La mala memoria del PNV

…le impide tal vez renunciar a sus siglas EAJ -Eusko Alderdi JELtzaileak, o Partido Vasco de los Partidarios de JEL (Hell!), “Jaungoikoa ‘ta Lege Zarrak”, esto es: “Partidarios de Dios y las Leyes Viejas”- aunque estén manchadas de sangre por su participación en el genuino golpe de Estado de 1934 contra el legítimo gobierno de la II República, o bien después en sus chekas particulares durante la Guerra Civil, o por hacer la vista gorda, un tal Telesforo Monzón, durante los asesinatos masivos en las sacas de las cárceles y los buques-prisión custodiados por el partido de Aguirre, ahora de Urkullu, Ortúzar y demás verracos meapilas descendientes directos de los vencedores del bando nacional de Franco allá por 1939, si bien la paz llegó antes para los vascos (incluidos los abertzales) habida cuenta de que las autoridades de “Euzkadi” rindieron Bilbao a los sublevados para no tener que perder hasta la camisa.

Uno comprende que estos hombres y mujeres del PNV no rindan exaltado culto al Caudillo después de todo lo que le deben -es como la célebre sentencia: “No sé por qué me odian tanto, les habré hecho algún favor”-, pero de ahí a aprobar una Ley de Memoria que les excluye, por ejemplo, de purgar como partido su pasado conspiratorio junto con sus primo-hermanos carlistas con entrenamientos paramilitares de “mendigoixales” en la Italia fascista de Mussolini durante el bienio azañista…

De traición en traición, a los gobiernos de la Restauración y a los de la República y a los del mismo Frente Popular que hasta les había aprobado el Estatuto, el PNV se presenta cada nuevo día como sin mácula alguna de ningún tipo; y, a pesar de que suelo insistir en que la Historia como tal les es completamente ajena a los abertzales por voluntaria y voluntariosa ignorancia -esto es: por desmemoria a voluntad-, cabría pedirles al menos un poco de respeto por sus propios muertos, ya que no son capaces de mostrar ninguno por los ajenos.

Muertos ajenos al PNV pero a quienes se lo deben todo, desde la conservación de la misma vida y las propiedades, pasando por su presunta “legitimidad histórica” entre nosotros los vascos, a todo su poder y hegemonía actual; y en este caso sí voy a meter en el mismo saco a todas sus víctimas propiciatorias, a todos sus chivos expiatorios: carlistas y falangistas, anarquistas y republicanos, miembros de partidos como la UCD, el PSOE, el PP, UPN; servidores públicos de las FSE y de la Administración de Justicia, y los mismos etarras que fueron convertidos por la clerigalla abertzale -antes integrista católica cuando Franco, recuérdese porque el ejemplo preclaro es el maldito obisparra Setién- a la religión del Odio creada por Arana Goiri’tar Sabin, ese pobre enfermo mental.

A todos los que han sido sacrificados en el altar de la Sacrosanta Patria de la Pasta y los Intereses de estos señoritos bizkaitarras que no escarmientan jamás en cabeza ajena cabe finalmente olvidar, si no se les puede en la mayoría de los casos perdonar: han sido desalmados, precisamente; los curitas vascos crearon demonios buscando recrear al mítico “buen vasco religioso y noble y hombre de palabra”.

Y es muy dudoso que en lo futuro vayan a aprender a cómo no ser traidores, divisores, perennemente guerracivilistas en su política de facción de jauntxos reunidos en la anteiglesia de su idealizada Aldea euskadiana. Hasta que no se den la vuelta las tornas, una vez más, y nos los encontremos de nuevo con otra chaqueta: como cuando Franco veraneaba en San Sebastián y se aparecían por el Puerto con sus boinas azules a hacerle toda clase de homenajes y reverencias. En rigor, siguen siendo los mismos desde los años setenta, si no antes: son los que viniendo del anterior régimen vieron que debían jurar la ikurriña y la farsa de los fueros o serían asesinados como tantos de sus compañeros.

La lista es larga, y no se salva prácticamente ninguno: básicamente porque, de no haber apoyado a Franco -¿no fue el naviero Ramón de la Sota quien le compraba a los ingleses la gasolina y demás para el Generalísimo del Ejército Nacional?-, no hubieran medrado después de la manera en que lo hicieron, comenzando por el felizmente extinto Javier Arzalluz -alguien de quien los propios jefes etarras en los tiempos más duros del terrorismo llegaron a pensar que prefería que siguieran asesinando-. ¿Pero acaso no eran casi todos los primeros jefes de la ETA hijos de la alta y no tan alta burguesía vasca educados en colegios de la Iglesia Católica?

A ver cuándo la ETaB retransmite algo al respecto… Para ir haciendo memoria, vaya.

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Rechazo de las leyes de reclutamiento

…es lo que cabría mostrar, al ritmo de los Pogues, si por las venas de los españoles corriera algo más que los restos de antiviruses, ansiolíticos, somníferos y posos de alcohol y resto de drogas duras (legales e ilegales) que nos vamos administrando día a día para poder transcurrir en este tiempo de Sánchez y compañía.

Y a despecho de que el protoCaudillo pretenda uniformarnos, con la falsa promesa añadida de que él en persona acaudillará las huestes de la Nueva Solidaridad Socialista, lo cierto es que como un Luis Enrique esquizoide podría provocar exactamente el efecto contrario como reacción en cadena de todo lo que en verdad se opone a sus designios megalómanos.

Pues no me imagino desfilando con marcialidad a todos aquellos que han hecho del disimulo y la discreción -“ahora no toca”, “es mejor dejar las cosas tranquilas”-, o del confort más bien precario y del bienestar fingido -“si digo lo que sé me la juego”, “es que yo tengo familia”-, las bases todas de este sistema de silencios cómplices y cobardías bien remuneradas.

Ni siquiera apetece ya dar más nombres: al final sabrá cada uno qué le reclama su conciencia; pero lo cierto es que entre los que carecen de tal -como el primer psicópata del país, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, y su adicto Iván Redondo, carente asimismo de escrúpulos de cualquier índole- y los puramente inconscientes de la situación…

“Españoles, la Patria está en peligro: corred a salvarla”, alertaba el afamado bando del alcalde de Móstoles en aquel Mayo Español en que verdaderamente fue la Nación la que se levantó contra el Invasor, y no sólo contra él -que también hubieron de guardarse las élites de la furia popular, de la gente, de los españoles de a pie… hasta que se reunieron de nuevo con ellos-.

Hoy la épica no pasa por sus mejores momentos, pero algo más que la Ayusada y sus tímidas consecuencias posteriores va a hacer falta para galvanizar una vez más a todas esas bases fecundas de la Nación Española que tan sólo están esperando -como en aquel 3 de octubre de 2017 con el discurso del Rey, ahora en apariencia tan remoto- un liderazgo firme y arrojado contra sus enemigos.

La hora es clara, las caretas ya cayeron mucho antes que las mascarillas -con la llegada de Zapatero al Poder en 2004 y su asunción de un “proyecto nuevo” para España, que pasaba por el Tinell y el negociado con la ETA; o lo que es lo mismo: por la exclusión del PP del nuevo régimen que iba a buscar legitimación en la fraudulenta victoria electoral del Frente Popular en 1936-.

El PSOE vuelve otra vez a las andadas prácticamente con los mismos aliados o “compañeros de viaje” que entonces -comunistas y “antisistema” (antaño anarquistas), ERC, PNV… Se trata de esa eterna Guerra Civil que no aceptan perder no ya en el pasado histórico, dado que efectivamente la perdieron, sino en “el Futuro”, último mantra y refugio de absolución para esta escuela de canallas.

No deberán extrañar entonces, de lograr sus propósitos la siniestra entente que nos desgobierna, las manifestaciones masivas de encuadramiento patriótico a lo chino -amenazan, a fin de cuentas, con “requisas de bienes” en la inconstitucional nueva Ley de Seguridad Nacional- a las que concurrirán encandilados nuestros profes de madrasa universitaria, los activos y pasivos del entramado LGQTvoyacontar, y demás caterva parasitaria.

Y al fin puede que todos tengamos lo que en verdad nos merecemos por nuestra pasividad de lustros, impostada o resignada, que tan bien hemos sabido conciliar con un mero nivel de vida poco exigente con cualquier deber cívico o patriótico, pero muy cómoda al fin de poder disponer de horas sin cuento para los consiguientes atracones de series de TV.

La pulsión nihilista

..de nuestra sociedad se evidencia cada vez que salen a la luz los datos sobre natalidad, bastante más indicativos que los de densidad de población para obtener cierta imagen fija de nuestra sociedad: un jubilado de más de 75 años que espera su segunda dosis de la vacuna antiCovid para poder seguir cuidando del único nieto de su descendencia de tres o cuatro hijos.

Claro que ahora mismo la mitad o casi de los hijos de la generación jubilada -pongamos que de 65 a 90 años- se encuentra en ERTE o en el mismo puto paro, tal vez desde hace meses o desde hace un par de años, y sin visos de salir de la estacada; claro que muchos de ellos no necesitan tampoco trabajar, viven de algunas rentas heredadas y propias: invirtieron en ladrillo mucho antes de la crisis…

Así que de no ser liquidada la opción antisistema de Podemos, la grave crisis económica -disfrazada o al fin traducida como “grave crisis sociopolítica”- podría cronificarse, volverse endémica, y suscitar finalmente ese estado especial de convulsión civil -en cada ciudad, calle a calle- que hace imposible la convivencia, incierta hasta la mera coexistencia, y propicia básicamente la erección de caudillos de bandas criminales y facciones violentas como garantes de la seguridad particular.

O sea: lo que se perpetró en el 34 por parte de PSOE-UGT, CNT, ERC y PNV; y lo que devino la tan manoseada como lastimera “II República Española” desde los primeros días del 36 hasta la derrota definitiva (!) del Frente Popular el 39, precisamente después de que los últimos reductos de poder del Frente se enzarzaran entre sí en una auténtica batalla sin cuartel por las calles de Madrid -como antes sucedió en Barcelona entre los estalinistas y los “hitlero-trotskistas” de CNT y POUM-. 

Ahora se trata de trasladar al imaginario público una especie de “Batalla por Madrid” (¿la del 36 o la del 39?), pero no cuaja; la cuestión es mucho más sencilla y se reduce a elegir entre lo bueno conocido en la gestión, que resulta además tolerante con la generalidad, o lo malo asumido como rasgo distintivo por el criminoso caudillejo de Podemos Pablo Iglesias y su chusma adicta de violentos extremistas de todo pelaje. 

El PSOE en el Gobierno está a la espera ansiosa de lo que suceda, aunque vayan quemándose en la campaña de manera tan torpe como innecesaria, y su propio candidato es el convidado de piedra al que todo el mundo hubiera podido invitar como “allegado” en las pasadas fiestas de Navidades sin mayor preocupación… Pero votarlo ya es otra cosa, ya.

Aun y todo, nada es descartable en esta España debido a la citada pulsión nihilista de sus gentes, que parecen vivir como si no hubiera un mañana ni delante ni -lo que es peor- detrás de sí mismas, lo que no redunda fácilmente en la asunción de valores y virtudes como el compromiso, la honradez, la templanza, la previsión ahorradora o la ética del (y en el) trabajo; ¡como para tratar de asuntos como el sacrificio, la disciplina, la urbanidad o la exigencia de responsabilidades a nuestros representantes!

Nos hemos acostumbrado quizás a esperar que nada puede durar demasiado -ni el mal español de los últimos quinientos o mil años, ni los males de nuestra joven (cuarentona ya) democracia, ni la crítica situación económica de los jóvenes, de los parados de larga duración, de las pequeñas empresas, de la misma Administración…-, porque de lo contrario no se comprende tanto hartazgo sofocado, tanta paciencia nerviosa, ¡tan pocas ganas ya hasta de hablar mal de nosotros mismos!

O tal vez se trate de mero senequismo, ¡más cornadas da el hambre! Si lo sabrán los del gremio…

Una sociedad inerme

…ante el desgobierno, zombificada (antes, durante y después del colapso), que parece seguir por inercia lo mismo las recomendaciones generales de las distintas administraciones -varias y plurales- frente al coronavirus que las consignas más obscenas del Gobierno Sánchez-Iglesias respecto a la Corona, la Guerra Civil o la unidad de España.

Ahora resulta que vamos a tener a Pedro Sánchez ocho años más (¡lo mínimo!) porque lo han debido de planificar mientras jugaban al póker unos “agentes” de los diversos estamentos del país, que a riesgo de ser asemejados a una especie de seres mitológicos resulta que agasajan al Señor Presidente en la Casa de América, y beben los vientos por él (por su magnanimidad…).

Pero no puede ser magnánimo quien ni siquiera ha vencido, quien no considera la realidad de los gobernados (por total falta de empatía) y se limita a la guerra de posiciones contra el (presunto) principal partido de la Oposición… Sánchez únicamente busca investirse de una autoridad por encima de lo político, para verlas venir y dejarlas ir… sin que nada le afecte.

Así que no es frívolo añadir que ahora mismo no hay Gobierno de la Nación, o ha devenido ilegítimo por su mero ejercicio -con todas sus mentiras, su negligencia criminal en la gestión de la pandemia por su nula capacidad de prevención y supervisión, las corruptelas asociadas a las compras de material sanitario…- en apenas tres trimestres de ejecutoria.

Y ¿cuál es la solución, la alternativa; de qué disponemos los españoles en la hora actual para afrontar tanto la gestión sanitaria de la pandemia como la grave crisis económica que ya padecemos hondamente; cómo canalizamos o encauzamos nuestro malestar (¿los medios de comunicación, los sindicatos, los partidos políticos?)…

Si algo vivimos en pleno primer cuarto del siglo XXI es la escisión entre los ciudadanos (“la gente”, “la sociedad”, “la Nación”) y nuestros presuntos representantes políticos, “sociales” y “culturales”. Con un perfil psicopático tan marcado como el de Pedro Sánchez y sus dos pelotas testiculares, Iván Redondo y Pablo Iglesias, las tornas parecen haber cambiado.

Ahora es de nuevo el Poder, incluso en “democracia”, el que está decidido a ajustarle las cuentas a la realidad de una sociedad que no les gusta a estos dementes “hijos del régimen del 78” -casi todos los dirigentes de la hora nacieron en aquella década-, y me parece ya tiempo de que se sea consciente de ello, plenamente. O las consecuencias serán devastadoras para todos.

Una nueva transferencia de responsabilidad

…a manos del PSOE opera sobre la actualidad acerca de la gestión de la crisis sanitaria causada por el coronavirus, que el Gobierno Sánchez-Iglesias ha delegado en las comunidades autónomas como si se tratase de otra competencia más, mientras se formula mal disimulada la acusación a los ciudadanos de ser ellos quienes podrían provocar la extensión de la epidemia.

Ciertamente, depende de cada uno hasta cierto punto frenar los contagios, pero no es esto lo que han dado a entender las autoridades sanitarias con su estrategia de reclusión forzosa de la población en general, habiendo minimizado con anterioridad al 8-M el grave riesgo inminente que amenazaba a los españoles desde hacía al menos un mes.

Los caudillos totalitarios actúan así, convirtiendo cada uno de sus disparates, desastres y crímenes en objeto de proceso contra “el Enemigo”, ese “Otro” que, no siendo elemento del Movimiento (o incluso perteneciendo al mismo) resulta tan desechable en cuanto persona como útil y acaso rentable como chivo expiatorio. Y lo peor es que les funciona (antes en la URSS como ahora en China).

Entre nosotros, los socialistas españoles acabarán por hacernos creer que fueron los botellones en las residencias los que han (de)generado las peores cifras mundiales de defunciones por la Covid-19, de sanitarios infectados y de períodos de reclusión (con sus fatídicos datos económicos y sociales aparejados), por no hablar del perjuicio causado a los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos.

Ya hicieron creer durante el mandato de Rajoy que el PP era el partido más corrupto de España, cuando las cifras reflejadas en los sumarios juzgados y sentenciados con imputados y condenados del PSOE (o el PSOE como organización, o la UGT) escandalizan incluso fuera del mundo occidental. También le atribuyeron, contra toda evidencia, los “recortes” sociales que nos legó el incalificable gestor conocido como ZP.

Entonces Rubalcaba –“yo lo sé todo de todos”, decía en sus ratos villarejos- se parapetaba detrás de la presunta espontaneidad del 15-M, aunque con alevosa diurnidad venía de votar aquello impuesto por la UE al propio Zapatero para que la devolución de la deuda antecediera al pago de las pensiones, reforma de la Constitución mediante, que efectivamente Rajoy también apoyó una vez seguro de heredarle el cargo.

Sucedió con el asesinato de Isaías Carrasco antes de las Generales de 2008 -con un Patxi López espetándole a Rajoy aquello de: “¿Y ahora qué dices de que traicionamos a nuestros muertos?”- y simultáneamente los socialistas transfirieron el protagonismo social de la culpa de la ETA asesina a un “Machismo español” que ocasionaba “víctimas de violencia de género”, que desde entonces sustituyeron en el espacio público a las del terrorismo.

Por supuesto sucedió con la masacre del 11-M, cuyo horror y cuya responsabilidad (práctica culpabilidad: “Gobierno asesino”, etc.) fueron transferidos en todas sus dimensiones al presidente saliente José María Aznar y, por extensión, a todo el PP -contra “la Guerra” llegó “la Paz” de ZP, que ya había encomendado a Eguiguren años antes la aproximación a los terroristas para informarles de sus buenas intenciones para con ellos-.

En rigor sucedió ya con el 23-F, puesto que el “Gobierno de concentración” que presidiría Armada tenía como vicepresidente a Felipe González y no faltaban tampoco Narcís Serra o el recientemente difunto Enrique Múgica (junto con varios socialistas más), lo que no fue óbice para que la mayoría del electorado decidiera rechazar a una UCD ya muy castigada -y encima “por el Cambio”…

EL PSOE NO CAMBIA

Eran otros tiempos, desde luego; aunque el PSOE siga pretendiendo que votar sus listas infectas de procesados por corrupción y familiares en todos los grados representa votar “cambio”. Cambio de qué: ¿de nombres, de costumbres, de tácticas y estrategias, de ideas? Nada de eso: es otra seña identitaria más, como un tatuaje antiguo que ya no significa nada.

Hace un siglo acusaron de corrupción a los partidos de la Restauración y se aprestaron a colaborar con la dictadura de Primo de Rivera (con la UGT en pleno) y su “diálogo social”. Luego fracasó el Directorio y se posicionaron los primeros para tomar al asalto el Gobierno de la II República, que tanto contribuyeron a socavar Largo Caballero e Indalecio Prieto antes de lanzar la insurrección (para la guerra civil) en Octubre del 34, con anarquistas y la colaboración de PNV y ERC.

Luego en comandita con la CNT y el PCE robaron las elecciones como Frente Popular, se apoderaron del Estado y comenzaron con su plan de genocidio (la prueba es Paracuellos), antes de que Negrín le vendiera el Gobierno a la URSS junto con las reservas de oro del Banco de España y parte de lo que aún quedaba del Estado «republicano», pues con ello perseguían alargar la guerra para enlazarla con la que iba a ser denominada Segunda Guerra Mundial.

Y no escarmientan, no descansan en su estupidez, les guía una extraña Idea que no concuerda casi nunca con la sociedad que tienen delante, pero les da igual: la culpa es siempre de los otros, de la Derecha, de los que están en frente o simplemente pasaban por ahí. Así lo creen porque lo han interiorizado y eso explica, tal vez, por qué se la pasan 80 años después de acabada la guerra removiendo tumbas de propios y ajenos.

Al cabo, la culpa de todo la tuvieron (la tienen) “los fachas”, “las Derechas” o Franco (¡los tres!). Como ahora con el coronavirus -“la maldición de Francokamón”, que le llama Federico- igual resulta que la tiene el Rey.

Los hombres patriotas

Hace poco, poco tiempo, existieron unos hombres pérfidos e hipócritas que pretendían sojuzgar a los demás hombres y convertirlos en esclavos, y deseaban hacer de su particular patria un todo excluyente en que sólo pudieran encontrarse los mejores, es decir, los que por ellos fueran designados como mejores.

Los hombres patriotas habían surgido de la mediocridad del miedo y la humillación, de una guerra horrible entre hermanos de ignoradas ideologías ignorantes de los hombres; los hombres patriotas habían conservado en paño de oro su odio irracional, y habían aguardado durante tiempo para expulsarlo hacia la gente sobre la que ahora gobernaban.

Al principio, los hombres patriotas se habían constituido en partido para defender los intereses de su particular patria, y muchos hombres habitantes de la misma habían engrosado sus filas con devoción e idealismo, con ganas de hacer de su patria pequeña una más grande en la que pudieran vivir prósperamente y en la que no tuvieran que ocultar sus ideas ni sus tradiciones, en la que no tuvieran que callar su lengua ni su opinión, en la que pudieran ser libres como antaño habían sido. No todos los hombres de la Patria Pequeña engrosaron el Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, pues veían en él cierto odio reconcentrado y camuflado en el ideal de prosperidad y defensa de las libertades de la Patria Pequeña.

Cuando los hombres patriotas alcanzaron por mayoría en el libre juego, en la lotería de «Las Elecciones Libremente Aceptadas», el Gobierno Patriota Popular de la Patria Pequeña, se produjeron múltiples estallidos de júbilo y alegría entre los ciudadanos votantes del Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, y pronto se pudieron apreciar los primeros efectos de esta victoria con el reconocimiento, por parte de la Patria Múltiple, de la Distinción de Los Otros otorgada a la Patria Pequeña. Aquel día se enarbolaron banderas multicolores en gran parte de los balcones del lugar, y todo el mundo salió a las calles a festejarlo con libertad y vino.

Pasaron algunos años y la situación no había cambiado en exceso. Es decir, había cambiado bastante, pero los hombres patriotas no lo veían así pese a que cada vez habían ido consiguiendo más y más favores de la Patria Múltiple. Los hombres patriotas, en todo aquel tiempo, habían edificado numerosos Centros de Educación Patriótica para la Defensa de Nuestra Particular Patria; habían unificado los diferentes dialectos de la Lengua Patriótica y Popular de la Patria Pequeña; habían ordenado leyes para establecer la Convivencia Particularmente Patriótica y habían fomentado, desde el Gobierno Patriota y Popular, una serie de costumbres y ritos que, al parecer, eran los adecuados y necesarios para la restitución completa de las libertades y la prosperidad perdidas en aquella lejana guerra, pérdida que ellos achacaban, particularmente, a los hombres pertenecientes a la Patria Múltiple.

En un primer momento, todos aquellos hombres de la Patria Pequeña que no habían votado al Partido Defensor de Nuestra Particular Patria se habían sentido discriminados por las Leyes de Defensa Patriótica, pero tampoco se habían visto atacados directamente, o al menos no podían demostrarlo, y muchos hubieron de callar por falta de argumentos y por miedo a que la Convivencia Particularmente Patriótica se resquebrajara como, al parecer, «antaño, aquellos, Los Otros, Los de la Patria Múltiple, resquebrajaron nuestra Particular Patria y nos persiguieron a Todos.»

En un segundo momento, algunos de los hombres de la Patria Pequeña, que no creían que hubiera de reconocérseles una Distinción de Los Otros, se atrevieron a sugerir que la Patria Pequeña pertenecía, realmente, a la Patria Múltiple, y que siempre había sido así y que no había por qué alterarlo; se atrevieron a sostener que los hombres que habían destruido las libertades de la Patria Pequeña habían sido sólo algunos de los que integraban la Patria Múltiple; se atrevieron incluso a hablar en voz alta a los hombres patriotas y a pedirles que dejaran de adoctrinar en el Odio a Los Otros a sus hijos, que asistían a los Centros de Educación Patriótica para la Defensa de Nuestra Particular Patria como la práctica totalidad de los nacidos en la Patria Pequeña.

Los hombres atrevidos que habían hablado, que habían intentado convencer con palabras a sus hermanos, fueron entonces llamados ante el Tribunal de la Santa Defensa y juzgados y condenados.

-Os habéis atrevido a rebelaros contra el Gobierno Patriota y Popular; habéis difamado la Enseñanza Patriótica y Popular; habéis tachado de falsas las Tradiciones Patrias y los Ritos Santos de Defensa; oh, ingratos: ¡merecéis ser condenados!

Lo cierto es que nadie impuso una condena, pese a que el Tribunal ya había emitido su veredicto, pero poco a poco, en circunstancias extrañas, uno a uno los hombres de la Patria Pequeña que se habían atrevido a pedir la paz y la palabra fueron desapareciendo. Los informes forenses revelaron que todos ellos habían sido víctimas de la mordedura de una extraña serpiente, no conocida hasta entonces en aquel lugar, y que su muerte había sido instantánea, pero no aportaron luz a las extrañas desapariciones ni se encontró nunca a las serpientes que ocasionaron las muertes.

Siguieron pasando años y nada había cambiado en exceso. Es decir, habían muerto aquellos atrevidos, se habían reforzado las Leyes de Defensa contra Los Otros, se habían edificado algunos Centros de Educación contra Los Otros y el Gobierno Patriota había exigido al Gobierno Democrático de la Patria Múltiple una cesión de territorios limítrofes a las fronteras de la Patria Pequeña; todo se le había concedido al Gobierno Patriota, y por eso nadie, ni siquiera los mismos hombres votantes del Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, se sorprendió cuando la Patria Pequeña cayó como un fruto podrido de una de las ramas en que se dividía, inexorablemente, la Patria Múltiple.

Entonces comenzaron las restricciones: el Gobierno Patriota dictó nuevas Leyes de Defensa para restringir la «contrainformación, nociva para la Convivencia Particularmente Patriótica, que elaboran Nuestros Particulares Enemigos del Otro Lado», es decir, de la Patria Múltiple.

Muchos ciudadanos de la Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular, como designaba el Partido a la Patria Pequeña, comenzaron a inquietarse viendo que quedaban incomunicados con el exterior; acudieron a ver a los Grandes Jefes Libertadores de la Patria para informarse de lo que sucedía en realidad, y estos les dijeron que todo lo que pasara a partir de ahora sería «en bien de Nuestra Particular Patria y de los hombres patriotas».

No muy convencidos regresaron a sus casas, al igual que aquellos empresarios que acudieron a ver a los Responsables del Partido para interesarse por el éxito de sus productos en el exterior y recibieron, por toda respuesta, la sentencia de que «todos los productos de Nuestra Particular Patria aportarán beneficios en sumo grado a Nuestra Particular Patria, y no a la Patria de Ningún Otro.»

Tampoco las flamantes Juventudes Patrióticas recibieron compensación alguna por las múltiples y pintorescas actividades de propaganda y difusión de la Ideología Patria Popular desplegadas; tampoco por sus incesantes actos multitudinarios para el Fomento de Nuestra Particular Lengua; tampoco por sus algaradas callejeras, sus sobres con amenazas, los destrozos en las calles para exigir al Gobierno Democrático de la Patria Múltiple -actual Gobierno Esclavo de la Patria Desgajada- la Separación Patriótica y Popular; y no recibieron tampoco, por supuesto, porque ya no las necesitaban ni a ellas ni a ellos, la ayuda económica que requerían para seguir incubando a sus extrañas serpientes.

Pasaron unos cuantos años más, ya muy pocos más, en la Cronología Patriótica de la Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular. Los grupúsculos de hombres «no integrados; no patriotas; no particularmente hermanos nuestros: Enemigos, es más, amigos de Los Otros, nuestros Enemigos» habían sido desterrados; los hombres votantes del Partido que hacían demasiadas preguntas «poniendo en tela de juicio las Leyes de Defensa Contra el Enemigo, la Verdad Patriótica de Nuestra Particular Televisión, el Santo Gobierno Patriota y Popular» habían sido purgados; los hombres patriotas que mostraban algún tipo de duda u objeción, o que parecían mostrarlas, eran ajusticiados regularmente.

Los Grandes Jefes Libertadores de la Patria deliberaban, mientras tanto, para continuar ejerciendo el usufructo del poder:

-¿Tal vez la invasión de la Patria Bruna, o de la Patria Sur?

-Demasiado esfuerzo para el Ejército Patriótico; somos una nación pequeña.

-¿Quizás una subida de los Impuestos Populares?

-Nuestros empresarios ya no pueden con las cargas para…

-¡Al pueblo, hombre! Me refiero a que el pueblo sufrague nuestra economía autárquica.

-Vaya, no sé…

-Tal vez recrudeciendo las leyes consiguiéramos mayor delincuencia.

-¿Y eso en qué nos beneficia particularmente a nosotros?

-A más delincuencia, más represión y…

-Y ya tenemos toda la represión, ¿a qué más?

-Y más prisiones, más gasto público para construir cárceles o, en su detrimento, más condenas y ejecuciones.

-No sé; no me convence como política económica, aunque siempre viene bien para garantizar la seguridad de Nuestro Particular Gobierno.

-Cierto.

Finalmente, los Grandes Jefes Libertadores de la Patria decidieron convertir la Pequeña Patria en colonia penitenciaria e intentaron vendérsela a la Patria Desgajada para que pudiera colocar allí su excedente de reclusos, pero resultó que la Patria Desgajada ya no tenía dinero y había abolido, además, las penas de cárcel.

La Pequeña Patria, convertida en la peor de las prisiones, acabó en ruinas, empobrecida, incivilizada, reprimida, purgada, excluida y desgajada, pero, al menos, la hierba verde que renació, después de tantos años, entre las piedras destruidas de la extinta Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular, sirvió de alimento a los últimos habitantes que subsistieron en aquel lugar: las vacas.

8 de mayo de 1998