Rechazo de las leyes de reclutamiento

…es lo que cabría mostrar, al ritmo de los Pogues, si por las venas de los españoles corriera algo más que los restos de antiviruses, ansiolíticos, somníferos y posos de alcohol y resto de drogas duras (legales e ilegales) que nos vamos administrando día a día para poder transcurrir en este tiempo de Sánchez y compañía.

Y a despecho de que el protoCaudillo pretenda uniformarnos, con la falsa promesa añadida de que él en persona acaudillará las huestes de la Nueva Solidaridad Socialista, lo cierto es que como un Luis Enrique esquizoide podría provocar exactamente el efecto contrario como reacción en cadena de todo lo que en verdad se opone a sus designios megalómanos.

Pues no me imagino desfilando con marcialidad a todos aquellos que han hecho del disimulo y la discreción -“ahora no toca”, “es mejor dejar las cosas tranquilas”-, o del confort más bien precario y del bienestar fingido -“si digo lo que sé me la juego”, “es que yo tengo familia”-, las bases todas de este sistema de silencios cómplices y cobardías bien remuneradas.

Ni siquiera apetece ya dar más nombres: al final sabrá cada uno qué le reclama su conciencia; pero lo cierto es que entre los que carecen de tal -como el primer psicópata del país, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, y su adicto Iván Redondo, carente asimismo de escrúpulos de cualquier índole- y los puramente inconscientes de la situación…

“Españoles, la Patria está en peligro: corred a salvarla”, alertaba el afamado bando del alcalde de Móstoles en aquel Mayo Español en que verdaderamente fue la Nación la que se levantó contra el Invasor, y no sólo contra él -que también hubieron de guardarse las élites de la furia popular, de la gente, de los españoles de a pie… hasta que se reunieron de nuevo con ellos-.

Hoy la épica no pasa por sus mejores momentos, pero algo más que la Ayusada y sus tímidas consecuencias posteriores va a hacer falta para galvanizar una vez más a todas esas bases fecundas de la Nación Española que tan sólo están esperando -como en aquel 3 de octubre de 2017 con el discurso del Rey, ahora en apariencia tan remoto- un liderazgo firme y arrojado contra sus enemigos.

La hora es clara, las caretas ya cayeron mucho antes que las mascarillas -con la llegada de Zapatero al Poder en 2004 y su asunción de un “proyecto nuevo” para España, que pasaba por el Tinell y el negociado con la ETA; o lo que es lo mismo: por la exclusión del PP del nuevo régimen que iba a buscar legitimación en la fraudulenta victoria electoral del Frente Popular en 1936-.

El PSOE vuelve otra vez a las andadas prácticamente con los mismos aliados o “compañeros de viaje” que entonces -comunistas y “antisistema” (antaño anarquistas), ERC, PNV… Se trata de esa eterna Guerra Civil que no aceptan perder no ya en el pasado histórico, dado que efectivamente la perdieron, sino en “el Futuro”, último mantra y refugio de absolución para esta escuela de canallas.

No deberán extrañar entonces, de lograr sus propósitos la siniestra entente que nos desgobierna, las manifestaciones masivas de encuadramiento patriótico a lo chino -amenazan, a fin de cuentas, con “requisas de bienes” en la inconstitucional nueva Ley de Seguridad Nacional- a las que concurrirán encandilados nuestros profes de madrasa universitaria, los activos y pasivos del entramado LGQTvoyacontar, y demás caterva parasitaria.

Y al fin puede que todos tengamos lo que en verdad nos merecemos por nuestra pasividad de lustros, impostada o resignada, que tan bien hemos sabido conciliar con un mero nivel de vida poco exigente con cualquier deber cívico o patriótico, pero muy cómoda al fin de poder disponer de horas sin cuento para los consiguientes atracones de series de TV.

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Los hombres patriotas

Hace poco, poco tiempo, existieron unos hombres pérfidos e hipócritas que pretendían sojuzgar a los demás hombres y convertirlos en esclavos, y deseaban hacer de su particular patria un todo excluyente en que sólo pudieran encontrarse los mejores, es decir, los que por ellos fueran designados como mejores.

Los hombres patriotas habían surgido de la mediocridad del miedo y la humillación, de una guerra horrible entre hermanos de ignoradas ideologías ignorantes de los hombres; los hombres patriotas habían conservado en paño de oro su odio irracional, y habían aguardado durante tiempo para expulsarlo hacia la gente sobre la que ahora gobernaban.

Al principio, los hombres patriotas se habían constituido en partido para defender los intereses de su particular patria, y muchos hombres habitantes de la misma habían engrosado sus filas con devoción e idealismo, con ganas de hacer de su patria pequeña una más grande en la que pudieran vivir prósperamente y en la que no tuvieran que ocultar sus ideas ni sus tradiciones, en la que no tuvieran que callar su lengua ni su opinión, en la que pudieran ser libres como antaño habían sido. No todos los hombres de la Patria Pequeña engrosaron el Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, pues veían en él cierto odio reconcentrado y camuflado en el ideal de prosperidad y defensa de las libertades de la Patria Pequeña.

Cuando los hombres patriotas alcanzaron por mayoría en el libre juego, en la lotería de «Las Elecciones Libremente Aceptadas», el Gobierno Patriota Popular de la Patria Pequeña, se produjeron múltiples estallidos de júbilo y alegría entre los ciudadanos votantes del Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, y pronto se pudieron apreciar los primeros efectos de esta victoria con el reconocimiento, por parte de la Patria Múltiple, de la Distinción de Los Otros otorgada a la Patria Pequeña. Aquel día se enarbolaron banderas multicolores en gran parte de los balcones del lugar, y todo el mundo salió a las calles a festejarlo con libertad y vino.

Pasaron algunos años y la situación no había cambiado en exceso. Es decir, había cambiado bastante, pero los hombres patriotas no lo veían así pese a que cada vez habían ido consiguiendo más y más favores de la Patria Múltiple. Los hombres patriotas, en todo aquel tiempo, habían edificado numerosos Centros de Educación Patriótica para la Defensa de Nuestra Particular Patria; habían unificado los diferentes dialectos de la Lengua Patriótica y Popular de la Patria Pequeña; habían ordenado leyes para establecer la Convivencia Particularmente Patriótica y habían fomentado, desde el Gobierno Patriota y Popular, una serie de costumbres y ritos que, al parecer, eran los adecuados y necesarios para la restitución completa de las libertades y la prosperidad perdidas en aquella lejana guerra, pérdida que ellos achacaban, particularmente, a los hombres pertenecientes a la Patria Múltiple.

En un primer momento, todos aquellos hombres de la Patria Pequeña que no habían votado al Partido Defensor de Nuestra Particular Patria se habían sentido discriminados por las Leyes de Defensa Patriótica, pero tampoco se habían visto atacados directamente, o al menos no podían demostrarlo, y muchos hubieron de callar por falta de argumentos y por miedo a que la Convivencia Particularmente Patriótica se resquebrajara como, al parecer, «antaño, aquellos, Los Otros, Los de la Patria Múltiple, resquebrajaron nuestra Particular Patria y nos persiguieron a Todos.»

En un segundo momento, algunos de los hombres de la Patria Pequeña, que no creían que hubiera de reconocérseles una Distinción de Los Otros, se atrevieron a sugerir que la Patria Pequeña pertenecía, realmente, a la Patria Múltiple, y que siempre había sido así y que no había por qué alterarlo; se atrevieron a sostener que los hombres que habían destruido las libertades de la Patria Pequeña habían sido sólo algunos de los que integraban la Patria Múltiple; se atrevieron incluso a hablar en voz alta a los hombres patriotas y a pedirles que dejaran de adoctrinar en el Odio a Los Otros a sus hijos, que asistían a los Centros de Educación Patriótica para la Defensa de Nuestra Particular Patria como la práctica totalidad de los nacidos en la Patria Pequeña.

Los hombres atrevidos que habían hablado, que habían intentado convencer con palabras a sus hermanos, fueron entonces llamados ante el Tribunal de la Santa Defensa y juzgados y condenados.

-Os habéis atrevido a rebelaros contra el Gobierno Patriota y Popular; habéis difamado la Enseñanza Patriótica y Popular; habéis tachado de falsas las Tradiciones Patrias y los Ritos Santos de Defensa; oh, ingratos: ¡merecéis ser condenados!

Lo cierto es que nadie impuso una condena, pese a que el Tribunal ya había emitido su veredicto, pero poco a poco, en circunstancias extrañas, uno a uno los hombres de la Patria Pequeña que se habían atrevido a pedir la paz y la palabra fueron desapareciendo. Los informes forenses revelaron que todos ellos habían sido víctimas de la mordedura de una extraña serpiente, no conocida hasta entonces en aquel lugar, y que su muerte había sido instantánea, pero no aportaron luz a las extrañas desapariciones ni se encontró nunca a las serpientes que ocasionaron las muertes.

Siguieron pasando años y nada había cambiado en exceso. Es decir, habían muerto aquellos atrevidos, se habían reforzado las Leyes de Defensa contra Los Otros, se habían edificado algunos Centros de Educación contra Los Otros y el Gobierno Patriota había exigido al Gobierno Democrático de la Patria Múltiple una cesión de territorios limítrofes a las fronteras de la Patria Pequeña; todo se le había concedido al Gobierno Patriota, y por eso nadie, ni siquiera los mismos hombres votantes del Partido Defensor de Nuestra Particular Patria, se sorprendió cuando la Patria Pequeña cayó como un fruto podrido de una de las ramas en que se dividía, inexorablemente, la Patria Múltiple.

Entonces comenzaron las restricciones: el Gobierno Patriota dictó nuevas Leyes de Defensa para restringir la «contrainformación, nociva para la Convivencia Particularmente Patriótica, que elaboran Nuestros Particulares Enemigos del Otro Lado», es decir, de la Patria Múltiple.

Muchos ciudadanos de la Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular, como designaba el Partido a la Patria Pequeña, comenzaron a inquietarse viendo que quedaban incomunicados con el exterior; acudieron a ver a los Grandes Jefes Libertadores de la Patria para informarse de lo que sucedía en realidad, y estos les dijeron que todo lo que pasara a partir de ahora sería «en bien de Nuestra Particular Patria y de los hombres patriotas».

No muy convencidos regresaron a sus casas, al igual que aquellos empresarios que acudieron a ver a los Responsables del Partido para interesarse por el éxito de sus productos en el exterior y recibieron, por toda respuesta, la sentencia de que «todos los productos de Nuestra Particular Patria aportarán beneficios en sumo grado a Nuestra Particular Patria, y no a la Patria de Ningún Otro.»

Tampoco las flamantes Juventudes Patrióticas recibieron compensación alguna por las múltiples y pintorescas actividades de propaganda y difusión de la Ideología Patria Popular desplegadas; tampoco por sus incesantes actos multitudinarios para el Fomento de Nuestra Particular Lengua; tampoco por sus algaradas callejeras, sus sobres con amenazas, los destrozos en las calles para exigir al Gobierno Democrático de la Patria Múltiple -actual Gobierno Esclavo de la Patria Desgajada- la Separación Patriótica y Popular; y no recibieron tampoco, por supuesto, porque ya no las necesitaban ni a ellas ni a ellos, la ayuda económica que requerían para seguir incubando a sus extrañas serpientes.

Pasaron unos cuantos años más, ya muy pocos más, en la Cronología Patriótica de la Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular. Los grupúsculos de hombres «no integrados; no patriotas; no particularmente hermanos nuestros: Enemigos, es más, amigos de Los Otros, nuestros Enemigos» habían sido desterrados; los hombres votantes del Partido que hacían demasiadas preguntas «poniendo en tela de juicio las Leyes de Defensa Contra el Enemigo, la Verdad Patriótica de Nuestra Particular Televisión, el Santo Gobierno Patriota y Popular» habían sido purgados; los hombres patriotas que mostraban algún tipo de duda u objeción, o que parecían mostrarlas, eran ajusticiados regularmente.

Los Grandes Jefes Libertadores de la Patria deliberaban, mientras tanto, para continuar ejerciendo el usufructo del poder:

-¿Tal vez la invasión de la Patria Bruna, o de la Patria Sur?

-Demasiado esfuerzo para el Ejército Patriótico; somos una nación pequeña.

-¿Quizás una subida de los Impuestos Populares?

-Nuestros empresarios ya no pueden con las cargas para…

-¡Al pueblo, hombre! Me refiero a que el pueblo sufrague nuestra economía autárquica.

-Vaya, no sé…

-Tal vez recrudeciendo las leyes consiguiéramos mayor delincuencia.

-¿Y eso en qué nos beneficia particularmente a nosotros?

-A más delincuencia, más represión y…

-Y ya tenemos toda la represión, ¿a qué más?

-Y más prisiones, más gasto público para construir cárceles o, en su detrimento, más condenas y ejecuciones.

-No sé; no me convence como política económica, aunque siempre viene bien para garantizar la seguridad de Nuestro Particular Gobierno.

-Cierto.

Finalmente, los Grandes Jefes Libertadores de la Patria decidieron convertir la Pequeña Patria en colonia penitenciaria e intentaron vendérsela a la Patria Desgajada para que pudiera colocar allí su excedente de reclusos, pero resultó que la Patria Desgajada ya no tenía dinero y había abolido, además, las penas de cárcel.

La Pequeña Patria, convertida en la peor de las prisiones, acabó en ruinas, empobrecida, incivilizada, reprimida, purgada, excluida y desgajada, pero, al menos, la hierba verde que renació, después de tantos años, entre las piedras destruidas de la extinta Gran Patria Particularmente Patriótica y Popular, sirvió de alimento a los últimos habitantes que subsistieron en aquel lugar: las vacas.

8 de mayo de 1998    

Covid19: algunas reflexiones clínicas, políticas, económicas y morales

…que es necesario realizar en estos momentos de crisis sanitaria para tratar de esclarecer las principales cuestiones en torno a la pandemia que recorre el mundo y que devasta fundamentalmente a aquellos países cuyos gobiernos la gestionan radicalmente mal, caso del de España con el PSOE y Podemos que está haciendo exactamente lo contrario de lo que han hecho aquellos que han logrado impedir las peores consecuencias del coronavirus.

En primer lugar, se debe exigir a los responsables políticos encargados de afrontar la crisis que conozcan perfectamente a qué nos enfrentamos, antes de actuar y comunicar con transparencia a fin de lograr que la población sea consciente de cómo actúa el virus y pueda en consecuencia autoprotegerse como es debido frente al contagio y, en caso de albergar la sospecha de haberse contagiado, tomar las medidas necesarias para evitar su transmisión a terceros.

En este sentido, sabemos que el virus es débil en el aire, que a través de tos o estornudos no afecta a más de dos metros porque enseguida cae al suelo, por lo que conviene dejar orear los zapatos una vez que llegamos a casa; que en grandes superficies es suficiente con guardar la distancia de seguridad, pero que en pequeños establecimientos debe ser prácticamente obligatorio el uso de mascarillas para aquellos, al menos, sospechosos de estar infectados.

También sabemos que, no obstante, cuando hablamos de gritos o cánticos (sobre todo en espacios cerrados), o incluso de conversaciones a voz en cuello, el virus expulsado a través de gotículas puede solidificarse y permanecer horas en el estado aéreo, lo cual explica por qué las manifestaciones o las grandes concentraciones en conciertos y estadios -y, más aún, en bares y calles en el entorno de los estadios, como en el Valencia-Atalanta jugado a puerta cerrada- son susceptibles de expandir el coronavirus a máxima velocidad entre la muchedumbre.

Sabemos que los niños se contagian de continuo entre ellos, se transmiten por ejemplo piojos con gran facilidad por su proximidad en las aulas, lo que viene a ser igual para los estudiantes adolescentes y universitarios, pero si se les mandó a casa hace un mes, ¿por qué no han de salir por separado a dar un paseo diario? ¿Es que acaso son más contagiosos individualmente que los adultos?

Cada vez que se ve un niño por la calle se le mira con recelo, en lo que da la impresión de instaurarse como una nueva superstición de nuestro tiempo; cuando lo cierto es que si los niños no generan ahora las debidas defensas morirán de jóvenes por cosas tan poco letales como la gripe o infecciones del todo ordinarias entre nosotros desde hace décadas e incluso siglos.

Con respecto a los guantes y las mascarillas, es menester señalar la idoneidad de que los contagiados usen éstas para no infectar a terceros, como es costumbre en los países asiáticos de referencia como Corea del Sur, Japón, Taiwán, Singapur, etc. Funcionan allí como señal de respeto y precaución, porque no dejan de ir al trabajo pese a estar enfermos, lo cual no es costumbre entre nosotros -ir a trabajar enfermos, digo, cuando sobre todo los empleados públicos se dan de baja al menor dolor de cabeza-.

Pero no se les verá con guantes, porque las manos basta con tenerlas limpias para no contagiarse, y sólo debe protegerse del contacto las mucosas de ojos, boca y narices. De hecho, resulta un tanto absurdo desinfectar los móviles que nos llevamos a la oreja, a no ser que los tengamos tan sucios que del contacto con nuestras manos (que luego nos sirven para tocarnos los ojos o hurgarnos la nariz o fumar un cigarrillo que nos llevamos a la boca) puedan servir de vehículo infeccioso -aunque también es cierto que hay quienes hablan tan de cerca a su móvil que pudieran infectarse por el rebote de sus gotículas en la pantalla-.

CUANDO LA POLÍTICA ES MERA IDEOLOGÍA (PROPAGANDA Y TERROR)

En el caso español, cuando al Estado de Excepción encubierto de “estado de alarma” se le añaden las peregrinas ideas de los ineptos de la Izquierda Extrema, tenemos que se pretende no sólo la reclusión forzosa general, sino el confinamiento específico de los asintomáticos, doble despropósito anticonstitucional en cuanto que, como no se realizan apenas tests entre la población, es prácticamente imposible identificar a ese 20% que se calcula que debe de haber entre la población contagiada. Pero es que además el que no presenta síntomas (tos y estornudos) no puede contagiar a nadie a no ser mediante besos o relaciones sexuales o contacto estrecho con terceros en espacios cerrados o en el propio hogar, donde las debidas medidas para el común rigen también para ellos.

Son tantos los errores cometidos por el Gobierno PSOE-Podemos, hasta el punto de que se caracterizan por hacer en cada momento exactamente lo contrario de lo que se debe, que mucho me temo que es deliberada su acción de producir el terror entre la población recluida manteniéndola a oscuras informativamente, entre la ignorancia y la superstición inducidas por una TV que nunca antes había dejado tan patente su total falta de utilidad para informar y su fin más adecuado, que es el de heterodirigir (o teledirigir) la opinión pública a través de las técnicas habituales de manipulación, el circo permanente -a falta de fútbol, la basura de Jorge Javier Vázquez, los Bardem y Wyoming y Ferreras, las sempiternas Blanco y Casado y Mateo y Escario…- y el aliento al odio y la delación del que se muestra crítico contra sus varias censuras y su Mentira básica integral: “Nadie podía prever que”.

LA DESTRUCCIÓN DE LA ECONOMÍA QUE PERSIGUE SÁNCHEZ CON LA PODEMIA

Al margen del horror nazi protagonizado por las mal llamadas autoridades de Cataluña, que han pretendido una eutanasia generalizada entre mayores de 80 años como la perpetrada por Hitler con su Ley del 1 de septiembre de 1939 -aprobada, para disimular, el mismo día en que Alemania invadió Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial-, tenemos que otros socios del Gobierno PSOE-Podemos como PRC, CC y (sobre todo) PNV han comenzado a recular para no verse precisamente asociados a este desmán de Ejecutivo capaz incluso sin pretenderlo -aunque lo pretende- de empeorar las peores cifras económicas de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero juntos.

No se sabe todavía si era el propósito del presidente Sánchez, pero sí cabe colegir que es el de su vicepresidente Pablo Iglesias, encantado con una situación que le permitiría ofrecer todo el Presupuesto y las promesas de un maná de “coronabonos” (que no ha de llover sobre España) a esa famélica legión que sueña coreando su nombre a grito pelado con el puñito izquierdo en alto. Antes de eso será asaltado su chalé y se le colgará por la coleta de un árbol, pero parece incapaz de verlo, entre otras cosas, porque sólo acostumbra a enfrentarse a los Casados y Arrimadas de turno, aparte de a los propios Alfeñiques, Peseteros y Rejines de su partido, con lo cual ni siquiera atisba el peligro -no en vano ahora se cree jefe único del Servicio Secreto-.

Pero el PSOE (Partido del Servicio Oficial del Estado) tiene aún algunas cartas ocultas en la manga que ni sospecha el otro petimetre de la situación, Iván Redondo, experto sólo en lemas vacuos y control mercadotécnico de medios y encuestas como las del CIS -que ya nadie considera siquiera-.

ESTA SOCIEDAD DE NUEVOS RICOS Y SECTARIOS PROGRESISTAS

Puede que me equivoque como siempre al pretender que los españoles somos todavía un Pueblo merecedor de grandes logros, porque lo cierto es que desde el 11-M de 2004 mi diagnóstico es que esto se ha convertido en un infierno de cobardes, acomodados snobs que se creen que lo que tienen -bienestar material, “calidad de vida”- se lo deben sólo a ellos mismos, o a lo sumo a la UE.

Ya lo pensaba de los vascos desde crío, cuando era la indiferencia la que jalonaba cada atentado de ETA hasta que un buen día los terroristas secuestraron a un tal Aldaya y se puso de moda llevar el lazo azul que jamás portaron los que por lo visto debían considerar como lo más normal del mundo el asesinato de guardias civiles, militares retirados, políticos de la UCD y de todos aquellos que la organización criminal del movimiento abertzale consideraba como desafectos a su Causa, vulgo “enemigos del Pueblo Vasco”.

Ahora que los parados van a seguir en paro sin remedio -¿parará al menos el Saqueo Institucionalizado de Fondos para la Formación que sin descanso han llevado a cabo los sindicatos paraestatales, sobre todo la UGT, rama mamporrera del PSOE?-; ahora que infinidad de pymes (99,98% del tejido productivo español) van a quebrar y, por ende, no va a haber fondos ni para los antiguos ni para los nuevos parados, ni para los pensionistas ni para la Sanidad o la Educación públicas; ahora que ni siquiera parece probable que los equipos españoles de Fútbol vayan a competir en las competiciones europeas, ni el ultrasubvencionado mundo de “la Cultura” o de los Medios de Control Social vayan a ser rescatados…

Todavía quedarán tontos que se crean los desinformativos de La Secta o que, con El País debajo del brazo -ese diario dirigido durante décadas y hasta hace nada por ese sectario mindundi con fondos en paraísos fiscales, que compró plaza en la RAE y que ya era censor cuando jefe de los servicios informativos de la RTVE del Tardofranquismo: Juan Luis Cebrián-, piensen que sólo la chusma desinformada y maleducada puede votar Derecha. Pero sin los habituales Fondos Reservados (del Estado o del mismo Íbex) para seguir sobornando a todo quisque, ¿verdaderamente creen que van a conseguir mantener la tan anhelada “paz social”?

CONCLUSIÓN

“Cuanto todo esto acabe” suena demasiado (mal) a ese “Ahora que ETA ya no mata” que ha proscrito toda verdad y toda dignidad entre nosotros los españoles. Pero aún espero que, pese a todo lo antedicho, algo sea capaz de desenervar definitivamente a este estúpido Pueblo Español que no conoce o no parece querer conocer su auténtico poder, la genuina calidad de una tradición que se remonta a siglos que la mayoría desconoce, y se avergüenza de la misma por lo que desde otras latitudes se ha vertido injusta y mentirosamente sobre nuestros antepasados -a cuyos tobillos el último español que alcanzó en altura fue el general Francisco Franco y con él y siguiendo a su Caudillo nuestros abuelos y bisabuelos, que levantaron la Nación desde el punto más bajo en que se hallaba desde tiempos de la invasión napoleónica-.

Hará falta más humildad de aquí en adelante, desde luego; la suficiente como para hacernos merecedores de una Historia de la que todavía somos deudores, no acreedores. Para ello hará falta conocer nuestra propia Historia, reconocer lo bueno y lo malo del pasado y avanzar en consecuencia con esa carga y ese legado a cuestas: uno de los más grandes de la Humanidad.

Ojalá este bichito microscópico fuera capaz de obrar semejante milagro; lo daría entonces por bienvenido. Pero cuando uno ve tanto miedo repartido por igual entre cuarentañeros y octogenarios, hombres y mujeres que en su mayoría y desde hace casi un siglo no han tenido arrestos para expresar sus ideas y vivir su vida como deseaban -según dicen ahora tantos antifranquistas retrospectivos- , me temo que nada cambiará.

Apuntes sobre un planetado estresado

…funciona a modo de libro convencional de autoayuda y a la par contribuye a esclarecer un tanto la nueva (o no tan nueva) relación adictiva que mantiene la mayoría de nosotros con las llamadas “tecnologías de la información y la comunicación”, por lo que no deja de ser un best-seller al uso y sin embargo aporta la novedad, frente a los “apocalípticos” que tratan de Internet y sus disfuncionalidades desde el ámbito académico, de que es el propio adicto, el británico Matt Haig (Sheffield, 1975), el que lo aborda desde su experiencia íntima.

Haig ya venía de producir un superventas con Razones para seguir viviendo -el relato de sus traumas con la depresión que le condujo al borde del suicidio con apenas 24 años-, y es reseñable que a su facilidad para confesar al lector sus debilidades y angustias una cierta pericia narrativa (muy del gusto del lector apresurado de nuestros días) que logra estructurar un conjunto en apariencia disperso para ofrecer con agilidad una tesis algo novedosa: que es la saturación de información en un mundo hiperconectado la que nos estresa, junto a la aceleración del modo de vida que impone, la que recíprocamente hace del nuestro un planeta estresado.

“Puesto que la salud física y la salud mental están relacionadas, ¿no podía decirse lo mismo del mundo moderno y nuestros estados mentales? ¿Acaso no podían ser responsables determinados aspectos de nuestra forma de vida en el mundo moderno de cómo nos sentimos en el mundo moderno?

No sólo con relación a las cosas propias de la vida moderna, sino también a sus valores. Los valores que hacen que queramos más de lo que tenemos. Que rindamos culto al trabajo por encima del ocio. Que comparemos lo peor de nosotros con lo mejor de los demás. Que tengamos la sensación de que siempre nos falta algo.”

Adicto a Twitter y especialmente crítico con esta red social, Haig refiere su experiencia en todos los ámbitos, las cosas que ha aprendido que le ayudan y aquellas que debe evitar, y numerosos razonamientos y consejos aparecen aquí y allá a modo de listados prácticos basados en lo que a él le funcionó, junto a reflexiones críticas con el uso y abuso que hacemos de lo que, sin duda, constituye un fenomenal progreso humano para el intercambio de bienes, servicios e información, la Red de Redes, así como una vía anchísima para ejercer la solidaridad con nuestros congéneres más apartados.

“En la década de los noventa, cuando el eslogan de Microsoft preguntaba: “¿A dónde quieres ir hoy?”, se trataba de una pregunta retórica. En la era digital, la respuesta es “A todas partes”. La ansiedad, en palabras del filósofo Soren Kierkegaard, podría ser el “vértigo de la libertad”, pero en realidad toda esta libertad de elección es un milagro.

Sin embargo, si bien las opciones son infinitas, nuestra vida tiene un límite de tiempo. No podemos vivir todas las vidas. No podemos ver todas las películas, ni leer todos los libros, ni visitar todos los sitios de nuestro bello planeta. En lugar de que esto nos suponga un impedimento, necesitamos efectuar una revisión de las opciones que tenemos. Averiguar lo que es bueno para nosotros y dejar lo demás. No nos hace falta otro mundo. Todo cuanto necesitamos está aquí si dejamos de pensar que lo necesitamos todo.”

Asimismo, es esta posibilidad de acceder a cualquiera en cualquier parte del mundo la que puede resultar engañosa y a la postre nociva, pues en tanto que uno añade amigos virtuales a su día a día está quitando tiempo -el bien escaso por antonomasia, al menos en nuestras actuales sociedades- a sus próximos y allegados, en el mismo sentido en el que la solidaridad occidental parece funcionar siempre más a favor de lo exótico y lejano (que llega por TV o Internet) que de lo cercano y conocido.

Al respecto, Haig identifica y analiza el fenómeno no demasiado paradójico de que sean los medios de comunicación, mediante el markéting y las mismas noticias, los que procuren deliberadamente estados de insatisfacción y ansiedad en los consumidores:

“Cuando empecé a documentarme, no tardé en dar con algunos titulares que captaron mi atención en una era en la que todo gira en torno a captar la atención. Por supuesto, las noticias tienen por objeto tratar de estresarnos. Si tuviesen por objeto calmarnos, no serían noticias, sería yoga. O un cachorrito. Así que es irónico que los medios de comunicación hablen de la ansiedad cuando ellos mismos nos la provocan.”

Pero el autor no cae en fáciles diatribas contra los medios, ni contra el mundo moderno ni contra el capitalismo, puesto que se remite a los estudios de Pinker o cita a Hariri para enmarcar todas sus aprensiones en una realidad que depara hechos significativos como la reducción de la pobreza mundial o de la mortandad infantil. Mas tampoco se aferra a los datos contables, porque a fin de cuentas cada uno afronta y padece a su manera los problemas y “cada era plantea toda una serie de desafíos únicos y complejos”.

“Todo este catastrofismo es irracional, pero tiene un poder emocional. Y esto es algo que no sólo lo saben los que sufren de ansiedad.

Los publicistas lo saben.

Los agentes de seguros lo saben.

Los políticos lo saben.

Los jefes de redacción lo saben.

Los agitadores políticos lo saben.

Los terroristas lo saben.

Lo que en realidad vende no es el sexo. Lo que vende es el miedo.

Y ahora ya no tenemos que imaginar las peores catástrofes: podemos verlas. Literalmente. El móvil con cámara nos ha convertido a todos nosotros en fotoperiodistas. Cuando sucede algo malo de verdad -un ataque terrorista, un incendio forestal, un tsunami- siempre hay personas presentes para grabarlo.”

Junto a ejercicios de “desconexión” básicos como elegir en qué momento del día consultar las noticias, o los tuits, o las fotos y contactos de las redes sociales, recomendaciones naturistas como realizar ejercicio al aire libre, tener y disfrutar de una mascota o no desmerecer la lluvia cuando llueve y el sol cuando sale permiten a Haig componer un fresco realista de nuestra sociedad planetaria en el punto álgido de la era de la globalización, pero sin perder de vista en ningún momento que este libro pretende ser guía para orientar al aislado, al deprimido, al angustiado por la difícil senda de recuperar tiempo, espacio y mismidad en un mundo que parece querer suprimirlos.