El planteamiento nacional del PP

…sigue siendo confuso desde principios de siglo, en este régimen del 11-M que preside ahora el plagiario Dr.Sánchez como una especie de reichführer por encima de todos los presidentes confederados -la Unión sería él, “presidente de España” con potestad federalizante-, mientras a Pablo Casado lo dejan como inútil sus propios “barones” regionales, por lo menos hasta que no sea él mismo el Presidente de “la Nación de naciones”.

De ahí que no haya habido respaldo unánime a la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso ante el hostigamiento sin tregua del Gobierno, pues que sujetos como Fernández Mañueco y aún más (aun con menos razones históricas) Núñez Feijóo, que lidera la estrategia (suicida) de los “barones” del PP -los citados más López Miras y Bonilla-, se consideran a estas alturas presidentes de estados federales (luego “naciones”, ¿no?) con su propia trayectoria al margen del resto.

Esto supone desmembrar un cuerpo político con la vana promesa de coser después sus partes y que funcione como tal cuerpo, pero si no se entiende que para semejante viaje no hacen falta 17 alforjas, tampoco se explica(n) bien esas trayectorias centrífugas que irían a parar al conjunto (España) se supone que gracias a “la cohesión y la solidaridad” que brindaría un Estado central pero descentralizado, nacional pero desnacionalizado, federal pero confederalizante. No se entiende un carajo.

Lo que no es óbice para retomar la principal cuestión política del momento, que atañe al PP como a Pablo Casado se le interpela con la moción de censura de Vox contra el Gobierno criminal y despótico del falso Dr.Sánchez: ¿piensa defender la Soberanía Nacional de los españoles o se va a avenir (cual abúlico Rajoy o maquiavélico Feijóo) al esquema divisor que potenció como nadie antes -pero que se encuentra inscrito a fuego en la misma Constitución- el malhadado José Luis Rodríguez Zapatero?

En “materia territorial”, todos en el PP repiten como loritos desde hace dos décadas los mantras que les han servido el PSOE y sus poco presentables aliados de hoy y de entonces (de la ERC al PNV), pero como el sistema democrático tiene que ver poco con ríos y montañas y valles y mucho con la voluntad de los ciudadanos (expresada no únicamente en las urnas) de vivir juntos, cabría sostener que no hay terruño sino sociedad.

Una sociedad que precisamente conformamos “los españoles” (a secas) habitemos donde habitemos -¡como si es en Madrid!- y que tiene como realidad patente la existencia del sistema de protección común conocido como Seguridad Social , con su doble solidaridad intergeneracional e “interterritorial” (luego nacional). ¿No debiera incidir en esto un Carlos Iturgaiz, por ejemplo, cuando su querido “Euskadi” lo mantiene en gran medida la Comunidad de Madrid que los socios del PNV (y con el apoyo abertzale) pretenden cerrar a cal y canto?

Qué cabría espetarle a Feijóo, que podría quedarse sin gallegos si pretendiera hacer caer sobre ellos solos los gastos sociales aparejados a la década, que se antoja más bien lánguida de inversiones y empleo y prosperidad para todos los españoles. ¿Van a seguir defendiendo Casado y los suyos los particularismos -presuntamente enriquecedores (pero de la casta, claro)-, fueros y conciertos, cabildos y autonomías que son “nacionalidades” (¡!), etc.?

¿Van a persistir en la defensa de sistemas fiscales asimétricos, 17 modelos educativos “diferenciadores”, un sistema de salud basado en la exclusión y la desigualdad tanto de profesionales sanitarios y funcionarios como de los mismos pacientes? Podrán seguir disimulando todavía un rato, pero el tiempo se les acaba a los dirigentes del PP. Muy pronto podrán comprobar qué les pasa a los de Cs, y no sólo en las encuestas. Pero parecen no percatarse de que ellos podrían seguir su camino de aquí a las próximas Generales.

La cuestión nacional es definitivamente la clave en el momento presente, más acá del cuestionamiento sistemático de la Monarquía por parte del PSOE y compañía, o de sus furibundos ataques contra jueces y periodistas. Se quiere de nuevo dividir a la Nación en grupos estancos (mujeres, inmigrantes, homosexuales, vegetarianos, catalanes) para prevalecer sobre ese escenario de regiones empobrecidas cuyos caudillitos se entretendrían echándose culpas y muertos los unos a los otros.

Pues entonces no cabe duda de que la alternativa ha de ser nacional, y aunque muchos en el PP repitan como loritos que ellos defienden “España”, o bien no son capaces de reconocer la más obvia realidad política, o bien no les preocupa excesivamente; pero a fecha de hoy, resulta que el planteamiento nacional del PP sigue siendo confuso, en este régimen del 11-M que padecemos los españoles desde hace ya demasiado tiempo.

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