Pedro Sánchez es un déspota

…que como tal gobierna y pretenderá seguir gobernando, mientras el PP con Feijóo a la cabeza realiza estudios sobre expectativas de a cuánto le dejará la UE esta vez elevar el déficit anual al nuevo presumible Gobierno del PP. Claro que ésta no es la cuestión, sino el síntoma ahora más evidente de 40 años de Saqueo Institucional -esto es: perpetrado desde las instituciones- para copar todo el Poder y con ello su propia impunidad.

El Reparto del Presupuesto por los dos Partidos del Turno -PSOE y PP- en comandita con “los garantes de la estabilidad institucional” -el dicho Saqueo- que fueron hasta finales del siglo XX la catalanista CiU y el PNV abertzale, siempre hegemónicos en sus respectivos “ámbitos de decisión” gracias a las numerosas y consecutivas traiciones de los socialistas, pareció terminarse con la llegada al Gobierno de Zapatero, pero luego se vio que con Rajoy la cosa continuaba como siempre.

Hasta que llegó Sánchez y ya no es que no haya qué repartir, es que el déspota de La Moncloa lo quiere todo para sí y los suyos, que van variando según las necesidades del Caudillo socialista, izquierdista o “populista”, como se quiera: siempre intransigente en sus determinaciones, hasta que se le vuelven en contra; siempre demagógico, y tan mentiroso como para seguir mintiendo una vez que ya han sido puestas al descubierto sus mentiras.

¿O no ocultó a Ibrahim Galli, no ha trastocado la postura española sobre el Sahara, no prometió ayudar a los ucranianos y sancionar a Putin, no se erige como máximo impulsor de la OTAN el que pensaba suprimir el Ministerio de Defensa? Claro que prometió mucho cuando era Pedro Sánchez, no EL PRESIDENTE, tan feliz él de encontrarse en la Jefatura del Gobierno como odiado por todos los damnificados por su rastrera y torpísima ejecutoria -a estas alturas, mayoría absoluta de españoles-.

Este sujeto irresponsable, sin escrúpulos, psicopático, tosco y a la vez cursi, como casi todos los que le acompañaron en tan vertiginoso viaje al asalto del Poder, no debe llegar a Navidades, o las consecuencias de sus cada vez más extremosos actos -guiados por los pagos al contado de las deudas contraídas con sus diabólicos partenaires de la ETA y los golpistas de ERC más lo que resta de Podemos- excederán con mucho las previsiones más pesimistas de los críticos de la hora.

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Ni la Verdad ni la Memoria se imponen

…a no ser despóticamente, desde luego no por mayoría simple pero tampoco por mayoría cualificada, y eso es lo que pretende y pretenderá cualquier llamada Ley de Memoria o Ley de Verdad Histórica, pues que la memoria es particular de cada cuál o de un grupo reducido, por cuanto cuando se amplía el número de los implicados sólo algunas verdades generales, si no directamente abstractas, siguen pareciendo tales a ojos de todos.

La Historia, o el relato de los hechos verídicos y comprobables del decurso humano, funciona por elaboración de conceptos, imágenes y visiones del pasado a partir de fuentes dispares, luego resulta sin duda un producto de la imaginación abstracta más aún que de la erudición, sin que ello signifique que se puede hacer tabula rasa de los mismos datos, de los estudios anteriores, de las anteriores filosofías de la Historia.

La Memoria, por el contrario, corresponde a cada uno según factores que nadie controla a priori, como la tradición familiar -de antepasados y sus costumbres tanto como de sus relaciones actuales- o como el entorno de los iguales a uno en edad -caso de la escuela y los equipos deportivos, las cuadrillas y grupos de amigos, etc.-, dándose el contraste generacional entre lo asimilado en el seno familiar y lo que uno descubre por sí junto a sus pares.

Nada de esto es tomado en consideración, por descontado, por los últimos beneficiarios de este régimen infausto de partidos dedicados al Saqueo Institucional no menos que al Adoctrinamiento Ideológico, que les reporta pingües beneficios no sólo en forma de réditos políticos sino asimismo a través de subvenciones a sus plataformas “sociales” o “culturales” o “verdes”, medios de comunicación, productoras de TV y así hasta el infinito y hasta la náusea.

De forma que el Antifranquismo a día de hoy es prácticamente una industria, con decenas de miles de trepas haciendo de maquis de la Información y de la Cultura con sus bodrios -fanzines, libros, pelis, documentales, ponencias, conferencias y demás- cuando a duras penas conocen de la Guerra Civil que comenzó en 1936 y terminó en 1939, y dudosamente atinarían con la fecha de la muerte de Franco, o con la edad a la que murió.

Pero todo da igual cuando se trata de crear apartados, aparatos, departamentos, comités y consejas, con muchísimas mujeres por todas partes, para impulsar de corrido la imposición de esta Verdad y esta Memoria a todos los españoles, con su propia Gestapo para multar y amedrentar a los que no se sometan al Discurso Oficial del Progreso, de hace décadas enarbolado por los del PSOE hasta que, de tanto progresar, han ido a coincidir en fondo y forma con la ETA.

Los días de Pedro Sánchez en el Poder están contados. Queda por ver ahora si habrá algo más de reacción por parte de los pretendidos defensores de la Nación y de la Constitución que la que se ha dado en las dos últimas décadas ante los desmanes de todo tipo que el PSOE, en comandita no sólo con la ETA sino con ésta liderando la entente con el PNV y con los otros separatistas -de la extinta CiU o PdCAT a ERC-, ha perpetrado contra la integridad de España y de sus instituciones.

De nuevo, y más allá de cualquier cálculo mezquino, el PP con Feijóo al frente debe estar preparado para gobernar… con el apoyo de Vox y un programa amplio, capaz de suscitar adhesiones entre lo que aún quede de Izquierda nacional entre los diputados del PSOE; pero sin perder de vista en ningún caso que este régimen que tanto parece querer sostener la Derecha no es sostenible ni un solo día más contra semejante amenaza a nuestras libertades.

Los últimos movimientos de Sánchez

…apuntan en la misma dirección de toda la trayectoria del psicópata que ocupa La Moncloa, pues no hay nueva medida anticrisis que no trate de comprar descaradamente “la voluntad del Pueblo” a través del engaño masivo, ni declaración que cese de estigmatizar a toda oposición como antidemocrática o de “extrema derecha”.

Un gobernante despótico contra la Nación, amén de fatuo, plagiario, mentiroso y traidor, que debiera ser expulsado del Poder vía moción de censura a la primera ocasión y con los votos suficientes de los diputados del PSOE que todavía quieran conservar el escaño una década más, so pena de que el Doctor No logre arrastrarlos al abismo a todos en su deletéreo proyecto unipersonal.

Ni una sola lágrima cabría derramar entonces por la suerte de tal partido, que jamás debió fungir de siglas manchadas de sangre a partir de la aprobación de la Constitución de 1978, y al que por el contrario se le entregó todo de entrada, de la legitimidad de origen al conjunto de las instituciones públicas y parte del conglomerado de las respectivas de la sociedad civil.

El PSOE, ya se sabe, lo que no pudo ocupar o apropiarse lo destruyó o expulsó del sistema, para quedarse ellos, hijos revirados del Franquismo, por encima de cualquier otra alternativa de gobierno a su régimen fascistoide, superación degradada del Gobierno corporativo que tanto gustó desde principios de siglo XX a las élites españolas (léase Cambó, Azaña, Ortega…).

Algo que, como nos hemos hartado de ver durante cuarenta años de Juancarlismo, era perfectamente compatible con la Monarquía parlamentaria, casi-casi como en tiempos del primorriverismo del bisabuelo del actual rey Felipe VI, sólo que con Felipón al mando -siempre el PSOE y la UGT como fuerzas “políticas” esenciales al Estado- y Arzalluz y Pujol al bombo y con la saca en las manos.

¿Que son cosas del pasado? No tanto como el bombardeo de Guernica, teniendo tan a mano el 11-M en Madrid que dejó más muertos y decenas de miles de víctimas; aunque mucho menos del pasado que el terrorismo abertzale y su hegemonía consecuente en una parte de España, saludada por todos estos mequetrefes del PP que se sienten euskadianos y agitan con fervor la Ikurriña del racista Sabino Arana esperando «recuperar los votos del PNV».

Como los imbéciles orgullosos del trapo blanquiverde que dicen que es “la bandera de Andalucía” -será de “la nacionalidad andaluza”. como la bautizó Javier Arenas en aquel estatuto de autonomía renovado a mayor gloria de la casta regional que aún perdura, saqueadores al por mayor de fondos públicos- consideran que ha ganado “la moderación” y «la buena gestión»… en la segunda Comunidad más pobre de España teniendo que ser la más rica.

Tenemos todavía en el sillón de mando a un chulo con vocación de caudillo que no se ha visto y no se va a volver a ver en otra jamás, con riesgo cierto de acabar dando con sus huesos en el banquillo de los acusados por más de una y de cinco causas distintas, desde la mera prevaricación a la alta traición, por lo que no es probable que deje el paso con gesto tranquilo, sino que trate de hacerse con todo el Poder o lo suficiente como para blindarse judicialmente en lo futuro.

Nos espera el horizonte de la quiebra técnica del Estado, una vez más, y si el único consuelo es que antes (o después) sucederá la intervención de la UE -ya le van dimitiendo secretarios de Estado al ministro de Hacienda, ¿por qué será?-, nada bueno nos deparará la próxima década si no somos capaces de hacer justas cuentas con nuestros dirigentes, nuestras élites, nuestro propio pasado de acciones y omisiones.

Deberíamos tomárnoslo todo a partir de ahora -la más que posible intervención, la caída de Sánchez, la drástica alteración de nuestro régimen constitucional o “Estado de Bienestar Social” (¡puaj!)- como una serie de acontecimientos traumáticos que, una vez superados, como si atravesáramos una espesa bruma perdidos en el bosque, nos permitirán encontrar el camino de nuevo.

Hay que resetear el sistema, dicho en términos más actuales. La España que conocimos ha hecho definitivamente crack.

La desconexión con las élites es total

…en una sociedad donde los trámites burocráticos indispensables se han vuelto cada vez más arduos, pese al desfasado incremento de plantillas -de suyo desfasadas, obsoletas prácticamente a los pocos años por falta de estándares básicos de promoción vía adecuación al puesto de trabajo, más la existencia de cientos de miles de parásitos enchufados sin tareas concretar a desarrollar-, y pese a las jacarandosas declaraciones favorables a la automatización de los servicios en una denominada “sociedad de servicios” donde la Administración es la primera que no cumple con lo que predica.

Pero hablamos de la misma dirigencia de socialistas de todos los partidos en la mayoría de los gobiernos europeos donde, a la Caída del Muro, decidieron lucrarse ilimitadamente a cuenta de los cuentos verdes de diversas pseudociencias, así que viniéndose abajo la permanente campaña de “lucha contra el hambre” en África, donde hay tanto que seguir saqueando entre todos -USA, China, Rusia, Francia, etc.-, les ha dado por la “lucha contra el cambio climático” pese a las onerosas consecuencias de renunciar a la energía nuclear, quedando subyugados por el contrario a los potentados exportadores de combustibles fósiles, ¡menudo progreso!

Debe de tratarse de un entreguismo voluntario a las tesis comunistas y a su fracasado modelo en Corea del Norte y Cuba, como en Rusia y la misma China, ese fenómeno mediático que mantiene campos de concentración donde encierra a millones, mientras experimenta con la población urbana a través de esos confinamientos tan extraños, cuando no ha acabado de esclarecer el origen del SARS-Cov-2 y se dedica a una agresiva expansión militarista por el Océano Pacífico. Pero qué duda cabe de que el Partido Comunista Chino cuenta con recursos de sobra para sobornar a decenas de miles de políticos europeos, sobre todo si carecen de honor y patriotismo.

En éstas estamos, absortos contemplando el dedo de la invasión rusa en Ucrania, cuando son nuestros propios dirigentes los que no han cesado de poner en almoneda la seguridad y el bienestar de sus gobernados, se llamen Schroeder o Merkel, Scholz o Macron, sean los cobardes dirigentes de países como Holanda o Bélgica, los negligentes de los países escandinavos o los sinvergüenzas de España o Italia. Vendidos al oro persa, tratando de renegociar con Putin sus comisiones, sus prebendas, sobre la sangre de decenas de miles de muertos ucranianos y millones de damnificados. Ésa es la catadura moral de los líderes de la UE.

Y lo cierto a estas alturas es que aún cabría pedir como español, dado lo razonable del empeño, que nuestro país volviera a ser soberano, neutral e independiente, alejado de esas brumas de la Historia reciente de Europa que nos pillan tan al Este, que son la base conjetural de la misma existencia de la UE, que han quedado ahora despejadas nuevamente con el Brexit y con la invasión rusa de Ucrania, sobre todo después de haber asistido a las reacciones principales de los dirigentes citados y varios otros en estos últimos cinco meses. A mí me da vergüenza que se me pueda considerar “ciudadano europeo”. Claro que hace mucho, muchísimo tiempo, décadas incluso, que se hace bastante duro también ser “ciudadano español”.

El permanente show del Estado descompuesto

…nos tiene a todos mirando, entretenidos, cómo el ex jefe del Estado arrastra los últimos jirones del prestigio que le quedaba por este Reino de España instaurado por Franco, que venció a la Revolución, mientras el Gobierno compuesto instrumentaliza su visita al país para atacar al Rey, en el caso del PSOE, y a la Monarquía, en el caso de todos sus socios.

Asistimos asimismo abochornados al cortés trato que dispensa el Doctor Sánchez a golpistas y terroristas, ofendidos a su vez porque el CNI los procura tener controlados, cuando sus formaciones debieran ser disueltas con la Ley de Partidos en la mano, hoy como hace veinte años, mientras por el contrario lo que se impone son sus directrices sobre Enseñanza y Financiación.

Pero parece que el dinero público “de nadie”, que tiende cuando gobiernan los socialistas y sus semejantes a quedarse en sus bolsillos, va a estar más caro a partir de junio debido a las nuevas medidas anticrisis que pretende adoptar el BCE. Y entonces qué: ¿40.000 funcionarios más? Para echar al triple en menos de un año. ¿Indexación al IPC de las pensiones y los sueldos públicos? Sea… para recortarlos después en un 20 o un 30%, a la vista está.

Hablamos de un Estado insostenible, sobre ser injusto, que es tan antiespañol como inviable, lo que ha de quedar reflejado no sólo en una nueva mayoría parlamentaria que brinde un Gobierno estable, sino en una auténtica alternativa a la descomposición acelerada del Estado para impedir la consecuente desintegración nacional.

De lo contrario, el día menos pensado, pese a la espesa capa de engaño y amnesia que cubre la vida de la sociedad española, nos podríamos ver envueltos en algo más grave que una mera dificultad para colocar la Deuda. A punto estuvo de verse ya en Cataluña, donde ya se vio bastante, un conflicto violento y abierto que habría podido devenir en un baño de sangre.

Por el momento, se ha cronificado la división. De no atajar bruscamente la trayectoria de Sánchez, con el PSOE y sus socios espoleándole, la desafección de todas las partes no hará sino crecer, hasta llegar al punto de no retorno que nos abocará decididamente al fin de este régimen; sin atisbar, siquiera, las personas necesarias y las instituciones que podrían servir para configurar el que ha de sustituirle.

España no soportará un segundo rajoyato

…y lo digo, más o menos convencido, en el doble sentido de que no está dispuesta (la Nación) a hacerlo y además tampoco lo resistiría, dado el contexto de grave crisis cronificada (en lo político no menos que en lo económico) que amenaza con devastar la sociedad de relaciones que es una democracia, justo antes o justo después de haber culminado la liquidación institucional.

Pedro Sánchez es el responsable máximo, por lo tanto el culpable principal de la situación; pero el PP de Rajoy y luego de Casado y ahora de Feijóo no le va a la zaga, precisamente, lo que es tan obvio por sus políticas respecto a Cataluña, Baleares, Valencia, País Vasco, Navarra y Galicia, como en lo referido a sus diversas trapacerías con el PSOE para hacerse con todos los recursos y mecanismos del Poder: de la Justicia a la Prensa, del “diálogo social” con el Íbex al CNI.

En rigor, siempre nos parecerá más pulcro un Gobierno del PP que del PSOE a los que conocemos los datos de corrupción, negligencia criminal y despilfarro de cada cual, pero eso viene a encubrir el problema máximo de nuestra democracia, que es la falta absoluta de representatividad NACIONAL de la misma, cuando el viejo juego del “bipartidismo imperfecto” PSOE-PP -que no estaba llamado a ser tal, desde el momento en que los socialistas con Felipe al frente y Polanco dando por detrás aspiraban a convertirse en el PRI- consiste en simular divisiones antagónicas entre ellos que les impedirían otra opción que gobernar con CiU-PNV, como en los viejos buenos tiempos de los 80 y 90, o con esos tripartitos y hasta heptapartitos “de progreso” que tanto le van al viejo y corrupto y menguante PSOE desde los tiempos del malhadado Zapatero a hoy mismo.

Es hora de que un Gobierno de España sea nacional, al menos, en su proyección y representación, o de lo contrario habrá que asistir a una reorganización total de los territorios en la que según las banderías se estará en zona amiga o enemiga, o en zona franca, o no se estará de ninguna de las maneras por alguna especie de traspapeleo burocrático o maldición bíblica que nos hará perder los más elementales derechos de un día para otro.

Porque la arbitrariedad campa desde la cúpula del Estado, con excepción del Rey -que por ello mismo no está precisamente “a salvo”- hasta el último de los portavoces de los partidos, decididamente convertidos en partidas, que no saben hasta qué punto una palabra suya más allá del tiempo indicado puede hacer arder, en lo sucesivo, algo más que las redes sociales.

Lo presumible, aunque Feijóo no se lo quiera creer, es que Vox se halle cerca o incluso supere al PP en próximas elecciones. Si no quiere el nuevo viejo líder del PP asistir a su vez a la debacle de uno de los dos grandes partidos, mejor haría con atender cuidadosamente, con saber escuchar finamente lo que los españoles que jamás votarán Izquierda (no a ésta, desde luego, del PSOE y Podemos) están esperando desde ya del nuevo Gobierno que sustituya al presente.

A partir del Otoño, a Sánchez no lo salva ni la ETA

…que lo puso a fin de cuentas en el Poder, pero como las Cuentas ya no le van a cuadrar al desGobierno del Doctor y sus bandadas de ministros del PSOE y socios poco fiables de Podemos, conviene hacerse a la idea de que alguna última treta tramará el que desde el principio lo fió todo a la exaltación de su imagen y al ejercicio indiscriminado de su voluntad de poder. ¿Con qué escaños espera contar Sánchez a partir de las próximas Elecciones Generales?

Cuando por segunda vez consecutiva en breve plazo, después del triunfo incontestable de la Derecha en las elecciones de Castilla y León, un gobierno PP-Vox, esta vez de Andalucía, una de las tres regiones más potentes de España en todos los ámbitos junto a Madrid y Cataluña, demuestre que es posible la alternativa a ese marasmo de intereses creados que conocemos vulgar y genéricamente por “la Izquierda” -sin serlo del todo-, el tiempo de Sánchez habrá acabado.

Pero aún habrá que encarar el reto máximo, el desafío supremo que para la Nación Española tanto como para el Estado y sus principales instituciones, como los Partidos, la Justicia y las FSE, supone el permanente desacato a la legalidad vigente por parte de las (presuntas) “autoridades competentes” en Cataluña, que no han empezado a pagar todavía por sus crímenes recientes contra la Constitución y ya pretenden retomar la insurgencia de nuevo.

El “tema vasco”, como acostumbran hacer “en Madrid” desde hace dos décadas, quedará aparcado mientras el PNV no vea alterada su hegemonía en “Euskadi”, pero al cabo la distópica “excepcionalidad vasca” todo lo puede, y si Feijóo llegara a presidir España con mayoría absoluta y el apoyo prioritario de Vox, no sé qué me da que el nuevo Gobierno se daría por más que satisfecho si lograra liquidar decisivamente la ofensiva separatista de los catalanistas.

Y no hay más: ¡como para que nos interesen las historietas de los Iturgáiz, Alonso, Oyarzábal… o de los Madina o Andueza o Itxaso de turno! Pues viven todos en una realidad paralela, perfectamente al margen de quienes aún les votan o de quienes, antaño, lo hicieron, creyendo además que viven en el mejor de los mundos posibles, porque “ahora que ETA ya no mata” nos encontramos de nuevo con que “como aquí no se vive en ningún sitio”, aunque sigan persiguiéndolos.

Cada día que pasa se legitima la invasión de Ucrania

…por el Ejército ruso de Putin, dedicado por entero a afianzar sus posiciones estratégicas en torno al Mar de Azov y el propio corredor norte del Mar Negro, bien que Odesa resiste y la flota rusa parece haber desistido por el momento de una embestida anfibia contra el enclave. En el Donbás, la ofensiva por la ocupación total no ha hecho más que recomenzar, y conviene preguntarse cuáles son las expectativas y más bien los objetivos de Occidente respecto a la resistencia ucraniana y el fin de las masacres de civiles, ¿de nuevo van a insistir en el posibilismo y la mediación con el agresor que ha violado todas las leyes internacionales del último siglo?

Algunos países, dentro y fuera de la UE, han elegido ya armar fuertemente a los ucranianos, así como no impiden la incorporación de voluntarios a las fuerzas defensoras de Ucrania, pero otros mantienen la errática política de pensar que con Putin habrá que entenderse después de la guerra, mientras otros tantos no actúan por miedo a su debilitamiento interno, a la exposición real a los ataques rusos o a su mero y espurio interés económico o político, razón por la cual ninguna de las metáforas o remembranzas del presidente ucraniano Zelenski servirá para desentumecer el cuerpo abandonado a la molicie de esta casta política UEropea que comercia con los cadáveres ajenos de los que todavía tienen ideas y valores distintivos.

El asunto viene de lejos; el error, a más de ser contumaz, se extiende en el tiempo desde hace ya tanto que forzosamente tiene que ser considerado costumbre, mala costumbre, vicio o directa depravación. No sólo tiene que ver con esa “mala conciencia europea” que sirve para continuar como siempre, pero de manera soterrada, haciendo negocios de la peor especie con todo tipo de regímenes criminales, sino también con la fatua pretensión de que a la hora de la verdad somos los únicos garantes de que se vela por los derechos humanos, porque somos los únicos -los occidentales, digo- que conservamos a estas alturas de la Historia algo de legitimidad moral.

No es verdad, por supuesto; y cada vez lo es menos. Pero además se pretende olvidar que toda esa especie de aura de la legitimidad política y moral de Occidente vino siempre acompañada, y de hecho precedida, por el hecho de la superioridad militar, o cuando menos de una capacidad militar igual a la de los mayores imperios de la época: desde los Griegos a los Aliados que arrasaron con bombas nucleares las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Pues la Historia también muestra que nunca las causas justas y racionales se impusieron por sí mismas.

Cuando la realpolitik no garantiza ni los propios intereses

…ni mucho menos los derechos humanos, y ni siquiera parece poder garantizar la mínima seguridad de sus ciudadanos -y esto es tan válido ahora para varias naciones europeas ante la amenaza rusa, que de momento se ceba en Ucrania, como para España a corto plazo si no aprende a cuidarse mejor de la explosiva situación en que se encuentra el Magreb, de Marruecos a Egipto, con las injerencias varias de rusos, turcos, useños, británicos y franceses-, entonces es que conviene cambiar de juego.

En realidad, ¿a qué ha estado jugando la UE desde la Caída del Muro? Lo que surgió como un conglomerado germano-francés para constituir la Comunidad Económica del Carbón y el Acero ha devenido en un balneario-geriátrico para millonarios cansados de ser occidentales, tal vez ansiosos de experiencias más fuertes que las vividas, que en detrimento de acción al menos obtienen el placebo del “Bienestar” verde y reciclable y (presuntamente) autogestionario. Las nuevas generaciones, a su vez, se evaden en mundos virtuales mientras esperan la paga y el finde.

Pero en la vida real, donde un poderoso Ejército que está dejando miles de bajas propias -mientras no pierde la oportunidad de masacrar a la población civil y causar el mayor número de destrucción material y saqueo generalizado- para asentar su posición en el tablero del siglo XXI podría lanzar ataques con armas de destrucción masiva sobre ciudades escandinavas, de Alemania o de Polonia, no parece que la UE pueda seguir estirando el chicle de la hostilidad contra Putin sin llegar, literalmente, a las manos. Que es la justificación que, por supuesto, éste espera.

¿Se trata entonces de no jugar a lo que quiere el tirano ruso? Se trata lisa y llanamente, como nos enseñan tantas lecciones históricas, de entender por lo menos que, de manera no precisamente velada, la guerra ya les ha sido declarada a todas esas naciones sobre las que Putin desea ejercer una hegemonía recuperada, con la misma o parecida coartada que la empleada para invadir Ucrania, y se trata de cerca de una docena de ellas, de Rumanía a Finlandia. Puede que uno no elija a sus enemigos, pero al menos debiera ser consciente de quiénes son y de cuándo vienen a por uno.

En este escenario inusitado

…para nosotros “los occidentales”, cuando nos vemos directamente expuestos a la amenaza de una escalada bélica susceptible de devenir en guerra total, con el uso en último extremo (en el último de los supuestos) de las mismas armas nucleares, cuando la cosa pinta tan mal, en una primera impresión, resulta que los cambios suscitados pueden ser drásticos y producirse a mayor velocidad de lo que cualquiera -cualquier crítico de la actualidad degradada de nuestros sistemas democráticos- podría haber previsto, y muy previsiblemente para bien.

La entrada de Putin en Ucrania como elefante en cacharrería, bien que sumada a la ya de por sí nefasta política exterior de la UE y la errática provisión energética de que han hecho gala hippie las naciones europeas desde hace medio siglo o más, ha supuesto a la postre una clarificación total de las políticas respectivas del conglomerado de países miembro, no sólo proyectando una diáfana unidad en lo moral más allá del corpus de las directivas rojiverdes, sino ampliando el espectro del proyecto europeo hacia una verdadera realidad político-militar.

No obstante los ucranianos combaten solos, ciertamente harían bien en no esperar nada más de nadie que la solidaridad generalizada en el discurso y la ayuda humanitaria, o a título particular de los ciudadanos de países vecinos, pero no es improbable que a la postre y pese a la postura manifiesta de la OTAN de no injerencia en el teatro de operaciones bélicas se acabe desplegando, porque es necesario más allá del envío de armas y asistencia técnica al esfuerzo militar ucraniano, un genuino contingente por la liberación de Ucrania peleando bajo su bandera.

En este sentido, siempre es alentador comprobar que más de 20.000 combatientes extranjeros se han unido ya a la guerra contra los invasores rusos de Putin, que trata de superar con tropas mercenarias los profundos agujeros en la moral y la capacidad de su falsamente victorioso Ejército “de Liberación”. Y en el mismo sentido cabe dejar por escrito que la mayoría de ellos son británicos, probablemente profesionales, que aún consideran que las únicas guerras a las que merece la pena acudir son aquéllas que se libran por principios.

La UE -dícese de Alemania en su coyunda no del todo afectuosa con Francia- parece querer comenzar a buscar de verdad su propio lugar en el mundo, después de haberse engañado décadas (e incluso siglos) al respecto, pero no deja de resultar paradójico que la luz de las antorchas que han de guiarla pertenezca en la hora presente a naciones como Ucrania o Gran Bretaña, tan fuera de la UE como dentro de Europa; tan dentro de Europa como fuera de ella se ha situado Rusia, ahora la de Putin, por voluntad propia desde hace ya más de un siglo.