Pedro Sánchez es un déspota

…que como tal gobierna y pretenderá seguir gobernando, mientras el PP con Feijóo a la cabeza realiza estudios sobre expectativas de a cuánto le dejará la UE esta vez elevar el déficit anual al nuevo presumible Gobierno del PP. Claro que ésta no es la cuestión, sino el síntoma ahora más evidente de 40 años de Saqueo Institucional -esto es: perpetrado desde las instituciones- para copar todo el Poder y con ello su propia impunidad.

El Reparto del Presupuesto por los dos Partidos del Turno -PSOE y PP- en comandita con “los garantes de la estabilidad institucional” -el dicho Saqueo- que fueron hasta finales del siglo XX la catalanista CiU y el PNV abertzale, siempre hegemónicos en sus respectivos “ámbitos de decisión” gracias a las numerosas y consecutivas traiciones de los socialistas, pareció terminarse con la llegada al Gobierno de Zapatero, pero luego se vio que con Rajoy la cosa continuaba como siempre.

Hasta que llegó Sánchez y ya no es que no haya qué repartir, es que el déspota de La Moncloa lo quiere todo para sí y los suyos, que van variando según las necesidades del Caudillo socialista, izquierdista o “populista”, como se quiera: siempre intransigente en sus determinaciones, hasta que se le vuelven en contra; siempre demagógico, y tan mentiroso como para seguir mintiendo una vez que ya han sido puestas al descubierto sus mentiras.

¿O no ocultó a Ibrahim Galli, no ha trastocado la postura española sobre el Sahara, no prometió ayudar a los ucranianos y sancionar a Putin, no se erige como máximo impulsor de la OTAN el que pensaba suprimir el Ministerio de Defensa? Claro que prometió mucho cuando era Pedro Sánchez, no EL PRESIDENTE, tan feliz él de encontrarse en la Jefatura del Gobierno como odiado por todos los damnificados por su rastrera y torpísima ejecutoria -a estas alturas, mayoría absoluta de españoles-.

Este sujeto irresponsable, sin escrúpulos, psicopático, tosco y a la vez cursi, como casi todos los que le acompañaron en tan vertiginoso viaje al asalto del Poder, no debe llegar a Navidades, o las consecuencias de sus cada vez más extremosos actos -guiados por los pagos al contado de las deudas contraídas con sus diabólicos partenaires de la ETA y los golpistas de ERC más lo que resta de Podemos- excederán con mucho las previsiones más pesimistas de los críticos de la hora.

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El permanente show del Estado descompuesto

…nos tiene a todos mirando, entretenidos, cómo el ex jefe del Estado arrastra los últimos jirones del prestigio que le quedaba por este Reino de España instaurado por Franco, que venció a la Revolución, mientras el Gobierno compuesto instrumentaliza su visita al país para atacar al Rey, en el caso del PSOE, y a la Monarquía, en el caso de todos sus socios.

Asistimos asimismo abochornados al cortés trato que dispensa el Doctor Sánchez a golpistas y terroristas, ofendidos a su vez porque el CNI los procura tener controlados, cuando sus formaciones debieran ser disueltas con la Ley de Partidos en la mano, hoy como hace veinte años, mientras por el contrario lo que se impone son sus directrices sobre Enseñanza y Financiación.

Pero parece que el dinero público “de nadie”, que tiende cuando gobiernan los socialistas y sus semejantes a quedarse en sus bolsillos, va a estar más caro a partir de junio debido a las nuevas medidas anticrisis que pretende adoptar el BCE. Y entonces qué: ¿40.000 funcionarios más? Para echar al triple en menos de un año. ¿Indexación al IPC de las pensiones y los sueldos públicos? Sea… para recortarlos después en un 20 o un 30%, a la vista está.

Hablamos de un Estado insostenible, sobre ser injusto, que es tan antiespañol como inviable, lo que ha de quedar reflejado no sólo en una nueva mayoría parlamentaria que brinde un Gobierno estable, sino en una auténtica alternativa a la descomposición acelerada del Estado para impedir la consecuente desintegración nacional.

De lo contrario, el día menos pensado, pese a la espesa capa de engaño y amnesia que cubre la vida de la sociedad española, nos podríamos ver envueltos en algo más grave que una mera dificultad para colocar la Deuda. A punto estuvo de verse ya en Cataluña, donde ya se vio bastante, un conflicto violento y abierto que habría podido devenir en un baño de sangre.

Por el momento, se ha cronificado la división. De no atajar bruscamente la trayectoria de Sánchez, con el PSOE y sus socios espoleándole, la desafección de todas las partes no hará sino crecer, hasta llegar al punto de no retorno que nos abocará decididamente al fin de este régimen; sin atisbar, siquiera, las personas necesarias y las instituciones que podrían servir para configurar el que ha de sustituirle.

La guerra no salvará a Sánchez

…de su más que previsible hundimiento electoral -constatable a lo largo del presente 2022 en algunas elecciones autonómicas- porque no queda claro al español medio qué se le ha perdido a España en el conflicto entre Rusia y Estados Unidos, más allá de servir a los intereses de la Alianza Atlántica de la que forma parte, pero irrelevante, siendo además de los países que menos aportan presupuestariamente en relación a su PIB (como ya denunciara Trump en su día).

Queda no obstante por ver si los partidos españoles desarrollarán, al albur de la situación, una orientación estratégica para el Gobierno que pueda calificarse propiamente de “política exterior”, lo cual es más que dudoso, incluso en el caso de Vox. Básicamente, porque la situación geoestratégica de España demanda la protección de la entrada al Mediterráneo, según el eje Mallorca-Gibraltar-Canarias, como no se cansa de reiterar Pío Moa casi a diario.

En consecuencia, debería alterarse la política respecto a Gibraltar, que es un punto de la Defensa estratégicamente indispensable; como reforzar la seguridad en el Mediterráneo con el control del tráfico ilegal de personas, también hacia las Islas Canarias; y reafirmar la españolidad de Ceuta y Melilla con la debida, si es menester, presencia militar naval y terrestre.

O sea: Gran Bretaña, Marruecos, Francia (por su ascendiente sobre Marruecos y Argelia, y su propio interés) y, en segundo término, USA son los obligados interlocutores de cualquier Gobierno de España que pretenda asegurar la Defensa y Seguridad de la Nación; dicho lo cual cabe referirse al agravio comparativo de que, como miembros de la OTAN, ésta no se comprometa a defender la españolidad de las ciudades autónomas citadas ni de las Canarias.

EL PAÍS DEL “NO A LA GUERRA”

En su día, el presidente Aznar ofreció a la OTAN la sede canaria para albergar una especie de submando atlántico, pero cabe recordar que toda política “atlantista” del Gobierno español quedó arrumbada por el asalto del PSOE de Zapatero a las instituciones después del 11-M de 2004, razón por la cual (para llevarnos de vuelta al “corazón de Europa”) no existe desde entonces “política exterior española” que no sea los siniestros comisionados de los Bono, ZP, Monedero … de Guinea a Bolivia y Venezuela.

Cabe recordar al respecto que antes de Aznar tampoco parecía haber una coherente “política exterior” en los gobiernos del Felipismo, aunque con Solana de secretario general de la OTAN se bombardease Belgrado mientras participábamos con fragatas, aviones y legionarios en lo más crudo de la Guerra de los Balcanes -honor por siempre a nuestros aguerridos defensores de Móstar, que evitaron una más que segura masacre genocida-, como antes en la del Golfo.

Así las cosas, más allá de nuestra “tradicional amistad con los países árabes” -que viene del Franquismo, pero que el Juancarlismo convirtió en muy otra cosa-, la “Alianza de Civilizaciones” ha sido el trampantojo utilizado por el Gobierno -con Z, con Rajoy y con el Doctor- para despistar a los españoles, pues a fin de cuentas tanto España como Turquía forman parte de la OTAN a fecha de hoy, pese a todas las desavenencias con Erdogan y los pujos de éste por lograr una posición intermedia entre Rusia y EEUU.

Vamos, que no tiene tan poca razón ese discursito de manual bolchevique que ahora tienen la oportunidad de esgrimir los podemitas -se les ha olvidado aullar el “¡Fuera bases!”-, porque, ciertamente, España es “el país del No a la Guerra” (y del No a la Muerte, No al Machismo, No al Coronavirus y otras obviedades, también). Sólo que entonces cabría haber recordado a su socio bolivariano los aviones que mandó, sin pedir permiso alguno al Congreso, a bombardear la Libia de Gadafi junto a sus amigos de la hora: Cameron, Sarkozy, Berlusconi…

¿HABRÁ SELFI PRESIDENCIAL EN EL INVIERNO UCRANIO?

Por eso digo que, más allá de las críticas oportunistas de Podemos, que le vienen hasta bien para dar algo de imagen de estadista occidental, Sánchez no podrá salvarse gracias al papel de España -al suyo como presidente del Gobierno-, en una guerra que tampoco ha de dar para imágenes vistosas, como tampoco las han brindado los alrededor de 14.000 muertos que desde 2014 ha sembrado en suelo ucraniano.

Podemos entretenernos, pues -como durante la Gran Guerra de la que permanecimos felizmente al margen-, con las especulaciones de expertos y no tanto que estos días inundan los medios/miedos de comunicación, dando pie a múltiples teorías o meras tesis sobre la resolución del conflicto, sus implicaciones y consecuencias, etc. Entre la casta política nacional y la creciente irrelevancia de los medios patrios, precisamente por su falta de credibilidad en tantos momentos cruciales, han logrado conducirnos a esta situación de “espléndido aislamiento”.

Porque no niego que la guerra, cualquier guerra en este mundo actual que es uno solo, podría generar todo tipo de derivadas para España, aunque mucho más en este caso para la Europa oriental -sobre todo si Putin decide, sin ir más lejos, hacer estallar el polvorín balcánico, seguro de que los serbios se dejarán querer-. Lo que pretendo decir es que, dada la ausencia de política exterior del Gobierno, del Estado mismo, a los españoles nos queda mirar los toros desde la barrera, con barcos o sin ellos.

Y eso es todo, por lo que “El Guapo” apenas podrá lucirse aunque pose en el Falcon “con las gafas de puto amo”, como escribió Gistau de la famosa (y ridícula) imagen “a lo Kennedy”. A fin de cuentas, Sánchez sólo controla omnímodamente las teles españolas, lo que a estas alturas ya viene a ser un consuelo. La guerra (o la no-guerra), para enterarnos de algo, la habremos de seguir los españoles por la BBC o la CNN -como en tantas otras ocasiones, dicho sea de paso-.

Las expectativas decrecientes del Gobierno Sánchez

…para 2022 guardan relación con su incapacidad manifiesta para gestionar los asuntos públicos a fin de darles solución, o al menos salida, unida a la facilidad con la que, sobre todo la cuota podémica del Ejecutivo, se mete en charcos insondables por la única razón de que sienten que si no salen en TV desaparecen del mapa.

Luego están los socios, que oscilan entre comportarse como auténticos maltratadores, recurriendo al chantaje permanente ante los ojos de todos, propios y extraños, y presentarse como los garantes de la gobernabilidad del Estado, papel este último que ni a ERC -formación separatista, racista y golpista- ni a Bildu -pantalla política de la ETA- les va lo más mínimo.

Con las encuestas avanzando el desplome de la coalición gubernamental, ante un año que rubricará triunfos del PP en comunidades como Castilla y León y Andalucía, el PSOE lo tiene difícil a la hora de recuperar pulso para mantenerse como primera fuerza en intención de voto, mientras Podemos queda al albur del cuestionable “efecto Yolanda Díaz”.

Los indicadores económicos acompañarán lo justo el discurso, si no triunfalista, de optimismo del presidente Sánchez, a quien ya no parece quedarle un solo as en la manga pese a haber logrado la aprobación de los Presupuestos y, previsiblemente, la de “su” reforma laboral, que en la práctica queda al descubierto que no es tal porque la UE retendría los codiciados fondos.

No es que, ciertamente, el Doctor Fraude no pueda volver a engañar a parte del electorado que se dice de Izquierda presentando un programa incluso a la Derecha del PP, habida cuenta de que a Sánchez sólo le importa Sánchez y de cualquier tipo de ideología anda más bien escaso, el hombre; es que ni aun así logrará convencer a muchos de su buena gestión económica.

Por no hablar del hartazgo creciente, que ahora tiene en Vox a su más cualificado portavoz -precisamente por no haber renunciado, como el PP, a dar todas las batallas necesarias en todos los campos-, de una ciudadanía que rechaza de plano las espurias divisiones entre “fachas” y “rojos”, “machirulos” y “LGTBs”, “negacionistas” y “concienciados”, etc.

Ya no parecen contar, pese a la abrumadora unanimidad mediática frente a estas cuestiones, con esa impostada legitimidad moral y política que les brindara antaño tantos réditos, comenzando por la ventaja que les suponía autoerigirse en poco menos que fundadores de nuestro presente régimen constitucional.

No es que la situación política española sea una balsa de aceite, con el Estado asediado en buena parte del territorio nacional donde la Ley ya no se cumple, pero al menos da la impresión de que las expectativas de cambio aumentan a cada día que esta Izquierda antiprogresista incide en sus vicios -corrupción-, prejuicios -autoodio identitario- y fatales errores -puritanismo ñoño-.

Pero sabemos por experiencia cómo se las gastan al final del trayecto, cuando sienten verdadero pavor a perder el Poder y regresar a su estado habitual de cesantes sin porvenir alguno, por lo que no estaría de más que PP y Vox se prepararan para lo que viene, incluido en este aspecto la posible firma de un “pacto de no agresión” entre los que han de gobernar España.

El futuro de la Nación se lo demanda, como así lo espera una mayoría (absoluta) de españoles que no pueden seguir soportando la degradación institucional constante y la depredación impune de los recursos del país y de las rentas de los ciudadanos.

La mascarada no tiene fin

…y por eso, dos años después del inicio de la pandemia coronavírica que los negacionistas del Gobierno se empeñaron en ignorar hasta que ya fue demasiado tarde, nos quieren de nuevo embozados, amordazados, a instancias de los socios separatistas del Ejecutivo del fraudulento Doctor Sánchez, ERC y PNV, que no saben qué hacer con sus competencias ahora que por vez primera tenían la oportunidad de comportarse como un gobierno de verdad.

Nos quieren con el barbijo aunque sea de babero, después de que no haya habido restricción ninguna al acabar el verano y se hayan sucedido conciertos masivos, maratones de miles de participantes, puentes festivos y los partidos incesantes de la Liga, con los estadios sin límite de aforo, aunque de nuevo haya que insistir en que los contagios se producen mayoritariamente en el puesto de trabajo o en el seno del propio hogar.

Para el caso da igual, dan lo mismo los altos índices de vacunación en España, porque se trata de aparentar que hacen algo por nuestro bien los partidos que, viniendo de celebrar mítines multitudinarios este fin de semana, ahora abogan por prohibirnos la reunión de más de diez personas. Ciertamente, en muy poco deben considerar a sus simpatizantes y afiliados: cualquiera de nosotros vale por cientos de los suyos, a juzgar por las cifras y las proporciones.

Pero se trata de prohibir, no sólo de aparentar: Apariencia y Poder como origen y producto todo del Gobierno Sánchez y de sus adláteres, que se muestran dispuestos a aplicar las medidas más extremas siempre que se ejecuten en nombre de otro, por ejemplo “Madrid” (por no mentar España), y todo para “luchar contra un virus” invisible y todavía no del todo comprendido por los científicos en sus fases y grados de mutación.

Contra lo que no les compete, porque sin información adecuada ninguna de sus medidas restrictivas resulta útil, desde luego se muestran tremendamente concernidos nuestros trasuntos de gobernantes, pero contra lo que de verdad debieran imponer su autoridad y la aplicación rigurosa de las leyes se muestran inermes, indiferentes, tibios o directamente cómplices: desde las algaradas de los separatistas catalanes a las asechanzas de los etarras.

Un bozal es lo que preferirían ponernos, no sé si a todos, para que no sigamos refiriendo las peripecias ridículas pero criminales de este Gobierno del PSOE con el Doctor Fraude a la cabeza, más sus socios bolivarianos de Podemos, apoyado por la ETA, los golpistas catalanes y el demediado PNV del mustio Urkullu, que pacta presupuestos -luego parte de su proyecto político- con los tradicionales representantes de los asesinos (todos ellos, al cabo, abertzales).

Todo vale para este Gobierno, porque todo le da igual a Sánchez: mascarillas lo mismo contra el coronavirus que contra el hedor a cadaverina que desprenden sus pactos, todos ellos encaminados al asesinato de los principios constitucionales y de la misma Nación que se supone que ordenan, todo ello para encaramarse al Poder como última ratio, todo ello de la mano de los enemigos de España, de sus gentes y de la democracia.

Ojalá 2022 sea la tumba del Sanchismo.

Los que justifican el terrorismo son socios del Gobierno

…y esta es una verdad inapelable, en cuanto que llevan una década vendiendo a sus congéneres que gracias a ETA, a su “militancia”, a sus medios criminales en suma, se ha alcanzado lo que la autodenominada “izquierda abertzale” entiende como suculentos objetivos políticos; ergo: el terrorismo no ha sido en balde, aunque haya que (aparentar) “lamentar el daño causado”.

Del mismo modo, los que persiguen el castellano en media España también son socios del Gobierno, especialmente las formaciones despóticas y despilfarradoras que han dejado Cataluña en quiebra económica, cultural, moral y política, mientras a ojos de todos se devanan únicamente en las escaramuzas por los sillones y la gestión de las cuentas del Saqueo.

Asimismo, por si no fuera ya mucho, tanto unos como otros vehiculan sus apoyos al Gobierno a través de terceros, incrustados en el mismo consejo de ministros, que lo mismo sirven para justificar las narcodictaduras bolivarianas, a sus patrocinadores castristas y a sus cortacabezas en el continente tipo FARC, que para armarla gorda con el Polisario o ponerse a los pies de Irán.

Ciertamente, la hora es grave, pero a fuerza de repetirlo no va a pasar más deprisa. Es como si de hecho España toda, y por extensión la UE misma, estuviera en punto muerto respecto a muchísimos de los grandes problemas que ante sí tiene, a punto de comenzar a descender una cuesta a velocidad vertiginosa pero sin motor, ni frenos, ni dirección, ni volante.

Un estado de confusión total, de crisis radical pero sin liderazgos en claro, de Argentina a Canadá, de España a Ucrania, mientras enfrente se crece una alianza no escrita de regímenes cada vez más represivos y descarnadamente antioccidentales, fundamentalmente la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping. Y la balanza está a punto de decantarse.

En el interior, las fuerzas más extremistas del último medio siglo español se conjuntan con los que aún se dicen defensores del sistema o incluso de la Constitución (“constitucionalistas”), tal que el PSOE en el Gobierno, cuando en rigor su fin es la destrucción del Estado para desintegrar la Nación Española y quedarse con las regiones que reivindican como propias.

Para el PSOE, quedaría el exiguo botín de una España dividida y miserable, con poco que explotar en realidad, pero su importante posición geoestratégica haría del territorio una cabeza de puente en Europa para cualquier Estado canalla y cualesquiera organizaciones criminales, de cualquier parte del mundo y para cualquier tipo de tráfico: de personas, de drogas, de armas, de información…

Por aquí los medios venden en el entretiempo los importantes “avances” que hacen desde el mundo de ETA para, en principio (no por principios), evitar soliviantar a las víctimas del terrorismo, cuando en rigor se trata de ayudar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a blanquearse a sí mismo después de tanto estrechar, él y sus compañeros del PSOE, tantas manos manchadas de sangre desde hace tanto tiempo.

Sánchez quiere quedarse para siempre

…pero para ello debe sopesar si le conviene un adelanto electoral, lo que no es una decisión fácil en este momento de profusión de datos, promesas de reforma, avisos de la UE, recomposición interna de sus socios en el Gobierno, incertidumbre de las finanzas públicas, precariedad del suministro energético a cuenta en parte de antiguas rivalidades geoestratégicas…

Obviamente, el Doctor puede seguir actuando como si nada de lo que pasara en España o en el resto del mundo fuese con él, volcado como está el hombre en auspiciar “el Cambio” a nivel global, en todos los órdenes, de arriba abajo, mientras se pasea en Falcon siempre que puede para preservar la imagen que tiene de las personas reales, allá abajo, tan pequeñitas.

Otra cosa es que la Realidad le deje plantado cualquiera de estos días, o sus mentados socios podemitas en dura pugna por disgregarse en decenas de marcas con sus coloristas lidercillos, o la gente rara y siniestra de ERC, a su vez en perpetua guerra de desgaste con sus aliados separatistas al par que enemigos feroces por el negociado de la Generalidad, o el mismo y taimado PNV cuando la ocasión así lo demande.

Con estas bazas, mal que bien, ha ido tirando Sánchez toda la exigua legislatura y parte de los años precedentes a partir de la moción de censura contra Rajoy, y aspira de hecho a continuar con los mismos socios que imposibilitan el Gobierno aunque se les contente con el Reparto del Saqueo. Parece labor de equilibrista, pero ya saludé como “transformista” el extraño pacto PSOE-Podemos para arramblar con el Poder; un pacto nacido de la pura y urgente necesidad.

Ahora bien, sean cuando sean las elecciones, todo el variopinto entramado que sustenta al Ejecutivo del Doctor deberá deshacerse y acudir al encontronazo fácil para hacer ver a sus respectivos electorados y bases que el PSOE no les tiene cogido por los bajos, sino que es al revés. Y la cuestión entonces es cuándo se producirá esa artificiosa ruptura del Frente que apoya a Sánchez y le permite gobernar, si durante una votación presupuestaria o en cualquier otro momento.

Hasta entonces, sólo queda esperar por si alguien cabal queda en el PP con suficiente autoridad como para enmendar a Casado de su yerro esencial, que es pretenderse alternativa en solitario al otro supuesto “partido de Estado” (el PSOE, ¡ja!) en vez de asumir de una vez por todas que el Bipartidismo está felizmente enterrado, entre otras cosas porque el PSOE no desea alternarse en el Poder con ningún otro partido de ámbito nacional.

Definitivamente, la Oposición tampoco parece tener las ideas muy claras, ni la estrategia ni puede que, en el caso del PP, el discurso, cuando viene de hecho de negociar entre bambalinas la designación de una serie de cargos institucionales que vuelve a dejar en agua de borrajas sus promesas todas de “regeneración democrática”, precisamente en el peor momento posible para ello.

Lo cierto es que el PP vuelve a parecer un partido poco fiable para gran parte del electorado de la Derecha, pero tampoco Vox da la impresión de ser del todo capaz de imponer un liderazgo propio y distinto como alternativa al Frente de la Izquierda, así que la inminencia o no de las elecciones no altera sustancialmente el hecho de que Sánchez quiere quedarse para siempre en el Poder, y Casado y Abascal siguen sin hacer la suficiente mella en las pretensiones del Doctor.

Las ideologías furiosas

…son impulsadas en todo tiempo y lugar por aquellos megalómanos que, como el Diablo, cuando se aburren mucho se ponen a pensar en cómo perjudicar al hombre corriente, al que ven pasar todos los días por delante y al que no soportan, en su afán poco común por salvar a la Humanidad de sí misma y atribuirse después el mérito.

Que la llamada “cumbre climática” haya deparado al fin el reconocimiento de la energía nuclear como “verde” no debiera sorprender a nadie, pues entre nosotros lo sostiene el joven economista nonagenario Juan Velarde desde hace medio siglo, o más: barata, limpia y segura, lo que necesita precisamente un país como España con su alta demanda energética tanto en temporada de verano como durante el invierno.

Que los crímenes de índole sexual aumenten exponencialmente a la producción legislativa -dislocada, frívola, inútil- de la Izquierda sobre la materia tampoco es de extrañar, porque lejos de tratar de contener el derrame de gasolina lanzan alegremente sobre el vertido sus cerillas encendidas de ilusión y pretendidas buenas intenciones, que desde luego para nada aseguran la protección física de las maltratadas o de las mujeres en general ante las agresiones violentas.

Que la reinserción, precisamente, de criminales sexuales se quiera conjugar con la criminalización del “heteropatriarcado”, como la ocultación de abusos a menores en centros dependientes de administraciones en manos de los autodenominados “progresistas” se realiza en nombre de la salvaguarda de no se sabe bien qué protección de datos, da otra buena muestra de cómo la ideología perniciosa de los que se proclaman “conscientes” engendra monstruos.

 Que toda la zarrapastrosa negociación presupuestaria, con los privilegios a flor de piel en las manos petitorias de los jefes y chamanes tribalistas de las “nacionalidades y regiones”, se resuelva finalmente con la aprobación de leyes que nos vetan nuestros acreedores, a modo de improbables soluciones que en realidad empeorarían los problemas, da buena cuenta de la desfachatez insólita del primer presidente que ha hecho del Gobierno un ente inútil para gobernar.

Pero es que, a fin de cuentas, ni los recitales de la memoria básicamente antifranquista, revanchista, falsaria, o los de la memoria “sobre el conflicto” desencadenado por los terroristas abertzales apadrinados por la Iglesia y el PNV, ni las componendas de buena sociedad parlamentaria en la que el partido del Gobierno ha incurrido con los golpistas de ERC y de Junts, llegando hasta los inconstitucionales indultos que ahora de nuevo salen a la palestra…

Nada de lo que ha realizado el Gobierno Sánchez en comandita con Podemos ha sido bueno para España y para los españoles, sino todo lo contrario, aunque lo traten de encubrir con mentiras, sobornos a los medios y al “mundo de la Cultura”, ayudas presuntamente directas a los necesitados y demás morralla fascistoide. Todo ha ido encaminado a enquistarse en el Poder y desde ahí destruir cualquier alternativa a su política de saqueo y corrupción.

De ahí la necesidad, cada vez más urgente, de someter todo pensamiento crítico a las falsas verdades de las ideologías furiosas, para sofocar la rebelión intelectual y social, política, a todo este desfasado estado de cosas. Nunca como ahora se había mentido tanto y con tal descarnado cinismo a los ciudadanos sobre la situación, sobre los problemas reales y los retos asumibles, sobre la esencia misma de la vida en sociedad, sobre la convivencia y la democracia.

Y con semejante proyecto de sustitución total de lo Real por la Causa ideológica pretenderá una vez más el demediado líder del PP, Pablo Casado, llegar a pactos de Estado “por el futuro de España” -¡el futuro!, la recurrente promesa de las ideologías que, precisamente, surgieron para denunciar por engañosas las teleologías religiosas y sus promesas de una mejor vida más allá de la muerte-.

Estos “progresistas”, al cabo, nos prometen la penuria en vida y la redención futura, nos certifican la ignorancia de nuestros hijos y sus limitadísimas oportunidades laborales y vitales, mientras se dedican esencialmente, en cuerpo y alma, y como siempre han hecho, a la sustracción de todo lo que aún producen los más afortunados y libres, para llevárselo crudo y seguir presumiendo de conciencia social. Ellos son incorregibles, pero ¿y nosotros?

Atrapados en “un tiempo nuevo” permanente

…por lo menos desde 2004, los españoles no parecemos querer superar el actual marco de relaciones anquilosadas entre partidos, gran empresa, sindicatos, lobis varios de presión… y los propios ciudadanos, quienes como Caín están dispuestos a vender su primogenitura democrática -¿a quién cabe atribuir la Soberanía Nacional?- por un plato de lentejas que no sólo carece de sacramentos (como en un menú escolar cualquiera), sino que apenas tiene lentejas.

A cambio, el Gobierno Sánchez (gafe, nefasto, horribilis) ofrece récords de gasto público en los Presupuestos, precisamente en el momento de mayor endeudamiento público de la historia de España, con todos los indicadores económicos lanzando avisos preocupantes desde hace ya años -paro crónico y juvenil, inflación, encarecimiento de la energía y de la vivienda, insostenibilidad de las pensiones- sin que ello no parezca preocupar más que a una minoría.

Por el contrario, la ruina de la administración catalana asumida por el Gobierno sin ponerles límites a los que la han provocado, más la extensión de la política degradante (característica de la Generalidad y aledaños desde hace décadas) al conjunto de la Nación, sólo puede deparar un futuro a medio plazo, más que incierto, de pura carestía por falta de inversión, de empleo, de oportunidades reales de medro y progreso para la mayoría de los españoles.

Con los medios de comunicación y la Universidad sometidos al Poder político y económico, ante el que se arrastra miserablemente “el mundo de la Cultura” -y servilmente, además, cuando se trata de un Poder “repartidor” que patrimonializa la Izquierda-, los ciudadanos tienen difícil expresar su descontento porque se han quedado sin intermediarios -partidos, sindicatos, asociaciones empresariales, medios, universidades…-, todos en obscena coyunda como receptores netos de fondos públicos.

Con unas élites tan frívolas como nihilistas, que tanto parecen despreciar a “la gente” o Pueblo Español que es verdadero titular de la Soberanía -no Sánchez, ni el Parlamento ni el Rey-, todavía hay quienes motejan de “populismo” el más mínimo y tímido gesto de regeneración democrática, que nunca fue lo de Podemos sino lo de UPyD, Cs y, ahora mismo, lo de Vox, mientras el PP pareció renunciar de entrada a ello ya en tiempos de Aznar, pactando con el principal corruptor patrio Jordi Pujol mientras decidía “pasar página” a los años criminales del PSOE felipista.

Con un sistema educativo orientado a la liquidación del esfuerzo y de la misma transmisión de conocimientos, los partidos y demás acólitos mencionados del establishment se disponen, una vez más, a practicar el Saqueo Institucionalizado que les ha procurado la hegemonía total sobre la sociedad española sin apenas oposición intelectual, básicamente mediante el recurso al Soborno Público y gracias al control cada vez mayor sobre todo tipo de información crítica fiable.

Lo llamarán “tiempo nuevo” o “nueva normalidad” aprovechando que parece remitir la epidemia de coronavirus, pero aparenta más bien tratarse de los últimos días del mundo conocido y no por los ardores apocalípticos de los agendados para 2030 y 2050, sino porque cuesta imaginar que puedan mantenerse en el Poder los gobernantes más inútiles y delirantes que ha conocido España en su larguísima historia.

Hasta que los echemos, sin embargo, van a aprovechar para llevarse hasta los ceniceros -como han hecho siempre en el pasado-, sobre si todo si el PP se dedica hasta 2023 a deshojar la margarita de si gobernará con Vox o no si con éstos les dieran los números… Cuando para nada debiera ser ésta la cuestión, sino qué están dispuestos a cambiar una vez que alcancen (si lo alcanzan) el Gobierno.

Para más de lo mismo, no acabarán de tener ya más el apoyo electoral suficiente, precisamente porque ahora existe Vox para denunciar su inacción -y ésta es, sin duda, la mayor virtud del partido de Abascal-. A ver si son capaces de asumirlo de una vez y actuar en consecuencia.

Todavía puede enmendarse Casado

…si después de la Convención no se dedica a sestear lo que resta de legislatura; porque a fin de cuentas parece decirse el candidato del PP que de aquí a 2023 todo lo que haga Sánchez o pase en España o deje pasar el nefasto presidente del Gobierno le va a restar crédito político, autoridad moral y músculo electoral a la hora de encarar las próximas Generales.

O sea, como si lo estupefaciente -sobre todo después de 150.000 muertos como balance desastroso del Ejecutivo actual durante la pandemia de Covid- no fuera constatar que ahí sigue el Dr.Sánchez haciendo lo que le da la gana, en vez de haber sido procesado junto a varios de sus ministros por los distintos desmanes ilegales, anticonstitucionales y, en ocasiones, directamente criminales que han perpetrado en comandita socialistas y comunistas desde el mismo día en que se hicieron con el Poder.

Como aún no se puede decir que Pablo Casado haya ganado nada por sí mismo, salvo tal vez Madrid por la elección de los dos candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad -Martínez Almeida y Díaz Ayuso-, resultaría inexplicable que fiara a su carisma el resultado en las próximas elecciones andaluzas, pongamos por caso, cuando en las últimas fue la acertada campaña de Bonilla la que salvó los muebles pese a perder escaños, pese a lo cual no sería presidente de la Junta si no fuera por el apoyo de Cs… y de Vox.

Una cuestión esta del apoyo externo de Vox que, lejos de haber sido resuelta durante la convención, va a seguir presente en el ánimo y las expectativas de los votantes, también y en primer lugar en Andalucía, para trasvasarse después a lugares como Madrid, donde asimismo tocan elecciones en un par de años, antes o después de que el PP con Pablo Casado afronte de veras la precampaña electoral que lo enfrentará a Pedro Sánchez por la Presidencia del Gobierno.

Así que no es el momento de lanzar propuestas sin ton ni son, ni de pasar revista a las propias filas en aquellos lugares donde se encuentran perfectamente adiestradas y en forma para las batallas que se avecinan; pero haría bien en trabajar discretamente, en este no tan largo tiempo de que dispone antes de la crucial cita electoral, en todo sitio donde apenas disponga de fuerzas para tratar de articular una opción que se crea merecedora de voto, o de lo contrario echará a faltar escaños decisivos en el recuento de la noche electoral.

Esto no se logra, obviamente, invitando a ex de Cs a engrosar las listas electorales, ni metiéndose con el discurso de Vox en la figura prominente de su líder, Santiago Abascal, ni arengando meramente por la libertad y la igualdad de todos los españoles en partes del país donde hay que disimular el más mínimo patriotismo. De hecho, haría bien en acudir una y otra vez a todas esas comunidades donde no por casualidad ha evitado poner un pie en su recorrido convencional: País Vasco y Cataluña, significativamente.

Tal vez así lograra recuperar, aunque sólo fuera como imagen creíble, la definición del voto al PP en cualquiera de ambas comunidades como “útil” -que va a servir en realidad para algo-. Algo que ni esta convención ni los gestos (cambiantes y contradictorios) del PP en la última década pueden garantizar como cierto en 2023, aunque Casado haga promesas de cambio que nada podrían alterar en lo sustancial la grave situación sociopolítica que todavía a día de hoy se vive en estas regiones.