La Casta se indulta a sí misma

…y a pie de calle no parece importarle a nadie, razón por la cual este régimen de Saqueo Institucionalizado puede continuar sin reforma algunos lustros más. Queda la UE, claro, que podría intervenir España, sus finanzas y Administración, con más saña de la que emplea habitualmente para insultar a los húngaros sin apenas más argumentos que el disgusto provocado por las sucesivas y absolutas mayorías de un tal Orbán.

La Casta puede delinquir con total impunidad, de ahí que sea estrictamente casta con su fuero particular, y esto vale para los golpistas de ERC, Junts y las CUP, como para los políticos de la ETA, los ladrones de PSOE, PP y PNV, por no hablar de las coloridas marcas locales de las ínsulas, como esa Unión Balear o Coalición Canaria, con tantos casos en los juzgados entre todos que tienen a los jueces y fiscales cansados, los pobres.

Porque mucha murga con lo de la elección del “órgano de gobierno de los jueces” o CGPJ, cuando una sola palabra del Constitucional -que no es desde luego un tribunal- bastará para enmendarle la plana al más pintado y de paso enmendar la Ley con mayúsculas y la misma Constitución, que en todo caso no se ha cumplido jamás en regiones enteras de España, esto es: que no se ha cumplido jamás, ¿o puede acaso decirse que rige una Ley para unos españoles y para otros no?

La semilla del mal germina desde luego en la CE del 78, si bien podría salvarse lo esencial con la preservación del Título I sobre los derechos y deberes fundamentales, reescribiendo el Título preliminar y suprimiendo la mayor parte del resto, que podría devenir en leyes ordinarias y sus correspondientes reglamentos; pues es insensato pretender que una Ley Fundamental tenga decenas de páginas y cientos de artículos: supone de hecho faltar a la verdad de su definición, a su misma esencia.

Pero el problema reside más aún en los llamados a cumplir y hacer cumplir la Ley, porque no desean someterse a lo que rige para el resto de los ciudadanos, de ahí que ellos sean casta y nosotros veamos pisoteados a diario nuestros derechos elementales, oprimidos por las legislaciones lingüísticas que defienden los separatistas, el PSOE y el PP, todos de la mano porque a ellos les sirven además para crear cientos de miles de puestos para los suyos, y no exagero.

Así, a la clientela adicta vía colocación en la Administración o en empresas clientas a su vez de la misma, se suma la maraña de entes que dependen de financiación pública y/o de decisiones netamente políticas (si no directamente ideológicas) aunque tengan cariz privado, caso de fundaciones, universidades e incluso medios de comunicación, comenzando por el duopolio televisivo y terminando con diarios tanto impresos como digitales.

Me gustaría instar desde aquí a una auténtica rebelión democrática, pero sé que no son más que palabras vacías de significado para una sociedad como la española, tan pagada de sí misma para unas cosas y con semejante complejo de inferioridad respecto al mundo externo y a la propia casta gobernante; como durante el Franquismo, vaya.

Es conocida la respuesta que le dio Lenin al socialista Fernando de los Ríos cuando éste le inquirió por lo obvio: “Libertad, ¿para qué?”. Pues eso: “¡Libertad para Griñán!”, que podría exclamar y de hecho exclama por escrito otro notable progresista como Fernando Savater. En este país ya no cabe un solo sinvergüenza, golfo o trepa más. Pero qué más da, ¿no?

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El Señor Presidente no tiene quien le tosa

…ni a Izquierda ni a Derecha -Él está por encima de esas desavenencias de temporada (o casual trendies)- porque Él-preside-el-país y así se retrata: en la portada de un diario que también parece presidir, ante la sede del Poder que detenta y de manera tan frenética padece (aunque tampoco mucho) ostentar a todas horas como con miedo a que se fuese a acabar.

No se le espere por el Congreso, ni se crean los periodistas de los medios -prácticamente todos sometidos al diktat de La Moncloa- que les vaya a contestar el Señor Presidente a cualquiera de sus preguntas, absurdas por lo demás en el punto en que nos encontramos salvo aquellas precisamente insidiosas, capaces de mudar el rostro pétreo del Señor Presidente en irascible rictus.

Y de reentrada en el curso Pablo Casado se le ofrece una vez más, le pone el cuello a la espada flamígera del Señor Presidente a cuenta de la reforma del “Poder judicial”, con la coartada habitual de llegar a “pactos de Estado” entre, se supone, “partidos de Estado” como el PP y ¡el PSOE de Sánchez! En rigor, ni PP ni PSOE debieran haber sobrevivido (con tales siglas, al menos) a 2014.

Así que de nuevo al contubernio establecido, a salvar los muebles de la ingente tropa política, funcionarial y “temporal” con ansias de hacerse con el cargo vitalicio; a repartir los fondos de la UE entre los gentlemen recurrentes del Ibex-35 y asociados (medios de comunicación, bufetes de abogados, consultorías de todo tipo y condición); a financiar las “políticas sociales” disparadas cuando no directamente disparatadas.

El Señor Presidente proveerá… hasta que el Estado quiebre. Pero qué cosa pueda ser ello, y por qué debiera inquietar a los españoles de hoy mismo aunque se trate de jubilados, no nos lo podrá explicar ese fino analista político que vicepresidió hasta hace poco lo del Señor Presidente, dado que dejó sentado para los restos que “un Estado no puede quebrar”.

Menudo panorama, todavía.

A Sánchez hay que echarlo

…y no confraternizar con él consensuando nada -y menos que nada “el órgano de gobierno de los jueces” (CGPJ), ¡pero tampoco el de RTVE!-, así que sólo desde el estado de noqueo del PP se puede entender que de nuevo vuelvan a las andadas con el PSOE en materia de Justicia: tantas veces han sido traicionados por los socialistas en este como en otros asuntos fundamentales para el sostenimiento del régimen que ya debieran haber escarmentado.

Pero las elecciones catalanas que han terminado por hacer saltar las alarmas entre los dirigentes populares son otra muestra más de que no funciona el discurso ambiguo, estéril, del que hasta anteayer era seguidor de Aznar y de Rajoy sin haber logrado ni consolidar un liderazgo y una impronta personal, ni reunir de nuevo a las corrientes en torno al mismo, ni relevar a los más incompetentes de sus cargos a todos los niveles para reemplazarlos por personas más atractivas, trabajadoras y eficaces.

Que esto es lo que debía haber hecho desde el primer momento Pablo Casado con el PP demediado y dividido que heredó de Rajoy -a quien durante años sirvió de portavoz sumisamente, dicho sea de paso-, mas ha dejado pasar el tiempo, llevado por la inercia de los análisis postelectorales una vez aupado Sánchez al Poder por sus aliados extremistas, incapaz en todo momento de mantener sus apuestas tácticas y, a la postre, la misma estrategia de fondo.  

Porque Casado sigue pensando en términos propios del Bipartidismo, época felizmente liquidada por la traición de Zapatero a los consensos básicos del régimen del 78, secundado por su sucesor al frente del Gobierno Mariano Rajoy, que decidió seguir el curso de las políticas todas de aquél tal vez por entender que era “el signo de los tiempos” lo que convenía atender con prudencia… o no: probablemente sólo por pachorra (abulia), intereses creados (dependencia) y soberbia estéril (impotencia) disfrazada de “manejo de los tiempos”.

Ciertamente, en el PP aún no se han enterado de que de 2008 a hoy una gran corriente de la opinión pública española arde en deseos de reformar e incluso liquidar el régimen del 78, desde motivaciones y argumentos políticos diferentes e incluso contrapuestos, pero basta ver que a la radicalización de los fragmentos de la extinta CiU y de la misma ERC se ha sumado la CUP, como Podemos finalmente ha alcanzado el Gobierno (si bien de la mano del PSOE, uno de esos “partidos de Estado”, con el PP, de los que aún hablan algunos en la Prensa sin el menor sonrojo).

Ahora, en febrero de 2021, resulta que a los populares les preocupa mucho Vox, después de la emergencia y posterior declive de formaciones como Ciudadanos y UPyD: ¿no será que ha sido el PP el que viene deslizándose hacia la Izquierda desde hace década y media, sin necesidad alguna más que evitar los improperios habituales proferidos por la Izquierda “bien”, el PSOE y el grueso del establishment “intelectual” (periodistas, profesores, presentadores de TV y ¡actores!)?

Paradójicamente -o no: por pura cobardía-, Rajoy reaccionó al “cordón sanitario” sumándose a Zapatero después de su segunda derrota en 2008, respaldando a un par de días de las elecciones la política “antiterrorista” del Ejecutivo conocida como “proceso de paz” (a tres bandas entre PSOE, PNV y ETA): con ello enterraba asimismo toda reivindicación de verdad y justicia para las víctimas del terrorismo, también para las del 11-M del que en el PP se prohibió desde entonces prácticamente hablar.

Para acabar con esta omertá perpetuada por PSOE y PP desde hace décadas -sobre el 23-F, sobre el GAL, sobre la corrupta hegemonía protegida de CiU y PNV como parte del régimen, sobre la misma corrupción del Rey y tantos otros asuntos- fue que nacieron de UPyD a Podemos y ahora Vox, ¿a quién puede extrañar? Mal que bien, el PSOE ha logrado adaptarse a la “geometría variable” con los extraconstitucionales, mientras sigue haciendo pasar por el aro a PP y Cs.

Pero es que en el PP no lo entienden, siguen poniendo de ejemplo la implosión de la UCD -¡precisamente!-. Que en la actual tesitura, después de lo que ha llovido (al margen incluso del punto de inflexión que supuso el golpe separatista del 1-O), todavía se cuestione en la cúpula popular si la renovación consensuada del CGPJ mejorará o empeorará su imagen lo dice todo del partido de Casado; y para mal, por supuesto.

Una estrategia para la Derecha (III). Las cuestiones básicas

…que deben constituir la alternativa al Frente de la Izquierda (PSOE-Podemos) apoyado por los separatistas pueden ser reducidas a dos: el fortalecimiento de las instituciones y la reforma del sistema educativo. Entiéndase que no son asuntos para tratar en una serie de eslóganes electorales, sino para trabajar en el día a día en aras de preservar y desarrollar los que son ambos fundamentos de la prosperidad y bienestar de las sociedades en el siglo XXI.

FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES

PP, Vox y Cs han incluido en sus programas numerosas propuestas para despolitizar la Administración de Justicia y la elección del CGPJ, y no fue poco grave que el partido de Casado se viera salpicado por uno de los últimos tejemanejes con el PSOE a la hora de repartirse los togados en el órgano de gobierno de los jueces. Por el bien de todos los ciudadanos, los tres partidos deben insistir en la vuelta al sistema originario preconizado por la Constitución de 1978.

Más relevante si cabe es la superación del actual “Gobierno parlamentario”, por escasamente representativo y porque genera taras como el “mandato imperativo” o “cierre de filas” de los diputados con su jefe de partido, sea este presidente del Gobierno o “jefe de la Oposición”, degradando la política parlamentaria a un mero intercambio de ataques entre facciones.

Separar el Legislativo del Ejecutivo es requisito básico para consolidar un sistema representativo y erradicar tanto la corrupción partidista como la dependencia del Gobierno de grupos minoritarios. Para ello es preciso reformar la Ley Electoral, y aún antes la misma Constitución. Por supuesto, ello implicaría que la suma de PP, Vox y Cs superara los tres quintos del Congreso, pero es que si no alcanzan dicha mayoría en el medio plazo la democracia podría degenerar en caudillismo.

La alternativa al Frente de la Izquierda debe ser de fondo, con una estrategia a largo, que no se limite a la reducción parcial del daño provocado por el populismo, sino que lo extirpe de todas y cada una de las instituciones: de la judicatura a los partidos, de los medios de comunicación a los sindicatos, de las universidades a los ayuntamientos. Prestigiar las instituciones frente a quienes las atacan pasa tanto por respetar su independencia como por mejorar la cualificación de sus miembros.

REFORMA DEL SISTEMA EDUCATIVO

En el mismo sentido, PP, Vox y Cs deben presentar un proyecto compartido de reforma integral de la Enseñanza, que tenga como base la instrucción pública universal y como meta la excelencia, que reconozca el mérito pero también el esfuerzo, que prepare mentalmente a los alumnos para decidir su carrera en la universidad, en la formación profesional o en otro tipo de estudios demandados por el mercado.

No siempre la Universidad procura trabajo; pero una vez cumplidos los 18 años todo joven debiera estudiar o trabajar, o ambas cosas a la vez, para paliar el declive de la población activa que se acentúa cada año en una sociedad envejecida como la española, mientras aumenta al par el número de jubilados dependientes de la Seguridad Social.

Elevar el grado de exigencia en la Escuela, en el acceso a la Universidad, en el mismo acceso a la Función Pública para docentes (y no sólo para ellos), junto con la superación de las doctrinas pedagógicas que han convertido los centros educativos (también superiores) en guarderías de adolescentes crónicos (incluidos los profesores) es el gran reto del sistema educativo español, cuestión en la que parecen coincidir PP, Vox y Cs.

Terminar con la endogamia en la Universidad y prestigiar y extender la Formación Profesional redundará en beneficios tangibles para la sociedad, las empresas y el Estado: potenciará la investigación, la cualificación y la innovación; reducirá el despilfarro y la corrupción en las facultades, fomentará la competencia entre centros y acabará por disminuir considerablemente el paro (sobre todo el que se ha cronificado en ciertos sectores de edad).

POR UNA ALTERNATIVA MODERNA A LA DECRÉPITA ESPAÑA DEL SOCIALISMO

No se trata de enumerar ante la opinión pública un discurso lleno de buenas intenciones, sino de apostar por el que saben (PP, Vox y Cs) único modelo de éxito para una sociedad del siglo XXI: el que se basa en la libertad y en la igualdad de oportunidades (acceso universal a la Educación y a la FP), en el esfuerzo y en la exigencia tanto como en la selección de los mejores, así como en el requisito del mérito para la promoción del funcionariado y en el reconocimiento de la función social de las empresas.

Básicamente, se trata de defender todo aquello que odian los representantes actuales de la Izquierda en España (PSOE y Podemos), que sólo pueden aspirar a controlar todos los mecanismos sociales e institucionales para tratar de imponer a todos la hegemonía de una ideología atávica que desconfía de la libertad personal, que execra el mérito tanto como el lucro legítimo y que se muestra incapaz de gobernar la complejidad de una sociedad que les viene tremendamente grande.

Con el fortalecimiento de las instituciones y la reforma del sistema educativo vendrán los cambios en ámbitos como el económico, pero también de mentalidad de los ciudadanos: España se ha convertido en escenario de una permanente protesta airada, de una queja continua e irritante, de una inmadura insubordinación contra los elementos básicos del capitalismo y de la misma democracia. Por ello PP, Vox y Cs deben abandonar todo populismo para dotar de autoridad a su discurso.

Cambiará así además, paulatinamente, la visión de los españoles hacia la Nación y el papel internacional que debe interpretar España, lo que demanda de una política exterior digna de tal nombre, coherente y sostenida en el tiempo por parte de PP, Vox y Cs, que enfrente su modelo al “bolivariano” actual de PSOE y Podemos, entre Cuba e Irán con parada en Gaza y visita a Moscú.

TERCERA CONCLUSIÓN

En vez de entretenerse subrayando los matices que diferencian sus propuestas, PP, Vox y Cs debieran cerrar filas en torno a las cuestiones básicas, incluso con la firma de pactos -a la manera de «pactos de Estado» pero no con un Gobierno anticonstitucional, sino entre las fuerzas que defienden la Nación y la democracia-.

Así lograrían ofrecer una verdadera imagen de unidad ante la base electoral de la Derecha sin renunciar de primeras a las siglas, y al par sentarían las bases para la futura unidad de acción (electoral o postelectoral) que aquélla les demanda para enfrentar al Gobierno del Frente de la Izquierda como una alternativa sólida y creíble -algo que puede comenzar a hacerse a partir de los acuerdos alcanzados ya en las autonomías que gobierna el Centro-Derecha-.

Ello implica de partida resaltar la absoluta coincidencia de fines de los tres partidos en materias como las citadas del fortalecimiento de las instituciones (incluida la política exterior de España) y de la reforma educativa, o lo que es igual: rebajar las expectativas y pretensiones propias con el fin de evitar los roces y desavenencias entre los tres partidos «amigos», a quienes de todas las formas va a tratar de dividir el Frente de la Izquierda como prácticamente la única estrategia viable para aferrarse al Poder.

[CONTINUARÉ]