Por no hablar de Cataluña

…ni mucho menos del País Vasco (o de Valencia, o de Baleares, ¡o de Galicia!), el PP de Pablo Casado se ha puesto a hablar de Madrid, donde arrasa… Díaz Ayuso, del PP -¿del “PP de Pablo Casado”? Esta es la cuestión… para Pablo Casado, pero no para los demás dirigentes, militantes y simpatizantes de la formación-. ¿De veras vuelve la caza de brujas rajoyana al PP?

Hay una mayoría clara de ciudadanos españoles dispuestos -casi diría que preparados a conciencia, a lo Savater- a votar por las candidaturas de PP y Vox para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa y poder con ello retomar, aun a trancas y barrancas, la senda de las reformas democráticas de la que la Nación -“concepto discutido y discutible”- fue desviada por el perverso Zapatero desde 2004.

Entre dichas reformas, por descontado, el nuevo Gobierno debiera resolver con arreglo a la Constitución la elección de los jueces, el establecimiento de un sistema educativo nacional digno de este nombre y exigente en pos de la excelencia, la implantación de una tarjeta sanitaria para todos los españoles de uso en cualquier lugar del territorio nacional…

Pero en el PP no parecen del todo dispuestos a hacerse cargo de semejante responsabilidad -decisiva para el porvenir de España y de los españoles en las próximas dos o tres décadas-, y de ahí su constante distanciamiento de las posturas de Vox, no hace tanto defendidas con ilusión y hasta coraje por buena parte de los simpatizantes, militantes y dirigentes del PP.

A estas alturas de la legislatura (y del embrollo) que comanda el psicopático mádelman que se pretende Presidente, reiterar que Casado sólo alcanzará el Gobierno con el apoyo de Vox -porque de lo contrario, de apoyarse en un PSOE de Sánchez semiderrotado, llevaría a la definitiva quiebra moral (¡y política también!) al PP- no sirve, en rigor, de nada.

En el PP debieran ser perfectamente conscientes de ello, habida cuenta de la situación estrictamente política en comunidades como Andalucía, Castilla y León y Murcia -donde sus gobernantes dependen del apoyo de la formación de Santiago Abascal- no menos que en otras como el País Vasco o Cataluña, donde los “populares” se encuentran al borde de la extinción.

Más aún, de atender a las encuestas que tanta coartada habitual les proporcionan para no hacer nada a los gerifaltes de Génova, los ciudadanos dan por descontado esa mayoría de PP y Vox, que además entienden que debe alcanzar el rango de absoluta para, precisamente, llevar a cabo sin dilación y con firmeza las reformas democráticas antedichas y otras tantas en consonancia con ellas.

Y algunos, por no hablar de “lo de Cataluña”, barajando los nombres de una Camins o de un Martínez-Almeida para presidir el partido de Isabel Díaz Ayuso. Déjà vu?

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Un discurso contra la violencia

…desde el Gobierno o cualquier otra institución de un Estado democrático queda siempre cojo si no se apoya en el recuerdo, a modo de máxima weberiana, de que el monopolio de la violencia le corresponde a él, al Estado, en cuanto institución surgida del acuerdo entre todos los individuos que componen el cuerpo político para, precisamente, preservar la vida y la propiedad de cada uno de forma pacífica con arreglo a la Ley.

Por descontado, para las lumbreras complutenses de Podemos todo lo anterior no es más que pura abstracción sin reflejo en la realidad “real”, que no es más que simulacro o representación del Poder actualmente detentado por las oscuras fuerzas de la Reacción: de “la Banca” a los partidos “burgueses”, de las multinacionales al imperialismo USA, etc.

De aquí que se haga necesario emplear la violencia legítima como expresión del descontento de “la gente”, una vez cerradas las demás vías de “participación democrática” o de protesta contra lo que consideran un entramado legal deliberadamente represivo de libertades y derechos individuales y colectivos, servido por jueces facinerosos como parte del establishment.

En rigor, lo más asombroso de todo es la invariabilidad de esta pseudocrítica antisistema con ínfulas de originalidad y clarividencia, a pesar de que Podemos sea producto directo de la casta profesoral o establishment parasitario de las instituciones educativas del país, dechados de “liberalismo” sindical y librepensadores al servicio de teocracias como la de Irán o dictaduras militares como las de Venezuela y Cuba.

Más no hay tal contradicción, como también pudimos comprobar en el caso de Bildu cuando se encaramaron -con la debida ayuda de PNV y PSE- a los gobiernos del Ayuntamiento de San Sebastián y de la Diputación de Guipúzcoa hace ahora prácticamente una década: por la mañana ocupaban sus escaños y por la tarde se ponían a la cabecera de las habituales manifestaciones contra el progreso y la prosperidad -contra la inversión en infraestructuras, básicamente-.

El resultado fue que hasta su propia gente les dio de lado en cuanto comenzaron a notar lo oneroso y chapucero de un sistema que, por de pronto, pretendía sustituir la incineración de residuos por su conversión en abono “compostable”. Como hablamos de una de las provincias más industrializadas de España y de Europa, la cosa no cuajó: y eso que la mafia etasuna hizo colgar ganchos para la recogida selectiva (“puerta a puerta”) de la basura hasta en la fachada de la centenaria Universidad de Oñate.

Es como cuando el líder podemita Pablo Iglesias se hace pasar por un concienciado y concienzudo luchador por el “derecho a una vivienda digna” fomentando al socaire de este irrelevante artículo constitucional todo tipo de ocupación ilegal y, a la postre, avanzando su proyecto de expropiaciones a discreción, que es lo que a él como a cualquier caudillejo fascista o comunista -de esos que trata asiduamente en Hispanoamérica, ¡ejem!- más les gusta.

Hablamos de quien dispone, como vicepresidente segundo del desGobierno Sánchez-Iglesias, de tres docenas de guardias civiles para custodiar su chalet de lujo en la próspera vecindad de Galapagar, en las inmediaciones de El Escorial, donde tuvo su residencia física y espiritual el que fuera uno de los más grandes emperadores de la Historia, Felipe II, por cierto uno de los gobernantes españoles, con Franco, más austeros que han conocido los anales.

Casi como el pelanas que mantiene en la Presidencia a un Pedro Sánchez tan impávido ante la realidad como inasequible al desaliento, y que cuenta en su Gobierno con quien ha de acabar con él por las malas si no se lo quita antes de en medio, para lo que cualquier ocasión puede resultar idónea -a ver qué piensa Iván-; sobre todo ahora que tiene en sus manos al PP (descuajeringado, eso sí) y las cenizas de Ciudadanos.

Pero esto le expondría, obviamente, a una guerra total no sólo contra Podemos sino también contra ERC y JxCat, Bildu y las CUP, etc. Y no parece que ahora mismo, si no cuenta con el respaldo total del PP, pueda atreverse a emprender semejante cruzada (que necesariamente habría de ser violenta) y menos después de haber desprestigiado y abandonado sobre la marcha a policías, fiscales y jueces que han plantado cara durante décadas a etarras, separatistas y antisistemas.

El PSOE de Sánchez ha dejado de ser, en este sentido, un “partido de Estado” para revelarse únicamente como otra de las facciones al asalto del Poder, que luego cuartea y subastea, negocia y malbarata con sus puntuales aliados del resto de facciones. Este nefasto y psicopático personaje no comprende qué es un Estado y sobre qué haz de legitimidades reposa su autoridad, ¡cómo para tratar de explicarle lo del “monopolio de la violencia legítima”!

Una estrategia para la Derecha (III). Las cuestiones básicas

…que deben constituir la alternativa al Frente de la Izquierda (PSOE-Podemos) apoyado por los separatistas pueden ser reducidas a dos: el fortalecimiento de las instituciones y la reforma del sistema educativo. Entiéndase que no son asuntos para tratar en una serie de eslóganes electorales, sino para trabajar en el día a día en aras de preservar y desarrollar los que son ambos fundamentos de la prosperidad y bienestar de las sociedades en el siglo XXI.

FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES

PP, Vox y Cs han incluido en sus programas numerosas propuestas para despolitizar la Administración de Justicia y la elección del CGPJ, y no fue poco grave que el partido de Casado se viera salpicado por uno de los últimos tejemanejes con el PSOE a la hora de repartirse los togados en el órgano de gobierno de los jueces. Por el bien de todos los ciudadanos, los tres partidos deben insistir en la vuelta al sistema originario preconizado por la Constitución de 1978.

Más relevante si cabe es la superación del actual “Gobierno parlamentario”, por escasamente representativo y porque genera taras como el “mandato imperativo” o “cierre de filas” de los diputados con su jefe de partido, sea este presidente del Gobierno o “jefe de la Oposición”, degradando la política parlamentaria a un mero intercambio de ataques entre facciones.

Separar el Legislativo del Ejecutivo es requisito básico para consolidar un sistema representativo y erradicar tanto la corrupción partidista como la dependencia del Gobierno de grupos minoritarios. Para ello es preciso reformar la Ley Electoral, y aún antes la misma Constitución. Por supuesto, ello implicaría que la suma de PP, Vox y Cs superara los tres quintos del Congreso, pero es que si no alcanzan dicha mayoría en el medio plazo la democracia podría degenerar en caudillismo.

La alternativa al Frente de la Izquierda debe ser de fondo, con una estrategia a largo, que no se limite a la reducción parcial del daño provocado por el populismo, sino que lo extirpe de todas y cada una de las instituciones: de la judicatura a los partidos, de los medios de comunicación a los sindicatos, de las universidades a los ayuntamientos. Prestigiar las instituciones frente a quienes las atacan pasa tanto por respetar su independencia como por mejorar la cualificación de sus miembros.

REFORMA DEL SISTEMA EDUCATIVO

En el mismo sentido, PP, Vox y Cs deben presentar un proyecto compartido de reforma integral de la Enseñanza, que tenga como base la instrucción pública universal y como meta la excelencia, que reconozca el mérito pero también el esfuerzo, que prepare mentalmente a los alumnos para decidir su carrera en la universidad, en la formación profesional o en otro tipo de estudios demandados por el mercado.

No siempre la Universidad procura trabajo; pero una vez cumplidos los 18 años todo joven debiera estudiar o trabajar, o ambas cosas a la vez, para paliar el declive de la población activa que se acentúa cada año en una sociedad envejecida como la española, mientras aumenta al par el número de jubilados dependientes de la Seguridad Social.

Elevar el grado de exigencia en la Escuela, en el acceso a la Universidad, en el mismo acceso a la Función Pública para docentes (y no sólo para ellos), junto con la superación de las doctrinas pedagógicas que han convertido los centros educativos (también superiores) en guarderías de adolescentes crónicos (incluidos los profesores) es el gran reto del sistema educativo español, cuestión en la que parecen coincidir PP, Vox y Cs.

Terminar con la endogamia en la Universidad y prestigiar y extender la Formación Profesional redundará en beneficios tangibles para la sociedad, las empresas y el Estado: potenciará la investigación, la cualificación y la innovación; reducirá el despilfarro y la corrupción en las facultades, fomentará la competencia entre centros y acabará por disminuir considerablemente el paro (sobre todo el que se ha cronificado en ciertos sectores de edad).

POR UNA ALTERNATIVA MODERNA A LA DECRÉPITA ESPAÑA DEL SOCIALISMO

No se trata de enumerar ante la opinión pública un discurso lleno de buenas intenciones, sino de apostar por el que saben (PP, Vox y Cs) único modelo de éxito para una sociedad del siglo XXI: el que se basa en la libertad y en la igualdad de oportunidades (acceso universal a la Educación y a la FP), en el esfuerzo y en la exigencia tanto como en la selección de los mejores, así como en el requisito del mérito para la promoción del funcionariado y en el reconocimiento de la función social de las empresas.

Básicamente, se trata de defender todo aquello que odian los representantes actuales de la Izquierda en España (PSOE y Podemos), que sólo pueden aspirar a controlar todos los mecanismos sociales e institucionales para tratar de imponer a todos la hegemonía de una ideología atávica que desconfía de la libertad personal, que execra el mérito tanto como el lucro legítimo y que se muestra incapaz de gobernar la complejidad de una sociedad que les viene tremendamente grande.

Con el fortalecimiento de las instituciones y la reforma del sistema educativo vendrán los cambios en ámbitos como el económico, pero también de mentalidad de los ciudadanos: España se ha convertido en escenario de una permanente protesta airada, de una queja continua e irritante, de una inmadura insubordinación contra los elementos básicos del capitalismo y de la misma democracia. Por ello PP, Vox y Cs deben abandonar todo populismo para dotar de autoridad a su discurso.

Cambiará así además, paulatinamente, la visión de los españoles hacia la Nación y el papel internacional que debe interpretar España, lo que demanda de una política exterior digna de tal nombre, coherente y sostenida en el tiempo por parte de PP, Vox y Cs, que enfrente su modelo al “bolivariano” actual de PSOE y Podemos, entre Cuba e Irán con parada en Gaza y visita a Moscú.

TERCERA CONCLUSIÓN

En vez de entretenerse subrayando los matices que diferencian sus propuestas, PP, Vox y Cs debieran cerrar filas en torno a las cuestiones básicas, incluso con la firma de pactos -a la manera de «pactos de Estado» pero no con un Gobierno anticonstitucional, sino entre las fuerzas que defienden la Nación y la democracia-.

Así lograrían ofrecer una verdadera imagen de unidad ante la base electoral de la Derecha sin renunciar de primeras a las siglas, y al par sentarían las bases para la futura unidad de acción (electoral o postelectoral) que aquélla les demanda para enfrentar al Gobierno del Frente de la Izquierda como una alternativa sólida y creíble -algo que puede comenzar a hacerse a partir de los acuerdos alcanzados ya en las autonomías que gobierna el Centro-Derecha-.

Ello implica de partida resaltar la absoluta coincidencia de fines de los tres partidos en materias como las citadas del fortalecimiento de las instituciones (incluida la política exterior de España) y de la reforma educativa, o lo que es igual: rebajar las expectativas y pretensiones propias con el fin de evitar los roces y desavenencias entre los tres partidos «amigos», a quienes de todas las formas va a tratar de dividir el Frente de la Izquierda como prácticamente la única estrategia viable para aferrarse al Poder.

[CONTINUARÉ]