…pasa por realizar el preciso diagnóstico de la situación, que fue alterada radicalmente desde el mismo instante en que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al Gobierno con el PSOE utilizando los muertos de la masacre terrorista del 11-M contra el PP -el otro partido pilar del sistema nacido con la aprobación de la Constitución de 1978-, una vez producida ya la ruptura de PNV (Pacto de Estella, Plan Ibarretxe) y CiU (Declaración de Barcelona, Pacto del Tinell) con el marco legal vigente consensuado en los albores de la democracia.
EL RÉGIMEN DEL 11-M (O DEL 15-M)
Rotos todos los consensos por Zapatero en política interior como en la exterior, y desde el momento además en que el PSOE relegitimó a todos los perdedores de la Guerra Civil como “demócratas” en contra del “franquismo/fascismo” del PP con el fin apenas declarado de refundar el régimen a partir de una legitimidad de nuevo cuño -la que brinda (y pretende blindar legalmente) la “memoria histórica”-, la Derecha debiera haber reaccionado de un modo muy distinto al que por entonces hizo siguiendo el presunto liderazgo de Mariano Rajoy.
Para empezar con la cuestión del separatismo catalán, jamás debió permanecer el PP en las bancadas del Congreso -sede depositaria de la Soberanía Nacional, recuérdese- una vez aprobado por la vía torticera de la “reforma” un nuevo estatuto de autonomía manifiestamente anticonstitucional desde su mismo preámbulo, donde se expresaba que “Cataluña es una Nación” sin mayor ambage, constituyéndose de facto en sujeto político soberano ajeno y contrario al Pueblo Español -esto es: amputando la Soberanía Nacional con el visto bueno de una mayoría simple de diputados (incluidos los del “medio centenar” de Alfonso Guerra)-.
Respecto al consenso en materia antiterrorista, desde antes de alcanzar el Poder lo había traicionado ya Zapatero con la “vía Eguiguren”, tratando de sumar a ETA al nuevo consenso que esperaba fundar con la exclusión del PP del nuevo régimen. Para eso el PP debía ser “heredero del Franquismo” y los etarras emparentar con una antigua marca legitimada únicamente por su existencia en tiempos de la II República, caso de ANV, a la que se permitió concurrir electoralmente en flagrante violación de la Ley de Partidos, como después sucedió (y sucede) con Bildu y Sortu.
La denominación “proceso de paz” para el negociado político con los terroristas no era, desde luego, inocente: había que sellar “la Paz” con los propios antes de continuar la guerra contra los “enemigos” de la Derecha. Y Rajoy, que acusó inicialmente a Zapatero de “traicionar a los vivos y a los muertos” y reclamó las actas de los pactos contraídos por PNV y PSOE con ETA en Loyola, realizó otro de sus repentinos giros de veleta para acabar ofreciéndole su apoyo después del asesinato en 2008 de Isaías Carrasco -muerto que un tal Patxi López le arrojó en la misma capilla ardiente, cuando se trataba de otro de la docena de asesinatos imputables al PSOE por su “proceso” de colaboración estrecha con los etarras durante más de un lustro, en otra jugarreta pensada para rentabilizar electoralmente los cadáveres del terrorismo-.
EL PSOE, ALIADO DE TIRANOS
Con la sentada de Zapatero ante el paso de la bandera de EEUU durante el Día de las Fuerzas Armadas, después de la ignominiosa retirada de las tropas españolas de Irak, el PSOE se entregó a “la Paz” no sólo con ETA sino con sus ocasionales patrocinadores, la Cuba castrista y la Venezuela de Hugo Chávez, luego de Maduro, así como con la Bolivia de Evo Morales, todos ellos regímenes dedicados al narcotráfico al por mayor para financiar, junto a los petrosobornos de Odebrecht, “el Socialismo del Siglo XXI” del que acabaría naciendo Podemos (Poder Democrático Social).
También se prestó a relajar la postura de la UE respecto a la “Guerra contra el Terrorismo” desatada por el presidente Bush Jr., como hizo con Cuba, pergeñando esa insólita “Alianza de Civilizaciones” con Turquía para mantenerse equidistante entre EEUU y el yihadismo –“a la francesa” en tiempos de Chirac como de De Gaulle respecto a la influencia soviética-, Irán o las organizaciones terroristas que operaban (y operan) en Gaza, Líbano, Siria, Irak…
Tradicional amigo de tiranos, el PSOE actual de Pedro Sánchez ha superado de la mano de Podemos ese estadio de equidistancia que todavía resultaba presentable en la UE por una alianza sin parangón -vía Zapatero- con los narcorregímenes americanos, aunque no parezca por de pronto interesado en sustituir Arabia Saudí por Irán como socio preferente en Oriente Medio.
Pero la Derecha calla, después de haber protestado enérgicamente durante una temporada contra el Madurato (gobernaba el PP con apoyo de Cs), pues dejó de hablar de ello como de tantos otros temas según la agenda de Podemos -que ha marcado la agenda de la inmensa mayoría de los medios, consciente o inconscientemente, desde su irrupción en 2014 en la Eurocámara (al menos)- iba cambiando de día, semana o mes… con la finalidad básica de erosionar lo suficiente todas las instituciones, incluidos los partidos políticos, ante sus “contradicciones” y en aras de preparar el asalto final al Poder.
DEFENSA DE LA MEMORIA, DEFENSA DE LA HISTORIA, DEFENSA DE LA VERDAD
Como ha callado la Derecha durante cuatro décadas o más en lo relativo a la legitimidad del régimen del 78, que deviene inexorablemente del anterior a través de la reforma y no de la ruptura, por no asumir la realidad de que si la democracia fue posible en España a la muerte de Franco de manera no excesivamente traumática se debió a que la trajeron los vencedores de la Guerra Civil, de común acuerdo con los vencidos (PCE), y no debe nada a los antifranquistas sobrevenidos -muchos de ellos (prácticamente todos), hijos a su vez del régimen del 18 de Julio- que poblaron desde el principio las filas de PSOE, CiU, PNV y demás.
ETA fue la que decidió autoexcluirse del consenso democrático, hasta que Zapatero la llamó de nuevo al protagonismo político invistiendo a terroristas como Arnaldo Otegui como “hombres de paz”. Por eso era importante soslayar el papel político de las víctimas del terrorismo abertzale y ocultarlas en la confusión de “víctimas de cualquier violencia”, fuera “de género” o “parapolicial” o propia del “austericidio” (palabro contradictorio con el significado que se le quiere dar), etc.
En el fondo, lo que el actual vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias daba a entender a los proetarras en una herriko taberna con aquello de que ellos habían leído bien la situación durante la Transición era que todas sus víctimas de entonces eran el “enemigo”, “franquistas” a los que había que liquidar en venganza por “todos esos muertos” de la Guerra Civil al parecer compartidos por ETA, Podemos, PSOE, PNV, CiU, ERC, BNG… de manera exclusiva. Porque los muertos, “esos muertos”, no podían ser del PP, que por eso “patrimonializaba” las víctimas del terrorismo etarra como autodefensa.
Y los del PP a no meterse en problemas, claro. Para que no les llamaran “franquistas” aquellos que nunca han dejado de ensalzar a los varios criminales de guerra que pulularon en las filas del Frente Popular durante la Guerra Civil, comenzando por Santiago Carrillo, o directamente por Stalin. Por no hablar de los chequistas del PSOE, del PNV, de los follamonjas asesinos de la CNT de Durruti o de los innumerables criminales de ERC. De hecho, resulta inconcebible que puedan existir en democracia siglas como aquellas declaradamente guerracivilistas como PSOE o ERC, o la declaradamente racista del PNV.
PRIMERA CONCLUSIÓN
En síntesis: “la Guerra” le ha sido declarada hace tiempo a la Derecha (por parte de esta Izquierda impostada) y sin embargo hace como que no se entera. El diagnóstico es que el régimen constitucional del 78 murió el 11 de marzo (o entre el 11 y el 14-M) de 2004 y se convirtió por voluntad exclusiva y excluyente del PSOE y sus aliados en otra cosa, en la que ahora andamos enfangados, sin que el PP (“la Derecha española” hasta la irrupción de Vox en el Congreso) haya dejado de hacer el Tancredo desde 2008 a nuestros días.
[CONTINUARÉ]