Vendidos al oro persa

…desde hace mucho ya, casi desde el mismo momento en que cayó el Muro y Occidente decidió caer sobre Rusia y sus ex posesiones y dominios, a la par que decidía convertir a China en el mayor mercado del mundo y a los países árabes en afables aliados exportadores de petróleo y multimillonarias inversiones en la construcción, los servicios financieros, las infraestructuras turísticas…

Hasta que llegó el ansia por tener -aparte de cientos de caballos corriendo en USA y en Francia, caso de los amos de los petrodólares- una serie de clubes de fútbol a modo de símbolo del nuevo poder emergente en los otrora desdeñados países que no participaban de las glorias y lujurias del capitalismo occidental: afluyó el maná desde la ex URSS, China, Arabia… y hoy es el día que todas esas potencias esperan -gracias a sus benefactores encubiertos- el retorno de la inversión, que no sólo ni principalmente es económico.

Porque mal puede Occidente (USA y UE) objetar la sistemática violación de derechos humanos perpetrada por los que al par son sus principales partenaires en todo tipo de suculentos negocios a nivel global, ya que son lo suficientemente cobardes como para no exponer jamás al público la verdad de las cosas -con sus consiguientes conclusiones y sacrificios- y tan interesados como para dejarse mansamente sobornar por las promesas envenadas de paz y cooperación que les regalan quienes han sometido siempre al servicio de su proyecto las palabras, los pactos y la Verdad.

En rigor, la virtud mayor de esa salida de pata de banco que ha representado el anuncio de la Superliga es que deja al descubierto -para quien aún no hubiera sido capaz de verlo o entreverlo siquiera- que hace mucho también desde que el negocio del fútbol se convirtiera en el fútbol del negocio, con esa innumerable cantidad de traspasos a modo de transacciones financieras que pueden incrementar o no su valor (como las acciones bursátiles) según la venta a corto o a medio plazo: de aquí que existan jugadores con contratos multimillonarios que no llegan a jugar nunca un minuto.

Toda esta basura especulativa ha empobrecido el fútbol, qué duda cabe; pero más ha empobrecido aún a los clubes después de años de reventar el mercado con una serie de genuinos blufs. Hace una década la Liga española era cosa de dos -Barça y Madrid- desde inicios de temporada; pero su juego del gallina ha acabado por depararles plantillas inasequibles y únicamente (¡!) susceptibles de ganar unas cuantas Champions… con lo que tampoco les llega: ¿será que el Fútbol es ingrato?

Pero en la jugada de crear una Superliga del Fútbol Global con los Mejores Equipos del Mundo están hasta el cuello los europeos y los magnates USA, los de China e India, Arabia y Rusia; así que no parece ser Florentino Pérez el único Lex Luthor sobre el planeta Tierra: en tanto los grandes jerarcas del Fútbol y del Dinero (y del Poder, del que no son tan distinguibles en muchos países, cada vez menos) planean los grandes eventos del siglo presente, con faramalla de retransmisiones por TV y apuestas por la Red, los pobres hinchas queman banderas en señal de protesta.

Es el nuevo tiempo de la Impostura internacional y del Capitalismo sin barreras ni escrúpulos, que mantiene a esos “ganadores de la Globalización” apostando desesperadamente para no perderlo todo a manos de sus pares, cuando el resto de la población mundial asiste entre impávida y estupefacta a este auténtico separatismo de las oligarquías multimillonarias y acaparadoras en todos los órdenes -de la Cultura al Deporte y de la Moral al Dinero- mientras los colosales bloques geopolíticos entran en colisión con Ejércitos que no pertenecen más que al ansia totalitaria de Poder.

En medio, atrapados o expulsados, los desharrapados desheredados del Progreso; y no en mucho tiempo todos los demás, entre el Saqueo de los coaligados (Dinero y Poder) y las fatuas promesas de los Redentores de todo pelaje: socialistas, islamistas, tribalistas… La pesadilla del Nuevo Mundo.

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Unos medios cada vez más didácticos

…pretenden no sólo orientar nuestra opinión, sino formarla haciendo tabula rasa de toda tradición moral anterior (si fuera menester), y ello sólo puede conducir a la desafección creciente del público informado -vulgo “opinión pública”- que abandona consecutivamente TV, redes y diarios, lo que debiera preocupar sobremanera a los responsables y periodistas de estos últimos.

Ciertamente, la crítica de Sartori es válida para el medio televisivo, por su peligrosa “sentimentalización” de la política (o de sus públicos, más bien) no antes que por el contrastado reblandecimiento de la mente que causa la exposición continuada a las telemiserias, a las telebobadas, a las ocasionales cazas de brujas televisadas en los presuntos “informativos” o en los programas de presunto “entretenimiento”.

Pero continuando con la TV, medio siglo de degradación de los contenidos conforme crecía el control sobre los mismos -por parte además de quienes han concentrado en muy pocas manos la capacidad para recabar y difundir información y opinión- depara una genuina dictadura de los grandes conglomerados que han copado el mercado de la información y el entretenimiento, consagrados en la actualidad a la acumulación de influencia política y su derivada en forma de censuras varias.

Si Walt Disney actúa globalmente como el Gran Inquisidor de contenidos para el público infantil, ya hemos visto con el mismo presidente USA Donald Trump cómo Twitter y Facebook se erigían al par en el Gran Censor político -desde su estatus privilegiado por la presunta “neutralidad” de sus administradores, cuando no dejan de representar asimismo un Gran Hermano que todo lo observa y todo lo puede manipular y encauzar a su antojo-.

En España, los diarios se prestan cada vez más al didactismo moralizante propio del falso progreso de “lo políticamente correcto”, con reconvenciones constantes a pensamientos e ideas ajenos o contrarios al ecologismo apocalíptico, al feminismo histérico, al igualitarismo subyugante y a la postre discriminatorio, etc. Pero es que a estas alturas consideran que es su deber aleccionarnos de continuo sobre nuestra salud, modos de alimentación, sexualidad o preferencias estéticas de cualquier índole.

Nada que la TV no haya hecho en una dimensión incomparablemente mayor (respecto a su impacto en el público), con más obscenidad y falta de escrúpulos que cualquier otro tipo de medio de comunicación masivo, incluidas las redes sociales que no dejan de ser, constitutivamente, un sumidero de infinidad de opiniones contrariadas, exabruptos, injurias las más de las veces producto de la espontaneidad y la inmediatez inherentes a estos canales -que ni de lejos tienen la repercusión que los medios convencionales (todavía) a día de hoy-, y no un servicio público como aquéllos.

Porque lo más pernicioso no son las campañas de bots para mover las corrientes de opinión en tal o cual dirección -se trata de un delito más o menos grave que puede ser reconocido, perseguido y castigado-, sino las campañas que implican a cientos de comunicadores de distintos medios pero unidos por la misma “necesidad” o “convicción” de ser indispensables para la transmisión del Mensaje (La Buena Nueva), sin reflexionar acerca de los intereses últimos a que sirven tales campañas.

Vivimos de nuevo en una era de higienistas y depuradores convencidos de tener al alcance en el medio plazo la creación del Hombre Nuevo que heredará la Tierra, una vez eliminadas las excrecencias particulares de la Antigua Humanidad decadente y degenerada. En el camino se realizarán multitud de experimentos -¡los que haga falta!-, así caigan millones o cientos de millones de “inadaptados” al Nuevo Tiempo del Mundo Feliz. Nos encontramos exactamente en el umbral de ese tiempo extraño, con todos los medios urgiéndonos a traspasarlo.

Pero la realidad y la vida son irreductibles al espacio rectangular de la pantalla, como la verdad, aunque resulte a estas alturas poco menos que herético sostener algo tan obvio; o algo menos obvio, en estas ciénagas del relativismo en que nos movemos, como la existencia misma de verdad, que nos permite básicamente reconocer las mentiras -aunque las televisen-.

Hacia el primer aniversario de la masacre

…por la Covid19 en nuestro país encaminamos nuestros días pesarosos, habida cuenta de que, lejos de haber resultado procesado el Gobierno en la figura de varios de sus más conspicuos ministros (desde el presidente Sánchez al vicepresidente Iglesias, pasando por Illa, Ábalos y Grande Marlaska), los tenemos todavía dando lecciones de moral y buenas prácticas aunque no hayan valido hasta la fecha ni para prevenir y preservar, ni para curar y remediar.

Tenemos a uno de los gobiernos más ineficaces, nepotistas e incompetentes del mundo entero, cosa probada en la nefasta -de negligencia criminal son los cargos- gestión de la pandemia en España, y de sus repercusiones económicas, y todavía les sobra tiempo para continuar con su proyecto ideológico de leyes “de género”, puramente voluntaristas, aparejadas al maná de las subvenciones a lo “integrador”, “multicultural”, “trans”, “ecológico” y “digital”.

Todo very smart fandango, aunque no resulte serio para ningún sistema democrático erigido sobre la convicción de una media intelectual de la ciudadanía lo suficientemente elevada como para hacerse cargo de lo que es cierto y de lo que no pasa de farsa o carnaval, como el nuevo 8-M que preparan las que debieran haber sido también imputadas por su responsabilidad criminal en la expansión mortífera del coronavirus en Madrid y otras ciudades españolas.

Esta chusma sectaria y despótica de Podemos, que no deja de ser equiparable a la de sus socios socialistas en el Gobierno de la Nación, por mucho que Calviño o Robles conserven aún la facultad señoritista de hacer respingos con la nariz o con el tono de voz, hace mucho tiempo que debiera haber sido acallada por sus pares de los otros partidos aunque fuera menester una larga tanda de bofetadas.

Lo que antes se hacía con la vista puesta en que los críos no acabasen en el cadalso, vaya; sólo que ahora no hay cadalso sino tribuna pública, bien remunerada además, y si no que se lo cuenten a tanto viejo asesino de la Extrema (ETA, ERC, UPG, FRAP) reciclado como profesor, tertuliano de TV o agitador sindical. Pablo Hasél sólo tendrá que esperar a la primera concesión de la condicional para que lo entreviste Évole, por poner el ejemplo más claro.

Y en éstas estamos y seguiremos mientras parte de la Derecha institucionalizada se dedique a traicionar todos sus principios y a la base electoral que ha permitido durante décadas consolidar una marca y una estructura con miles de empleados y cientos de miles de seguidores. Los tiempos ya cambiaron, en todas partes y de manera radical, para entender que la política es proyecto en acción constantemente retransmitido por TV y redes.

Lo que no obsta para que, a la postre, el mero recuerdo de los datos, los hechos y los nombres, cuando se es persistente y corajudo, y con tenacidad se busca la mejor manera de que todo lo que consideramos como verdadero y mostrable y denunciable salga a la luz, y se difunda y se entienda por el común, sea el fundamento mejor para la mejor política y la mejor ciudadanía, frente a quienes han hecho un escudo de la irresponsabilidad, el frentismo, la mentira y la opacidad.

Porque a un año vista de la emergencia nacional que ha supuesto la pandemia de Covid19, se hace más necesario que nunca pasar revista de los muertos y de los vivos, de los que estuvieron a la altura y de los que se escabulleron de la escena haciendo dejación de sus funciones, de los que cumpliendo con su deber se quedaron por el camino y de los que, por el contrario, rehuyendo el suyo se mantienen aún en el machito gracias a la confusión inducida.

En realidad, a nadie le importa mucho España

…más allá de los triunfos de la Selección -“La Roja” en Madrid como en Cataluña- porque cuesta defenderla de sus enemigos, sobre todo aburre defender lo más obvio contra los recurrentes veteroprogres antiespañoles y los racistas separatistas herederos de lo más rancio del casticismo español.

Al cabo, uno acaba en España por ser hereje haga lo que haga y piense lo que piense, debido básicamente al número de aspirantes a inquisidor o a cualquier otro cargo público (o en la empresa cooptada) con eximente de responsabilidad propia: la culpa siempre es de los demás, los agujeros contables se tapan con sobornos o amenazas y lo que importa es estar dispuesto a aceptar el siguiente cargo.

El rastro de servilismo se puede seguir, por tanto, oteando por encima los apellidos de quienes heredan nombre, cargo y nómina en la Política como en la Banca, en la Prensa como en la Cultura, en la Universidad como en la Alta Empresa; con distintos méritos, trayectorias y recursos, por supuesto: pero a fin de cuentas para ir a dar a lo mismo.

No se sabe muy bien a estas alturas si es que el grado de delirio ideológico de nuestras (presuntas) élites conspira para volvernos a todos dementes, fanáticos o aprensivos asustadizos que buscarán ante todo el repliegue sobre sí mismos, pero lo cierto es que son muchos años aumentando la apuesta por la quiebra institucional y socioeconómica de España para que la jugada no tenga tremendas consecuencias.

Cuando en cualquier tramo de calle uno sorprende conversaciones -entre jubilados, o entre barrenderos, o entre encorbatados- que reiteran “Esto es una dictadura” probablemente pueda excusarse en que “la gente” exagera, o con el socorrido “nos estamos (¡nos están!) volviendo locos”; pero el río suena porque la realidad supera las impresiones de los diarios y los falsos destellos televisivos.

La quiebra de España es moral, desde hace décadas: la Nación no reposa sobre nada, ni los españoles de la hora -ignorantes para empezar de sus propias Historia, costumbres y geografía- reconocen apenas los símbolos nacionales como tales. Ahora se presenta la quiebra institucional casi a la par, definitivamente, que la económica. Pero ninguna de ellas se pudiera haber dado con unos sólidos cimientos constitucionales.

Algo que valdría definir como “espejismo del 78”, al menos para que de una vez por todas nos atrevamos a encarar los graves problemas presentes de la Nación sin la camisa de fuerza de la ilusión de ese pasado añorado. Está en juego el futuro, que desde luego realizamos con nuestras apuestas de presente y nadie puede determinar para nosotros.

Es hora de empezar a crear esa España que nos importe a todos.

La gran manipulación

…es el título con el que Jano García (Valencia, 1989) ajusta cuentas con el sistema mediático español de la hora por su entreguismo a las tesis manifiestas del Poder no menos que por su endogamia, su vulgaridad y su fanatismo. Un sistema que tiene a las cadenas de TV como baluarte en la creación de la “nueva normalidad” desde años antes de la expansión coronavírica.

Al respecto, se remonta el autor a la década de los 20’ del siglo pasado con el ascenso al Poder de comunistas bolcheviques y fascistas, como habla de Goebbels durante el nazismo y del Libro Rojo de Mao y su “Revolución cultural”, en un intento de recordar que las técnicas de manipulación las crearon hace tiempo los caudillos de los movimientos totalitarios.

Pero la parte más meritoria de la obra en sin duda la dedicada a la cronología de los hechos de la pandemia que tiene a España con los peores índices mundiales de respuesta en todos los ámbitos (sanitario, económico y también político en relación con las medidas agresivas adoptadas por el Gobierno Sánchez-Iglesias, lesivas para las libertades y derechos individuales).

Hechos que son datos: desde alarmas de la OMS con sus fechas, pasando por los avisos que llegaban de China, luego desde Italia y la UE, etc. Avisos y alertas que el Gobierno desestimó a conciencia, por lo que no es de extrañar que el subtítulo del libro rece «Cómo la desinformación convirtió a España en el paraíso del coronavirus».

Unos hechos y datos que son puestos en su contexto por García, que va intercalando declaraciones de políticos, periodistas, tertulianos que contribuyeron a la gran manipulación que da título al trabajo, impidiendo así que se tomaran las medidas decisivas en el momento adecuado y, peor aún, justificando la actuación gubernamental con una serie de mentiras encadenadas durante los últimos meses.

SARTORI CABALGA DE NUEVO

Siguiendo a grandes rasgos las tesis del brillante politólogo italiano Giovanni Sartori en su esclarecedor Homo videns -reseñado hace meses en este mismo sitio-, García apunta:

“Ningún medio ha tenido un impacto tan significativo como la televisión en la historia de la humanidad. La diferencia entre la televisión y la radio es considerable. La ventaja de la imagen visual sobre la transmisión radiofónica es que lo audible se convierte en una imagen visual con la ayuda de la imaginación del individuo que la recibe, pero no es posible mantener bajo control lo que puede llegar a imaginar el oyente. Con la televisión, la imaginación deja de existir. Lo que ves es la realidad, o al menos así lo capta tu cerebro. La televisión fue ganando fuerza y entrando en todos los hogares de los países desarrollados con el transcurso de los años.”

De hecho, ciñéndose a informes de la consultora Barlovento Comunicación a partir de los datos de medición de Kantar y Comscore, García señala que “el 70,7% de la población española ve cada día la televisión con un consumo medio de 3 horas y 56 minutos por persona al día”, y añade que pese a lo que se piense actualmente, las redes sociales distan de ejercer una influencia similar en cantidad y calidad sobre el público como la de las cadenas de TV.

“Teniendo en cuenta las cifras tan elevadas de audiencia, es evidente que la televisión es la herramienta óptima para la manipulación de masas. El debate social lo marcan los medios de comunicación. En todos los países sin excepción, los temas de interés, las discusiones políticas, económicas, sociales, culturales, etc., son aquellos que deciden los mass media.”

Concretamente, en el caso de España, el autor se pregunta:

“¿Qué papel tuvo la televisión para que España se convirtiera en el país más afectado por la pandemia del Covid-19 (sic)? La negligencia política es también responsable desde luego, pero imaginen que las televisiones hubiesen comenzado a abordar día tras día en febrero la verdad del nuevo coronavirus. Es innegable que la presión mediática y el efecto generado en la población hubiera obligado al Gobierno a actuar de forma distinta. Nadie es capaz de resistir la presión mediática en un régimen democrático o, mejor dicho, en un régimen en el cual la masa social es la que quita y pone gobiernos.”

Pero apunta también que lo más grave y dramático del caso español es “la fusión entre el poder político y el poder mediático”, cuando “las televisiones decidieron obedecer el mensaje institucional”, y comienzan a desfilar por las páginas de La gran manipulación los habituales del compadreo y del sectarismo de nuestros días, significadamente Xabier Fortes (luego destituido) y Lorenzo Milá desde TVE, Susana Griso desde Antena 3, Jorge Javier Vázquez desde Telecinco, e Iñaki López y Antonio García Ferreras desde La Sexta y algunos de sus más conspicuos acólitos -comenzando por su mujer Ana Pastor al frente de esa presunta agencia de verificación de bulos llamada Newtral, que básicamente se dedica a esparcirlos-, o los “contactados” como Iñaki Gabilondo, Cristina Almeida y otros.

EL GOBIERNO SE HIZO EL SORDO

No sólo se había empezado a temer lo peor en enero respecto al nuevo coronavirus de origen chino, sino que para los responsables políticos de los países limítrofes con la potencia asiática aquello se tornó en la principal cuestión a atender, habida cuenta de los antecedentes de la “gripe aviar”. Por el contrario, en España el ministro de Sanidad Salvador Illa y el infame director del Centro de Coordinación de Alertas y Alarmas Sanitarias Fernando Simón comenzaron su particular tour de force por rebajar lo máximo posible la gravedad del problema.

Dos ejemplos de entre los muchos que recoge la cronología aportada por Jano García lo muestran de manera descarnada. Así, el mismo 30 de enero, cuando la propia OMS decide declarar la emergencia sanitaria internacional después de la detección de los primeros casos en Italia, y una vez que China ya había procedido a recluir a decenas de millones de habitantes de varias ciudades del país, Salvador Illa declara lo siguiente:

“No minizamos nada, no hay ningún caso en estos momentos en España. Está preparado nuestro sistema para hacer frente a estas situaciones y las seguimos a diario con transparencia informativa.”

A su vez, el Dr.Simón sentencia al día siguiente (en una de sus más recordadas intervenciones a la postre):

“Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será transmisión muy limitada y muy controlada. Hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible. Sigue habiendo una sola zona, una sola provincia de China con transmisión comunitaria real, en otras zonas hay una transmisión limitada y controlada, y por lo tanto parece, además con el número de casos nuevos que van notificándose día a día, que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir.”

Obviamente, no fue el caso ni en España ni en ninguno de los países de su entorno, caso de Italia o Francia, luego Gran Bretaña y más allá Estados Unidos como ejemplos de los que se vieron gravemente afectados por la pandemia. Pero lejos de rectificar y enmendarse a medida que se expandía el virus, el Gobierno Sánchez-Iglesias se aprestó a lanzar una campaña de acoso y descrédito de todos aquellos expertos, médicos o meros periodistas que alertaban de la gravedad tanto como de la inminencia de la crisis sanitaria en España.

LA RESPONSABILIDAD DE LA OMS

García no se olvida tampoco del nefasto papel representado por la Organización Mundial de la Salud en todo el trance, en cuanto que presidida por un hombre de paja de China se ha comportado durante la crisis más como un embajador de la buena voluntad del Partido Comunista de Xi Jinping que como una auténtica agencia sanitaria.

“Tedros Adhanom pertenece al Frente de Liberación Popular de Tigray, un partido etíope de ideología marxista. El Gobierno etíope, a la sazón dirigido por Hailemariam Desalegn, presidente señalado continuamente por Human Rights (sic) por hostigar a la población e implantar un régimen autoritario y sobre el que pesan delitos contra la humanidad, nombró a Tedros Adhanom como ministro de Sanidad en el año 2005, cargo que ocupó hasta el 2012. Posteriormente fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores hasta el año 2016. Mientras él estaba en el gobierno etíope, tres brotes de cólera asolaron el país llevándose por delante la vida de miles de personas. Sin embargo, cuando era ministro de salud, decidió ocultarlo y llamarlo “AWD” (diarrea acuosa aguda).”

Pero no sólo fue China la que aupó a semejante sujeto a la presidencia de la OMS, ya que “Barack Obama también apoyó su nombramiento porque suponía que Tedros sería el primer africano de la historia en dirigir la organización internacional. Propaganda al poder”, en otra de esas decisiones del malhadado ex presidente de los EEUU que reúne todos sus principales defectos: la soberbia ignorante, el racismo disfrazado de antirracismo, el progresismo “liberal” que le hacía preterir los principios y la responsabilidad del papel exterior de los USA en pos del “Multilaterismo”, que ha dejado sumidas en el caos zonas enteras del planeta ya desde antes de la llegada del coronavirus.

En España, la encargada de ejercer de embajadora de las buenas intenciones chinas fue María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS y, por momentos, colaboradora tertuliana asidua al programa Al rojo vivo de García Ferreras, foco principal de las distintas infecciones informativas que padece la opinión pública española desde el 11 de marzo de 2004, cuando el ínclito periodista trabajaba (manipulando) para la SER.

Aunque sería en una entrevista en La Sexta el 16 de febrero con su mujer, Ana Pastor, cuando Neira declaró a cuenta de la cancelación del World Mobile Congress que se iba a celebrar en Barcelona:

“La OMS desde el principio ha dicho que no haya restricciones ni de viajes ni de comercio ni de intercambios. (…) Nosotros no podemos juzgar a nadie que tome esas decisiones, lo que sí es cierto es que nosotros no hemos dado ese tipo de criterios para que se haga gestión de riesgo y se llegue a esa conclusión. Nosotros hemos dicho que no es necesario ni cancelar, ni evitar la movilidad ni el comercio.”

CASO DE NEGLIGENCIA CRIMINAL

Pese a la alarmante situación en Italia a finales de febrero, todavía tuvo Salvador Illa arrestos para continuar con el mensaje falsamente tranquilizador -los españoles se lanzaron a proveerse de mascarillas, cuya demanda aumentó un 10.000% según los datos de García-, concretamente el 25 de febrero, cuando ya parecía claro que decenas de aficionados del Valencia que viajaron a Italia a ver el partido contra el Atalanta habían regresado infectados a España:

“No hay transmisión comunitaria acreditada hasta el momento en nuestro país y por tanto seguimos pensando que estamos en un escenario de contención del coronavirus en España. No hay una prohibición decretada por parte de las autoridades internacionales ni por parte de las autoridades españolas de viajar a ninguna parte. Hago un llamamiento a la ciudadanía para que no caigamos en el alarmismo. (…) En todas las comunidades autónomas hay capacidad de hacer test y con una solvencia total. El sistema sanitario está preparado para hacer frente a la situación.”

Ese mismo día el impresentable portavoz de Podemos, Pablo Echenique, se lanzó con su degradado sentido del humor a apoyar las tesis gubernamentales:

“En las portadas y en las tertulias, el coronavirus corre desbocado y es una peligrosísima pandemia que causa pavor. En el mundo real, el coronavirus está absolutamente controlado en España.”

Y como remate, el inevitable Dr.Simón, que todavía comparece públicamente en vez de haber sido procesado por tratarse de uno de los principales culpables de la expansión y grave afectación del coronavirus en la población española, característicamente entre los miembros del personal sanitario y de residencias y farmacias:

“Lo cierto es que en las zonas donde no se han identificado casos, no hay ningún riesgo. Por lo tanto, yo creo que la población tiene que entender los riesgos a los que se expone, los riesgos reales, no los ficticios a los que se exponen y ahí yo creo que sí que hay detalles que nos pueden ayudar para ir normalizando la situación, allí donde hay que normalizarla y donde se tienen que hacer medidas extras, no se preocupen que Salud Pública de cada comunidad autónoma las hará. El uso de las mascarillas sí que puede ser interesante en los pacientes con sintomatología. Pero no tiene sentido que la población ahora mismo esté preocupada por si tiene o no tiene mascarillas en casa. ¡Ninguno! Por tanto, es importante que la población no asuma mecanismos de protección que pueden no tener sentido. España, yo creo que ya se lo hemos dicho en múltiples ocasiones, no recomienda medidas de cribado en los aeropuertos.”

Esto es: como ahora mismo en que el Gobierno Sánchez-Iglesias ha decidido que lo mejor es no tomar ya nuevas (o viejas) medidas porque ahora les corresponde a los gobiernos de las CCAA asumir la responsabilidad y, tal vez, compartir la culpabilidad de sus negligentes decisiones con el Ejecutivo “de Progreso”. Pero la seguridad en los aeropuertos, los principales accesos del coronavirus a nuestro país (especialmente los de Barajas y El Prat), ¿a quién compete?

CONCLUSIÓN

Jano García dirige en la actualidad el programa En libertad que se retransmite a través de iVoox y You Tube y cuenta con cientos de miles de seguidores, a los que pudo alertar ya en febrero de la magnitud de la pandemia de coronavirus pese a la hostilidad manifiesta de las fuentes oficiales y sus sicarios en TV e Internet (redes sociales, sobre todo) hacia la verdad de la amenaza y sus consecuencias sanitarias y económicas sobre la población española.

Escrito como pieza de urgencia para su publicación, adolece por momentos de un estilo descuidado así como de partes que dan la impresión de servir de relleno a la cronología exhaustiva de los hechos, con una mezcolanza entre la exposición bruta de los mismos y el aderezo de sus opiniones sobre la gestión de la crisis que no redunda en la utilidad y valentía de la obra. De hecho, García trata superficialmente algunas cuestiones como la manipulación específica del medio televisivo, o las mismas ideologías totalitarias, que merecen siempre (por su relevancia intrínseca) más precisión conceptual y mayor despliegue de fuentes corroboradoras que las que aporta el autor.

Tal vez se podría haber ahorrado dichas partes, porque para el mes de mayo, cuando el autor remata el libro, ya disponía de material suficiente para continuar apuntalando sus tesis más allá del 14 de marzo, fecha (última de las citadas) en que el Gobierno Sánchez-Iglesias declara el estado de alarma.

En vez de ello, expone sus conclusiones en el último capítulo del libro de modo general:

“España está viviendo un cambio de régimen encubierto por los medios de comunicación, esos embusteros que obedecen al que paga y que son activistas, no periodistas. La crisis económica que vamos a sufrir no tiene parangón. El Gobierno de Sánchez ha decidido que, para conseguir imponer este nuevo modelo en el país, debe eliminar por completo a la clase media y asfixiarla económicamente. Son cientos de miles las empresas que van a desaparecer en España tras esta pandemia. (…) Más allá del terrible resultado en la gestión sanitaria, los números demuestran que el confinamiento generalizado y la paralización masiva de la producción durante tanto tiempo son un error. Pero adviértase que era nuestra única posibilidad para detener la propagación del virus debido a la inacción del Gobierno a la hora de tomar medidas preventivas.”

Y, taxativo, asevera (en una opinión que comparto):

“El estado de alarma no debe volver a ser aplicado por esta pandemia. Los ciudadanos deben ser los que decidan libremente su destino. El miedo a morir no puede acabar con la ilusión de vivir. El estado de alarma se ha utilizado para fines políticos que refuercen la manipulación de masas a través de la eliminación de los contrarios en redes sociales. El aumento del control del contenido en las redes ante el espectacular auge vivido de su uso, como era lógico en una situación de confinamiento para la inmensa mayoría de los ciudadanos, debería ponernos en alerta.”

Aunque su muy negativa opinión de la “masa social” le haga ser pesimista -no seré yo quien le lleve la contraria-, al menos ha publicado un testimonio de indudable valor documental, probablemente el primero en España sobre la específica e incesante manipulación masiva que hemos padecido los ciudadanos a manos de este genuino Gobierno de la Mentira. Sólo por eso, representa un esfuerzo notable y espero que tenga el debido éxito en su difusión.

Covid19: lo que debería cambiar en España

…a partir de ahora son los mismos fundamentos de nuestro malhadado “Estado del Bienestar”, para resumirlos en uno solo: nadie tendrá derecho a vivir “del Estado” -esto es: “del de al lado”-, a no ser que deba ser asistido por razón de minusvalía psíquica o física o dependencia grave por su estado (provisional) de precariedad.

Estos días en que muchos jubilados se llevan las manos a la cabeza por las presiones para volver a la normalidad laboral, debiera explicarse reiteradamente que sin actividad empresarial no hay trabajo y sin trabajo no sólo cerrarán las empresas, sino que no se podrán pagar los subsidios al desempleo, las pensiones, los salarios de empleados públicos (de la Sanidad, de la Educación, de la Justicia, de las Fuerzas de Seguridad o del Cuerpo de Bomberos, del Servicio a Domicilio o de las residencias, ¡de los partidos políticos!), etc.

Como también debiera quedar meridianamente claro que cuando se elige a gobiernos corruptos y manirrotos (vulgo Socialismo) para gestionar las cuentas públicas lo único que queda al final para repartir es la miseria. De hecho, sobran un tercio de los empleados públicos y todas aquellas sociedades artificialmente creadas para colocar a los próximos, entre las que no cabe no incluir a partidos y sindicatos, que a la hora de la verdad demuestran servir para bien poco.

El INEM -esa institución expendedora de presuntos “derechos sociales” al cobro de ayudas por no trabajar- debe ser liquidado y sustituido por ETT (empresas de trabajo temporal), en cuanto que aquél se sufraga con fondos públicos y tiene como objeto permitir cobrar sin trabajar, mientras que éstas son empresas privadas cuyo único beneficio deriva de encontrar trabajo a sus clientes.

Sobran parlamentos en España, agencias públicas y comisionistas de toda laya; sobran cargas fiscales sobre los creadores de riqueza -esto es: los empresarios-, que aparte de ser quienes fomentan la contratación para sostener a las familias de los trabajadores se ven obligados a pagarles horas que no trabajan -como las vacaciones, los dos meses de paga extra, las fiestas de guardar, etc.- así como las cuotas de la Seguridad Social.

Sobran las millonarias subvenciones con que el Estado riega a distintas entidades con fines escasamente productivos, generalmente opacos, entre ellas decenas de miles de empresas de particulares dedicadas presuntamente a la promoción del “mundo de la Cultura”, pero que no crean ni producen nada; por no hablar de hasta qué punto sobran todas esas radios y televisiones públicas debidamente plegadas a la voluntad del cacique local de turno o al mismo Gobierno que concede las licencias.

Pero también debe quedar claro qué otros sectores deberán cambiar de métodos y actitudes si quieren sobrevivir a la terrible crisis económica que se avecina.

BARES SÓLO PARA FUMADORES

Ojalá sea cierto que el tabaco inmuniza -como se especula actualmente en Francia- porque será el único factor que permita la reapertura de los establecimientos como bares y discotecas -aun con mamparas (que ya debieran ser obligatorias para siempre, no sólo para los pinchos expuestos) para proteger al personal del servicio-, ya que de lo contrario no podrán abrir hasta que se encuentre la vacuna contra el SARS-CoV2 o bien tratamientos adecuados para evitar la muerte de los pacientes con la Covid19 y el mero colapso de las UCIs.

En la calle, no podrá aglomerarse la gente sino que deberán establecerse medidas de aislamiento entre grupos -tales como las ya habituales jaulas de cristal para los fumadores en las terrazas exteriores de bares y restaurantes-, lo cual no impedirá el contagio dentro de cada grupo pero lo restringirá. Esto significa que los que acudan a dichos establecimientos no podrán después mantener contacto con personas susceptibles de conformar los grupos de mayor riesgo (diabéticos, obesos, personas con problemas cardiorrespiratorios, etc.).

En el mismo sentido, toda protección será poca para los empleados de las Farmacias, dado que los usuarios de estos establecimientos suelen estar enfermos y de ahí que acudan a por fármacos, si bien no siempre se tratará de clientes infecciosos. En todo caso, mamparas y guantes y mascarillas y protección para los ojos deberán ser obligatorios para proteger a los farmacéuticos

EN EL TRANSPORTE PÚBLICO

La distancia de seguridad mínima obligará a restringir asimismo el número de plazas en todo tipo de vehículos comunitarios, desde los metros a los trenes de largo recorrido, de los taxis a los autobuses, de los cruceros a los aviones. Al tratarse de espacios cerrados, el uso de mascarillas deberá ser obligatorio sólo si no hay controles (tests, certificados de inmunidad) al acceder al vehículo, si bien en trayectos cortos podrá exigirse básicamente guardar silencio (sobre todo no hablar por el móvil a voz en cuello) y cubrirse la boca a la hora de estornudar o toser.

Lo que parece ineluctable es que las distancias de seguridad y la dilación de tiempos debida a la adopción de medidas de protección conllevará una reducción del uso del transporte público, cuyo servicio empeorará y devendrá crónicamente deficitario, por lo que no parece descabellado pensar que se reducirán las frecuencias y tendrá que optarse de nuevo por recurrir a los vehículos privados para desplazarse al trabajo o a través de las ciudades.

EN EL DÍA A DÍA

De continuar con la mentalidad supersticiosa que ha caracterizado al español medio durante todo este periodo de reclusión forzada, y con los mismos informadores mediocres cuando no entregados al servicio exclusivo del Poder en aras de su propio beneficio, será imposible cambiar nada en torno a los asuntos fundamentales que determinarán el porvenir español de los próximos años y décadas.

Pues a día de hoy no han sido capaces desde el Gobierno (Ministerio de Sanidad o cualquier otro) de explicar clara y brevemente en qué consiste el (virus) SARS-CoV2 y la (enfermedad) Covid19, cómo para pedirles que comuniquen claramente cuáles son las medidas adecuadas de autoprotección y protección de terceros. Por supuesto no ha sido el caso de los países con más éxito en la gestión de la pandemia, caso de Singapur y Corea del Sur.

Y de los Medios de Control Social qué decir: buenrrollismo («Todos unidos»), sedación y una caótica serie de «informaciones» y artículos de columnistas paniaguados que han dejado el ya maltrecho prestigio de la profesión por los suelos. De hecho, sólo han salvado la honrilla de la Prensa una docena de entrevistas con científicos y algún que otro sanitario a pie de obra, junto con algunos artículos de fondo de expertos por supuesto en ningún momento consultados por el Gobierno de Sánchez-Iglesias y su banda de decenas de ministros desaparecidos y conspicuos expertos en dislates.

CONCLUSIÓN

La mediocridad generalizada demostrada por la clase política (Gobierno y presunta oposición) y mediática del país debería alarmar a los españoles para que exigieran los cambios pertinentes en estos ámbitos, pero ciertamente la falta de costumbre en el ejercicio de las libertades políticas hace de éste un Pueblo desmayado, de estómagos agradecidos, dedicado en cuerpo y alma a la “calidad de vida” -bebercio, poteo y puteo, horas muertas delante de la TV viendo series, fútbol o programas basura repletos de chulos y zorras-, mientras tenemos en cada presunto ciudadano a un no menos presunto resistente antifranquista -nuestros genuinos «disidentes a posteriori» de la hora- que no tiene sin embargo la dignidad de renunciar a la paga extra del mes de julio implantada por Franco para conmemorar la victoria de los “nacionales” en la Guerra Civil, como tampoco a la de Navidad que obviamente conmemora el nacimiento de Cristo.

Ochenta años de servidumbre voluntaria -con Franco todos franquistas; en esta Pseudodemocracia, todos demoprogretas- han vaciado de coraje y ansias de honrado y verdadero medro a los españoles, que sólo ahora reparan de qué manera se abandona a los viejos en residencias para que no molesten -cuando además se les pretende heredar la casa para ponerla en alquiler y vivir de las rentas- mientras se producen 100.000 abortos anuales y todavía esperarán algunos seguir cobrando pensiones sobreestimadas en unos años, los mismos que no quieren ocuparse de sus mayores ni criar a la progenie porque eso da muchos problemas y le jode a uno el “bienestar”.

Este Pueblo está demográficamente muerto, democráticamente muerto, económicamente muerto. Y luego resulta que todo el mundo está aterrado ante la mera perspectiva de la muerte por Covid. Qué horrible paradoja. Y qué aburrimiento permanente, el de los muertos en vida.