electorales del 10-N de 2019; pero que se mantiene en la actualidad por cuenta del vicepresidente segundo Pablo Iglesias, además de por las múltiples vías establecidas por los socialistas con los etarras en tiempos del “proceso de paz”, muchas de ellas por supuesto favorecidas desde las instancias controladas por el PNV.
Precisamente son estos vínculos, a medias secretos y a medias desvelados a la opinión pública -para que en ningún caso se pierda de vista cuál es el marco del consenso esencial que procura la entente PSOE-Podemos-, los que debieran ser puestos en conocimiento de las autoridades europeas; y no sólo para restringir en lo posible la discrecionalidad de los fondos UE a cargo del Gobierno, cuestionada por el propio Consejo de Estado, sino por lo que revelan del mismo.
Pues Sánchez como presidente se mantiene sin rechazar el apoyo de quienes no condenan el terrorismo etarra, o el de quienes siguen en el golpismo separatista, o el de los que jalean a regímenes represivos como los de Cuba o Venezuela: prácticamente no parece ni de lejos un gobernante europeo, occidental, aunque “El Guapo” se considere a sí mismo un “estadista” por encima de “presidentes de gobierno” como los que dirigen las CCAA, los más de ellos unos genuinos mindundis.
Y en esta especie de ficción creada a mayor gloria del Presidente por el vendedor de burras Iván Redondo no falta siquiera el poli malo y corrupto -¡el tuerto Villarejo, que ahora dice que va a cantar!-, ni el viejo y cansado y regio villano -«El Emérito»- con sus conspiraciones para retornar al hogar usurpado, ni el malévolo Lenin -«El Coletas»- al acecho. Lo malo es que ni él sabe cómo acabará la película, dados los giros cada vez más perversos que ha decidido imprimir al guión.
Si en farsa, será de nuevo Sánchez presidente con un programa a la derecha del PP (y puede que con sus votos); si en tragedia, aunque ya sólo parezca quedar un héroe trágico en España -tal es el caso del rey Felipe VI-, puede que los españoles todavía hayamos de pagar con sangre nuestra tibia conformidad con todos los desmanes, todas las corrupciones, todas las humillaciones e injurias a nuestros compatriotas caídos y a nuestra propia inteligencia.