El juego está claro para todos

…menos para la UE, ese pacto germano-francés que no funciona siquiera ante la amenaza bélica de Rusia, no digamos ya respecto a cuestiones relativas a África, América y Asia. Hablamos de una presunta Unión, esencialmente económica, cuyos miembros funcionan de manera tan independiente como para andar compitiendo con malas formas por el vital suministro energético: véase el caso de Italia con Argelia, o la negativa de Francia a que España suministre gas directamente a Alemania.

Pero también se funcionó igual en lo peor de la pandemia de coronavirus, donde toda solidaridad entre países de la UE brilló por su ausencia sobre todo a la hora del suministro de material higiénico (mascarillas, gel y guantes). Claro que en España, habituados como estamos a quedarnos solos en nuestra política exterior, toda solidaridad de la UE es pensada en formato fondos sin control para que sean malversados por nuestras insanas autoridades, siguiendo básicamente el modelo de Saqueo institucionalizado establecido por el PSOE en Andalucía.

Ahora el déspota que nos desgobierna, el infame Doctor Sánchez, se hace Las Américas para lustrar las botas de los narcoterroristas bolivarianos, al fin y al cabo “compañeros de viaje” en su Gobierno hacia la nada vía Podemos, su sucursal en Europa; con lo que acabará de convertir España en una auténtica cabeza de puente para las injerencias guiadas por Cuba en el seno del viejo continente, que no han de ser menos lesivas que las injerencias rusas si nos atenemos a la década de los 70 con la eclosión de grupos terroristas financiados también por Libia e Irak.

Teniendo en cuenta que Sánchez ha logrado liquidar de un golpe nuestras relaciones con Argelia, después de haber renunciado a la postura tradicional sobre el Sáhara (que es la de la ONU), perjudicando gravemente los intereses españoles y enfeudándose de paso al suministro de gas de USA y Rusia -¡ahí es nada!-, lo único esperable de los socialistas es que no vuelvan a fustigarnos con sus eslóganes sobre la maldad del “unilateralismo” y el respeto a “la legalidad internacional”, cuando ellos no son más que unos chapuceros improvisando sobre la marcha.

Mejor que aprendan de Macron, que siempre -siempre que puede porque le dejan, claro- hace lo que le sale de la entrepierna en el bien entendido de que defiende así los intereses de Francia, únicos intereses que han interesado a los franceses y desde luego a sus gobiernos desde tiempos de Francisco I, lo menos; sólo que entonces se aliaban con el Turco que estaba a punto de invadir Italia un siglo y medio después de haberse quedado con media Europa, y ahora colaboran con Putin en cuanto pueden con el objetivo deliberado de debilitar a Alemania.

En el centro de todo, el territorio de Ucrania como campo asumido de experimentación bélica, con USA y Reino Unido como principales interesados en el desangramiento ruso sobre el terreno y su asfixia económica en el interior, lo que de paso deja a la citada UE en tierra de nadie una vez más, sin voz protagonista ni papel mediador alguno, por su incapacidad manifiesta de armar una fuerza bélica considerable como tal UE, pues sólo Francia y los británicos pueden presentar en el campo de batalla algo por el estilo.

Luego está el caso de Turquía, con otro ejército considerable al servicio, se supone, de la OTAN, si bien no se han cansado de reiterar los principales socios de la Alianza que “ésta no es una guerra de Rusia contra la OTAN” -¿cabe mayor hipocresía, a todo esto?-, razón por la cual no ha habido hasta la fecha exclusión del espacio aéreo ucraniano aunque sí amenazas de bloqueo del Mar Negro; de nuevo, según lo que le apetezca al caudillo turco Erdogan, por lo que la dirigencia ueropea se puede felicitar: ¡estamos en muy buenas manos!

Ahora sólo nos falta organizar un Festival Solidario con Ucrania adonde acudan Scholz, Macron y nuestro Sánchez a bailar descorbatados al ritmo de la balalaika, que podría tocar Ursula von der Leyen o la propia Angela Merkel, mientras Putin y Xi Jinping, los ayatolás y los bolivarianos aplauden a rabiar… y Boris Johnson se encierra en el cuarto de baño con todas las primeras ministras progresistas del Orbe a tener un poco de party, por aquello de la alegría –tampoco vendría mal que alguien despertara a Biden para que no se pierda la función-.

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La desconexión con las élites es total

…en una sociedad donde los trámites burocráticos indispensables se han vuelto cada vez más arduos, pese al desfasado incremento de plantillas -de suyo desfasadas, obsoletas prácticamente a los pocos años por falta de estándares básicos de promoción vía adecuación al puesto de trabajo, más la existencia de cientos de miles de parásitos enchufados sin tareas concretar a desarrollar-, y pese a las jacarandosas declaraciones favorables a la automatización de los servicios en una denominada “sociedad de servicios” donde la Administración es la primera que no cumple con lo que predica.

Pero hablamos de la misma dirigencia de socialistas de todos los partidos en la mayoría de los gobiernos europeos donde, a la Caída del Muro, decidieron lucrarse ilimitadamente a cuenta de los cuentos verdes de diversas pseudociencias, así que viniéndose abajo la permanente campaña de “lucha contra el hambre” en África, donde hay tanto que seguir saqueando entre todos -USA, China, Rusia, Francia, etc.-, les ha dado por la “lucha contra el cambio climático” pese a las onerosas consecuencias de renunciar a la energía nuclear, quedando subyugados por el contrario a los potentados exportadores de combustibles fósiles, ¡menudo progreso!

Debe de tratarse de un entreguismo voluntario a las tesis comunistas y a su fracasado modelo en Corea del Norte y Cuba, como en Rusia y la misma China, ese fenómeno mediático que mantiene campos de concentración donde encierra a millones, mientras experimenta con la población urbana a través de esos confinamientos tan extraños, cuando no ha acabado de esclarecer el origen del SARS-Cov-2 y se dedica a una agresiva expansión militarista por el Océano Pacífico. Pero qué duda cabe de que el Partido Comunista Chino cuenta con recursos de sobra para sobornar a decenas de miles de políticos europeos, sobre todo si carecen de honor y patriotismo.

En éstas estamos, absortos contemplando el dedo de la invasión rusa en Ucrania, cuando son nuestros propios dirigentes los que no han cesado de poner en almoneda la seguridad y el bienestar de sus gobernados, se llamen Schroeder o Merkel, Scholz o Macron, sean los cobardes dirigentes de países como Holanda o Bélgica, los negligentes de los países escandinavos o los sinvergüenzas de España o Italia. Vendidos al oro persa, tratando de renegociar con Putin sus comisiones, sus prebendas, sobre la sangre de decenas de miles de muertos ucranianos y millones de damnificados. Ésa es la catadura moral de los líderes de la UE.

Y lo cierto a estas alturas es que aún cabría pedir como español, dado lo razonable del empeño, que nuestro país volviera a ser soberano, neutral e independiente, alejado de esas brumas de la Historia reciente de Europa que nos pillan tan al Este, que son la base conjetural de la misma existencia de la UE, que han quedado ahora despejadas nuevamente con el Brexit y con la invasión rusa de Ucrania, sobre todo después de haber asistido a las reacciones principales de los dirigentes citados y varios otros en estos últimos cinco meses. A mí me da vergüenza que se me pueda considerar “ciudadano europeo”. Claro que hace mucho, muchísimo tiempo, décadas incluso, que se hace bastante duro también ser “ciudadano español”.