Sánchez encabeza la sedición

…contra las instituciones todas del Estado prácticamente desde el día en que se aupó al Poder a través de la fraudulenta moción de censura contra Rajoy y de la mano de quienes lo hizo: un partido netamente alineado con las dictaduras bolivarianas de Hispanoamérica como Podemos, más Bildu-ETA y ERC, Junts -estos dos últimos partidos implicados desde la cúpula a las bases en el proceso separatista que fue parcialmente abortado en octubre de 2017- y el PNV. O sea, todos los mejores amigos de España y de los españoles, de sus leyes y libertades.

No es por tanto nuevo lo que pretende El Señor Presidente, porque es lo que ha pretendido el PSOE de toda la vida (en el 23 como en el 34, en el 81 como en 2004): la liquidación irreversible de cualquier oposición a su régimen particular, donde el PSOE y la UGT son hegemónicos y, más allá de esto, inmunes frente a cualquier tipo de responsabilidad por sus numerosos quebrantos de la Hacienda Pública y de las particulares, por su habitual recurso a las algaradas y a la violencia directa, desde el mismo Estado o desde la puta calle.

Una impunidad necesaria, pues, no sólo para los golpistas separatistas, o para los criminales de ETA reconvertidos en pacíficos activistas por “la Paz”, sino para las decenas, si no es que se trata de cientos y de miles, de cargos y simpatizantes de este Socialismo ramplón hasta en su manera de saquear al contribuyente, véanse los distintos apartados del caso de los ERE -verdadera y necesaria causa general contra el PSOE y la UGT- o los escandalosos contratos de compra de mascarillas por parte del Ministerio de Sanidad de Salvador Illa en el momento más grave de la pandemia de coronavirus.

Ante semejantes desmanes, coreografiados con firmeza por el Doctor No, la Oposición continúa su errático viaje hacia la nada, en el caso del PP ahora de Feijóo, o la irrelevancia, caso de un partido como Vox cuyos dirigentes parecen incapaces de articular una organización moderna y dinámica que ofrezca batalla todos los días del año. Obviamente, el principal problema lo tiene el PP, que es tanto como afirmar que la Derecha tiene un problema con el PP, cuyos cuadros fuera de Madrid presentan tantas veces esa mezcla de indolencia y cobardía tan característica del Rajoyato, pero presente aún antes.

Con estas cartas, todas marcadas por las reglas de juego que estableció Zapatero ante la indolencia precisamente de los Rajoy, Soraya y Montoro, la Oposición no puede hacer otra cosa que presentar una alternativa radical, en clave nacional, a todo un período convulso de la historia reciente de España que abarca al menos desde el 11 de marzo de 2004 a nuestros días. Pues existe ahora, como no se daba a principios de siglo, la suficiente masa crítica entre los españoles para poner fin de una vez por todas a este proceso de disgregación y degradación democrática.

Tal vez de lo que carecemos todavía es de partidos nuevos a izquierda y derecha que resulten tan atractivos como eficaces; aunque más importante, y condición puede que insoslayable para su creación y desarrollo, sería determinar de antemano un nuevo sistema de representación en sustitución del actual. Hasta entonces, la pregunta más recurrente a la Oposición debe ser la misma: ¿a qué esperan PP y Vox para desalojar a Sánchez de La Moncloa lo antes posible? Igual es que no son capaces de calibrar la dimensión del desafío, o bien no saben cómo reaccionar al mismo; en ambos casos, se corroboraría la tesis con que abría este párrafo.

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Un Estado que no protege a sus ciudadanos

…aunque éstos meramente tuvieran condición de súbditos, dado que desde Hobbes al menos tiene como función principal y excluyente de otros poderes evitar que se maten entre sí, no puede a la larga ser viable, o no como una Administración moderna que alcanza con su potestad todos los rincones de un territorio.

Tendremos así estados fallidos como muchos lo son efectivamente en África, o alguno peculiar como el de la India, o el del mismo Brasil, no tanto incapaces como impotentes para extender su dominio por todo el territorio que les compete: por las enormes distancias, las insalvables dificultades de la orografía y el clima, el imposible control demográfico…

Dificultades a las que también se enfrentan China o Rusia, pero que resuelven mal que bien con los dispositivos de control y represión que les son inherentes a regímenes como los de Jinping o Putin. Ahora bien, pese a su propaganda, la libertad organiza mejor a los seres humanos que el permanente medio del ordeno y mando y el oscurantismo oficial en los fines.

El Estado de España se ve minado fundamentalmente por los partidos políticos, con sus secretos consensos extraparlamentarios desde hace décadas que no logran ocultar, porque nada mejor pueden aducir, que el “espíritu de concordia” de que se habla tanto con relación a la Transición sólo fue la antesala del apaño, del saqueo y de la corrupción general de las instituciones.

Mal que bien, como recordaban el ex presidente González y el editor de Prisa Cebrián para evitar el único pacto de Estado que ha tenido sentido después del 78, “con el PNV íbamos tirando” de apaño en apaño, con la ETA de por medio, porque se podía hacer todavía mucho dinero en “Euskadi”, como en Cataluña, como en Andalucía… como todavía en Venezuela.  

Pero veinte años después, habiendo sufrido a Zapatero, Rajoy y Sánchez, con el “proceso de paz” devolviéndole parte de la hegemonía política y social a la organización criminal del movimiento abertzale, y con el PNV de guardián de la viña, con los separatistas catalanes yendo de la quiebra de la Generalidad al golpe separatista buscando el enfrentamiento civil sangriento…

Que el presidente con menos escaños y apoyos de toda la historia de la democracia española, incluidos los de la Restauración, se atreva a todo lo que se atreve contra -¡directamente contra!- los intereses, las normas fundamentales, los principios constitucionales del Estado, y no sea desde el mismo Estado que se le deponga, dice mucho acerca de este presunto “régimen democrático y social de derecho”.

Pues no es que el Estado español sea incapaz de restablecer el orden y la ley en todo el territorio, haciendo entrar en vereda a todos y cada uno de los representantes y cargos públicos, políticos y funcionarios; es que resulta que el Estado ha sido parasitado y corrompido del 78 a acá por los principales partidos políticos nacionales y regionales.

Unos partidos que se han enquistado en el funcionamiento ordinario de la Administración, desde la cual han extendido sus tentáculos hacia la gran empresa, los medios de comunicación, el mundo de la cultura y la universidad, etc. Y luego andamos a vueltas con la reforma o no de la Constitución, cuando ésta no se cumple en lo más básico porque los partidos no quieren.

La entente PNVSETASUNA

…data al menos desde las misas negras de Loyola (2006) y no opera tal cual en las instituciones, pese a acuerdos puntuales, sino en el ámbito extraparlamentario en el que rige el “cordón sanitario” contra todos aquellos opuestos al “proceso de paz” o la derogación de facto de la Constitución Española tanto en la CAV como en Cataluña.

Antes se podía considerar al PP como objeto de este “cordón sanitario”, pero, habiendo sabido por declaraciones de ese menor de edad llamado Mariano Rajoy que él estaba al cabo de la calle del negociado de Zapatero con los terroristas, sólo cabe concluir que fueron únicamente unas cuantas personas, en la política como en los medios, las que se pretendía excluir.

Por eso cada día que pasa es más bochornoso e impresentable el papel de Carlos Iturgaiz al frente del actual PP vasco, que sirve estrictamente para “acordonar” a Vox en el parlamento vasco ¡de la mano de la entente PNVSETASUNA más los lerdos de Podemos, favorables a las carlistadas de los sacrosantos “derechos históricos” de los vascos y sus instituciones forales!

Todos los partidos en uno, pues, salvo Vox -Cs se coaligó con el PP, ya es casualidad, sólo en las provincias forales vascas y Navarra-, todos a favor de la relegitimación de ETA que es la relegitimación del movimiento abertzale que es la relegitimación del engendro institucional y delirantemente racista conocido como “Euskadi” (“Basque culinary nation” o “Nación foral”).

Francamente, el margen es amplio para la oposición y no sólo para la disidencia, que, como no está remunerada, apenas se da, la verdad, a diferencia de la bien pagada patota de comunistas, peronistas (fascistas), euskonazis, racistas catalanistas, etc. Todos ellos en el Poder, pastando del presupuesto y al par dispuestos a quemar las calles a la mínima ocasión.

Pero, ¿es el PP oposición a este estado de cosas? Y no me refiero ya al PP vasco, que no, sino al PP en general, el de Pablo Casado y Cayetana Álvarez de Toledo, el de Feijóo y el de Ayuso… Pues Rajoy liquidó a María San Gil y a la docena de cargos que aún creían en la derrota de ETA “sin pagar precio político” y también… que el PP de Rajoy les respaldaba en su postura.

Luego pasaron los Basagoiti, Quiroga, Alonso, antes de volver Iturgaiz, pero siempre fue Alfonso Alonso con Oyarzábal, Maroto y Sémper los que dirigieron ese abrazo al consenso que Joseba Egibar, jeltzale plus de Guipúzcoa durante las últimas cuatro décadas de diálogos en la oscuridad con la ETA -el Eguiguren del PNV, vaya-, saludó diciendo aquello de “el PP ha pasado de no existir a existir”: de los 17 escaños conseguidos en 2005 a los 6 de ahora de PP+Cs.

Era Sémper el que decía, en entrevista muy chic publicada por la sesuda Jot Down, que había que “construir el futuro con Bildu”, que ya sabemos lo que son y lo que pretenden, sobre todo después de escucharle a Arnaldo Otegi explicar cómo iban a pactar “presos por presupuestos” después de haber simulado apenas horas antes que lamentaba el “daño causado” a las víctimas de ETA.

ESPERANDO A GODOT

Ciertamente, sostiene al respecto Sémper diez años después -la actualidad manda- de celebrar esa presunta renuncia de ETA al Terror que “hay que pasar de la exigencia de las palabras a las exigencias de los hechos”, es decir: fuoh. La lengua de madera de que hace gala la mitad de los tertulianos televisivos, sino las tres cuartas partes de ellos: la nada con sifón.

Algo así podrían haber dicho (y de hecho dijeron) Zapatero o Rubalcaba, Rajoy, Alonso, Eguiguren, Urkullu, Egibar y cualquier día de éstos Pedro Sánchez -pero en este último caso el Doctor Fraude lo dirá no como reproche, sino para que le aprueben alguna otra cosa (decretos, leyes, vetos, sus mentiras habituales en el Parlamento) que necesite en un momento dado-.

Es tan claro, tan obscenamente idílico el panorama de Konsenso radical en el “ámbito de decisión vasco” -del que llegó a hablar el propio Alonso con respecto a “Madrid” (en realidad, Génova)-, que sólo consuela el hecho de que al menos los principales traidores de la trama están políticamente muertos, pero ¿pretenderá resucitarlos Pablo Casado? Quién sabe.

De momento, Iturgaiz parece recién salido de la tumba, remedando torpemente un discurso de hace cuarto de siglo. Y Mayor Oreja, de romería: puede que sea mejor así. Abascal es alavés, el único rasgo relacionado vagamente con el “conflicto vasco” que se conoce de Vox. Y todo en este plan.

Parece que habrá que esperar a que entre Cayetana y Rosa Díez pergeñen un nuevo fiasco “constitucionalista”, convencidas de que la fuerza de la Razón hará mella en esta sociedad decrépita de racistas de toda laya, estómagos agradecidos, señoritismo espurio y privilegios institucionalizados. Pero como siguen pensando que el problema es el “nacionalismo”, pues ná’.

Aburre tanto lo de Cataluña

…que al lector de periódicos le da a estas alturas por pinzar las páginas diarias dedicadas al asunto, donde salen todos esos tipos feos y vulgares -Aragonès o Borràs, Puigdemont o Puigneró, Jordi tal o Jordi para cual, Junqueras et al-, y pasarlas en conjunto para seguir con la realidad de la actualidad diaria en vez de con los disparates artificiosos de los saqueadores separatistas.

La cuestión al cabo es que esta gente que tanto pretende pintar no tiene un chavo propio que gastarse en nada, que malvive financiada por el Gobierno (éste como el anterior) desde la quiebra de la comunidad autónoma catalana en 2012 -con el sinvergüenza Artur(o) Mas al frente de la Generalidad, testaferro de Pujol con herencia también dudosa pero no en Andorra, sino en Liechtenstein-.

Basta por tanto con cortarles el grifo, ¡pero a todos! Pues políticos, jerarcas empresariales -de la Banca a la Edición de libros y prensa, del “mundo de la Cultura” a las asociaciones y plataformas relacionadas con las causas “de género”, ecologistas, antirracistas…-, avisados del ámbito privado (conseguidores) y público (subvenciones) se trate de sindicatos, universidades, autónomos (pocos) y comerciantes (casi ninguno), todos, como digo, viven del Soborno Institucionalizado.

La respuesta a los permanentes desmanes de la clase dirigente de Cataluña y a las decenas de miles de parásitos que financia -dentro y, por cierto, también fuera de la región- no puede consistir en consecuencia más que en la suspensión de la autonomía, el cierre de todos los medios públicos y la liquidación de cualquier tipo de ayuda a los privados, la intervención de los claustros universitarios para su regeneración democrática, etc.

Todo lo contrario a lo que propusieron ante la crisis de 2017 los partidos Ciudadanos y PSOE, con el acongojado PP de Mariano Rajoy en el Gobierno absolutamente paralizado ante los acontecimientos contundentes que deparó la realidad del 1 de octubre, pese a que los hechos más graves sucedieron a principios de septiembre y ni entonces fueron capaces de responder conjunta y rotundamente los tres partidos citados.

No son en cualquier caso futuribles que se me ocurre imaginar aprovechando que es domingo, sino el programa estricto que deberá desarrollar el nuevo Gobierno que suceda al fatídico Dr.Sánchez, puesto que si algo se puede aseverar a estas alturas de la mala película del “proceso” es que NADA HA CAMBIADO desde el golpe de Estado perpetrado por el disfraz de la corrupta CiU (¿JxCat, PDeCAT?), ERC y CUP, formaciones todas ellas que han de ser ilegalizadas.

Uno comprende que a Pablo Casado (PP) se le puede hacer muy cuesta arriba cumplir las proclamas por las que alcanzó el cargo que actualmente ostenta en el PP; como se comprende asimismo que a Santiago Abascal (Vox), un recién llegado a la política actual -más por la bisoñez de muchos de los miembros de su partido que por su propia trayectoria-, le sobrevendría a buen seguro un ataque de “moderación” de verse finalmente en La Moncloa.

Pero los unos por los otros, los hotros por los hunos, lo único cierto es que La Alternativa a Sánchez no podrá, de querer ser vista como dicha “alternativa”, dejar las cosas como están en casi ningún ámbito, y menos que en ninguno en lo que refiere a Cataluña, región española desde hace más de 2.000 años que se ha convertido por el contrario en el mayor semillero de enemigos fanáticos de la Nación por el racismo de unos, la irresponsabilidad culpable y frívola de otros y las cesiones de mera conveniencia por parte de los de más allá (“¡Matrit!”).

Yo creo que ya va siendo hora de que se acabe esto, de que de una vez por todas cambie la situación -a ser posible a mejor, ¡pero que al menos algo cambie!-; porque “lo de Cataluña” ya sólo genera un aburrimiento infinito entre propios y extraños, sumado a la desconfianza, el resentimiento (que no la envidia ya, desde luego) y el creciente desprecio por todo lo catalán. No lo merecen nuestros compatriotas, tan reiteradamente abandonados por el Poder como en la CAV: ojalá así lo entiendan los llamados a liderar el cambio en toda España.

El presidente Sánchez ya puede ser procesado

…por prevaricación (al menos), teniendo en cuenta cómo está de dispuesto a contrariar los designios de la Ley haciendo caso omiso de sentencias en firme del Tribunal Supremo -algo, por cierto, no tan insólito por estos lares: ahí están las relativas a la “inmersión lingüística” en Cataluña o el tristemente célebre “antenicidio” a cargo de PRISA-.

Pero de nuevo, y contra toda esa caterva de estupendos “demócratas” y “constitucionalistas” -los peores de entre todos ellos, ya lo he dicho veces mil: los catedráticos de Derecho Constitucional (!) que estiman factible poner en cuestión el sujeto mismo de la Soberanía Nacional (¡consideran que “cabe” en el texto o en el “espíritu” de la norma constitucional!)-…

Pero de nuevo, y contra todos esos presuntos representantes de alguien -patronal o sindicatos, periodistas o politólogos, feministas o asociaciones y plataformas de la “sociedad civil” (siempre a cargo del erario público, comenzando por los locales de sus sedes), gente “de la Cultura” o más bien de la kulturkampf subvencionada desde hace medio siglo-…

Pero de nuevo, digo, contra los viejos clérigos y estamentos de la España integrista de toda la vida… los ciudadanos del Común, los patriotas españoles, los que aún somos capaces de atisbar un mañana en libertad y concordia, próspero para las siguientes generaciones y pacífico de puertas adentro y de puertas afuera de la Nación, tenemos que luchar para hacerlo posible.

Pues no cabe ya mayor infamia ni humillación a todos por parte de quien se ha autoerigido en Caudillo para los restos -¿¡2050!?- y está dispuesto para ello a constituir un régimen a su imagen y semejanza comenzando por hacer de su capa un sayo, y de su voluntad Ley, en la cuestión de los indultos ilegales a los separatistas catalanes, que excede con mucho su potestad.

¿Seguirán los españoles únicamente pendientes de su ombligo -de las vacaciones a las pensiones, del Erasmus a los viajes del IMSERSO, de la prestación del INEM a “la ilusión de la ONCE”-, de su tranquilidad amnésica y de su seguridad paralítica? ¿Acaso pueden/podemos hacer otra cosa? ¿Dónde están los liderazgos de la hora? ¿Cómo podríamos poner coto a Sánchez?

Obviamente, cuanto todas las instituciones corren el riesgo de desmoronarse ante la fuerza bruta de las decisiones -¡el decisionismo de marras!- de quien las violenta con el exclusivo fin de detentar un Poder omnímodo, nos hallamos ante un asalto al Estado democrático con la previsible consecuencia de la instauración de una dictadura civil unipersonal.

En consecuencia, Sánchez debe ser procesado por el Tribunal Supremo antes o después de que el Rey rechace firmar unos indultos que, en rigor, no son tales -sino efectivas medidas de gracia por parte de quien no puede otorgarlas, o más bien auxilio directo a criminales sin escrúpulos que, básicamente, forman parte de la banda que apoya al “magnánimo” indultador-.

Lo que pasa es que el régimen del 78’ -ya basta de indulgentes mentiras- no ha consolidado precisamente una democracia en España, sino el Saqueo Institucionalizado por parte de las facciones, aunque de un tiempo a esta parte -desde el 11-M de 2004 y Zapatero- el PSOE haya pretendido sacar al PP del tablero de juego para quedárselo todo él.

España a deshoras

…tiene estas cosas: que como en cualquier otro periodo de su historia, al coger un momento aislado, da la impresión de que todo está sumido en el caos y la desintegración… cuando en rigor no deja de llamarse España esto que tenemos entre manos los españoles de la hora presente -la única genuinamente vigente-, como desde hace tres milenios.

Precisamente podríamos conmemorar este 2021 los cinco siglos (o medio milenio) de la definitiva reunificación política del Reino (vulgo Estado) de España, aún presente hoy y más aún vigente contra el marasmo dizque “republicano” que conforman -o deforman, más bien- los enemigos todos de España y su constitución tradicional, renovada como legado desde el Cádiz de 1812 para todos los españoles de la actualidad.

En vez de ello, parece reiterativo mentar que el Gobierno que padecemos es puro simulacro, que Sánchez es un presidente enfeudado a socios tan viles como los narcobolivarianos que patrocinan Podemos, las excrecencias fanatizadas del corrupto Pujolismo (de ERC a las CUP) y el partido de la ETA, Bildu-Sortu, con el PNV haciendo de pasante de toda esa siniestra mafia.

Frente a semejante “bloque de investidura”, el PP demediado de Pablo Casado no se ha de recuperar de su falta de liderazgo hasta que no liquide los restos de desafección (y desánimo) hacia España y la Nación Española de su propia formación en regiones como Baleares, Galicia, Valencia, País Vasco y Cataluña, donde hace mucho que se conjura el identitarismo regionalista como una suerte de compensación por el complejo “españolista” de sus miembros.

Sentimientos contradictorios -considerados como tales por sus propios tenedores- que no se dan en los votantes de Vox, convencidos de que España es la que es -la que siempre ha sido- aunque los españoles podamos ser (todavía y de aquí en adelante) de muchas maneras distintas; eso que no ven ni los separatistas ni los empáticos apátridas “terceristas” o “centristas” de la hora, como tampoco los extremistas de la Izquierda que se muestran tan incapaces de defender la España liberal como una España del futuro cohesionada y solidaria.

A la mayoría de nuestros dirigentes políticos y pensadores de mayor fuste del último siglo y medio da la impresión, al menos al tomar casos aislados de nuestra historia -en ocasiones puntuales-, que la realidad de España y la de los españoles, que le es consustancial, le ha pillado a deshoras, con el pie cambiado, “fuera de onda”; cuando a juzgar por el trecho recorrido debiera parecer claro que al final todo tornará a lo mismo de siempre: un acontecer pesado, tal vez cojitranco, con repentinos vuelos de ingenio, que es lo propio nuestro.

Pese a todos los hechos turbulentos, y todas las disensiones internas. Un suceder estático.

Sin nacionalismo no hay democracia

…como acaban de demostrar una vez más los británicos en plena posesión de su soberanía recuperada; como no han olvidado hasta el momento en los Estados Unidos de América, ni jamás -de 1789 a nuestros días- en Francia, aunque tal vez esto último no sea más que un deseo bienintencionado cuando la República ha de combatir el “separatismo” en todo el territorio nacional.

Lo cierto es que el análisis político medio en España no rebasa la evidencia de la nocividad de los “nacionalismos” vasco y catalán, que no pueden aspirar a más nación que no sea la que imponga un estado particular siguiendo criterios etnicistas, algo por completo ajeno si no contrario al ideal nacional esbozado por un Renan. Pero es que hablamos de facciones con pretensiones clánicas y tribalistas, no de la verdadera expresión de sus pueblos o “naciones”.

Por ello no cabe objetar el nacionalismo español equiparándolo de manera facilona a los separatismos abertzale y catalanista, pues que éstos son producto del travestismo de las pseudo élites más integristas de España -ya incluso antes de que el régimen franquista agonizara- y aquél surge espontáneamente del pueblo en armas contra el invasor francés durante la Guerra de la Independencia, inextricablemente unido al Liberalismo patrio.

Una doctrina liberal que, no siendo precisamente ortodoxa, reivindica claramente la Soberanía Nacional (de todos los españoles de ambos hemisferios) para dar a luz al nuevo estado constitucional que, mal que bien, fue tomando forma a lo largo del siglo XIX y cristalizará ya en las cuatro décadas de la Restauración canovista, pudiendo ser homologable a los más importantes de su entorno ya en los inicios del siglo XX -pese a la “leyenda negra” de los “noventayochistas”-.

De qué si no consignar en la España del primer tercio de siglo semejante elenco de nombres en tantos ámbitos distintos, de la Literatura a la Medicina y del Arte a la Filosofía: Ramón y Cajal u Ortega, Dalí, Juan Ramón Jiménez, Marañón, Pío Baroja, Lorca o Buñuel. ¿Acaso hablamos de fascistas o de locos patrioteros? ¿Acaso no creaban y pensaban todos en España y por España, generalmente en “España como problema” pero también en el venero inagotable de su tradición?

A la contra más que a favor de la Historia de España, un número inmenso de intelectuales (escritores, profesores, políticos) transformaron el folclorismo españolista de los espadones de Isabel II en una revisión crítica -ciertamente superficial y nihilista en muchos casos- en un afán de “regeneración” con la vista puesta en la modernización del país, esto es: positivamente, con carácter constructivo.

Y de ahí no sólo el Instituto Libre de Enseñanza sino los mismos maestros de escuela -antes, durante y después de la efímera II República-, cuya labor decisiva en tantos pueblos de España logró sacar de la ignorancia y la miseria a varias generaciones de españoles después de siglos de incuria. Por vocación y por patriotismo, como tantos siguen esmerándose a día de hoy por alimentar espiritualmente a las nuevas generaciones de españoles.

LAS VIEJAS BRUJAS DE SIEMPRE

¿Qué tenemos que enfrentar, a todo esto? Sólo el odio racista antiespañol, infundado -fruto de complejos retrógrados más que de agravios reales-, que busca segregar a gran parte de la población sobre la que pretende asentar un nuevo estado-nación, todo con motivo de hacerse con el Poder con la coartada de legendarias singularidades (nuevamente, se trata de singularidades étnicas) y falsarias historias de terror inducido.

Valga como ejemplo la sempiterna falacia de la persecución inquisitorial contra las brujas en el País Vasco, que sirve para reseñar la brutalidad y crueldad del eterno “régimen opresor” español tanto como para ilustrar a incautos sobre la presunta religión ancestral de los vascos (¡y las vascas!), en relación con las prácticas del “aquelarre” -palabro inventado a posteriori- y otras místicas de índole pagana.

Porque todo esto es falso, como dejó sentado para los restos el mismo investigador del Santo Oficio Alonso de Salazar, bien aconsejado por algunos jesuitas, cuando dictaminó que todo eso de las prácticas brujeriles era pura mentira y se prohibió en adelante ajusticiar a nadie bajo tal acusación -casi tres siglos antes que en otros “países avanzados de nuestro entorno”-. Negarse a aceptar los hechos históricos es puro abertzalismo; ¿mostrarlos es prueba de nacionalismo español?

PSOE: ESPAÑOL A FUER DE ESTATALISTA

Es en el fondo patético ver los (supuestamente) bienintencionados esfuerzos de los “centristas” por reconducir al hato de bestias españolistas al redil del marco “constitucionalista”, cuando no parecen capaces de asumir que la base de la Constitución es la Nación, que por eso tratan de destruirla en cada gesto, libro de texto o declaración institucional que se les brinde los separatistas de toda índole con sus habituales aliados de la Extrema.

Y el PSOE no es que esté en el ajo por convicción, sino porque es indistinguible del Estado maleado por extremistas de todo pelaje prácticamente de 1982 a nuestros días. Sólo la traición de Zapatero a la hipócrita conveniencia (¡conllevanza!) del Felipismo con los límites naturales de la Nación y la Ley ha cambiado el panorama, poniendo de paso en un brete, involuntariamente, a sus aliados tradicionales de régimen: CiU y PNV.

Ahora mismo el Estado es pasto de todas las facciones que pretenden alimentarse de él para constituir y blindar su Poder aparte, sobre los gobernados en las pretendidas “naciones” que más que constituir pretenden sojuzgar. Y el PSOE considera factible dominar la situación “desde arriba”, que no implica en su caso sólo el Gobierno de la Nación, sino el Estado mismo. Pero se trata de un Estado en quiebra, insostenible si no es por la pertenencia a la UE.

CONCLUSIÓN

A consecuencia de esta identidad PSOE-Estado, en ningún caso podría un Dr.Sánchez cualquiera separarse de la UE, lo que le distancia decisivamente de su propio socio en el Ejecutivo (Podemos), como de los separatistas a los que no puede autorizar la secesión de sus “naciones” a riesgo de desintegrar precisamente uno de los “países miembro” de la UE que además se halla sujeto a la disciplina implícita y explícita del pacto por la moneda única (euro).

Lo que no es óbice para que el PSOE acabe definitivamente por arruinar y liquidar el mismo Estado -un suicidio partidista aun antes que nacional-, por lo que de buenas a primeras cabe demandar a los patriotas o demócratas o “constitucionalistas” que se dejen de zarandajas conceptuales y comiencen a defender de veras la Nación, “la España de los balcones” y la de los talleres y restaurantes, la de “la gente”: la de quienes esperan aún ser tratados como ciudadanos.

Uno de cada dos catalanes ya no responde

…a la llamada a urnas, como sucedió en verano en el caso vasco (“Uno de cada dos vascos ya no responde”), y si merece la pena destacarlo es porque, más acá del desistimiento político o a causa de las condiciones sanitarias por la pandemia, resulta que la falta de participación activa de la mitad de la población en ambas regiones suscita de inmediato la sospecha de las pocas ganas que tiene la mayoría de nuevas y fraudulentas farsas “por la Independencia”.

Mal está que se intente obligar a los españoles a respaldar el simulacro de democracias a pequeña escala que detentan siempre las castas consolidadas por el sistema autonómico en el marco del régimen del 78, pero peor aún está que los mismos que hablan de “golpe de Estado” para referirse al 1-O acepten con “normalidad” los hechos y personajes que han sucedido a la aplicación del artículo 155 a las instituciones de autogobierno de Cataluña.

Porque la tardía intervención del Gobierno de Rajoy contra los responsables de la rebelión anticonstitucional se transmutó casi de inmediato en no intervención respecto al acontecer político dirigido por la Generalidad y sus instituciones, asociaciones, plataformas y medios aledaños, que tan pronto como se recontaron los votos de las anteriores elecciones continuaron bajo control de los mismos que habían puesto en riesgo de quiebra todo el entramado.

Que ahora en unas elecciones tan innecesarias como riesgosas para la salud del común de los ciudadanos (y no sólo de los que fueron a votar, por cierto) se respalde una vez más a los más ineptos, corruptos y fanáticos dirigentes catalanes del último medio siglo -vale para los de PSC, ERC y JxC casi por igual- viene a explicar la abstención de los que votarán con los pies de aquí a poco, tanto como la de quienes ni siquiera entienden que puedan celebrarse elecciones después del 1-0 SIN QUE NADA HAYA CAMBIADO.

En rigor, la permanencia de siglas y dirigentes atrincherados en sus posiciones -¡y no menos que ambos las propias bases de activistas y militantes sectarios y desaforados!-; el discurso del (permanente) Odio antiespañol propalado desde los medios por presuntos periodistas, intelectuales, catedráticos, historiadores, ¡expertos!; y la misma ambientación de violencia callejera “antifascista” como telón de fondo hacen del todo imposible presentar el 14-F como unas elecciones democráticas limpias y libres.

Pero como a todo nos hemos acostumbrado ya los españoles, todavía algún pillo de la Prensa “de Madrid” le dedicará doble página a un tal Pedro Aragonés para que platique acerca de su “modelo integrador” de Separatismo “moderado” con el fin de establecer “una nueva relación de bilateralidad con el Estado”, ahora por cierto ocupado en sus alturas por la banda de Podemos y los serviles ministrines del Doctor Sánchez, a quienes ellos (no en vano) auparon al Poder.

Por de pronto, y ya acabado el proceso electoral, los jefes del movimiento separatista deben regresar a sus celdas para que todo más o menos retorne a la “normalidad” del día a día -que ya se sabe que «en campaña» hasta un vicepresidente de Gobierno puede denunciar que sirve a un Estado represor sin que se le caiga el moño al suelo-; que ya, si eso, «como en un par de meses», se resolverá lo suyo cuando el caudillo que preside el Gobierno decida sobre sus indultos, tipo Franco.

Para que luego protesten los paniaguados del Turno contra los que ya renunciaron/renunciamos a votar (vulgo “secundar la farsa”) hace años, por lo menos en estas elecciones de suyo amañadas de entrada por los falsos referentes y el control omnímodo de la casta partidaria que se ha consolidado en cuatro décadas de nefasto sistema autonómico.

No penséis en el burrito gris

…de las elecciones pseudodemocráticas en Cataluña -en rigor, un simulacro para saber cómo proceder ulteriormente en otras citas electorales, como las Generales-, pues sea cual sea el resultado el Gobierno Sánchez-Iglesias maniobrará en consecuencia para estabilizar la situación con sus socios, ampliando así la consolidación de un Poder cuya legitimidad de origen es oscura y de ejercicio, nula (con aún debidas consecuencias penales).

En esta tesitura, Ciudadanos apenas tiene voz para condenar las agresiones a Vox -foco actual de la permanente campaña hostil contra todo lo español en Cataluña (y por ende en toda España)-, y el protagonismo de Pablo Casado se revela tan desabrido como incierto, con mensajes secundarios contra Vox que desdibujan el paisaje de la contienda real, y se llevan los primeros planos, mientras sume en la irrelevancia a las propias siglas y sus candidatos, como sucedió también en el País Vasco.

Al cabo, sólo puede haber dos políticos perdedores la noche del 14-F: uno será Junqueras, con toda probabilidad -lo que no quiere decir que no pueda rehacerse paulatinamente mientras resuelve administrar una nueva relación con el PSOE en el Gobierno-, o bien Puigdemont (dudoso); el otro será sin lugar a dudas Casado, por mucho que Cs también se desmorone: hace ya algún tiempo que Inés se mudó a Madrid y es congresista, al par que su marido apunta la “tercera vía” de un catalanismo nuevamente “moderado” para no salir del todo de allí.

Con esos objetivos de una “nueva relación” Madrid-Barcelona -“España-Cataluña”, entienden algunos-, lo que pase el 14-F tampoco parece que vaya a desanimar a la líder de la fuerza más votada en las últimas autonómicas; ya habrá tiempo de volver si vuelve, y quién sabe si para entonces como candidata al mismo Congreso por el PP, o a presidir la Generalidad… Pero, ¿qué espera sacar Casado de estas elecciones en que sólo destaca Ayuso, y ello porque a los buenos ciudadanos les da envidia la situación en que se encuentra Madrid?

Al menos Vox dará por muy bueno cualquier resultado que les brinde escaños para la representación de sus votantes y de todos aquellos catalanes silenciados por razón de lengua, origen u opiniones políticas; una opción por la representatividad de las ideas de Nación y Ley, sobre las de seguridad y orden y prosperidad que tan de lado han sido dejadas por los procesionarios separatistas, cáncer de Cataluña en riesgo cierto de metástasis por toda España.

Porque Vox tiene intereses nacionales, y su discurso es “igual en todas partes” -hasta la fecha-, a falta de una estrategia nítidamente definida para alcanzar el Gobierno (hacerse con el Poder) que su presidente y fundador, Santiago Abascal, suele relegar con inmoderada modestia como accesoria cuando su vocación de servicio a España le impone ante todo defender los derechos y libertades de los ciudadanos en cualquier punto de su país.

Desde luego habrá que esperar al 14-F para ver cómo celebra él los resultados de su partido, sobre todo después de una campaña tan dura y difícil para sus militantes. No habrá sido de balde.

Iceta, el que faltaba en la fiesta

…desmadrada de la “confederalización” de España perpetrada desde hace años por el Separatismo (singularmente el catalanista) en comandita con la Izquierda desnortada de este país, PSOE y restos socialdemócratas varios, que siguen creyendo en las majaderías de Ortega y Azaña sobre la “conllevancia” o la necesidad de bombardear Cataluña cada ¿cuarenta años?

Depende del humor del momento, parece claro: pero fue durante el mando de Espartero y durante la II República -con Lerroux al frente del Gobierno- cuando se bombardeó Barcelona, antes de que faltaran calles en la ciudad condal para recibir a los voluntarios del Tercio de Montserrat -o a los divisionarios devueltos por la URSS a principios de los 50-, si bien fue asimismo multitudinario el funeral de Buenaventura Durruti, que desde luego no era catalán (ni mucho menos catalanista).

Tampoco Iceta, señorito de origen vasco con un CV de cuatro décadas en el PSC, pero qué más dará el abolengo racial -cuando Junqueras presume de ADN más similar al “francés” que al “español”- cuando tampoco el bienamado José Luis Núñez era oriundo de Cataluña -ni un Carod Rovira, pongamos por caso-, ni tampoco hunden sus raíces en la tierra los Guardiola, Jorge Javier o Rufián. Lo suyo, como en el caso vasco, es la voluntad de ser, eso tan manido y tan anticuado.

Por lo que ahora tenemos una sustitución modélica en el Gobierno del depravado Pedro Sánchez, quien no contento con fomentar el marasmo interinstitucional a cuenta de la pandemia -con todas las CCAA operando por su cuenta y riesgo, en lo que les dejan, y compitiendo entre ellas sólo para lo peor, para establecer las comparaciones ventajistas y vergonzantes, y reasignar los agravios en referencia a las nuevas dádivas del Gobierno (presupuestarias, competenciales, sanitarias como la distribución de las vacunas)- se lleva a Madrid al marasmo en sí que es Iceta, bueno sólo para la traición a la Nación y sus leyes.

Menos mal que la jugada, tan chusca como para parecer un mero intercambio de cargos y papeles en el seno del PSOE (más que una debida crisis de Gobierno con el relevo de un ministro fallido por otro del que se espera una mejor adecuación a la tarea), no saldrá como se espera ni en Cataluña -donde Illa fracasará más por la inanidad de su alternativa que por su negligente gestión de la pandemia- ni en Madrid, donde el aparatchik que nunca ha dejado de ser Iceta se encontrará con ese esperpento de gabinete PSOE-Podemos peor que una jaula de grillos.

No es improbable que, viendo semejante panorama, decida centrarse desde Administraciones Públicas en el proyecto de autodeterminación forzosa para Cataluña -con la coartada mayúscula de la “cogobernanza” que exalta y de la que presume Sánchez, cuando sólo es su respuesta a cualquier tipo de imputación de responsabilidades por la catastrófica gestión de la pandemia en España-, puesto que poco podrá aportar al ya de por sí delirante discurso oficial sobre la organización territorial del Estado.

Calculaba este prohombre que los catalanistas sólo necesitaban una década para hacerse con todo el control de la situación -de las mentes incluidas- en Cataluña en aras de la secesión, así que el resto de la legislatura se le debiera presentar como los últimos años antes de la independencia de esa patria suya en la que aspira a pintar algo el día de mañana, “cuando suceda”.

Y es que, a despecho de habernos librado de otro nefasto tonto más con el único pedigrí de ser un catalán catalanista, caso de Salvador Illa, nos brindan un ministro vocacionalmente racista para consolidar y ahondar la debacle constitucional española. Este Sánchez es todo un villano.