Se trata de la Unidad de España

…como única garante de que -premisa sin la cual no– la Soberanía Nacional existe, esto es: los españoles conformamos el único e indivisible sujeto decisorio sobre el territorio nacional, constituimos el Estado nacional por decisión propia e irreversible, democráticamente… aunque ciertamente no sea así más que sobre el papel (“el papel del 78”), pues que antes de todos nuestros arbitrios y decisiones ya existía no sólo España sino el mismo Estado español, y no precisamente por consenso democrático “de todos” o de “los libres e iguales”.

Por eso rechina tanto el discurso de “la defensa del orden constitucional” practicada por los “constitucionalistas” pata negra con cualquier motivo, como en el caso de los ilegales indultos a los golpistas catalanistas, cuando en rigor el germen de todo separatismo y disgregación de la Soberanía Nacional halla su acomodo en la Constitución del 78 y sus posteriores desarrollos y desarreglos, algo tan patente ahora como entonces, como prueba que todavía se tratase de enmendar el yerro con la LOAPA.

No hubo tal, Pujol mediante y la voluntad tal vez abúlica de un Rey que ya comenzaba a relajar costumbres, dignidad y bragueta a partes iguales, siendo el gran valedor o justificante último de la corrupción sistemática que imprimieron a aquel “régimen constitucional del 78” los Felipe González, Pujol, Arzallus… No hubo tal y, desde entonces, con el leve paréntesis de las legislaturas de Aznar, nos han/hemos encaminado al sinsentido último a que nos abocaba de primeras el redactado nefando de una Ley nunca acabada de interpretar del todo.

Corrupciones todas ellas de largo alcance cuyos últimos coletazos despiden por el espacio público casos de golpismo separatista, evasión fiscal al por mayor, prebendas para condenados por terrorismo, censura de medios públicos y privados, coerción sistemática en centros educativos y universidades, connivencia de los gestores de intereses privados con los dadores del Poder y, en definitiva, todo un espeso manto de compra de voluntades a través de una estrategia de dominio hegemónico que nos ha deparado la España que vivimos hoy.  

Contra todo este estado de cosas haría mucha falta un decente e innovador Partido de Izquierda Nacional, dado que al menos ahora podemos afirmar que contamos con un genuino Partido de Derecha Nacional (Vox), pero hace mucho ya que el nicho electoral o “la ventana de oportunidad” se halla abierto/abierta, de par en par. ¿Ha de servir lo de Colón para la debida conformación de dicha alternativa?

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En realidad, a nadie le importa mucho España

…más allá de los triunfos de la Selección -“La Roja” en Madrid como en Cataluña- porque cuesta defenderla de sus enemigos, sobre todo aburre defender lo más obvio contra los recurrentes veteroprogres antiespañoles y los racistas separatistas herederos de lo más rancio del casticismo español.

Al cabo, uno acaba en España por ser hereje haga lo que haga y piense lo que piense, debido básicamente al número de aspirantes a inquisidor o a cualquier otro cargo público (o en la empresa cooptada) con eximente de responsabilidad propia: la culpa siempre es de los demás, los agujeros contables se tapan con sobornos o amenazas y lo que importa es estar dispuesto a aceptar el siguiente cargo.

El rastro de servilismo se puede seguir, por tanto, oteando por encima los apellidos de quienes heredan nombre, cargo y nómina en la Política como en la Banca, en la Prensa como en la Cultura, en la Universidad como en la Alta Empresa; con distintos méritos, trayectorias y recursos, por supuesto: pero a fin de cuentas para ir a dar a lo mismo.

No se sabe muy bien a estas alturas si es que el grado de delirio ideológico de nuestras (presuntas) élites conspira para volvernos a todos dementes, fanáticos o aprensivos asustadizos que buscarán ante todo el repliegue sobre sí mismos, pero lo cierto es que son muchos años aumentando la apuesta por la quiebra institucional y socioeconómica de España para que la jugada no tenga tremendas consecuencias.

Cuando en cualquier tramo de calle uno sorprende conversaciones -entre jubilados, o entre barrenderos, o entre encorbatados- que reiteran “Esto es una dictadura” probablemente pueda excusarse en que “la gente” exagera, o con el socorrido “nos estamos (¡nos están!) volviendo locos”; pero el río suena porque la realidad supera las impresiones de los diarios y los falsos destellos televisivos.

La quiebra de España es moral, desde hace décadas: la Nación no reposa sobre nada, ni los españoles de la hora -ignorantes para empezar de sus propias Historia, costumbres y geografía- reconocen apenas los símbolos nacionales como tales. Ahora se presenta la quiebra institucional casi a la par, definitivamente, que la económica. Pero ninguna de ellas se pudiera haber dado con unos sólidos cimientos constitucionales.

Algo que valdría definir como “espejismo del 78”, al menos para que de una vez por todas nos atrevamos a encarar los graves problemas presentes de la Nación sin la camisa de fuerza de la ilusión de ese pasado añorado. Está en juego el futuro, que desde luego realizamos con nuestras apuestas de presente y nadie puede determinar para nosotros.

Es hora de empezar a crear esa España que nos importe a todos.

El planteamiento nacional del PP

…sigue siendo confuso desde principios de siglo, en este régimen del 11-M que preside ahora el plagiario Dr.Sánchez como una especie de reichführer por encima de todos los presidentes confederados -la Unión sería él, “presidente de España” con potestad federalizante-, mientras a Pablo Casado lo dejan como inútil sus propios “barones” regionales, por lo menos hasta que no sea él mismo el Presidente de “la Nación de naciones”.

De ahí que no haya habido respaldo unánime a la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso ante el hostigamiento sin tregua del Gobierno, pues que sujetos como Fernández Mañueco y aún más (aun con menos razones históricas) Núñez Feijóo, que lidera la estrategia (suicida) de los “barones” del PP -los citados más López Miras y Bonilla-, se consideran a estas alturas presidentes de estados federales (luego “naciones”, ¿no?) con su propia trayectoria al margen del resto.

Esto supone desmembrar un cuerpo político con la vana promesa de coser después sus partes y que funcione como tal cuerpo, pero si no se entiende que para semejante viaje no hacen falta 17 alforjas, tampoco se explica(n) bien esas trayectorias centrífugas que irían a parar al conjunto (España) se supone que gracias a “la cohesión y la solidaridad” que brindaría un Estado central pero descentralizado, nacional pero desnacionalizado, federal pero confederalizante. No se entiende un carajo.

Lo que no es óbice para retomar la principal cuestión política del momento, que atañe al PP como a Pablo Casado se le interpela con la moción de censura de Vox contra el Gobierno criminal y despótico del falso Dr.Sánchez: ¿piensa defender la Soberanía Nacional de los españoles o se va a avenir (cual abúlico Rajoy o maquiavélico Feijóo) al esquema divisor que potenció como nadie antes -pero que se encuentra inscrito a fuego en la misma Constitución- el malhadado José Luis Rodríguez Zapatero?

En “materia territorial”, todos en el PP repiten como loritos desde hace dos décadas los mantras que les han servido el PSOE y sus poco presentables aliados de hoy y de entonces (de la ERC al PNV), pero como el sistema democrático tiene que ver poco con ríos y montañas y valles y mucho con la voluntad de los ciudadanos (expresada no únicamente en las urnas) de vivir juntos, cabría sostener que no hay terruño sino sociedad.

Una sociedad que precisamente conformamos “los españoles” (a secas) habitemos donde habitemos -¡como si es en Madrid!- y que tiene como realidad patente la existencia del sistema de protección común conocido como Seguridad Social , con su doble solidaridad intergeneracional e “interterritorial” (luego nacional). ¿No debiera incidir en esto un Carlos Iturgaiz, por ejemplo, cuando su querido “Euskadi” lo mantiene en gran medida la Comunidad de Madrid que los socios del PNV (y con el apoyo abertzale) pretenden cerrar a cal y canto?

Qué cabría espetarle a Feijóo, que podría quedarse sin gallegos si pretendiera hacer caer sobre ellos solos los gastos sociales aparejados a la década, que se antoja más bien lánguida de inversiones y empleo y prosperidad para todos los españoles. ¿Van a seguir defendiendo Casado y los suyos los particularismos -presuntamente enriquecedores (pero de la casta, claro)-, fueros y conciertos, cabildos y autonomías que son “nacionalidades” (¡!), etc.?

¿Van a persistir en la defensa de sistemas fiscales asimétricos, 17 modelos educativos “diferenciadores”, un sistema de salud basado en la exclusión y la desigualdad tanto de profesionales sanitarios y funcionarios como de los mismos pacientes? Podrán seguir disimulando todavía un rato, pero el tiempo se les acaba a los dirigentes del PP. Muy pronto podrán comprobar qué les pasa a los de Cs, y no sólo en las encuestas. Pero parecen no percatarse de que ellos podrían seguir su camino de aquí a las próximas Generales.

La cuestión nacional es definitivamente la clave en el momento presente, más acá del cuestionamiento sistemático de la Monarquía por parte del PSOE y compañía, o de sus furibundos ataques contra jueces y periodistas. Se quiere de nuevo dividir a la Nación en grupos estancos (mujeres, inmigrantes, homosexuales, vegetarianos, catalanes) para prevalecer sobre ese escenario de regiones empobrecidas cuyos caudillitos se entretendrían echándose culpas y muertos los unos a los otros.

Pues entonces no cabe duda de que la alternativa ha de ser nacional, y aunque muchos en el PP repitan como loritos que ellos defienden “España”, o bien no son capaces de reconocer la más obvia realidad política, o bien no les preocupa excesivamente; pero a fecha de hoy, resulta que el planteamiento nacional del PP sigue siendo confuso, en este régimen del 11-M que padecemos los españoles desde hace ya demasiado tiempo.

Una estrategia para la Derecha

…pasa por realizar el preciso diagnóstico de la situación, que fue alterada radicalmente desde el mismo instante en que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al Gobierno con el PSOE utilizando los muertos de la masacre terrorista del 11-M contra el PP -el otro partido pilar del sistema nacido con la aprobación de la Constitución de 1978-, una vez producida ya la ruptura de PNV (Pacto de Estella, Plan Ibarretxe) y CiU (Declaración de Barcelona, Pacto del Tinell) con el marco legal vigente consensuado en los albores de la democracia.

EL RÉGIMEN DEL 11-M (O DEL 15-M)

Rotos todos los consensos por Zapatero en política interior como en la exterior, y desde el momento además en que el PSOE relegitimó a todos los perdedores de la Guerra Civil como “demócratas” en contra del “franquismo/fascismo” del PP con el fin apenas declarado de refundar el régimen a partir de una legitimidad de nuevo cuño -la que brinda (y pretende blindar legalmente) la “memoria histórica”-, la Derecha debiera haber reaccionado de un modo muy distinto al que por entonces hizo siguiendo el presunto liderazgo de Mariano Rajoy.

Para empezar con la cuestión del separatismo catalán, jamás debió permanecer el PP en las bancadas del Congreso -sede depositaria de la Soberanía Nacional, recuérdese- una vez aprobado por la vía torticera de la “reforma” un nuevo estatuto de autonomía manifiestamente anticonstitucional desde su mismo preámbulo, donde se expresaba que “Cataluña es una Nación” sin mayor ambage, constituyéndose de facto en sujeto político soberano ajeno y contrario al Pueblo Español -esto es: amputando la Soberanía Nacional con el visto bueno de una mayoría simple de diputados (incluidos los del “medio centenar” de Alfonso Guerra)-.

Respecto al consenso en materia antiterrorista, desde antes de alcanzar el Poder lo había traicionado ya Zapatero con la “vía Eguiguren”, tratando de sumar a ETA al nuevo consenso que esperaba fundar con la exclusión del PP del nuevo régimen. Para eso el PP debía ser “heredero del Franquismo” y los etarras emparentar con una antigua marca legitimada únicamente por su existencia en tiempos de la II República, caso de ANV, a la que se permitió concurrir electoralmente en flagrante violación de la Ley de Partidos, como después sucedió (y sucede) con Bildu y Sortu.

La denominación “proceso de paz” para el negociado político con los terroristas no era, desde luego, inocente: había que sellar “la Paz” con los propios antes de continuar la guerra contra los “enemigos” de la Derecha. Y Rajoy, que acusó inicialmente a Zapatero de “traicionar a los vivos y a los muertos” y reclamó las actas de los pactos contraídos por PNV y PSOE con ETA en Loyola, realizó otro de sus repentinos giros de veleta para acabar ofreciéndole su apoyo después del asesinato en 2008 de Isaías Carrasco -muerto que un tal Patxi López le arrojó en la misma capilla ardiente, cuando se trataba de otro de la docena de asesinatos imputables al PSOE por su “proceso” de colaboración estrecha con los etarras durante más de un lustro, en otra jugarreta pensada para rentabilizar electoralmente los cadáveres del terrorismo-.

EL PSOE, ALIADO DE TIRANOS

Con la sentada de Zapatero ante el paso de la bandera de EEUU durante el Día de las Fuerzas Armadas, después de la ignominiosa retirada de las tropas españolas de Irak, el PSOE se entregó a “la Paz” no sólo con ETA sino con sus ocasionales patrocinadores, la Cuba castrista y la Venezuela de Hugo Chávez, luego de Maduro, así como con la Bolivia de Evo Morales, todos ellos regímenes dedicados al narcotráfico al por mayor para financiar, junto a los petrosobornos de Odebrecht, “el Socialismo del Siglo XXI” del que acabaría naciendo Podemos (Poder Democrático Social).

También se prestó a relajar la postura de la UE respecto a la “Guerra contra el Terrorismo” desatada por el presidente Bush Jr., como hizo con Cuba, pergeñando esa insólita “Alianza de Civilizaciones” con Turquía para mantenerse equidistante entre EEUU y el yihadismo –“a la francesa” en tiempos de Chirac como de De Gaulle respecto a la influencia soviética-, Irán o las organizaciones terroristas que operaban (y operan) en Gaza, Líbano, Siria, Irak…

Tradicional amigo de tiranos, el PSOE actual de Pedro Sánchez ha superado de la mano de Podemos ese estadio de equidistancia que todavía resultaba presentable en la UE por una alianza sin parangón -vía Zapatero- con los narcorregímenes americanos, aunque no parezca por de pronto interesado en sustituir Arabia Saudí por Irán como socio preferente en Oriente Medio.

Pero la Derecha calla, después de haber protestado enérgicamente durante una temporada contra el Madurato (gobernaba el PP con apoyo de Cs), pues dejó de hablar de ello como de tantos otros temas según la agenda de Podemos -que ha marcado la agenda de la inmensa mayoría de los medios, consciente o inconscientemente, desde su irrupción en 2014 en la Eurocámara (al menos)- iba cambiando de día, semana o mes… con la finalidad básica de erosionar lo suficiente todas las instituciones, incluidos los partidos políticos, ante sus “contradicciones” y en aras de preparar el asalto final al Poder.

DEFENSA DE LA MEMORIA, DEFENSA DE LA HISTORIA, DEFENSA DE LA VERDAD

Como ha callado la Derecha durante cuatro décadas o más en lo relativo a la legitimidad del régimen del 78, que deviene inexorablemente del anterior a través de la reforma y no de la ruptura, por no asumir la realidad de que si la democracia fue posible en España a la muerte de Franco de manera no excesivamente traumática se debió a que la trajeron los vencedores de la Guerra Civil, de común acuerdo con los vencidos (PCE), y no debe nada a los antifranquistas sobrevenidos -muchos de ellos (prácticamente todos), hijos a su vez del régimen del 18 de Julio- que poblaron desde el principio las filas de PSOE, CiU, PNV y demás.

ETA fue la que decidió autoexcluirse del consenso democrático, hasta que Zapatero la llamó de nuevo al protagonismo político invistiendo a terroristas como Arnaldo Otegui como “hombres de paz”. Por eso era importante soslayar el papel político de las víctimas del terrorismo abertzale y ocultarlas en la confusión de “víctimas de cualquier violencia”, fuera “de género” o “parapolicial” o propia del “austericidio” (palabro contradictorio con el significado que se le quiere dar), etc.

En el fondo, lo que el actual vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias daba a entender a los proetarras en una herriko taberna con aquello de que ellos habían leído bien la situación durante la Transición era que todas sus víctimas de entonces eran el “enemigo”, “franquistas” a los que había que liquidar en venganza por “todos esos muertos” de la Guerra Civil al parecer compartidos por ETA, Podemos, PSOE, PNV, CiU, ERC, BNG… de manera exclusiva. Porque los muertos, “esos muertos”, no podían ser del PP, que por eso “patrimonializaba” las víctimas del terrorismo etarra como autodefensa.

Y los del PP a no meterse en problemas, claro. Para que no les llamaran “franquistas” aquellos que nunca han dejado de ensalzar a los varios criminales de guerra que pulularon en las filas del Frente Popular durante la Guerra Civil, comenzando por Santiago Carrillo, o directamente por Stalin. Por no hablar de los chequistas del PSOE, del PNV, de los follamonjas asesinos de la CNT de Durruti o de los innumerables criminales de ERC. De hecho, resulta inconcebible que puedan existir en democracia siglas como aquellas declaradamente guerracivilistas como PSOE o ERC, o la declaradamente racista del PNV.

PRIMERA CONCLUSIÓN

En síntesis: “la Guerra” le ha sido declarada hace tiempo a la Derecha (por parte de esta Izquierda impostada) y sin embargo hace como que no se entera. El diagnóstico es que el régimen constitucional del 78 murió el 11 de marzo (o entre el 11 y el 14-M) de 2004 y se convirtió por voluntad exclusiva y excluyente del PSOE y sus aliados en otra cosa, en la que ahora andamos enfangados, sin que el PP (“la Derecha española” hasta la irrupción de Vox en el Congreso) haya dejado de hacer el Tancredo desde 2008 a nuestros días.

[CONTINUARÉ]