Les conviene que haya tensión

…a nuestros habituales fascistas de la Izquierda -válgame la redundancia- por ver de confundir a la gente con aquello del “conflicto”, cuando las hostias siempre las reparten los mismos a los mismos que las aguantan con mayor o menor estoicismo, mientras la Policía hace sólo lo que puede y todavía reciben sus miembros los palos de la turba que habrían de llevarse sus inmediatos superiores y los dirigentes políticos que rehúsan hacer valer su monopolio de la violencia.

Viene siendo así desde hace medio siglo, pero como el “conflicto” parecía circunscrito a las provincias vascas quien más quien menos confiaba en que la situación mejoraría con el tiempo… hasta que se extendió a Cataluña y Madrid y ha permanecido latente desde entonces hasta prácticamente los (ne)fastos que siguieron al 11-M de 2004 -algaradas promovidas por el PSOE y sus aliados antisistema- y más aún después del 15-M de 2011 que vio nacer (darse a conocer públicamente) a Podemos.

Progresivamente, la corrosión de la legalidad y del mismo respeto democrático a los adversarios políticos y a las instituciones ha producido la práctica destrucción del entramado de convivencia conocido como “régimen del 78”, hasta el punto de que las fuerzas contrarias al liderazgo del PSOE -al frente de la entente anticonstitucional de la que participan Podemos, ERC y Bildu (ETA) significadamente entre otras facciones- son calificadas de “ultraderecha” con vistas a expulsarlas del sistema.

Ciertamente, poco éxito podría cosechar esta estrategia sin la entrega de los medios de comunicación a una falsaria vocación de salvapatrias, presuntamente “democrática”, que no oculta sino un estéril y fraudulento elitismo apoyado en la ignorancia fanática de los biempensantes sin contacto con la realidad. Una casta aún más perversa que la de los políticos por sus fantasiosas ideas sobre la sociedad, por su particular y asumida irresponsabilidad práctica y por su cinismo inmaduro (que de ambos aspectos deriva) cuando son pillados en falta.

Así, ya no se puede saber cuándo conviene más al Poder, a sus sicarios o a sus medios de reproducción de propaganda fomentar la violencia, porque todos parecen en extremo dependientes de la existencia de un enemigo ominoso al que endosar todos los extremos del mal para poder cargar contra él sin ambages ni escrúpulos. Sed de violencia, “nos conviene que haya tensión”; para acto seguido pasar a escenificar los roles de víctimas y agraviados secularmente. La matraca de siempre, al servicio de los dictadores de la hora.

En todo caso, ahora como en el 34, siempre el PSOE instigando al enfrentamiento civil: siempre.

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“Los niños son fascistas”

…me dijo un amigo a nuestros 18-19 años, y me parece que no se refería -o no sólo- a la tiranía sobre los padres (tan reciente como creciente), sino a sus relaciones con la realidad y con el entorno en que se desenvuelven naturalmente, lo que incluye a otros niños como ellos a los que muy pronto identificarán (como iguales o desiguales), clasificarán (como mejores o peores) y acabarán por elegir (como amigos o enemigos).

La ocurrencia en sí -el desarrollo es mío- me pareció graciosa, aunque no recuerdo a qué venía, pero supongo que a cuenta de constatar la tremenda violencia (física y verbal) que se ejerce durante la infancia contra propios y ajenos, entre los niños así como entre las niñas, a veces producto de una repensada malicia, otras de manera espontánea, pero siempre liberada contra aquellos precisamente desiguales, “peores”, débiles, enfermos…

De ahí la pura lógica de colegios y centros educativos de distinto tipo para atender a los alumnos con discapacidad o desventajas patentes, lo cual no incluye desde luego a los bajitos, gordos, larguiruchos, seisdedos y demás que puedan verse en algún momento dado “desiguales” o “peores” que la media de sus compañeros escolares. Porque precisamente la Igualdad política democrática consiste en tratar igual a los desiguales.

Así que los niños se comportan como nazis, cuando ahora miro retrospectivamente a mi propia infancia, pero sólo una ínfima minoría de ellos lo hace por sadismo o rencor, mucho menos por ideología: tan sólo se trata de criaturas que buscan su espacio vital a codazos y dentelladas, hasta que llegan a la edad (si han sido debidamente formados moralmente) en que son capaces de sentir piedad, compasión o mera indiferencia por los desfavorecidos del mundo.

Mi amigo se refería probablemente también a esa exuberante vitalidad y falta de miedo ante el riesgo que caracteriza a los niños cuando se los deja un poco libres, un poco salvajes -lo que equivale a atestiguar que todo hombre sin una tradición moral devendría en depredador bajo el signo de la esvástica (o cualquier otro)-, y se dedican básicamente a competir, pelear o apalizar a algún otro “inferior” a ellos. Aunque también les pueda dar por jugar a algo.

Por eso la educación tiene que ver con modelos decentes, propios de adultos y no de adolescentes tatuados hasta las cejas, y bebe asimismo de la fuente constante de la tradición -el legado de los que nos antecedieron enfrentando los mismos problemas esenciales que tenemos y tendrán siempre los hombres ante sí-, y no se deja arredrar por los espasmódicos modos de unos infantes ignorantes, puro nervio o pura dejación, agresivos e incuriosos.

Todo lo contrario: la educación consiste en encauzar esas desbordantes energías, alimentando la curiosidad con la multiplicación de los puntos de vista con que se puede acometer el estudio de la naturaleza, precisamente en la mente abierta de un niño; y deplorar cada mala acción, cada mal gesto, cada insulto a un semejante “desigual”, cada infracción del código moral que nos convierte en sociedad alejados de la manada -no la de los lobos sino la humana, que es peor-.

En definitiva, porque altos son los sueños idealizados en la infancia, que tan fácilmente engendran monstruos del pensamiento (y de la acción política) si se vuelven crónicos durante la adolescencia, tenía mucha razón mi amigo cuando decía que “los niños son unos fascistas”, unos verdaderos nazis inofensivos en su inmensa mayoría -diría yo-; a no ser que a los 10 o a los 12 años en vez de un buen sopapo por pegar a otro les regalen su primera pistola.

Es así o puede ser así en cualquier lugar del mundo; así que de todos y cada uno depende.  

Un discurso contra la violencia

…desde el Gobierno o cualquier otra institución de un Estado democrático queda siempre cojo si no se apoya en el recuerdo, a modo de máxima weberiana, de que el monopolio de la violencia le corresponde a él, al Estado, en cuanto institución surgida del acuerdo entre todos los individuos que componen el cuerpo político para, precisamente, preservar la vida y la propiedad de cada uno de forma pacífica con arreglo a la Ley.

Por descontado, para las lumbreras complutenses de Podemos todo lo anterior no es más que pura abstracción sin reflejo en la realidad “real”, que no es más que simulacro o representación del Poder actualmente detentado por las oscuras fuerzas de la Reacción: de “la Banca” a los partidos “burgueses”, de las multinacionales al imperialismo USA, etc.

De aquí que se haga necesario emplear la violencia legítima como expresión del descontento de “la gente”, una vez cerradas las demás vías de “participación democrática” o de protesta contra lo que consideran un entramado legal deliberadamente represivo de libertades y derechos individuales y colectivos, servido por jueces facinerosos como parte del establishment.

En rigor, lo más asombroso de todo es la invariabilidad de esta pseudocrítica antisistema con ínfulas de originalidad y clarividencia, a pesar de que Podemos sea producto directo de la casta profesoral o establishment parasitario de las instituciones educativas del país, dechados de “liberalismo” sindical y librepensadores al servicio de teocracias como la de Irán o dictaduras militares como las de Venezuela y Cuba.

Más no hay tal contradicción, como también pudimos comprobar en el caso de Bildu cuando se encaramaron -con la debida ayuda de PNV y PSE- a los gobiernos del Ayuntamiento de San Sebastián y de la Diputación de Guipúzcoa hace ahora prácticamente una década: por la mañana ocupaban sus escaños y por la tarde se ponían a la cabecera de las habituales manifestaciones contra el progreso y la prosperidad -contra la inversión en infraestructuras, básicamente-.

El resultado fue que hasta su propia gente les dio de lado en cuanto comenzaron a notar lo oneroso y chapucero de un sistema que, por de pronto, pretendía sustituir la incineración de residuos por su conversión en abono “compostable”. Como hablamos de una de las provincias más industrializadas de España y de Europa, la cosa no cuajó: y eso que la mafia etasuna hizo colgar ganchos para la recogida selectiva (“puerta a puerta”) de la basura hasta en la fachada de la centenaria Universidad de Oñate.

Es como cuando el líder podemita Pablo Iglesias se hace pasar por un concienciado y concienzudo luchador por el “derecho a una vivienda digna” fomentando al socaire de este irrelevante artículo constitucional todo tipo de ocupación ilegal y, a la postre, avanzando su proyecto de expropiaciones a discreción, que es lo que a él como a cualquier caudillejo fascista o comunista -de esos que trata asiduamente en Hispanoamérica, ¡ejem!- más les gusta.

Hablamos de quien dispone, como vicepresidente segundo del desGobierno Sánchez-Iglesias, de tres docenas de guardias civiles para custodiar su chalet de lujo en la próspera vecindad de Galapagar, en las inmediaciones de El Escorial, donde tuvo su residencia física y espiritual el que fuera uno de los más grandes emperadores de la Historia, Felipe II, por cierto uno de los gobernantes españoles, con Franco, más austeros que han conocido los anales.

Casi como el pelanas que mantiene en la Presidencia a un Pedro Sánchez tan impávido ante la realidad como inasequible al desaliento, y que cuenta en su Gobierno con quien ha de acabar con él por las malas si no se lo quita antes de en medio, para lo que cualquier ocasión puede resultar idónea -a ver qué piensa Iván-; sobre todo ahora que tiene en sus manos al PP (descuajeringado, eso sí) y las cenizas de Ciudadanos.

Pero esto le expondría, obviamente, a una guerra total no sólo contra Podemos sino también contra ERC y JxCat, Bildu y las CUP, etc. Y no parece que ahora mismo, si no cuenta con el respaldo total del PP, pueda atreverse a emprender semejante cruzada (que necesariamente habría de ser violenta) y menos después de haber desprestigiado y abandonado sobre la marcha a policías, fiscales y jueces que han plantado cara durante décadas a etarras, separatistas y antisistemas.

El PSOE de Sánchez ha dejado de ser, en este sentido, un “partido de Estado” para revelarse únicamente como otra de las facciones al asalto del Poder, que luego cuartea y subastea, negocia y malbarata con sus puntuales aliados del resto de facciones. Este nefasto y psicopático personaje no comprende qué es un Estado y sobre qué haz de legitimidades reposa su autoridad, ¡cómo para tratar de explicarle lo del “monopolio de la violencia legítima”!

Cierto etarrismo ambiente

…es lo que reflejan esas fotos de ertzainas apostados en las esquinas de las calles de la Parte Vieja, como una reminiscencia de lo que fue, con esos colores -incluso- como de otro tiempo: cascos rojos, uniforme y verduguillos negros, también capuchas negras por la otra parte y las luces naranjas de las farolas lanzando sus destellos sobre las calles mojadas. Casi podrían parecernos postales brillantes de un tiempo ajado.

Pero, por si acaso (adelantándose a la Prensa «de Madrid»), sale el mismo presidente del PNV Andoni Ortúzar a recordar a la parroquia que estas «juventudes» son, de hecho, muy actuales, y como tal bautiza su nueva causa como mozkorra borroka -«lucha de borrachos» o «lucha de la borrachera» por «lucha callejera»-, cuando lo propio de los encuadrados por el Fascio etarra es la subversión y la insurgencia… hasta la victoria final: la conquista del Poder.

Ello explica que mientras el Gara aplaude el terrorismo de todos los grupúsculos actuantes contra los intereses occidentales y los regímenes que los defienden (en Europa como en América, en Asia como en África) luego justifique la represión de las protestas antiPutin en Rusia, donde en apenas unas jornadas de manifestaciones no violentas el saldo de detenidos se eleva por encima de los 4.000.

Como en «Euskadi» después de «otra noche de enfrentamientos» entre «unos 200 jóvenes» y la Policía local, con un detenido de 15 años -seguro que el dispositivo era el adecuado para evitar mayor violencia, ¡y mayor repercusión de la represión del ejecutivo autónomo de Urkullu contra «la Juventud vasca»: los euskonazis de Ernai, antes Jarrai, luego ETA-Batasuna y ahora Bildu (Euskal Herritarrok)-Sortu!-.

Pero es sólo que deben ensayar, entrenarse, no perder la forma ni el ritmo del movimiento: hay que estar (hacerse) presentes. Y qué mejor que este simulacro (cada vez más realista, eso sí) de estado de excepción encubierto en que parecen querernos instalar para años nuestras autoridades responsables para que «la Juventud» haga sus pinitos y recupere parte de su legitimidad perdida con el abandono de la violencia.

Porque no en mucho tiempo se multiplicarán las protestas, las manifestaciones ruidosas y las algaradas en paralelo. Y como ha logrado Podemos durante varios años en buena parte de las ciudades capitales españolas, tendrá el etarrismo subyacente que disponerse a encauzar hacia sus propios fines cualquier tipo de espontánea organización o corriente crítica del gobierno vasco o del de Sánchez-Iglesias.

Así que por de pronto se hacen notar -que están ahí, protestando; aunque la suya ahora mismo parezca una muy difusa reivindicación de libertades personales contra arbitrarias restricciones políticas-; ya más tarde propondrán sus recetas, cuando el tiempo esté maduro y las frutas podridas, de cara a una nueva cita electoral siempre y cuando se mantenga la entente PSOE-Podemos en el Gobierno central.

Acechan no precisamente en la sombra quienes pretenden hacerse con el Poder en la CAV de la mano de Podemos y del mismo PSOE, si se tercia y se dan las circunstancias antedichas. Y el PNV, en su doble juego de siempre para que no se le enfade ninguna abuela proetarra, pidiéndole a Bildu que sujete a sus perros ¡perdón! a sus chicos…

Bufones, esbirros y lacayos

…de la nueva España que brinda Pedro Sánchez y su sicario asociado, Pablo Iglesias, se nos presentan por doquier; como ese fraudulento “Doctor” Simón que, rijoso perdido, se prodiga cual estrella de rock con disco en promoción por las más variopintas modalidades de “medios de comunicación”, del callejero televisivo a las redes más “sociales” -donde todo lo que no es puro Odio hacia “la Derecha” es buenrrollismo de progres arribistas actualmente en el machito-.

Pero la lista de lacayos en estos mismos medios y redes es larga, sobre todo en estos tiempos críticos, por lo que les veremos repetir encantados las enfermizas consignas de “progreso” y contrarias a la “ultraderecha” que a ciencia cierta no está quemando las calles -si Vox, que sirve para armar el espantajo, tuviera semejante poder de convocatoria para organizar disturbios violentos en Mondragón, Burgos o Barcelona, el Poder ya estaría en sus manos-.

Son los mismos que no se cansan de reiterar que el discurso incendiario de un Trump causa violencia, para justificar básicamente la que de manera generalizada provocan los “antifas” y demás cuerpos de activistas de Extrema Izquierda respaldados allí por lo más granado de los multimillonarios blancos progresistas a quienes les importa una higa que sean saqueados los comercios y las propiedades de sus vecinos más humildes -si hablamos de California, la mayoría de ellos chicanos-.

Como ya se han escrito decenas de miles de folios sobre la apropiación indebida de la violencia por parte de la Izquierda, por lo visto legitimada siempre por alguna causa de orden superior -en consecuencia, irracional- para sus desmanes, al margen y directamente en contra muchas veces del (monopolio exclusivo de la violencia por parte del) Estado, bastará repasar someramente las últimas cuatro décadas de la historia de España para concluir que todos los altercados violentos claramente organizados corresponden a ETA, ERC, CUP, BNG, Podemos, etc.

Son los esbirros del movimiento antisistema que acampan en Barcelona desde los 90’, ahora bien representados por la “activista” Colau y cuates como Pisarello; o las CUP del chófer del terrorista Arnaldo Otegi, siempre juntos en la lucha contra el “Estado español opresor” aunque ahora puntales y valladares del Gobierno de ese mismo Estado; aunque pretendan vivir del mismo para los restos; aunque sean responsables de irreparables daños humanos, morales y económicos al conjunto de la sociedad española.

Luego resulta que el nuevo morroi del PP en el País Vasco, un tal Mikel Lezama -un Corominas o Sémper de la vida, para entendernos- presenta a la formación política de la ETA (considerada así en sentencia firme por el Tribunal Supremo) como “legal”, en oposición precisamente a Vox, al que al parecer cabría ilegalizar o acordonar como se pretende -y lo pretende el PP de Carlos Iturgaiz, que ya mismo podría dimitir e irse a su casa- con la única parlamentaria del partido de Abascal en la cámara vasca.

¿El mundo al revés? Es que el PP hace mucho tiempo (¿ya desde la victoria de Aznar en el 96’, cuando apareció Soraya en Génova con su CV entre los dientes?) que no es más que mera agencia de colocación de los niños bonitos -vulgo “hijos tontos de”- que merodean por los alrededores de la Casta para llevar el tren de vida que consideran que se merecen (lo que les pete hacer en cada momento).

Habría que mandarlos a todos a Telecinco de tronistas, triunfitos o tertulianos; como a los de Cs. Ya que no tienen escrúpulo alguno ni vergüenza, odian a la gente real empezando por sus propios (ex)votantes y se consideran algo así como privilegiados por derecho propio -contradicción en los términos y a la vez no-, se nos ahorraría el bochorno y la indignación ante el papelón de mequetrefes que finalmente les ha tocado representar en el “nuevo tiempo”.

En realidad, a mí no me extraña: ya era para ellos un “enemigo de la Paz” hace 12 años…