Mondragón o ETA en su contexto

…no es sólo el símbolo de la rendición de la sociedad vasca ante los criminales abertzales, sino de la Nación toda, en cuanto que es el apoyo de Bildu el que permite gobernar (es un decir) al psicopático Dr.Sánchez, años después de consumado el “proceso de paz” -o negociado político con terroristas- iniciado por Zapatero y preservado por Rajoy.

Lo cierto es que la ETA sigue muy presente en la sociedad vasca a través de lo que podríamos denominar su kultur kampf (todo un imaginario propio, sincrético y excluyente a la vez) no menos que por medio de sus organizaciones “sociales” pantalla, como las de presos, abogados, escritores y otros asociados del mundillo cultural euskaldún, más el Gara y la EiTB (radios y TV).

Así las cosas, pretender que los actos del fin de semana han representado triunfo o victoria alguna por parte de las víctimas del terrorismo o de partidos políticos como Vox y PP es hacerse trampas al solitario una vez más -y van…-. Pues los que se quedan en la plaza son los proetarras y los que abandonan el campo (sin apenas representantes en la provincia) los otros.

Y no es de ahora este absoluto abandono de la sociedad, de la misma situación vasca después del genuino proceso de “cancelación” que supuso liquidar la resistencia militantemente democrática de los hombres y mujeres del PSOE y del PP (UPN) en Vascongadas y Navarra. Pero es lo que se determinó después de la mayoría absoluta del PP en el 2000 por parte del nuevo PSOE de Zapatero.

Ahora que “El Pollo” Carvajal está a punto de piar algo sospecho que tal vez puedan aclararse las nunca inciertas relaciones entre la misma ETA, el régimen bolivariano de Chávez (vinculado a Irán no menos que a Cuba) y las FARC colombianas, relaciones más que estrechas y bien documentadas desde hace décadas. Algo que el Gobierno Rajoy tampoco deseó esclarecer.

Entre tanto, Podemos (sucursal europea del “Socialismo del Siglo XXI” bolivariano) ha llegado al Poder en España de manos del PSOE sanchista que mandó a un tal ministro Ábalos a recoger cuarenta maletas traídas a Barajas por Delcy Rodríguez -a quien la UE tenía prohibido pisar suelo de cualquier país miembro por «crímenes contra los derechos humanos»- antes de partir de nuevo con destino ¿Gaza? ¿Moscú? Pues no: Doha, capital de Qatar (aliado de Irán).

En este contexto, los homenajes a criminales terroristas en algunos municipios vascos nos acercan a la realidad que está a punto de imponerse en más de media Hispanoamérica; y, si nos parece una anomalía allí, qué no tendríamos que pensar de lo que pasa por estos lares. Sin embargo, ninguna mención por parte de los heroicos festivaleros del Cine, para variar: que ellos no se meten en política (ejem).

CUANDO AMBAS PARTES SON DE PARTE

Y, si hace al caso, será “sin partidismos”, “sin odio ni rencor”, a lo Maixabel Lasa, cargo con Ibarretxe como directora de Atención a las Víctimas -cargo en el que siguió después con el López apoyado por el PP, dicho sea de paso-, luego pantalla para el lehendakari que pactó un Frente Abertzale de exclusión con la ETA y demás excrecencias del tronco común aranista, el conocido como “Pacto de Estella” que les iba a traer “la Paz” a los abertzales justo después de la Independentzia.

Pero en el PNV pensaron que Ibarretxe estaba loco (recuérdese) y le montaron una Universidad lejos de aquí (recuérdese también, porque la seguimos pagando), mientras que al Joseba Azkarraga que también fue cargo con Ibarretxe como consejero, así como miembro del “consejo tripartito” o reservado amatorio de Ibarretxe (PNV), Azkarraga (EA) y Madrazo (IU), le dieron un cargo en la todopoderosa constructora Amenábar cuando aquél fue desahuciado, y otro en la red de presos de ETA (Sare), para compensar, y tan contento.

Puertas giratorias, dicen. Y tambores giratorios, y puestos rotatorios, y gestos irrisorios como el de un Urkullu llamando recientemente a la juventud local a respetar unos “valores” -¡a «la Autoridad»!- cuando no ha habido como el PNV fuerza tan dada a desestabilizar la sociedad vasca (y en consecuencia la política española) desde hace un siglo largo.

Ya desde los furibundos escritos antiespañoles del “Padre de la Patria Vasca” Sabino Arana, enfermo mental y resentido social contra la sociedad vasca realmente existente en sus días, pasando por sus dislates durante el resto de la Restauración hasta los protagonizados durante la II República -golpe de Estado revolucionario de 1934 mediante- y culminando en las décadas de Arzalluz a Ibarretxe, que a buen seguro hoy día muchos jeltzales preferirían que no se las recordasen.

EL FIN DE TODO ESTO

Pero aquí estamos, en el año 21 del siglo XXI, con el PNV en el gobierno vasco apoyado en un PSE que dirige la familia López-Gil-Mendía, después de unas elecciones a las que no acudió la mitad de los vascos, presuponiéndose hegemónicos todavía y durante mucho tiempo aunque tengan a la ETA enfrente, con sus “compañeros de viaje” de Podemos y pronto, quién sabe, con los recurrentes “tontos útiles” del socialismo vasco de su parte.

Así que lo más probable es que finalmente todo esto del “conflicto vasco” acabe por consunción, entre la endogamia y la esterilidad, con los avejentados terroristas de vuelta en casa, muchos de ellos con enfermedades crónicas físicas y mentales, y los programas de inserción laboral perfectamente en el euskera batueco (o “euskañol”) de nuestros días -para que se entienda, claro-.

Esta semana ha muerto Joseba Arregui, alguien capaz de imaginar La Nación Vasca posible -título de uno de sus libros- en un arduo desarrollo intelectual que excede lo político para adentrarse prácticamente en lo teológico, sin abandonar en ningún momento la lógica argumentativa racional, quien no perdió de vista jamás la relevancia política de las víctimas de ETA señaladas precisamente por los terroristas para aterrorizar a la sociedad y doblegar al Estado.

Quedan, como en el caso de Mikel Azurmendi, sus obras y el recuerdo de su persona y testimonio, como el de otros veteranos como “Teo” Uriarte, Jon Juaristi, Raúl Guerra Garrido… Pero lo cierto es que de estas tierras parece haber desertado el Estado y sus autoproclamados “servidores públicos”, con las excepciones de rigor -la Guardia Civil, básicamente-, hace ya unas décadas.

Y ahora es que sorprende que Mondragón existe, como Alsasua, y allí se vota mucho a la ETA… aunque no mate.

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Lo propio de Occidente es conferir sentido al mundo

…en la acepción convencional de “conferir”, que es atribuir dignidad o consideración o reconocimiento a algo, e incluso en su acepción clásica latina de “llevar muchas cosas” en este caso al mundo para dotarlo de sentido, para lograr apropiarnos de toda su extensión y significado. Así ha sido desde Grecia y Roma, pero incluso desde tiempos de Egipto y Sumeria.

Una conferencia de sentido que fue tradicionalmente dada por las religiones y sus usos y prácticas derivados -ritos, costumbres, sacrificios o sacramentos- hasta la consolidación de los monoteísmos y su posterior desarrollo, degeneración o desintegración como deísmos, ideologías o éticas particulares.

Lo que diferencia la pretensión occidentalista de otras visiones (orientales) como el Islam, el Budismo o el Comunismo, que divergen fundamentalmente del pathos occidental, es la aspiración nunca colmada al conocimiento total, a la plena sabiduría, frente a los determinismos fijados por aquéllas según la Ley de Dios, de la Vida o de la Historia.

Por eso al hombre medio de Occidente pueden parecerle inquebrantables la fe fanática del talibán, la resignación ascética del lama o el voluntarismo disciplinado del militante del Partido Comunista Chino: ellos pertenecen -por libre elección en su mayoría, es innegable- a un mundo cerrado de causas y consecuencias donde todo lo que sucede es real y por tanto aceptable.

Una especie de hegelianismo asumido como verdad absoluta desde hace milenios en caso de los budistas, de hace siglos si hablamos de los seguidores de Mahoma, y desde hace décadas por parte de los acólitos del marxismo-leninismo. Una teleología que exime a los hombres de buscarse a sí mismos en su verdad porque la verdad ya viene dictada desde el origen de los tiempos.

Por esta falsa evidencia se rigen los totalitarismos que proclaman haber dado con la clave esencial del decurso histórico, y en ella ha naufragado todo el pensamiento irracionalista de los dos últimos siglos cuando se ha traicionado a sí mismo -su método crítico de conocimiento de lo real- para entregarse a los exoterismos de un Sentido Último de la Historia o del mismo Ser.

Una falla en la visión heredada de los griegos según la cual es el hombre la medida de todas las cosas, sujeto racional capaz de utilizar su razón más allá del cálculo de la mera supervivencia material, con la vista puesta al fin último de las cosas no menos que al discernimiento de su origen, con el fin de mejorarse como meta de un discurrir vital que es fundamentalmente moral.

Pues sólo el hombre puede atribuir u otorgar sentido al mundo, a diferencia de los animales o los vegetales; esa potestad nos confiere a su vez autoridad para enjuiciarlo, explicarlo, comprenderlo o rechazarlo, es un don y una condena a perpetuidad, generación tras generación, mientras la especie sobreviva (en este o en cualquier otro planeta).

Frente a semejante y libérrima voluntad de saber más, más de nosotros mismos y de nuestro entorno todo, se alzan los muros de la incomprensión ajena y de nuestra propia pobre facultad de inteligencia del conjunto complejo de lo real; pero el ansia que espolea al hombre que busca la verdad es la única guía para el progreso y la prosperidad, y la libertad es su premisa.

Por eso, cuando cada tanto parece cernirse sobre Occidente la oscuridad de una noche eterna, merece la pena recordar esas luces y guías que nos orientan entre los escombros del sentido de un mundo que se nos ha vuelto extraño.

Cuando los aliados quedan reducidos a colaboradores

…resulta sencillo imaginar que se ha producido una falla en la confianza mutua, pues desde luego no es lo mismo (ni en la política ni en el terreno militar, ni en el mundo empresarial ni en las propias relaciones personales) una alianza que una colaboración, dado que no son iguales sus presupuestos, implicación y sacrificio, ni la asunción de responsabilidades compartidas.

De atender a lo que sucede actualmente en Afganistán, podría parecer que los USA nunca se tomaron en serio la alianza con sectores o grupos dominantes en su objetivo de erradicar la amenaza talibán -objetivo que ahora la administración Biden parece querer disimular con la mención exclusiva a la red terrorista internacional Al Qaeda-.

Algo discutible a tenor de los esfuerzos de financiación de la formación y adiestramiento de unas Fuerzas Armadas de Afganistán dignas de tal nombre, así que cabría indagar en los motivos que condujeron a los USA a retirar su apoyo logístico (munición, medios aéreos y otros) prácticamente de la noche a la mañana; como, por cierto, en el caso de los kurdos.

Verdaderos y útiles aliados sobre el terreno, “los kurdos” -aquellas facciones ajenas al PKK y con preferencia suníes- se convirtieron ya desde la Primera Guerra del Golfo a principios de los 90 del siglo pasado en el contingente terrestre más relevante para los USA en Oriente Medio*, sólo que lo que valía para hostigar al régimen de Sadam Husein también resultaba molesto para el vecino turco.

De entonces a hoy, la islamización ideológica de Turquía perpetrada por Erdogan no ha impedido el recurso a un nacionalismo exacerbado como medio de presionar a los USA respecto al Kurdistán, mientras elude mencionar por obvia su propia condición de aliado de Occidente integrado en la OTAN.

La base de Incirlik es el principal aeródromo con que cuenta USA en la zona -un buen balcón mediterráneo sobre el Oriente Medio-, si bien su principal base naval está en Bahrein y mantiene importantes contingentes de tropas en Kuwait y Qatar, y otras bases aéreas en Arabia Saudí, aparte de su infraestructura en el Irak ocupado postSadam.

Además, en lo que debiera preocupar a los europeos con urgencia, Turquía sirve de tapón oriental de Occidente a las múltiples amenazas procedentes de la inestabilidad regional, desde las migraciones masivas a las incursiones islamistas, desde la penetración terrorista a la de las organizaciones criminales traficantes de armas, drogas y personas.

No es difícil imaginar por tanto la renuencia de los USA a perder un aliado tradicional y asentado, con Estado propio -lo que vale tanto para Turquía como para los países árabes del Golfo Pérsico-, para mantener y mejorar su relación con esos kurdos que tan bien han combatido sobre el terreno como aliados, ¿o se trataba únicamente de meros “colaboradores”?

EL EXTRAÑO CASO DEL ALIADO AFGANO

Por todo esto extraña tanto que los USA, con una base operativa en Bagram no inferior en importancia a las antedichas en el Oriente Medio, haya decidido finalmente rebajar a “colaboradores” a militares y civiles afganos prooccidentales en vez de conferir el estatus de “aliado” al Estado afgano en sí.

Un aliado en la zona que debería combatir a los talibanes con retaguardia fija en Pakistán, como a otros grupos extremistas y/o terroristas de la región, así como representar precisamente el papel de “amigo de Occidente” frente a potencias tales como la misma Pakistán, el Irán de los ayatolás o la China comunista.

Ciertamente, no parece que las élites afganas hayan estado a la altura en ningún momento, con tanta afición a las desavenencias como a la corrupción, en un país lejos de parecerse a una Nación occidental y con un Estado en permanente construcción. Lo que no deja de representar el genuino fracaso de la misión internacional liderada por los USA, dicho sea de paso.

Tal vez la opción radical desde el principio debiera haber sido la imposición de una dictadura militar y posteriormente civil, como en Japón y Alemania inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta erigir un Estado capaz de hacer llegar la Ley a todos los confines del territorio.

Evidentemente, algo más que perspectiva científica y económica, y que la más desarrollada perspicacia política, habría sido menester para lograr un éxito decisivo en una región atravesada secularmente por bandidos y señores de la guerra, pueblos enteros e imperios de todo pelaje; porque, a fin de cuentas, Afganistán parece la tierra de nadie entre estados bien delimitados por fronteras.

Pero de atender únicamente al coste incalculable de dos décadas de ocupación militar -tan parcial como intermitente en ciertas regiones del país-, no habría estado mal tener las ideas claras de partida, o al menos rectificar sobre la marcha; o, lo más mínimo, establecer una retirada segura y un mensaje claro a los ya no “aliados”, sino “colaboradores”, de repente convertidos en “refugiados”.

Lo que se ha visto, muy al contrario, ha sido el ridículo político de los USA y no menos el de las otras potencias occidentales, que a fuer de fungir de ilustrados antiamericanos “cuando toca” se han encontrado con la más plástica de las realidades geoestratégicas: cuando el que tiene el poder militar disuasorio se retira, todos los demás han de salir corriendo detrás de él.

*Nota: «Oriente Medio» es la traducción literal de Middle East, término empleado por la Prensa en USA tanto como en el Reino Unido para referirse a nuestro entrañable Oriente Próximo -como hace décadas que España no tiene ninguna política exterior, mucho menos en aquella zona, utilizo el término «globalizado» (como hace, por lo demás, nuestra deplorable Prensa), así que espero que los puristas lo pasen por alto-.

Las sociedades con mala conciencia

…dejan pronto de ser democráticas, asaltadas por la carcoma disolvente de los que desean vivir precisamente a costa de la presumible culpa -o pecado original de clase (en puridad, según la visión marxista, de estamento), de raza (de identidad) o de sexo (de “género”, entendido como adscripción ideológica)- de la mayoría que se anhela sojuzgar con la coartada para más inri de su redención.

Pero es que no tiene de antemano que haber siquiera posibilidad de “mala conciencia” en una sociedad actual, sobre todo si es plural como digo (democrática, establecida libremente como régimen de opinión pública), porque ¿cómo presuponer una conciencia social única (unívoca) en lo que consideramos una reunión convenida de particulares (los plurales) libres e iguales ante la Ley?

Dado además que las sociedades con semejante prurito de autoexigencia y culpabilización -¿por los crímenes de quién?- instan, obsesionadas tal vez por el Día del Juicio Final, a penar obligatoriamente a todos los ciudadanos, eliminan progresivamente las fuentes de discrepancia, crítica o heterodoxia respecto a la Versión Oficial que se determina instaurar en un momento puntual -puede que “con carácter provisional”-, y de ahí en adelante.

Siguiendo estrictamente el proceso inverso, allí donde el Poder reside en una esfera superior y ajena -perfectamente separada- del Pueblo, con sus castas y jerarquías propias, se constriñe a los individuos a olvidar la realidad de los hechos, los crímenes masivos cometidos prácticamente delante de sus ojos, porque conviene erradicar toda posible “mala conciencia” (un recuerdo, siquiera, de la inocencia violada) de lo que no es sino otro avatar del Poder o “Encarnación de la Voluntad del Pueblo”.

Un Poder, pongamos que ejercido por un Partido único, que desde luego no puede permitirse ese tipo de residuo de la “moral burguesa”, pues asume que la mala conciencia destruye la integridad moral de las sociedades democráticas, llenas a rebosar de millones de individuos libres y creativos y trabajadores que voluntariamente conviven y contribuyen al bienestar del resto, de todos, del Común (“E pluribus unum”)… Que es lo contrario al Movimiento Totalitario.

Por ello, hoy como ayer, la Internacional Comunista fomenta la culpa en los regímenes que considera enemigos (o por lo menos rivales de sus intereses y políticas) mientras se dedica a ocultar, silenciar o justificar su ilimitada responsabilidad criminal por las decenas de millones de víctimas que causó en el siglo XX y continúa dejando a su paso en su demencial e inagotable vocación despótica de designio global, ¡total!

Y su amenaza, ciertamente, no parecía cernirse tan peligrosa desde hace lo menos medio siglo.

Las instituciones decrépitas

…de nuestro tiempo no son la Monarquía ni el Senado, ni siquiera el Congreso -a estrenar de nuevo como cámara de debate público y sede de la Soberanía Nacional desde la instauración zapaterina del régimen del 11-M-, sino más bien los sindicatos paraestatales (UGT y CCOO), la mayoría de las universidades públicas -si no la Universidad como tal- y los medios de comunicación.

Porque en la época de la prevalencia total del Ejecutivo sobre el Legislativo -con excepción tal vez de la república presidencialista de los EEUU-, ni el Bundestag ni la Asamblea Nacional ni, desde luego, las cámaras (camarillas) autonómicas presentan ninguna relevancia pública más allá de sostener numéricamente (por disciplinados diputados por cooptación) al Gobierno de turno.

Lo cual no hace a los parlamentos instituciones decrépitas o vacías de contenido, sino entes necesitados de regeneración radical para que sirvan a la función para la que nacieron como instituciones públicas: sostener y reglar el permanente debate sobre las cosas del Común -de los asuntos económicos a la Defensa, pasando por la Administración de Justicia y otros servicios públicos- y proteger junto con el Gobierno los derechos y libertades individuales.

Pero de nada pueden servir ya unos sindicatos financiados opacamente por los Presupuestos Generales del Estado, cuando actúan desde hace medio siglo con particulares fines ideológicos y al servicio más bien de su propio bienestar y hegemonía, concordando lo que haga falta con la presunta “Patronal” que a tan pocos representa, con el fondo unívoco del “Diálogo Social” que es sin duda el rasgo más distintivo del Fascismo.

Una característica tan destacada de la Italia de Mussolini como de la España de Primo de Rivera, en cuyo Directorio el PSOE y la UGT se hicieron con la cartera de Trabajo -para Largo Caballero, justamente: “el Lenin español”-, o de la de Franco, cuyo Ministerio del ramo fue siempre dirigido por la Falange y sus entusiastas militantes, y fue siempre lo más fascista del régimen más allá de imperiales oropeles y soflamas patrioteras.

A destacar entre esos falangistas, por cierto, el abuelo de Pablo Iglesias Turrión (ex “paseador” durante los inicios de la Guerra Civil) o los progenitores del ex ministro de Justicia de Zapatero Fernández Bermejo, o de la ex vicepresidenta de Zapatero y actual mihembra del Consejo de Estado Fernández de la Vega. Del PSOE al Fascismo y del Fascismo al PSOE, en resumidas cuentas.

Son los mismos responsables de haber convertido a las universidades en madrasas, si bien es un fenómeno que se observa en todo Occidente: los nazis echaron a los intelectuales marxistas de Europa, que recalaron en América en Buenos Aires o en Nueva York, y de ahí a México y California. De sus universidades importó Europa la nueva ola desde los 60’ acá, y desde entonces su flujo no precisamente benigno es incesante y deletéreo.

La Censura se ha enseñoreado de los claustros porque se supone que, más allá de instituciones para el libre pensamiento y la libre discusión de las ideas, se trata de formar profesionales cualificados para servir al establishment con una coartada de índole moral, cuando en rigor el capitalismo es compatible con la corrupción económica de las élites pero se viene abajo ante el cinismo generalizado de los que pretenden mantener riqueza y posición a costa de la Mentira.

Una legión de redomados arribistas se aviene en consecuencia a prestar ese cierto prestigio que sólo brindan las palabras a quienes han de mantenerles en la ilusión del medro personal, de la ascensión social y del posterior reconocimiento de los suyos (la élite, con la distinción) y de los comunes (la sociedad, con la fama); cuando en rigor a este juego sólo pueden ganar los dueños del Dinero y del Poder, conchabados de paso con la Banca.

Lamentablemente, del mismo proceder son los medios de comunicación (más obsoletos si cabe que las editoriales) cuando sin una dirección independiente sólo actúan de meras correas de transmisión de la propaganda de la Casta de los poderosos y adinerados; porque parecen haber olvidado que su función nunca fue la de aleccionar al Público, sino la de brindarle historias veraces, interesantes, descarnadas… incluso sobre lo que en torno al Poder acontece.

De ahí que la lectura comparada de diarios impresos se haga tediosa, cuando han decidido replicar unívocamente las directrices de los departamentos de Comunicación de los partidos, sindicatos, corporaciones, gremios, grandes emporios (de la Economía, del Deporte, de la Solidaridad, de la Cultura)… mientras las televisiones repiten machaconamente los mantras y nuevos códigos morales de los Transformadores de la Humanidad.

Instituciones decrépitas, pues; a la espera de su demolición o de su derrumbe en un tiempo tasado. Sólo dudo de que la imaginación de la época se encuentre bien dispuesta para alumbrar las nuevas instituciones de que dependerá la sociedad del futuro inmediato para continuar como tal sociedad y no como este todo dividido de amorfidades. ¡Pero habrá que imaginárselas, después de todo!

Se trata de la Unidad de España

…como única garante de que -premisa sin la cual no– la Soberanía Nacional existe, esto es: los españoles conformamos el único e indivisible sujeto decisorio sobre el territorio nacional, constituimos el Estado nacional por decisión propia e irreversible, democráticamente… aunque ciertamente no sea así más que sobre el papel (“el papel del 78”), pues que antes de todos nuestros arbitrios y decisiones ya existía no sólo España sino el mismo Estado español, y no precisamente por consenso democrático “de todos” o de “los libres e iguales”.

Por eso rechina tanto el discurso de “la defensa del orden constitucional” practicada por los “constitucionalistas” pata negra con cualquier motivo, como en el caso de los ilegales indultos a los golpistas catalanistas, cuando en rigor el germen de todo separatismo y disgregación de la Soberanía Nacional halla su acomodo en la Constitución del 78 y sus posteriores desarrollos y desarreglos, algo tan patente ahora como entonces, como prueba que todavía se tratase de enmendar el yerro con la LOAPA.

No hubo tal, Pujol mediante y la voluntad tal vez abúlica de un Rey que ya comenzaba a relajar costumbres, dignidad y bragueta a partes iguales, siendo el gran valedor o justificante último de la corrupción sistemática que imprimieron a aquel “régimen constitucional del 78” los Felipe González, Pujol, Arzallus… No hubo tal y, desde entonces, con el leve paréntesis de las legislaturas de Aznar, nos han/hemos encaminado al sinsentido último a que nos abocaba de primeras el redactado nefando de una Ley nunca acabada de interpretar del todo.

Corrupciones todas ellas de largo alcance cuyos últimos coletazos despiden por el espacio público casos de golpismo separatista, evasión fiscal al por mayor, prebendas para condenados por terrorismo, censura de medios públicos y privados, coerción sistemática en centros educativos y universidades, connivencia de los gestores de intereses privados con los dadores del Poder y, en definitiva, todo un espeso manto de compra de voluntades a través de una estrategia de dominio hegemónico que nos ha deparado la España que vivimos hoy.  

Contra todo este estado de cosas haría mucha falta un decente e innovador Partido de Izquierda Nacional, dado que al menos ahora podemos afirmar que contamos con un genuino Partido de Derecha Nacional (Vox), pero hace mucho ya que el nicho electoral o “la ventana de oportunidad” se halla abierto/abierta, de par en par. ¿Ha de servir lo de Colón para la debida conformación de dicha alternativa?

Gobernará la alternativa radical a Sánchez

…y su banda de acólitos y familiares, pues que se ha convertido el ínclito en el perfecto indicador de todas las políticas que no ha de seguir una Nación democrática, libre y moderna como quisiera ser España -o como a los españoles les gustaría que fuera (les gustaría ser a ellos como parte de la Nación)-, y esto es lo que debiera asumir desde ya el PP de Pablo Casado.

No se trata de poner parches en la errática “política económica” de los sucesivos gobiernos desde Aznar, ni tampoco de restablecer hipocresías de corto alcance en “política exterior” o menos aún en “política interior”, tres ámbitos del máximo interés para todos los ciudadanos que recaban algo más que “gestión” administrativa desde los aparatos del Estado.

De ahí los entrecomillados, dado que España (la Nación Española) carece ahora mismo de independencia en su política económica no porque forme parte de la UE y del sistema monetario del Euro, o no sólo, sino por su incontrolado endeudamiento, su disparatado sistema administrativo y la hiperabundancia de enchufados y comisionistas de lo público.

Tampoco posee una nítida política exterior desde Franco, pese a las gestas y gestos de González y Aznar, antaño, atisbando cuál podría ser la adecuada ubicación de España en el concierto internacional: todavía Gibraltar ocupado por los británicos, las bases USA sin aparentes contrapartidas, el papel subalterno en la UE, en la OTAN…

Y qué decir de la política interior de un país que tiene a peligrosos separatistas que vienen de dar un golpe de Estado dirigiendo la formación del gobierno de una de sus regiones más pobladas, los unos desde la cárcel y los otros desde su refugio en uno de esos países con los que se supone que España mantiene una estrecha alianza de defensa y cooperación mutuas.

O cuando el Estado transfiere la potestad de excarcelar a terroristas asesinos de compatriotas, a los que debidamente se procurará trabajo y vivienda a cambio de nada, a aquellos que se han valido de ETA para imponer una hegemonía “abertzale” que es en todo contraria a la Constitución -a cualquier constitución democrática-, a la Nación y al mismo buen gusto.

Luego resulta que no se puede defender las fronteras atacadas por Marruecos porque se trata de una “crisis migratoria”, a la que tampoco se piensa poner freno yendo a las raíces de la misma, pero es lo normal cuando el Ejecutivo tiembla a la hora de hacer cumplir las (demoradas) sentencias del Tribunal Constitucional en el seno de la propia Administración.

Que no piense por ello Casado o su más reducido círculo de asesores que podrá sumar para ganar a Sánchez y gobernar si no se aplica desde ya a la tarea de presentar una radical alternativa nacional al “proyecto 2050” del caudillo del PSOE, que vendrá de la mano de Vox o no será, porque las ocasiones las pintan calvas y la hora demanda la enmienda a la totalidad.

Los españoles estamos cansados de las zarandajas “autonómicas”, coartada para el saqueo institucionalizado, la intimidación permanente y la limitación de nuestros derechos y libertades; como del papel innecesariamente subsidiario de España respecto a potencias vecinas que luego no son tales, por sus propios e inveterados errores políticos y morales.

Tal vez sea de nuevo ilusionismo pretender que con una sociedad tan maleable y maleada como la española, heterodirigida desde hace décadas por la propaganda oficial y pastoreada con facilidad por el establishment “progresista”, se pueda hablar en nombre de los españoles pretendiendo que anhelan más libertad y autogobierno en su país, y una digna política exterior.

Pero como otros esbozan sus sueños pesadillescos para los demás (¡asombrosamente kafkianos!), sus descarnadas ansias de Poder y sólo puro Poder, algunos todavía queremos prestar juramento de fidelidad a una serie de ideas y principios liberales y patrióticos -o sea: democráticos- aunque nos encontremos para variar solos en el camino; muy solos.

Diez años desde el 15-M

…y resulta que nada ha cambiado en exceso (políticamente hablando) en esta España airada de buenas gentes llenas de miedo por los cuatro costados. Ahora, que como todo el mundo es muy listo -y yo el que más-, nos vamos a entretener durante unos días con las autocitas de los que ya lo vieron venir, así que venga:

Y a esta juventud indignada… ¿qué se le debe?

He seguido poco estos días la actualidad informativa, pero cuando este mediodía he visto en el telediario a alguno de los “indignados” proclamar sus reivindicaciones me ha faltado poco para tirar la tele por la ventana: “No voy a poder tener hijos”, decía una veinteañera; “No puedo casarme, sigo viviendo en casa con mis padres”, decía otro; “No les votes” parece ser ahora la consigna general…

Pues no, señoritos y señoritas: esos argumentos no expresan ni siquiera indignación; sólo tontuna, capricho, ñoñería… de los que lo han tenido todo sin tener que mover un dedo desde la cuna, de los estudios pagados a la casa de los papás en la que siguen viviendo muchos a partir de los treinta años, en algunos casos sin mayores problemas y en otros por propia dejadez, qué duda cabe. ¿Acaso no hay dinero para la gasolina de la moto y las cervezas, los festivales de verano y la ropa de marca? ¿Cuánto se deja la gente al mes en la factura del móvil?

Muy cierto es que la inmigración ha supuesto una competencia inesperada en el mercado laboral, pero no menos cierto es que sobre todo se trata de trabajos que requieren escasa cualificación y que los propios jóvenes nacionales venían rechazando desde hace una década o más: niñeras, camareros, enfermeras y cuidadoras… por hablar de los trabajos menos duros, porque podríamos referirnos también a peones de albañil, pescadores y labradores, etc. Pero esta juventud nuestra tan desencantada no ha querido mancharse las manos porque tenía un título universitario con el que de veras esperaban colmar todas sus expectativas sociales y económicas…por la vía rápida de la plaza de funcionario.

La generación de nuestros padres y más aún la de nuestros abuelos hubieron de padecer la guerra, la dictadura y la miseria; cientos de miles de españoles hubieron de emigrar del campo a la ciudad, y de España a otros países europeos donde se requería mano de obra no cualificada después de la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial que redujo drásticamente la población activa en países como Alemania. Aún hemos llegado a conocer a españoles en democracia que trabajaban por el día y estudiaban por la noche sin poder contar en ningún caso con la ayuda económica paterna. Y esto también era vida, y probablemente una vida más intensa aunque menos cómoda que la que los nacidos a partir de 1975 hayan podido tener.

Ahora no vale echarle la culpa de todo a los políticos, aunque sean responsables en gran medida del marasmo en que ha quedado sumida la Nación española. Y no vale porque, ya puestos a expresar nuestra indignación, ¿dónde demonios estaba toda esta juventud airada el pasado sábado 14 de mayo cuando las víctimas de la organización criminal ETA protestaban por los favores del Gobierno a los asesinos de sus seres queridos? ¿Dónde se han metido estos últimos siete años de ignominioso silencio público sobre el mayor atentado terrorista de la historia de Europa? ¿Es que tenemos que pensar que es más necesario comprarle un pisito para sus juergas a un joven en paro viviendo en casa de sus padres que hacer justicia a los millares de afectados por el 11-M?

Sí, podrá ser que sean cosas distintas, claro. Pero ¿cómo esperan transmitirme a mí, sin ir más lejos, esa indignación puramente egoísta y material que no acusa directamente al Partido (PSOE) que más ha hecho por la destrucción de empleo en toda la historia de España? ¿Qué solidaridad esperan recabar los que sólo han encontrado como causa justa para manifestarse contra un gobierno español la guerra que depuso al tirano genocida Sadam Husein?

Hace diez años escribí un artículo mostrando mi convicción de que la juventud española quería algo más que ser amamantada por el Estado desde la cuna hasta la sepultura, motivo éste de todo tipo de frustraciones en cuanto que uno puede llegar a darse cuenta, tal vez ya en la madurez, de que nada de lo que tiene o es en la vida lo ha lo conseguido por méritos propios, gracias a su esfuerzo y dedicación. Ahora desde luego no pienso igual, pero tampoco hablaría de “generación perdida”.

Los gobiernos de Aznar contagiaron la ilusión del trabajo bien hecho y la confianza en las propias capacidades a una mayoría de españoles que por un tiempo pensaron que era posible, sí, hacerse una vida a la medida del trabajo y la responsabilidad de cada uno. Luego llegó la furia sectaria del Socialismo a demoler todo lo realizado con la vana promesa de que el Estado se haría cargo de todas las “necesidades” de la sociedad, sobre todo de las de sus jóvenes. Y ahora tenemos a toda esa juventud frustrada sin saber por dónde le da el aire y, lo que es peor, sin tener ni remota idea de cómo comenzar a vivir su propia vida en libertad.

18 de mayo de 2011

Que conste que no fue publicado hasta meses después, al no haber merecido el interés de quienes por entonces editaban la página web La Izquierda Reaccionaria, como tampoco el de UPyD, a quienes remití el artículo básicamente para su consideración a través de un amigo que por entonces trabajaba para ellos.

Ciertamente, el 15-M significó el principio del fin para la formación magenta incluso antes de que Podemos se articulara como expresión partidista. Y, desde luego, no costó mucho más tiempo a lo más granado de la intelectualidad crítica de Izquierda -esos que también caben todos en un taxi, y de los que destacan tanto Félix Ovejero como el veterano Eduardo «Teo» Uriarte- dar buena cuenta del «movimiento de los indignados».

Al respecto, considero que de lo mejor que se ha escrito fue un opúsculo de Daniel Zamora traído en su día a colación por el periodista Arcadi Espada: «El movimiento inmóvil». Para todo lo demás: Galapagar, o de cómo conviene siempre seguir el rastro del dinero.

España a deshoras

…tiene estas cosas: que como en cualquier otro periodo de su historia, al coger un momento aislado, da la impresión de que todo está sumido en el caos y la desintegración… cuando en rigor no deja de llamarse España esto que tenemos entre manos los españoles de la hora presente -la única genuinamente vigente-, como desde hace tres milenios.

Precisamente podríamos conmemorar este 2021 los cinco siglos (o medio milenio) de la definitiva reunificación política del Reino (vulgo Estado) de España, aún presente hoy y más aún vigente contra el marasmo dizque “republicano” que conforman -o deforman, más bien- los enemigos todos de España y su constitución tradicional, renovada como legado desde el Cádiz de 1812 para todos los españoles de la actualidad.

En vez de ello, parece reiterativo mentar que el Gobierno que padecemos es puro simulacro, que Sánchez es un presidente enfeudado a socios tan viles como los narcobolivarianos que patrocinan Podemos, las excrecencias fanatizadas del corrupto Pujolismo (de ERC a las CUP) y el partido de la ETA, Bildu-Sortu, con el PNV haciendo de pasante de toda esa siniestra mafia.

Frente a semejante “bloque de investidura”, el PP demediado de Pablo Casado no se ha de recuperar de su falta de liderazgo hasta que no liquide los restos de desafección (y desánimo) hacia España y la Nación Española de su propia formación en regiones como Baleares, Galicia, Valencia, País Vasco y Cataluña, donde hace mucho que se conjura el identitarismo regionalista como una suerte de compensación por el complejo “españolista” de sus miembros.

Sentimientos contradictorios -considerados como tales por sus propios tenedores- que no se dan en los votantes de Vox, convencidos de que España es la que es -la que siempre ha sido- aunque los españoles podamos ser (todavía y de aquí en adelante) de muchas maneras distintas; eso que no ven ni los separatistas ni los empáticos apátridas “terceristas” o “centristas” de la hora, como tampoco los extremistas de la Izquierda que se muestran tan incapaces de defender la España liberal como una España del futuro cohesionada y solidaria.

A la mayoría de nuestros dirigentes políticos y pensadores de mayor fuste del último siglo y medio da la impresión, al menos al tomar casos aislados de nuestra historia -en ocasiones puntuales-, que la realidad de España y la de los españoles, que le es consustancial, le ha pillado a deshoras, con el pie cambiado, “fuera de onda”; cuando a juzgar por el trecho recorrido debiera parecer claro que al final todo tornará a lo mismo de siempre: un acontecer pesado, tal vez cojitranco, con repentinos vuelos de ingenio, que es lo propio nuestro.

Pese a todos los hechos turbulentos, y todas las disensiones internas. Un suceder estático.

Después de la resaca de la Ayusada

…debiéramos repensar los “libres e iguales” el proyecto de renacionalización de España que es tan necesario en regiones enteras como el Levante (Cataluña, Baleares, Valencia) o el Norte (País Vasco, Navarra, Cantabria, Asturias, Galicia), una vez que parecen o deben ser salvadas –elecciones mediante- Andalucía y Murcia; salvadas efectivamente del asalto dirigido desde La Moncloa con todos sus aliados antiespañoles.

Lo bueno de los resultados electorales de Isabel Díaz Ayuso en Madrid es que insuflan ánimo a todos los descreídos de una alternativa al Sanchismo, porque ella exhala por todos sus poros una alegría por el triunfo capaz de contagiar a otros líderes de la Derecha que ahora apenas se vislumbra en las agotadas canteras de PSOE y Podemos, PNV, ERC y demás.

Todo un logro añadido, aunque nunca faltaron en el PP los aspirantes juveniles, ni en Madrid ni en otras partes de España, y bien pudiera ser el momento de reorganizar a nivel interno los medios de promoción y selección de candidatos a cargo público en el que se mantiene aún como “gran partido del centro derecha español”; ganarían ellos para empezar, y con ellos los ciudadanos exigentes de excelencia en la gestión pública.

Pero, ¿cuál es el proyecto nacional del PP? Se desconoce; y ello hace difícil que los buenos resultados matritenses se puedan proyectar o basten para la candidatura de Pablo Casado a la Presidencia del Gobierno tras unas próximas Elecciones Generales: quedan como siempre pendientes los escaños de País Vasco y Cataluña, con Valencia en medio y Madrid y Andalucía aparentemente ganadas para la Derecha.

Queda, más aún, resolver la “cuestión catalana” de la única manera posible a estas alturas: suspender todas las instituciones en las que se ha enquistado el separatismo después de décadas de inoperancia del Estado; liquidar la financiación de sus grupos de operaciones y medios de comunicación; deslegitimar por todos los medios sus ardides en el exterior y refutar todos sus asertos mentirosos de cualquier índole: histórica, literaria, política o económica.

Respecto al “problema vasco”, qué decir que no se haya dicho ya: Bildu es el partido de la ETA y debe ser ilegalizado por no haber condenado hasta la fecha el historial criminal de la organización de la que es pantalla; los medios separatistas financiados con dinero público deben ser cerrados; las competencias de Seguridad, Hacienda y Educación deben ser reasumidas por el Estado central, sin ambages…

…y, ya de paso, la ikurriña –que es bandera de parte o facción, PNV o “movimiento abertzale”, o “euscalerríaco” o “bizkaitarra” o euskadiano (que me viene a dar igual)- debe ser arriada de todos los edificios públicos, porque no deja de ser la enseña de una ideología delirantemente racista en su profundo e inusitado odio antiespañol.

Llegado ese día esplendoroso igual me creo que España es un país libre y democrático donde concurren electoralmente diferentes opciones moderadas en pie de igualdad, alternativas siempre respetuosas con el ordenamiento constitucional que constituyen medios de acceso y de comunicación de los ciudadanos con la política y sus representantes públicos… Y no el campo de facciones saqueadoras que se nos ofrece ahora.

A la espera me encuentro: ¡Pasa chanda!