…en Galicia, CAV y Cataluña lo primero que hay que constatar es un nuevo fracaso en la estrategia de “España Suma”, pues si lo que demanda la hora es una auténtica Alternativa Nacional (a ver si con mayúsculas se aprecia) al Frente de la Izquierda que apoyan los separatistas -precisamente “alternativa nacional” en las tres comunidades referidas (las “históricas”) y en algunas cuantas más-, lo más errado era empezar por unas negociaciones obligadamente parciales.
PP y Cs sólo sumarán en torno a un programa común de alternativa, que cabe ensayarlo aún de cara a las elecciones en Cataluña antes de expandirlo a todo España. Se puede empezar de hecho por las comunidades que ya gobiernan en coalición (Madrid, Andalucía, Castilla y León, Murcia) y dejar que el tiempo ponga a cada uno en su sitio en Galicia y en el País Vasco, con realidades políticas para el PP bien distintas.
UNIDOS POR ESPAÑA
A ver cuándo le queda claro a Pablo Casado, presunto líder del PP actual, que si hablamos de España no hablamos de “Euskadi”, y que si se defiende el derecho a la libertad de educación lingüística no se está con Feixóo (del PNG) sino con Gloria Lago, a la que aquél margina y excluye (junto a decenas de miles de familias gallegas), o con las plataformas vascas a las que tanto prometieron en este aspecto los Alonso, Maroto y Oyarzábal… para dejarlas tiradas después.
Si se está por España y se coincide con Cs (o mejor con UPyD) en la defensa de un marco legal que proscriba la discriminación de los españoles en toda España por razón de su condición española -he aquí la clave de toda la “cuestión nacional” en el momento presente-, entonces no se está con la “inmersión lingüística” ni en Cataluña ni en Galicia, ni en Baleares ni en Valencia, ni tampoco se defiende el Concierto y los “derechos históricos” de los vascos (ni los de los navarros).
Porque entonces se aferra Casado (y Cayetana no menos que él) a la defensa de un orden constitucional que nos ha traído fatalmente hasta aquí, y que además ya ha sido en buena medida superado por los hechos -y sí, a través de medios flagrantemente anticonstitucionales- desde la infausta llegada de Zapatero al poder y la aprobación del nuevo Estatuto para Cataluña.
Eran tiempos en que el PP impulsaba la “cláusula Camps” en Valencia y la “realidad nacional” de Andalucía, por lo que no es nada de extrañar que Alonso hable de “foralismo” y de “voz propia” en el terreno que los separatistas catalanes o abertzales (y con ellos PSC y PSE, y a su rebufo el resto) entienden como “ámbito propio de decisión”.
Y de ahí a la autodeterminación, ¿qué queda? No les importa en exceso a todos los miembros de las castas regionales sobrealimentadas por el nefasto Estado de las Autonomías, cuyo nihilismo es el de quien reza “comamos y bebamos, que mañana moriremos” (no se sabe si en España o en algún terruño recién independizado de ella); pero a Pablo Casado, ¿ya le importa algo?
EL MODELO DE FEIJÓO ¿Y EL DE CIUDADANOS?
La oferta de Arrimadas al PP, casi sorpresiva -pero por qué, ¿no le había sido propuesta a Cs por el PP con carácter privilegiado y más allá de los puntuales resultados electorales?-, tiene al menos el mérito de fijar las reglas de juego entre ambos partidos, y desatar las contradicciones internas de cada uno de ellos, puesto que es un tanto que la líder provisional de Cs quiere anotarse antes de someterse a las primarias de su partido (que probablemente gane).
Parece que Arrimadas, por el modelo que propone de partido, tiene las ideas claras -ojalá gane y sea consecuente con el mejor programa de regeneración de Cs, que es el de UPyD plagiado en mayor o menor grado-. Pero Casado debe apresurarse a tomar la mano tendida de Arrimadas, que a medio y a largo logrará una buena suma electoral pero cuando se haya definido el nuevo proyecto, alejado de las indefiniciones e incongruencias de ambos partidos en un buen número de asuntos.
A su manera, Feijóo tiene un partido ganador en Galicia y un modelo de partido para el PP que lo haría tan reaccionario como el PSOE, pero que no dejaría de ser tampoco “constitucionalista” -el término trampa más peligroso de la política del último medio siglo español- aunque ya no fuese identificado netamente como un proyecto político “nacional”.
Porque eso es lo que está en juego del 78 a nuestros días: si se respeta la Soberanía Nacional en toda España o se está al albur de lo que consientan los caciques y señores locales, y ello en lo que atañe a cuestiones tan relevantes como la tarjeta única sanitaria, el acceso a empleos públicos por igual en cualquier región española o la caja común de la Seguridad Social de la que ahora pretenden distraer su parte los “socios fiables” del PNV.
POR UNA ALTERNATIVA AL RÉGIMEN ABERTZALE
De hecho, aunque en Galicia la situación no resulta tan peliaguda como en el País Vasco o Cataluña -porque casi todo el mundo habla o entiende el gallego y no se ha entablado (todavía) una “guerra cultural” contra el castellano-, de Fraga a Feijóo el PP allí ha renunciado a la lengua común para dirigirse a los habitantes de Galicia, queriendo por tanto poner de relieve la “nacionalidad histórica”, el “hecho diferencial” o la “lengua propia” que acarrea “derechos lingüísticos” (luego transferencias y subvenciones y la capacidad de crear innumerables empleos y cargos públicos).
En el País Vasco, para variar, la situación es si cabe peor en cuanto que no existe ya alternativa españolista ninguna al régimen abertzale, que ni siquiera tiene oposición política: PSE y PP le han aprobado los presupuestos al PNV cómodamente en todas las instituciones, y cuando no ha podido sacar algo con aquéllos ha recurrido a Podemos e incluso a Bildu (el otro pilar del régimen abertzale, encargado de hacer que no se detenga nunca el movimiento).
Por eso resulta risible que el PSE de Mendía se presente como “única alternativa al nacionalismo” (o “no nacionalista” o “constitucionalista”) cuando cogobierna todas las instituciones con el PNV al servicio del régimen abertzale desde hace décadas; como deplorable resulta constatar una vez más que Podemos es una banda de “hijos de la Casta” y arribistas prestos a sumarse a la misma a la mínima de cambio: desde Pablo Iglesias hasta sus últimos delegados en la CAV, todos ellos a favor de los derechos de sangre feudales de los vascos (o de sus haciendas forales, tanto monta).
¿Y el PP “vasco”? No voy a objetar que apenas ninguno de sus dirigentes conozca el euskera o pueda desenvolverse en dicha lengua: no hace falta; el euskera es tremendamente minoritario entre nosotros los vascos (siempre lo fue) y jamás lo hablaron mayoritariamente vizcaínos, alaveses o navarros. Pero entonces de qué presumen, ¿de foralistas, de vasquistas, de carlistas… de guays? Afortunadamente ya saltó del barco naufragado el simpar Borja Sémper, telegénico pero incapaz de dejar de perder votos a miles en lo que fuera siempre bastión político de la Nación Española.
CONCLUSIÓN
Constatar la irrelevancia de prácticamente todos y cada uno de los cargos públicos del PP de Alonso en la CAV no invita de todas formas a decisiones ya fuera de tiempo sobre las tres candidaturas al parlamento vasco. Rosa Díez jamás debiera encabezar una candidatura de la Derecha y menos por estas tierras, lo que no obsta para que Casado la convierta (si quiere) en su asesora de cabecera para “temas vascos”.
Lo que hace falta por aquí, ahora como hace cinco décadas, es más España y más libertad; o sea: más presencia del Estado, más respeto a la Ley por parte de las diversas facciones abertzales, socialistas e izquierdistas, y menos componendas del Gobierno con las castas locales para mantener “la Paz”. Una paz de los cementerios que no beneficia a otros que los detentadores de todo el poder en la CAV: el PNV.
Porque ETA aprovechó “la Paz” para reconstituirse como partido, mientras recibe las nueces del reparto del PNV, al que apoya el PSE y ahora también Podemos, pero al que ya no puede apoyar el PP de Alonso quedando así en evidencia ante propios y extraños, y sumido en la irrelevancia después de haberlo apostado todo a participar en el reparto de las nueces en el “nuevo tiempo” alumbrado por el “proceso” y ratificado por aquello de que “ahora ETA ya no mata” y «hay que construir el futuro con Bildu».
Dijo Cayetana el pasado mes de diciembre que “cuando ETA mataba era un momento terrible desde el punto de vista humano”, pero que “el momento político actual es más difícil” porque “antes estábamos juntos PP y PSOE en el mismo bloque”. En rigor, esto sólo fue cierto de tarde en tarde -pues el PSE nunca dejó de buscar la asociación con el PNV (o con la misma “izquierda abertzale”, vulgo ETA)- y sólo en el caso de personas concretas que convergieron en su repulsa al terrorismo abertzale por encima de siglas.
Algunas fundaron UPyD, otras dejaron el PSOE, otras dejaron el PP y marcharon a Vox, todavía quedan algunas (escondidas) en el PP… Quizás a medio plazo su labor (la del PP de Casado) sea encontrarlas y reunirlas para articular así de una vez la Alternativa al régimen abertzale y a este estado de cosas delirante que comienza (pese al control exhaustivo de los medios) a exhalar un hedor putrefacto ya imposible de disimular.