La connivencia mediática con el “proceso de paz”

…queda más patente si cabe en el “décimo aniversario” de la pantomima proetarra de Ayete, como quedan al descubierto las demás connivencias, no por sangrantes menos verdaderas, del PP de Mariano Rajoy en sus años de oposición (2004-2011) tanto como después, ya en el Gobierno de España con Jorge Fernández Díaz en Interior (2011-2016) haciendo de contacto de José Luis Rodríguez Zapatero para continuar con la “hoja de ruta” pactada por el PSOE directamente con los terroristas.

En el caso de los medios, este miércoles se atreve El Diario Vasco (del grupo Vocento, dueño también del ABC) a titular en su portada “El día que Euskadi renació” para saludar el 20 de octubre de 2011, y si se refiere a que el proyecto de ETA no murió aquel día, sino que renació, entonces sí, por supuesto: es la tesis de Mayor Oreja en un artículo también publicado este miércoles en El Mundo.

Porque parece mentira que la escenificación del “desarme” y de la presunta disolución de ETA con “mediadores internacionales” -todos ellos desprestigiados comisionistas de “la Paz”, empezando por el nefasto Kofi Annan- pueda ser celebrada por quienes no pueden haber olvidado de la noche a la mañana las campañas terroristas contra los medios de comunicación no abertzales, con asesinatos incluidos.

¿Se trataba de miedo, o sólo de negocios? En el caso de El Diario Vasco, ambas cosas o la sublimación de ambas: se trataba y se trata de quedar bien ante los lectores, a los que se supone de entrada amnésicos o conformistas, una vez madurados durante dos décadas en las bondades de “la Paz” con una mafia etasuna en vías de liquidación por el Estado español. Un auténtico lavado de cerebro buenista que nadie como El Diario Vasco acometió con tanta decisión -con, por ejemplo, un Alberto Surio recompensado más tarde con la dirección de la EiTB (2009-2013)-.

Pero no se puede hablar con toda probabilidad de decisión independiente, dado que desde la llegada al Gobierno de Zapatero en 2004 el grupo Vocento se puso a disposición de sus grandes mantras, tanto en lo relativo a la negociación con terroristas como con respecto a la aprobación del inconstitucional Estatut(o) de Cataluña, en lo pertinente a silenciar las verdaderas investigaciones sobre el 11-M tachándolas de conspiranoicas, etc.

Puedo hablar largo y tendido sobre el particular porque fui testigo directo de ello, ya que mientras el hoy cariacontecido José Antonio Zarzalejos se alineaba con la estrategia zapaterista en estos tres asuntos cuando dirigía el ABC por segunda vez (2005-2008), el nuevo proyecto del grupo editorial para coordinar la información de las ediciones digitales de sus distintas cabeceras regionales -proyecto conocido como “Redacción Central” (RC)- fue encargado a… gente procedente de Prisa.

Habida cuenta de que El País y la Ser -Polanco, Cebrián, Felipe González- se encargaron de defenestrar a Redondo Terreros (2001) para aupar a Patxi López -es decir: pilotaron la entrega del PSE al PNV de Ibarretxe y a sus propios apaños con la ETA desde el Pacto de Estella (1998)-, no es de extrañar que con un nuevo presidente del Gobierno decidido a seguir la línea de Jesús Eguiguren de salida negociada para los etarras el mejor modelo (des)informativo para llevarse bien con los que mandan fuera aquél.

Y, efectivamente, conocido el anuncio del primer “alto el fuego” (2006) mis compañeros de RC avanzaron un especial titulado “ETA da el primer paso hacia la paz”, donde ya quedó fijada la línea discursiva para el entreguismo de Vocento a la causa “pacifista”. Desde aquel momento, las víctimas del terrorismo pasaron a resultar sospechosas a la inmensa mayoría de la Prensa patria, porque al parecer ellas eran “parte del problema” o “parte” a secas, “parte interesada” -por cierto, no había pasado un año cuando, pese a los fervientes deseos de paz de los gerifaltes vocentinos y prisaicos, ETA hizo explosionar la terminal 4 de Barajas asesinando a dos personas-.

PARTE DEL PROBLEMA Y NO DE LA SOLUCIÓN

Evidentemente, las víctimas no podían tener mayor interés que apelar a la Justicia para la resolución de los crímenes sin esclarecer y las causas pendientes, el cumplimiento íntegro de las condenas, etc. Pero se las decidió demonizar sibilinamente porque querían tener voz en el “proceso”, un proceso de liquidación gradual de los hechos para sustituirlos por buenas intenciones al que estaban invitados los asesinos, sus portavoces y los habituales recogenueces del PNV y, en esta ocasión, y desde entonces a hoy, también los del PSOE… de Zapatero. O sea: las misas negras de Loyola (2006).

El mismo Alfredo Pérez Rubalcaba, siniestro muñidor de complots y encubridor a tiempo completo de crímenes varios, por entonces ministro del Interior (2006-2011), señalaba como condición indispensable para que fructificase el “proceso” la discreción de los medios de comunicación, a lo que en este país la mayoría de los periodistas se prestó sin dilación, algunos con fruición -como si pensaran de sí mismos que así contribuían a “escribir la Historia”, y encima con “altura de miras”-.

La consecuencia directa de ello fueron brutales campañas de acoso para silenciar a las voces contrarias al negociado político con los terroristas, significativamente las víctimas de ETA, como al por entonces (2004-2008) presidente de la AVT Francisco José Alcaraz, siempre combativo por la Verdad, Justicia, Memoria y Dignidad para sus representados -ahora que es senador por Vox, tercer partido en importancia de España, harían bien los plumillas y flautistas del “proceso” en reconocer que no pudo estar tan mal que la ETA se dedicara a asesinar a “militantes de la extrema derecha”, por ejemplo, que es lo que muchos piensan en su ínterin, después de todo-.

Total, “si quieren la independencia, que se la den”, como sostenía uno de mis citados compañeros “progresistas”, que gracias a su relativismo epistemológico -“todo es relativo”- logró al salir de Vocento la subdirección (2012-2018) y postrer dirección (2018-2021) de uno de esos diarios web -la edición española del Huffington Post- que lee la gente que se considera muy inteligente y progresista, antes de resultar recientemente recompensado por los servicios prestados con un alto cargo en la SER, ¡el de director de Informativos! Efectivamente, se trata de Guillermo Rodríguez Díaz.

De la jefa del equipo de RC, Guiomar del Ser, qué decir: actualmente tiene un alto cargo en El País como responsable de “estrategias y desarrollos” o cosa por el estilo -un comisariado ideológico, supongo, por los antecedentes-. Un diario donde sigue escribiendo el “mensajero de la paz” Luis Rodríguez Aizpeolea, un asiduo de la sede socialista de San Sebastián donde por lo visto escribía libros y otras cosas a cuatro manos con “Txusito”, el dealer del “proceso de paz”, y que este miércoles abre portada con el titular “10 años sin ETA: distensión en Euskadi, bronca en el Congreso”. El relato era esto.

Así que con la práctica totalidad de los medios de entonces embridados -salvo El Mundo, la Cope (hasta 2009), Libertad Digital…-, con las televisiones por descontado en su función única (las 24 horas del día, salvo la publicidad) de reproductoras de la “imagen” o imágenes producidas y servidas por el Poder (a través de la agencia EFE, por ejemplo, ¡o las series de TV!), el “proceso” ha continuado hasta nuestros días porque los que otrora colaboraron, o callaron o se inhibieron, ahora difícilmente van a poder restañar todo el daño causado a la credibilidad de la Prensa, a las víctimas del terrorismo y a las mismas libertades públicas.

NO HAY PEORES CIEGOS

El problema en sí es que la violencia política goza de gran predicamento o buena prensa entre nuestros periodistas españoles y, por lo general, occidentales. Será por aquello de Johnny Rotten de que “el sexo y la violencia son las dos cosas que más venden en este mundo” (de ahí Sex Pistols), lo que vale para el rock y para el cine, para el TV y la Prensa, la Literatura o el Arte.

 Ahora bien, nunca acabé de conocer si se trataba y se trata, en los casos que me ocupan, más de ignorancia algo fanatizada, de interiorizado rechazo básico a la discrepancia -por ser conflictiva o por miedo a la propia automarginación del grupo-, o de connivencia total con los radicalismos, extremismos, terrorismos -sobre todo si son fenómenos recurrentes en sistemas democráticos-, o de mero aventurerismo intelectual al que son muy dados, precisamente, los calientasillas de 40 horas a la semana que al parecer admiran las gestas criminales de los Che Guevara del mundo.

En todo caso, ahora ya es muy tarde para recomponer la realidad -más que fragmentada, hecha añicos- a través de informaciones cualesquiera. Arnaldo Otegi podría llegar a lehendakari en un par de años porque la Justicia doblegada por el PSOE de Zapatero, con el consentimiento del PP de Rajoy, decidió a pesar de las pruebas que no era uno de los “jefes” de ETA, aunque ETA le encargara a él reconstituir su “brazo político” -o sea: el “caso Bateragune”- el año 2008.

Y a la gente le parece bien, claro; a la gente le parece todo bien, o no, pero qué más da, si total… El PNV vende en inglés la marca “Nación Gastronómica Vasca” (Basque Culinary Nation, ¿es en serio?) y en español la “Nación foral” de Urkullu -esto es: la constitucionalización del estamento vasco, privilegiado respecto a la ciudadanía común- y en esto están ya todos más o menos de acuerdo por aquí, por “Euskadi”, de la ETA al PP.

Todos menos Vox, ojo -y el que tenga ojos para ver, que vea: a la mayoría se los sacaron los medios con las mentiras inherentes al “proceso de paz”.  

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Pacificar sin desnazificar

…la sociedad vasca es lo que pretendieron (hace diez años ahora) los “mediadores internacionales” que tantas veces se cubrieron de gloria a las puertas del Palacio de Ayete -reconvertido por el entonces alcalde Odón Elorza en “Casa de la Paz”-, siendo por supuesto todos ellos de parte: de la del movimiento abertzale con el PNV a la cabeza acompañado por los tontos útiles del socialismo patrio.

Cabe recordar que la ETA estaba al borde de su extinción operativa antes de la masacre terrorista del 11 de marzo de 2004, en gran medida por la falta de financiación aparejada a la ilegalización de la mayoría de sus organizaciones y empresas pantalla, incluidas (sobre todo) sus formaciones políticas, que ingresaban millones de euros de su presencia en ayuntamientos y parlamentos (forales y autonómicos) de la CAV y la CAN, así como en el propio Congreso.

Por eso resulta tan absurdo como hiriente que uno de los negociadores -de la negopolitik o política de mediación para obtener pingües beneficios, ¡las negociaciones de paz como negocio!- o más bien realizadores de la fraudulenta película “ETA por la Paz”, el británico Jonathan Powell, arguya entrevistado en El Diario Vasco que hay que dialogar con terroristas, pero no con todos, sino con los que “tienen un importante apoyo político detrás”.

En rigor, Powell justifica así todos y cada uno de los terrorismos -también el yihadismo, por supuesto-, en vez de deslegitimar el uso de la violencia para hacer política, porque obviamente el terrorismo no es un fin en sí mismo sino el medio y el modo en que grupos en principio minoritarios pretenden hacerse oír y participar en el espacio público, ya se trate de democracias (donde queda al descubierto su auténtico respaldo político) o de dictaduras.

Que su apoyo social sea grande o pequeño no hace a la cuestión de si es legítimo entablar negociaciones de igual a igual entre el Estado y los terroristas, sobre todo si dichas negociaciones incluyen aspectos políticos y no meramente penales, y eso es tan cierto para el caso de ETA como de las facciones criminales del Ulster o las FARC, por citar los ejemplos que menciona Powell en la entrevista.

De hecho, él mismo asegura que por ejemplo no negociaría con los “escisionistas del IRA” (¿y si fueran el grupo mayoritario a la postre?) o la Baader-Meinhof, por lo que es de suponer que al GRAPO tampoco le daría ni agua. En resumidas cuentas, el pragmatismo mal entendido de Powell alimenta por el contrario el recurso a la violencia que pretende desactivar, porque si el terrorismo es rentable políticamente (¡electoralmente!) qué mejor razón para no dejarlo.

Pero ni siquiera era ésa la situación de la ETA en el siglo XXI, sino la contraria e inversa: la ilegalización de sus pantallas políticas redujo gran parte de su poder y su hegemonía social, así como la unión (rota por el PSOE de Zapatero) de los dos grandes partidos nacionales puso contra las cuerdas no sólo a los terroristas, sino a un PNV en el gobierno vasco que había pactado con los criminales asesinos la creación de un Frente Abertzale por la secesión apenas un lustro antes.

A su vez, el actual portavoz de la ETA institucional, Arnaldo Otegi, antiguo secuestrador reconvertido gracias a Zapatero y su cohorte de mediadores en el “Mandela vasco” -pese a que el proyecto ideológico que defiende sea el de la Supremacía del Euskaldún (antes, de la Raza Vasca, según el padre de todos ellos, que sigue siendo Sabino Arana)-, declara que “hace diez años yo estaba en la cárcel porque los enemigos de la paz buscaban evitar que pasara lo que aquí pasó”.

Efectivamente, los “enemigos de la paz” queríamos al criminal entre rejas, a la ETA disuelta y no en las instituciones como segunda fuerza vasca, y sobre todo el fin de la hegemonía abertzale apoyada en la represión terrorista. En vez de ello, PNV y PSE se aprestaron a hacer todo lo posible por evitar, precisamente, la foto de “la derrota de ETA”, porque a ninguno les convenía ese “relato” -y por lo que se vio después con el Gobierno Rajoy y los dirigentes de los restos del PP vasco, tampoco a éstos-.

Les gusta más, como no dejamos de ver con el PSOE desde 2004 y con el PNV desde hace un siglo y medio, lo de que España es el problema, las víctimas del terrorismo poco menos que una coartada para “el Estado represor” (¡salvo Maixabel!) y la Derecha la enemiga de “la Paz”, pese a haber puesto la inmensa mayoría de los muertos en su lucha democrática y legal contra el terrorismo, su entorno y las legitimaciones varias recibidas desde el Poder político e incluso eclesial.

Hasta el sempiterno vocero del PNV Joseba Egibar, en un alarde de sinceridad (si bien muy a posteriori), sostiene que “la izquierda abertzale tuvo un protagonismo absoluto en Ayete y eso pudo dificultar una lectura crítica sobre ETA”. Vaya, diez años después del “fin de ETA” esa “izquierda abertzale” respalda -si no es que los organiza directamente- los actos de exaltación terrorista en los municipios vascos a que regresan los criminales.

Lugares de los que, por supuesto, la gente decente sigue marchándose desde hace medio siglo debido al etarrismo ambiente, hegemónico gracias al asesinato político, a la connivencia social, clerical y de las mismas instituciones gobernadas por el PNV con el fenómeno de exclusión, y a la incomprensible debilidad o falta de persistencia del Estado que debía proteger a las víctimas del odio abertzale.

Diez años después o medio siglo después, reitero, queda pendiente la desnazificación de “Euskadi”, aunque resulte impensable que la mayoría de la sociedad vasca se acabe dando cuenta en el siglo XXI, o que las máximas autoridades nacionales vayan a hacerse cargo alguna vez del auténtico problema vasco.

Convencionales siempre

…estos señoritos del PP, que han sumado a su tradicional capacidad para la organización de saraos -en ocasiones vanamente interesada (recuérdese de qué va lo de “la Gürtel”)- la sofisticada vacua cursilería de los incorporados desde Cs, quienes, evidentemente, viniendo de donde vienen, sólo creen en las encuestas y el márketin soft; o sea: para qué hablar con la gente si ya disponemos de estadísticas, estadísticos y estadístiques.

Fue precisamente esta “falta de calle” un factor decisivo en el derrumbe de Cs y en la desaparición de UPyD, cosa que no caracteriza al PP en Galicia desde los tiempos de Fraga, ni por lo general al de Castilla y León, ni desde luego al de Madrid desde tiempos de Álvarez del Manzano en adelante, con Esperanza Aguirre y ahora Isabel Díaz Ayuso y Martínez-Almeida. Por el contrario, en Andalucía fueron siempre vistos como señoritos, y en Cataluña, desde la defenestración de Vidal-Quadras, como inanes.

No del todo en balde, Cs fue fundado estrictamente para darle el relevo en el discurso al bienhumorado Alejo, quien se dedicó a los asuntos europeos antes de su traspiés como candidato de Vox y su postrer paso en falso al solicitar el voto para Cs. Después de su intervención en la presente convención contra las tesis de Edurne Uriarte -ex del ministro Wert, convencido de la necesidad de “españolizar” a los niños catalanes-, yo creo que lo suyo, consecuente como es él, es que Vidal-Quadras pida el voto para Vox ¡y la disolución de la UE!

Pero peor es lo de sacar a pasear a Mari Mar Blanco, sempiterna colocada del PP por la cuota vasca, que nunca ha valido como representante público, ni siquiera de las víctimas del terrorismo, y que (recuérdese) vino a ser la nueva coartada o escudo moral tras el que guarecerse los que liquidaron a María San Gil -los Alonso y Oyarzábal y Maroto (estos dos, ahí siguen), Sémper y demás enanitos-, todos ellos a las órdenes del memo primordial, Mariano Rajoy.

Por esto, y estando tan reciente el escarnio último de la ETA a las víctimas del terrorismo en Mondragón, conviene insistir en que abrir convenciones con Rajoy, o posar delante del rótulo de una calle de Valladolid (aunque se llame “Avenida de Miguel Ángel Blanco”), poco puede hacer por Pablo Casado si lo que desea es allegarse a los desencantados con la política antiterrorista del PP en sus últimos gobiernos, que además coinciden a grandes rasgos (si no son los mismos) con los que jamás perdonarán al PP lo que dejó crecer en Cataluña hasta el 1-0.

Como da la casualidad de que la demente chusma que ocupa la Generalidad de Cataluña no se ha movido un ápice desde dicha fecha de 2017 hasta ahora, que han pasado cuatro años de delirio institucionalizado, uno tendría que hacer muchos esfuerzos para interpretar el rechazo del “populismo” como rechazo total y absoluto a pactar con partidos como los sucesores de CiU y el mismo PNV, “socios fiables” de Rajoy según Rajoy, el bobo de solemnidad que perdió dos veces consecutivas las Generales contra el pérfido oligofrénico de José Luis Rodríguez Zapatero.

Vamos, que Casado lo tiene fácil para disputarle a Vox la primogenitura en la única Derecha que puede ser -la que se oponga radicalmente a este deprimente estado de cosas que amenaza con desintegrar el Estado y la Nación-, ya que basta con hacer literalmente lo justo contrario de lo que diga (y de lo que hizo) Mariano Rajoy en lugares como País Vasco y Cataluña para lograr crecer en las encuestas y, con una adecuada presencia de líderes locales tanto como nacionales, volver con fuerza a participar en el discurso y en el mismo espacio público.

Cosa inimaginable a día de hoy, donde la marginalidad del PP en ambas comunidades veta de entrada su acceso a una gran mayoría, por supuesto a la mayoría absoluta, y refuerza paradójicamente al siempre tapado Feijóo, que reivindica lo suyo como clave del éxito -no tan lejana a ciertos de sus postulados se halla Díaz Ayuso, por cierto- como si la defensa cerrada de la unidad de España y de la igualdad de todos los españoles fuera el motivo del fracaso electoral.

Se equivoca Feijóo, pero a su favor. No es el caso de Casado, que si se deja tentar por los gurús de la mercadotecnia y los sondeos volverá a perder la oportunidad de constituir Gobierno; para él, la definitiva. Y todavía le (nos) queda por ver cómo ha de acabar de enredarlo el otro ex presidente de su partido, José María Aznar. ¿Para qué demonios, a fin de cuentas, necesitaba Pablo Casado esta convención? Da la impresión de que ni él lo sabe.

Mondragón o ETA en su contexto

…no es sólo el símbolo de la rendición de la sociedad vasca ante los criminales abertzales, sino de la Nación toda, en cuanto que es el apoyo de Bildu el que permite gobernar (es un decir) al psicopático Dr.Sánchez, años después de consumado el “proceso de paz” -o negociado político con terroristas- iniciado por Zapatero y preservado por Rajoy.

Lo cierto es que la ETA sigue muy presente en la sociedad vasca a través de lo que podríamos denominar su kultur kampf (todo un imaginario propio, sincrético y excluyente a la vez) no menos que por medio de sus organizaciones “sociales” pantalla, como las de presos, abogados, escritores y otros asociados del mundillo cultural euskaldún, más el Gara y la EiTB (radios y TV).

Así las cosas, pretender que los actos del fin de semana han representado triunfo o victoria alguna por parte de las víctimas del terrorismo o de partidos políticos como Vox y PP es hacerse trampas al solitario una vez más -y van…-. Pues los que se quedan en la plaza son los proetarras y los que abandonan el campo (sin apenas representantes en la provincia) los otros.

Y no es de ahora este absoluto abandono de la sociedad, de la misma situación vasca después del genuino proceso de “cancelación” que supuso liquidar la resistencia militantemente democrática de los hombres y mujeres del PSOE y del PP (UPN) en Vascongadas y Navarra. Pero es lo que se determinó después de la mayoría absoluta del PP en el 2000 por parte del nuevo PSOE de Zapatero.

Ahora que “El Pollo” Carvajal está a punto de piar algo sospecho que tal vez puedan aclararse las nunca inciertas relaciones entre la misma ETA, el régimen bolivariano de Chávez (vinculado a Irán no menos que a Cuba) y las FARC colombianas, relaciones más que estrechas y bien documentadas desde hace décadas. Algo que el Gobierno Rajoy tampoco deseó esclarecer.

Entre tanto, Podemos (sucursal europea del “Socialismo del Siglo XXI” bolivariano) ha llegado al Poder en España de manos del PSOE sanchista que mandó a un tal ministro Ábalos a recoger cuarenta maletas traídas a Barajas por Delcy Rodríguez -a quien la UE tenía prohibido pisar suelo de cualquier país miembro por «crímenes contra los derechos humanos»- antes de partir de nuevo con destino ¿Gaza? ¿Moscú? Pues no: Doha, capital de Qatar (aliado de Irán).

En este contexto, los homenajes a criminales terroristas en algunos municipios vascos nos acercan a la realidad que está a punto de imponerse en más de media Hispanoamérica; y, si nos parece una anomalía allí, qué no tendríamos que pensar de lo que pasa por estos lares. Sin embargo, ninguna mención por parte de los heroicos festivaleros del Cine, para variar: que ellos no se meten en política (ejem).

CUANDO AMBAS PARTES SON DE PARTE

Y, si hace al caso, será “sin partidismos”, “sin odio ni rencor”, a lo Maixabel Lasa, cargo con Ibarretxe como directora de Atención a las Víctimas -cargo en el que siguió después con el López apoyado por el PP, dicho sea de paso-, luego pantalla para el lehendakari que pactó un Frente Abertzale de exclusión con la ETA y demás excrecencias del tronco común aranista, el conocido como “Pacto de Estella” que les iba a traer “la Paz” a los abertzales justo después de la Independentzia.

Pero en el PNV pensaron que Ibarretxe estaba loco (recuérdese) y le montaron una Universidad lejos de aquí (recuérdese también, porque la seguimos pagando), mientras que al Joseba Azkarraga que también fue cargo con Ibarretxe como consejero, así como miembro del “consejo tripartito” o reservado amatorio de Ibarretxe (PNV), Azkarraga (EA) y Madrazo (IU), le dieron un cargo en la todopoderosa constructora Amenábar cuando aquél fue desahuciado, y otro en la red de presos de ETA (Sare), para compensar, y tan contento.

Puertas giratorias, dicen. Y tambores giratorios, y puestos rotatorios, y gestos irrisorios como el de un Urkullu llamando recientemente a la juventud local a respetar unos “valores” -¡a «la Autoridad»!- cuando no ha habido como el PNV fuerza tan dada a desestabilizar la sociedad vasca (y en consecuencia la política española) desde hace un siglo largo.

Ya desde los furibundos escritos antiespañoles del “Padre de la Patria Vasca” Sabino Arana, enfermo mental y resentido social contra la sociedad vasca realmente existente en sus días, pasando por sus dislates durante el resto de la Restauración hasta los protagonizados durante la II República -golpe de Estado revolucionario de 1934 mediante- y culminando en las décadas de Arzalluz a Ibarretxe, que a buen seguro hoy día muchos jeltzales preferirían que no se las recordasen.

EL FIN DE TODO ESTO

Pero aquí estamos, en el año 21 del siglo XXI, con el PNV en el gobierno vasco apoyado en un PSE que dirige la familia López-Gil-Mendía, después de unas elecciones a las que no acudió la mitad de los vascos, presuponiéndose hegemónicos todavía y durante mucho tiempo aunque tengan a la ETA enfrente, con sus “compañeros de viaje” de Podemos y pronto, quién sabe, con los recurrentes “tontos útiles” del socialismo vasco de su parte.

Así que lo más probable es que finalmente todo esto del “conflicto vasco” acabe por consunción, entre la endogamia y la esterilidad, con los avejentados terroristas de vuelta en casa, muchos de ellos con enfermedades crónicas físicas y mentales, y los programas de inserción laboral perfectamente en el euskera batueco (o “euskañol”) de nuestros días -para que se entienda, claro-.

Esta semana ha muerto Joseba Arregui, alguien capaz de imaginar La Nación Vasca posible -título de uno de sus libros- en un arduo desarrollo intelectual que excede lo político para adentrarse prácticamente en lo teológico, sin abandonar en ningún momento la lógica argumentativa racional, quien no perdió de vista jamás la relevancia política de las víctimas de ETA señaladas precisamente por los terroristas para aterrorizar a la sociedad y doblegar al Estado.

Quedan, como en el caso de Mikel Azurmendi, sus obras y el recuerdo de su persona y testimonio, como el de otros veteranos como “Teo” Uriarte, Jon Juaristi, Raúl Guerra Garrido… Pero lo cierto es que de estas tierras parece haber desertado el Estado y sus autoproclamados “servidores públicos”, con las excepciones de rigor -la Guardia Civil, básicamente-, hace ya unas décadas.

Y ahora es que sorprende que Mondragón existe, como Alsasua, y allí se vota mucho a la ETA… aunque no mate.

Las instituciones decrépitas

…de nuestro tiempo no son la Monarquía ni el Senado, ni siquiera el Congreso -a estrenar de nuevo como cámara de debate público y sede de la Soberanía Nacional desde la instauración zapaterina del régimen del 11-M-, sino más bien los sindicatos paraestatales (UGT y CCOO), la mayoría de las universidades públicas -si no la Universidad como tal- y los medios de comunicación.

Porque en la época de la prevalencia total del Ejecutivo sobre el Legislativo -con excepción tal vez de la república presidencialista de los EEUU-, ni el Bundestag ni la Asamblea Nacional ni, desde luego, las cámaras (camarillas) autonómicas presentan ninguna relevancia pública más allá de sostener numéricamente (por disciplinados diputados por cooptación) al Gobierno de turno.

Lo cual no hace a los parlamentos instituciones decrépitas o vacías de contenido, sino entes necesitados de regeneración radical para que sirvan a la función para la que nacieron como instituciones públicas: sostener y reglar el permanente debate sobre las cosas del Común -de los asuntos económicos a la Defensa, pasando por la Administración de Justicia y otros servicios públicos- y proteger junto con el Gobierno los derechos y libertades individuales.

Pero de nada pueden servir ya unos sindicatos financiados opacamente por los Presupuestos Generales del Estado, cuando actúan desde hace medio siglo con particulares fines ideológicos y al servicio más bien de su propio bienestar y hegemonía, concordando lo que haga falta con la presunta “Patronal” que a tan pocos representa, con el fondo unívoco del “Diálogo Social” que es sin duda el rasgo más distintivo del Fascismo.

Una característica tan destacada de la Italia de Mussolini como de la España de Primo de Rivera, en cuyo Directorio el PSOE y la UGT se hicieron con la cartera de Trabajo -para Largo Caballero, justamente: “el Lenin español”-, o de la de Franco, cuyo Ministerio del ramo fue siempre dirigido por la Falange y sus entusiastas militantes, y fue siempre lo más fascista del régimen más allá de imperiales oropeles y soflamas patrioteras.

A destacar entre esos falangistas, por cierto, el abuelo de Pablo Iglesias Turrión (ex “paseador” durante los inicios de la Guerra Civil) o los progenitores del ex ministro de Justicia de Zapatero Fernández Bermejo, o de la ex vicepresidenta de Zapatero y actual mihembra del Consejo de Estado Fernández de la Vega. Del PSOE al Fascismo y del Fascismo al PSOE, en resumidas cuentas.

Son los mismos responsables de haber convertido a las universidades en madrasas, si bien es un fenómeno que se observa en todo Occidente: los nazis echaron a los intelectuales marxistas de Europa, que recalaron en América en Buenos Aires o en Nueva York, y de ahí a México y California. De sus universidades importó Europa la nueva ola desde los 60’ acá, y desde entonces su flujo no precisamente benigno es incesante y deletéreo.

La Censura se ha enseñoreado de los claustros porque se supone que, más allá de instituciones para el libre pensamiento y la libre discusión de las ideas, se trata de formar profesionales cualificados para servir al establishment con una coartada de índole moral, cuando en rigor el capitalismo es compatible con la corrupción económica de las élites pero se viene abajo ante el cinismo generalizado de los que pretenden mantener riqueza y posición a costa de la Mentira.

Una legión de redomados arribistas se aviene en consecuencia a prestar ese cierto prestigio que sólo brindan las palabras a quienes han de mantenerles en la ilusión del medro personal, de la ascensión social y del posterior reconocimiento de los suyos (la élite, con la distinción) y de los comunes (la sociedad, con la fama); cuando en rigor a este juego sólo pueden ganar los dueños del Dinero y del Poder, conchabados de paso con la Banca.

Lamentablemente, del mismo proceder son los medios de comunicación (más obsoletos si cabe que las editoriales) cuando sin una dirección independiente sólo actúan de meras correas de transmisión de la propaganda de la Casta de los poderosos y adinerados; porque parecen haber olvidado que su función nunca fue la de aleccionar al Público, sino la de brindarle historias veraces, interesantes, descarnadas… incluso sobre lo que en torno al Poder acontece.

De ahí que la lectura comparada de diarios impresos se haga tediosa, cuando han decidido replicar unívocamente las directrices de los departamentos de Comunicación de los partidos, sindicatos, corporaciones, gremios, grandes emporios (de la Economía, del Deporte, de la Solidaridad, de la Cultura)… mientras las televisiones repiten machaconamente los mantras y nuevos códigos morales de los Transformadores de la Humanidad.

Instituciones decrépitas, pues; a la espera de su demolición o de su derrumbe en un tiempo tasado. Sólo dudo de que la imaginación de la época se encuentre bien dispuesta para alumbrar las nuevas instituciones de que dependerá la sociedad del futuro inmediato para continuar como tal sociedad y no como este todo dividido de amorfidades. ¡Pero habrá que imaginárselas, después de todo!

El presidente Sánchez ya puede ser procesado

…por prevaricación (al menos), teniendo en cuenta cómo está de dispuesto a contrariar los designios de la Ley haciendo caso omiso de sentencias en firme del Tribunal Supremo -algo, por cierto, no tan insólito por estos lares: ahí están las relativas a la “inmersión lingüística” en Cataluña o el tristemente célebre “antenicidio” a cargo de PRISA-.

Pero de nuevo, y contra toda esa caterva de estupendos “demócratas” y “constitucionalistas” -los peores de entre todos ellos, ya lo he dicho veces mil: los catedráticos de Derecho Constitucional (!) que estiman factible poner en cuestión el sujeto mismo de la Soberanía Nacional (¡consideran que “cabe” en el texto o en el “espíritu” de la norma constitucional!)-…

Pero de nuevo, y contra todos esos presuntos representantes de alguien -patronal o sindicatos, periodistas o politólogos, feministas o asociaciones y plataformas de la “sociedad civil” (siempre a cargo del erario público, comenzando por los locales de sus sedes), gente “de la Cultura” o más bien de la kulturkampf subvencionada desde hace medio siglo-…

Pero de nuevo, digo, contra los viejos clérigos y estamentos de la España integrista de toda la vida… los ciudadanos del Común, los patriotas españoles, los que aún somos capaces de atisbar un mañana en libertad y concordia, próspero para las siguientes generaciones y pacífico de puertas adentro y de puertas afuera de la Nación, tenemos que luchar para hacerlo posible.

Pues no cabe ya mayor infamia ni humillación a todos por parte de quien se ha autoerigido en Caudillo para los restos -¿¡2050!?- y está dispuesto para ello a constituir un régimen a su imagen y semejanza comenzando por hacer de su capa un sayo, y de su voluntad Ley, en la cuestión de los indultos ilegales a los separatistas catalanes, que excede con mucho su potestad.

¿Seguirán los españoles únicamente pendientes de su ombligo -de las vacaciones a las pensiones, del Erasmus a los viajes del IMSERSO, de la prestación del INEM a “la ilusión de la ONCE”-, de su tranquilidad amnésica y de su seguridad paralítica? ¿Acaso pueden/podemos hacer otra cosa? ¿Dónde están los liderazgos de la hora? ¿Cómo podríamos poner coto a Sánchez?

Obviamente, cuanto todas las instituciones corren el riesgo de desmoronarse ante la fuerza bruta de las decisiones -¡el decisionismo de marras!- de quien las violenta con el exclusivo fin de detentar un Poder omnímodo, nos hallamos ante un asalto al Estado democrático con la previsible consecuencia de la instauración de una dictadura civil unipersonal.

En consecuencia, Sánchez debe ser procesado por el Tribunal Supremo antes o después de que el Rey rechace firmar unos indultos que, en rigor, no son tales -sino efectivas medidas de gracia por parte de quien no puede otorgarlas, o más bien auxilio directo a criminales sin escrúpulos que, básicamente, forman parte de la banda que apoya al “magnánimo” indultador-.

Lo que pasa es que el régimen del 78’ -ya basta de indulgentes mentiras- no ha consolidado precisamente una democracia en España, sino el Saqueo Institucionalizado por parte de las facciones, aunque de un tiempo a esta parte -desde el 11-M de 2004 y Zapatero- el PSOE haya pretendido sacar al PP del tablero de juego para quedárselo todo él.

Quién defiende la igualdad entre los españoles

…es la única cuestión que debiera esclarecer ahora mismo -ahora que casi todos los partidos han entrado en un proceso de autodestrucción incomprensible para el común- quien todavía se considere patriota (patriota español, insisto, por si alguno no se aclara a estas alturas de siglo).

Por descontado que no se es «esencialista» por amar a la Patria en sí, el mismo terruño que nos viera nacer, pero entonces cabe agregar que sólo quienes se preocupan por sus conciudadanos pueden (y deben) dárselas entonces de patriotas y demócratas a la vez; “patriotas democráticos” o “demócratas patrióticos”, que en ningún caso es el caso de PSOE o Podemos, ni por lo uno ni por lo otro.

Para los socios del actual desGobierno España importa poco -les importa sólo el Estado, ¡el botín y su reparto vía Presupuestos!-, y menos aún la Nación, a no ser como obstáculo principal a sus conjuras y maquinaciones con quienes quieren destruirla para así controlar mejor los pedazos restantes: de los catalanistas a los abertzales, pasando por los caciques regionalistas procedentes de los otrora dos grandes partidos “nacionales” (PSOE y PP), cuando no directamente del régimen anterior, caso de un tal Revilla o de dirigentes del PAR, CC…

En este afán de crear nacioncillas a escala, con sus parlamentos y televisiones y modelos educativos “diferenciados” en los contenidos y en la misma lengua, “Euskadi” (©Sabino Arana) es el modelo más extremo, con la imposición más antidemocrática de las pergeñadas por los “Padres de la Constitución” al conjunto de los españoles, singularmente a los habitantes de las provincias vascas -que para más escarnio gozan de una hacienda foral propia, pero sometida al “Gobierno Vasco”, vulgo PNV-.

Desde el Poder central fue que se entregó la Policía, el dinero, la TV, la bandera y el himno, con el resto de símbolos vascos y la Educación (euskaldunización forzosa, en resumidas cuentas) a una administración creada a imagen y semejanza de ese partido de contubernios que es más un movimiento reaccionario de masas que otra cosa, dirigido siempre (eso sí) por una decena de “cráneos privilegiados” o «burukides» que desde la tribuna o la sombra lo deciden y controlan todo -algunos de ellos ostentan a manera de título lo de «JELtzales» («seguidores de Dios y la Ley Vieja») ¡en pleno 2021!-.

Con el tiempo -y la inestimable contribución del Gobierno de Aznar y, a la postre, la de sus “barones autonómicos” en Valencia, Galicia, Baleares y Andalucía-, el fenómeno se ha extendido a otras regiones, agravándose de manera acelerada con la ejecutoria de Zapatero luego continuada por Rajoy hasta alcanzar las cotas delirantes de hoy, cuando cerca de la mitad de los españoles ya no puede estudiar en la lengua nacional y oficial, o es castigada por ello como se sanciona el empleo del español en esas férreas administraciones autonómicas, o se multa incluso a ciudadanos en su actividad privada por no someterse a las regulaciones discriminatorias (netamente anticonstitucionales) por razones lingüísticas e incluso racistas.  

Por todo lo anterior me parece claro que esta situación es producto de un fenómeno que no es sólo antinacional, sino antidemocrático, pero a quienes debe quedar más claro es a los españoles que todavía dudan sobre qué opción política podría representar mejor la alternativa radical a este estado de cosas degradado e insoportable (para empezar, financieramente insoportable). Básicamente, porque defender la Nación (reunión de libres e iguales) es defender la democracia, como defender una democracia pasa por defender la Nación contra sus enemigos tanto externos como internos, aunque tanto “constitucionalista” se ponga estupendo al respecto.

Precisamente el gran fracaso del “Estado español” (y “nacional-católico”) franquista fue su incapacidad para nacionalizar a las élites disgregadoras, a las que su rancia ideología suministró involuntariamente argumentos para socavar los fundamentos de la Nación -concepto liberal y democrático, después de todo, en España como en Francia como en los Estados Unidos de América-. De aquellos polvos mitológicos -que si el «iberismo» o «lo vasco es el alcaloide de lo español», que si la «monarquía hispánica» de los Austrias protegió las (presuntas) libertades forales y regionales-, servidos por lo general por eruditos eclesiásticos (muchos de ellos vascos, cuando no catalanes) reconvertidos en propagandistas del régimen, vinieron después las excrecencias identitarias en que chapoteamos hoy día.

En pleno primer cuarto del siglo XXI, los españoles queremos vivir definitivamente con libertad en nuestra propia patria (como españoles y como ciudadanos) y encima somos amplia mayoría tanto en términos nacionales como en cada región por separado -incluidas provincias vascas y Cataluña, ¡entérense bien, políticos!-, pero luego resulta que para la Izquierda española esto es lo “fascista”, ¿será entonces “lucha patriótica y democrática” únicamente lo de los golpistas catalanistas, lo de los terroristas de la ETA? A otro perro con ese hueso: en la hora actual sólo nos queda Vox.

El planteamiento nacional del PP

…sigue siendo confuso desde principios de siglo, en este régimen del 11-M que preside ahora el plagiario Dr.Sánchez como una especie de reichführer por encima de todos los presidentes confederados -la Unión sería él, “presidente de España” con potestad federalizante-, mientras a Pablo Casado lo dejan como inútil sus propios “barones” regionales, por lo menos hasta que no sea él mismo el Presidente de “la Nación de naciones”.

De ahí que no haya habido respaldo unánime a la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso ante el hostigamiento sin tregua del Gobierno, pues que sujetos como Fernández Mañueco y aún más (aun con menos razones históricas) Núñez Feijóo, que lidera la estrategia (suicida) de los “barones” del PP -los citados más López Miras y Bonilla-, se consideran a estas alturas presidentes de estados federales (luego “naciones”, ¿no?) con su propia trayectoria al margen del resto.

Esto supone desmembrar un cuerpo político con la vana promesa de coser después sus partes y que funcione como tal cuerpo, pero si no se entiende que para semejante viaje no hacen falta 17 alforjas, tampoco se explica(n) bien esas trayectorias centrífugas que irían a parar al conjunto (España) se supone que gracias a “la cohesión y la solidaridad” que brindaría un Estado central pero descentralizado, nacional pero desnacionalizado, federal pero confederalizante. No se entiende un carajo.

Lo que no es óbice para retomar la principal cuestión política del momento, que atañe al PP como a Pablo Casado se le interpela con la moción de censura de Vox contra el Gobierno criminal y despótico del falso Dr.Sánchez: ¿piensa defender la Soberanía Nacional de los españoles o se va a avenir (cual abúlico Rajoy o maquiavélico Feijóo) al esquema divisor que potenció como nadie antes -pero que se encuentra inscrito a fuego en la misma Constitución- el malhadado José Luis Rodríguez Zapatero?

En “materia territorial”, todos en el PP repiten como loritos desde hace dos décadas los mantras que les han servido el PSOE y sus poco presentables aliados de hoy y de entonces (de la ERC al PNV), pero como el sistema democrático tiene que ver poco con ríos y montañas y valles y mucho con la voluntad de los ciudadanos (expresada no únicamente en las urnas) de vivir juntos, cabría sostener que no hay terruño sino sociedad.

Una sociedad que precisamente conformamos “los españoles” (a secas) habitemos donde habitemos -¡como si es en Madrid!- y que tiene como realidad patente la existencia del sistema de protección común conocido como Seguridad Social , con su doble solidaridad intergeneracional e “interterritorial” (luego nacional). ¿No debiera incidir en esto un Carlos Iturgaiz, por ejemplo, cuando su querido “Euskadi” lo mantiene en gran medida la Comunidad de Madrid que los socios del PNV (y con el apoyo abertzale) pretenden cerrar a cal y canto?

Qué cabría espetarle a Feijóo, que podría quedarse sin gallegos si pretendiera hacer caer sobre ellos solos los gastos sociales aparejados a la década, que se antoja más bien lánguida de inversiones y empleo y prosperidad para todos los españoles. ¿Van a seguir defendiendo Casado y los suyos los particularismos -presuntamente enriquecedores (pero de la casta, claro)-, fueros y conciertos, cabildos y autonomías que son “nacionalidades” (¡!), etc.?

¿Van a persistir en la defensa de sistemas fiscales asimétricos, 17 modelos educativos “diferenciadores”, un sistema de salud basado en la exclusión y la desigualdad tanto de profesionales sanitarios y funcionarios como de los mismos pacientes? Podrán seguir disimulando todavía un rato, pero el tiempo se les acaba a los dirigentes del PP. Muy pronto podrán comprobar qué les pasa a los de Cs, y no sólo en las encuestas. Pero parecen no percatarse de que ellos podrían seguir su camino de aquí a las próximas Generales.

La cuestión nacional es definitivamente la clave en el momento presente, más acá del cuestionamiento sistemático de la Monarquía por parte del PSOE y compañía, o de sus furibundos ataques contra jueces y periodistas. Se quiere de nuevo dividir a la Nación en grupos estancos (mujeres, inmigrantes, homosexuales, vegetarianos, catalanes) para prevalecer sobre ese escenario de regiones empobrecidas cuyos caudillitos se entretendrían echándose culpas y muertos los unos a los otros.

Pues entonces no cabe duda de que la alternativa ha de ser nacional, y aunque muchos en el PP repitan como loritos que ellos defienden “España”, o bien no son capaces de reconocer la más obvia realidad política, o bien no les preocupa excesivamente; pero a fecha de hoy, resulta que el planteamiento nacional del PP sigue siendo confuso, en este régimen del 11-M que padecemos los españoles desde hace ya demasiado tiempo.

Una nueva transferencia de responsabilidad

…a manos del PSOE opera sobre la actualidad acerca de la gestión de la crisis sanitaria causada por el coronavirus, que el Gobierno Sánchez-Iglesias ha delegado en las comunidades autónomas como si se tratase de otra competencia más, mientras se formula mal disimulada la acusación a los ciudadanos de ser ellos quienes podrían provocar la extensión de la epidemia.

Ciertamente, depende de cada uno hasta cierto punto frenar los contagios, pero no es esto lo que han dado a entender las autoridades sanitarias con su estrategia de reclusión forzosa de la población en general, habiendo minimizado con anterioridad al 8-M el grave riesgo inminente que amenazaba a los españoles desde hacía al menos un mes.

Los caudillos totalitarios actúan así, convirtiendo cada uno de sus disparates, desastres y crímenes en objeto de proceso contra “el Enemigo”, ese “Otro” que, no siendo elemento del Movimiento (o incluso perteneciendo al mismo) resulta tan desechable en cuanto persona como útil y acaso rentable como chivo expiatorio. Y lo peor es que les funciona (antes en la URSS como ahora en China).

Entre nosotros, los socialistas españoles acabarán por hacernos creer que fueron los botellones en las residencias los que han (de)generado las peores cifras mundiales de defunciones por la Covid-19, de sanitarios infectados y de períodos de reclusión (con sus fatídicos datos económicos y sociales aparejados), por no hablar del perjuicio causado a los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos.

Ya hicieron creer durante el mandato de Rajoy que el PP era el partido más corrupto de España, cuando las cifras reflejadas en los sumarios juzgados y sentenciados con imputados y condenados del PSOE (o el PSOE como organización, o la UGT) escandalizan incluso fuera del mundo occidental. También le atribuyeron, contra toda evidencia, los “recortes” sociales que nos legó el incalificable gestor conocido como ZP.

Entonces Rubalcaba –“yo lo sé todo de todos”, decía en sus ratos villarejos- se parapetaba detrás de la presunta espontaneidad del 15-M, aunque con alevosa diurnidad venía de votar aquello impuesto por la UE al propio Zapatero para que la devolución de la deuda antecediera al pago de las pensiones, reforma de la Constitución mediante, que efectivamente Rajoy también apoyó una vez seguro de heredarle el cargo.

Sucedió con el asesinato de Isaías Carrasco antes de las Generales de 2008 -con un Patxi López espetándole a Rajoy aquello de: “¿Y ahora qué dices de que traicionamos a nuestros muertos?”- y simultáneamente los socialistas transfirieron el protagonismo social de la culpa de la ETA asesina a un “Machismo español” que ocasionaba “víctimas de violencia de género”, que desde entonces sustituyeron en el espacio público a las del terrorismo.

Por supuesto sucedió con la masacre del 11-M, cuyo horror y cuya responsabilidad (práctica culpabilidad: “Gobierno asesino”, etc.) fueron transferidos en todas sus dimensiones al presidente saliente José María Aznar y, por extensión, a todo el PP -contra “la Guerra” llegó “la Paz” de ZP, que ya había encomendado a Eguiguren años antes la aproximación a los terroristas para informarles de sus buenas intenciones para con ellos-.

En rigor sucedió ya con el 23-F, puesto que el “Gobierno de concentración” que presidiría Armada tenía como vicepresidente a Felipe González y no faltaban tampoco Narcís Serra o el recientemente difunto Enrique Múgica (junto con varios socialistas más), lo que no fue óbice para que la mayoría del electorado decidiera rechazar a una UCD ya muy castigada -y encima “por el Cambio”…

EL PSOE NO CAMBIA

Eran otros tiempos, desde luego; aunque el PSOE siga pretendiendo que votar sus listas infectas de procesados por corrupción y familiares en todos los grados representa votar “cambio”. Cambio de qué: ¿de nombres, de costumbres, de tácticas y estrategias, de ideas? Nada de eso: es otra seña identitaria más, como un tatuaje antiguo que ya no significa nada.

Hace un siglo acusaron de corrupción a los partidos de la Restauración y se aprestaron a colaborar con la dictadura de Primo de Rivera (con la UGT en pleno) y su “diálogo social”. Luego fracasó el Directorio y se posicionaron los primeros para tomar al asalto el Gobierno de la II República, que tanto contribuyeron a socavar Largo Caballero e Indalecio Prieto antes de lanzar la insurrección (para la guerra civil) en Octubre del 34, con anarquistas y la colaboración de PNV y ERC.

Luego en comandita con la CNT y el PCE robaron las elecciones como Frente Popular, se apoderaron del Estado y comenzaron con su plan de genocidio (la prueba es Paracuellos), antes de que Negrín le vendiera el Gobierno a la URSS junto con las reservas de oro del Banco de España y parte de lo que aún quedaba del Estado «republicano», pues con ello perseguían alargar la guerra para enlazarla con la que iba a ser denominada Segunda Guerra Mundial.

Y no escarmientan, no descansan en su estupidez, les guía una extraña Idea que no concuerda casi nunca con la sociedad que tienen delante, pero les da igual: la culpa es siempre de los otros, de la Derecha, de los que están en frente o simplemente pasaban por ahí. Así lo creen porque lo han interiorizado y eso explica, tal vez, por qué se la pasan 80 años después de acabada la guerra removiendo tumbas de propios y ajenos.

Al cabo, la culpa de todo la tuvieron (la tienen) “los fachas”, “las Derechas” o Franco (¡los tres!). Como ahora con el coronavirus -“la maldición de Francokamón”, que le llama Federico- igual resulta que la tiene el Rey.

La democracia robada

…expresa el diagnóstico de Carlos Martínez Gorriarán (San Sebastián, 1959), profesor de Filosofía de la UPV y uno de los fundadores del partido UPyD, sobre el régimen español actual, después de que su andadura al frente de la citada formación y en el mismo Congreso (2011-16) le acabara de convencer de la existencia de un entramado político-oligárquico que domina férreamente la vida pública desde hace décadas.

El mismo Gorriarán muestra su sorpresa ante el grado de corrupción del sistema por la estrecha y endogámica relación entre los presuntos representantes de los ciudadanos y los que viven de sus favores políticos, significadamente en aquellos sectores considerados “vitales” para la economía nacional: Banca, Energía, Telecomunicaciones…

“En 2007 aún no habíamos perdido la inocencia: desconocíamos la verdadera magnitud de la corrupción, de la politización de la justicia, de la colusión de intereses espurios entre política, finanzas y empresas que nosotros comenzamos a llamar -con mucho éxito- “capitalismo de amiguetes”; en fin, no conocíamos a fondo la podredumbre del corazón mismo del sistema que destapó la brusca crisis económica de 2008 y años sucesivos.”

Estructurada la obra en cuatro partes de similar volumen, el autor dedica la primera a explicar el origen y razón de ser de UPyD (“Génesis”), la segunda al contexto político en que nació y creció el partido (“España en la trastienda”), la tercera al análisis del actual régimen español (“Los males más profundos”) y la última al proceso de declive y práctica desaparición de la formación (“Una temporada en el infierno”).

LA POLÍTICA COMO COTO RESERVADO

En buena medida -como Cs respecto al PSC en Cataluña apenas un par de años antes- UPyD surgió ante la deriva del PSOE de Zapatero que buscó negociar secretamente con ETA su incorporación al “nuevo tiempo” en detrimento del PP (y de todos aquellos que jamás tragaron con el fraude y el entreguismo a los terroristas y sus padrinos abertzales).

Ahora bien, del núcleo fundador del partido sólo Rosa Díez tenía experiencia como política profesional, si bien Fernando Savater o Gorriarán nunca dejaron de protagonizar actos e iniciativas políticas como ¡Basta Ya! Pero la diferencia de grado del activismo con la representación le quedó bien clara al autor casi desde el principio:

“Hay una distancia inconmensurable entre lo que los profesores de filosofía o teoría política creen saber sobre esa actividad y lo que ésta resulta ser una vez metidos en harina. Hay una brecha que nadie puede aprender ni enseñar si no la vive. Dejando al margen a los peones de brega y figurantes para quienes ser “político” es un modo de ganarse la vida, la vida política es dura, ingrata y desagradable, salvo para las pocas personas cuya pasión por lo público compensa pérdidas como la del derecho al honor y a una vida normal. Puesto que la política es sencillamente imprescindible, tenemos que estarles agradecidos, incluso cuando no nos gustan demasiado.”

De hecho, lo que constata Gorriarán es la falta de implicación política del español medio, ya sea a través de la afiliación a partidos o sindicatos o mediante la participación en asociaciones y plataformas, lo que le lleva a citar a su por entonces compañero en UPyD Álvaro Pombo, quien rebajaba la presunta indignación ciudadana para con la crisis y la corrupción aludiendo a “la ira del español sentado”, así como a señalar como efecto contraproducente del pasotismo lo siguiente:

“Los partidos políticos grandes parecen una especie de asociación profesional de cargos electos y sus familias, y de firmes aspirantes a serlo. Esto hace que su financiación dependa casi exclusivamente de las subvenciones públicas y de formas menos santas, como el cobro de comisiones ilegales, el tráfico de influencias, las facturas falsas y el desvío de subvenciones finalistas a usos ilegales, como los gastos de campaña electoral. Es decir, la baja implicación social en la política estimula la corrupción.”

De esa necesidad sentida de regenerar la política sin recurrir a la impugnación total nació UPyD, que precisamente fijó en la agenda pública (a lo largo de su existencia de algo más de una década) las cuestiones más candentes de la actualidad, pero no de manera ideologizada sino rigurosamente técnica, con el objeto de remediar situaciones concretas de la vida nacional y con ello los problemas reales de los ciudadanos.

En frente se encontraron, sin embargo, la vieja dialéctica de las facciones de Derecha e Izquierda, encantadas de agitar sus banderas en público para impedir cualquier acuerdo o reforma sustancial, mientras en privado no han dejado nunca de establecer pactos vergonzosos con la coartada moral del “consenso” para la “estabilidad política”.

“PSOE, PP y sus sempiternos aliados nacionalistas querían mantener tal cual la Ley Electoral de 1976 (la LOREG), cada vez más injusta por razones demográficas, porque les daba gran ventaja sobre posibles competidores nacionales; compartían el reparto del gobierno de los jueces (el CGPJ) mediante miembros elegidos por ellos para controlar la justicia en la medida de lo posible; también la colonización con cuotas de partido de todas las instituciones públicas, de RTVE al Banco de España; estaban de acuerdo en protestar contra la corrupción cuando fuera del contrario, y de acuerdo en no hacer nada efectivo para erradicarla; en aprobar nuevas y peores leyes educativas cuando lograban mayoría parlamentaria; en mantener el sistema de puertas giratorias entre grandes empresas y política que convierte a cargos cesantes en ejecutivos empresariales; en privilegiar al nacionalismo con concesiones incesantes e irrecuperables, y en un largo etcétera.”

TRANSVERSALIDAD PARA PROGRESAR

Lejos de convertirse en un “catch all party”, UPyD tenía unas señas de identidad más marcadas que PSOE o PP después de años de desdibujamiento de sus respectivos idearios, o que las que ha llegado a exhibir Cs. Básicamente porque su programa apuntaba a las cuestiones fundamentales y no partía de sistemas ideológicos cerrados.

“A pesar del desgaste del concepto por el excesivo manoseo, reivindicamos el progreso social. Progresista o progre se había convertido en la etiqueta de los votantes de la vieja izquierda, de los incondicionales de la literatura y el cine panfletario, del feminismo radical y su ideología de género, de quienes no podían pronunciar “España” por considerarse antifascistas, de los partidarios del nacionalismo y del olvido de ETA y, en resumen, de los sectarios enemigos, casi mortales, de la derecha (excepto de la nacionalista). En ese ambiente maniqueo parecía imposible declararse progresista y, por ejemplo, amigo de la tauromaquia pero no de la concepción subrogada, como hacía Fernando Savater.”

Su éxito inicial correspondió, por tanto, a una defensa estricta de los intereses del común y a una visión nacional de los problemas y las soluciones determinada por las experiencias y comentarios de muchos que a Izquierda y Derecha plantearon su crítica desde los orígenes del régimen actual, siendo casi todos invariablemente ninguneados o silenciados -y, en algunos casos, asesinados por ETA o, en el caso de Cataluña, expulsados por Terra Lliure-.

Al respecto, antes de la irrupción de Vox en el panorama político español, UPyD ya planteaba que el Estado asumiera las fundamentales competencias en Educación, Justicia, Sanidad e Interior, única garantía de igualdad y equidad entre españoles quebrada desde el principio en aras del “consenso” con quienes jamás aceptarían la legalidad vigente y la unidad nacional.

“La organización territorial española es innecesariamente confusa y a la vez rígida, con sus cuatro niveles de municipio, provincia, comunidad autónoma y Estado. O cinco, si añadimos la pléyade de entidades comarcales o intermunicipales, y seis con la Unión Europea, como proclaman tantos carteles informativos de obras públicas y eventos en los que participan todos los entes abajofirmantes. La proliferación administrativa absorbe muchos recursos: alguna de las decimonónicas diputaciones provinciales dedica el 80% de sus ingresos al gasto corriente, es decir, a mantener oficinas y remunerar a cargos y empleados, pero son la excusa para rechazar las fusiones de municipios que muchos países europeos han acometido, y algunos más de una vez, para ahorrar en gasto administrativo y racionalizar inversiones.”

En el mismo sentido, Gorriarán detecta el mayor problema para la cohesión nacional y la igualdad de los ciudadanos en la entrega de la Educación a los gestores autonómicos, cargados éstos no de razón sino de intereses poco confesables como los de ejercer su dominio omnímodo sobre aquella parcela ocupada hegemónicamente por los propios.

“La política educativa ha sido una de las mayores desgracias del sistema de la Transición. Sin el menor debate, la educación fue repartida como un botín entre los poderes territoriales; junto con la sanidad, fue el primer desmantelamiento integral del Estado, fracturado en 17 sistemas y 11 leyes educativas divergentes. Se admitió sin más que el nacionalismo tenía derecho a convertir la educación en medio de adoctrinamiento y de ingeniería social mediante el incongruente concepto de “normalización lingüística” encargado de construir en treinta años las naciones imaginarias que los nacionalistas decían encarnar. Nadie ignora la importancia de la educación como sistema de inclusión e igualación social y cultural, así que la renuncia de España fue un suicidio sin precedentes en ningún país con alguna autoestima colectiva. Nadie influyente pensó en los derechos de los niños y los docentes, ni en el futuro de un país desaparecido de las aulas separatistas y supremacistas. La desaparición del sistema nacional de educación, con el correlato de la supresión de la libertad de elección de lengua educativa en Cataluña (y de modo no tan radical, también dificultada en País Vasco y otras comunidades bilingües), desapareció también de las agendas políticas. Sin embargo, la propuesta para que la educación volviera a ser un sistema único competencia del Estado era una de las reclamaciones exclusivas de UPyD más populares, otra prueba de la creciente brecha entre la agenda política oficial y las preocupaciones sociales.”

Y EN ÉSTAS LLEGÓ LA CRISIS

El autor rememora cómo la crisis financiera mundial se ensañó particularmente con España bajo el Gobierno de Zapatero, alguien inepto en lo económico rodeado de una caterva de mentirosos (Solbes, Fernández Ordóñez, Salgado y demás) que decidió a su vez mentir airadamente en su campaña “por el pleno empleo”, ver “brotes verdes” en el yermo productivo nacional y “tirar pa’lante” con ruinosas medidas de presunto estímulo económico como los dos “Plan E” consecutivos.

“La temeraria guerra con la realidad de Rodríguez Zapatero y su gobierno, más el pésimo funcionamiento de reguladores y supervisores como el Banco de España y la CNMV, costaron a España el hundimiento del sistema financiero y su posterior rescate, la crisis de las cuentas públicas a causa del déficit público y el endeudamiento crecientes, la caída de la inversión pública y los recortes en políticas sociales, y como consecuencia inevitable la destrucción de miles de empresas y millones de empleos. Muchas familias de clase media cayeron en la pobreza.

Probablemente, la negación de la crisis sólo expresaba la incompetencia y el pánico de una clase política mayoritariamente ignorante e incapaz de reaccionar adaptándose a los cambios; siempre los calificaban de inesperados pese a todas las pistas, evidencias e indicadores.”

Aún más:

“La filosofía económica del Presidente del Gobierno de la octava o novena economía del mundo era terrorífica. En una de las pocas reuniones que mantuvo con Rosa Díez le explicó con una gran sonrisa el secreto mejor guardado: que la economía era el dinero, y nada más. No la producción, la innovación, la competitividad o el valor añadido, sino el dinero contante y sonante. Y de eso teníamos a montones en España: grandes bancos, empresas multinacionales, un patrimonio incalculable, enormes inversiones inmobiliarias y en infraestructuras. El líder que aspiraba a liderar la izquierda mundial hablaba en realidad al dictado de las ideas de su banquero de confianza, Emilio Botín, presidente del Santander y autor en la sombra de muchos de los mensajes de política económica zapateril.”

A la incompetencia política se unió la avidez de quienes gozaban de un mercado prácticamente cautivo, el tristemente célebre modelo productivo español “del ladrillo”, que no dudaron en estafar a cientos de miles de ciudadanos con la seguridad que da saberse impunes a la hora de afrontar responsabilidades por la quiebra de sus propias entidades.

“La protección a la banca incentivó la carrera para convencer a la gente de que pidiera créditos hipotecarios a bajo interés (variable) por el 100% del valor de la propiedad, y a veces con larguísimos plazos de amortización. Por si fuera poco, bancos y especialmente Cajas de Ahorros convencían a los clientes para incrementar el crédito incluyendo el coste de posibles reformas, de los muebles o de un coche nuevo. Como garantía aceptaban hasta los avales cruzados de inmigrantes que compraban conjuntamente una vivienda. Cuando estalló la burbuja, el precio inflado de estas propiedades cayó por los suelos, y centenares de miles de familias se encontraron pagando un crédito por bienes cuyo precio de mercado era muy inferior al hipotecado. Lo que es peor, tampoco podían cancelar la deuda dando la casa en pago, la llamada “dación en pago”, convirtiéndose en deudores perseguidos por la entidad crediticia por muchos años. En el caso de las viviendas habituales esa codicia causó verdaderas tragedias, con suicidios consumados; y no pocos jóvenes, incluyendo parejas con hijos, se vieron obligados a renunciar a su domicilio y volver al de sus padres sin librarse de la deuda contraída.”

Finalmente, presionado por los máximos dirigentes de EEUU, UE y la misma China, Zapatero se vio obligado a dimitir no sin antes reformar la Constitución por la puerta trasera y a pachas con Rajoy, en una nueva muestra (escandalosamente fehaciente) de cómo el Bipartidismo hacía y deshacía al margen de las instituciones y de la mínima transparencia exigible al poder democrático.

“Cuando más claramente se vio esta pantomima fue en la infausta reforma del artículo 135 de la Constitución, impuesta a Zapatero por los países aliados y China como condición para seguir prestando a España y evitar en el último momento el default o suspensión de pagos. Evitarlo importaba porque el tamaño de la economía española era suficiente para poner en peligro la de los grandes de la UE y afectar negativamente al comercio mundial; de ahí la implicación personal del Presidente Hu Jintao telefoneando al estupefacto Zapatero. Los gobiernos europeos temían que una quiebra de España arrastrara consigo al euro por nuestra condición de quinta economía de la eurozona. (…)

La fórmula elegida fue que la propia Constitución consagrara la prioridad del pago de la deuda externa a cualquier otro. La reforma fue pactada la noche anterior a la votación de urgencia por sólo dos personas que, según propia confesión, ni se molestaron en consultar a sus respectivos partidos: José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy (aunque cuesta creer que no consultaran al Ibex 35, salvo que éste también estuviera presionando al gobierno, como es más probable). (…)

Socialistas y populares acordaron la presentación conjunta de la iniciativa de reforma, que en román paladino significa que, en caso de optar entre el pago de las pensiones y el de la deuda pública vendida a terceros, la deuda tendrá “prioridad absoluta”. (…) Las llamadas a la responsabilidad hechas por un gobierno tan antagonista de esta virtud como el de Rodríguez Zapatero eran una invitación suficiente a oponerse por completo al apaño destinado a sosegar la alarma financiera internacional a costa del derecho de los españoles a los servicios públicos que pagaban y a la seguridad jurídica.”

De seguido, la política de Rajoy fue la de entregarse a las autoridades comunitarias a cambio de hacer ver que España no tenía necesidad de ser rescatada, si bien fue rescatado el sistema financiero y obligado el Estado a crear una seria de instituciones supervisoras para ajustarse a las directrices de la UE en materia de déficit y endeudamiento, mientras Mario Draghi al frente del Banco Europeo inyectaba liquidez a espuertas en el sistema. Entonces se perpetró el FROB:

“La justificación de esta transferencia de fondos públicos a manos privadas fue la usual: garantizar la estabilidad del sistema financiero, y por tanto los ingresos y empleos de todos. Pero no hubo un debate real sobre las características de tal sistema ni sobre la naturaleza fiscal de un proceso opaco y complicado. Ni se examinaron siquiera alternativas adoptadas en otros países ante problemas similares. Algunos, como Estados Unidos, renunciaron a rescatar todos los bancos quebrados, limitándose a salvar los considerados sistémicos y a garantizar los ahorros particulares. Es interesante que los países que sólo rescataron parcialmente a sus bancos salieron de la crisis antes y mejor que España, y sobre todo que la mayoría consiguieron recuperar la totalidad del dinero público empleado, mientras España no ha conseguido recuperar ni el 7%. El coste público ha sido, pues, inmenso.”

INMOVILISMO Y CORRUPCIÓN

El libro, publicado en 2019, no deja pasar el análisis de los últimos y turbulentos tiempos políticos, ya que en perspectiva el todopoderoso Gobierno Rajoy de la mayoría absoluta devino inane para la regeneración o los cambios necesarios, dejando a su vez expedito el camino a Pedro Sánchez y sus apandadores por una escandalosa miopía política.

“El gran error estratégico de la derecha española fue (suele ser) triple: primero, dar por sentado que cualquier problema se desactiva cuando degenera en crónico y rutinario, aburriendo a la opinión pública (el caso de la corrupción, por ejemplo); segundo, creer que la economía resuelve cualquier desafío político porque el dinero lo arregla todo (incluso la secesión de Cataluña); y tercero, evitar las auténticas reformas políticas a toda costa porque pueden ser incontrolables, por ejemplo la necesaria puesta al día de la Constitución (excepto en el desgraciado chantaje internacional de la reforma nocturna del artículo 135).

Esa actitud, reaccionaria en el sentido profundo del término, malogró las oportunidades de aprovechar la crisis económica y política para intentar resolver enquistados problemas económicos, laborales, educativos y constitucionales. Como el perro del hortelano, la complaciente mayoría absoluta del PP ni hizo ni dejó hacer, rechazando en su orgulloso aislamiento mayoritario casi todas las propuestas que no provinieran de su propia factoría. Aún podemos añadir otro error más: jugar a los “aprendices de brujo” manipulando corrientes políticas de fondo a través de sus socios mediáticos, por ejemplo asfixiando a muerte a UPyD y promocionando en cambio a Podemos en las televisiones del duopolio para dividir a la izquierda; un éxito inicial que, a su vez, produjo el error adicional de la promoción de Ciudadanos a costa del propio PP, propiciando la caída de Rajoy en 2018 y la entrega del gobierno a una coalición negativa temeraria.”

Al cabo, cayó Rajoy por una moción de censura a cuenta de la corrupción de su partido, paradójicamente -como gusta de recordar Pío Moa- instrumentalizada por el líder del PSOE, el partido más corrupto de la historia de España y puede que de todo el mundo occidental (sin contar los narcorregímenes bolivarianos, de los que en todo caso son una especie de socios).

“El descubrimiento de la corrupción generada por el bipartidismo imprimió a nuestra acción política un giro decisivo: decidimos que la denuncia integral y la prevención eficaz de la corrupción era la prioridad. El emblema y ejemplo práctico de este compromiso es la serie de querellas que presentamos en los tribunales contra los responsables de los saqueos de las Cajas de Ahorros, y otras actuaciones similares por delitos ante los que la fiscalía permaneció pasiva. Ese combate contra la corrupción institucionalizada aumentó si cabe la inquina contra nosotros, en unos casos quizás por complicidad inconfesable y en otros, tal vez, porque parecía una acusación tácita de pasividad. Los celadores del sistema nos acusaban ahora de ser un partido antisistema (lo que luego se dijo en tono elogioso de Podemos).”

No sólo Podemos, también Cs y ahora Vox, y entremedias los mismos PSOE y PP se avienen a sugerir tal o cual medida reformista, tal o cual sugerencia innovadora o provocativa… suscitadas todas hace ya más de una década por un partido como UPyD que contaba con cuadros muy preparados provenientes de las profesiones liberales y conocedores por tanto de los asuntos sobre los que trataban.

Pero la política española se encontraba y se encuentra todavía mediatizada por completo por ese conglomerado de intereses que los miembros más implicados del partido no cesaron nunca de criticar, aunque a la postre resultase inútil a la hora de vender sus propuestas y logros a una opinión pública para entonces entregada a los cantos de sirena del populismo más ramplón de Podemos (con su “leninismo” y sus “juegos de tronos”, sus guillotinas metafóricas y sus escraches reales como el que protagonizó el mismo Iglesias en la Complutense contra, qué casualidad, la líder de UPyD Rosa Díez).

“El poder del capitalismo de amiguetes es tan aplastante que es legítimo y necesario preguntarse si vivimos en una democracia o en una oligarquía implícita, es decir, en un sistema donde la auténtica igualdad de derechos e iniciativa está reservada a una minoría cerrada y endogámica formada por ciertos círculos políticos y empresariales. En muchas ocasiones, los grandes contratos y decisiones políticas se cerraban no en las instituciones competentes, sino en reservados de restaurantes selectos o en el famoso palco presidencial del Bernabéu, donde el fútbol permitía congregar con naturalidad a políticos, empresarios y periodistas, la jet del capitalismo de amiguetes. En estos lugares, mixtura del Palco Imperial del circo romano con el hotel Corleone de Las Vegas, se amañaban contratos públicos, se repartían beneficios y gabelas, se endosaban pérdidas al erario, se pactaban nombramientos políticos y judiciales, se creaban y destruían reputaciones y carreras. No se trataba de una trama corrupta más, sino de la corrupción sistémica organizada.”

O, como escribió en un artículo en 2014 en El Diario Vasco a cuenta del caso de la empresa Gowex (aparentemente menor, pero de un gran simbolismo):

“El “capitalismo de amiguetes” permite hacer negocios y ganar dinero sin tener especial talento, conocimientos, capital o un gran producto. El secreto es disponer de padrinos políticos e influencias que aseguren al beneficiario una posición de ventaja y privilegio sobre sus posibles rivales, que incluso son expulsados del mercado. A diferencia de lo que pasa en el capitalismo con juego limpio (que existe, y funciona), en la variedad de amiguetes el mercado está intervenido y sometido a reglas diferentes a las escritas: donde la ley dice libre competencia y libre iniciativa, hay protección política a cambio de favores económicos, y viceversa.”

LA LIQUIDACIÓN DE UPYD

Más allá de las cuitas internas ventiladas por los medios, aunque su relevancia noticiosa fuese escasa en la mayoría de los casos en que fue magnificada -sólo “la polémica con Sosa Wagner” pareció liquidar UPyD-, Martínez Gorriarán apunta a una entente de esa tríada de partidos-medios-banca para hostilizar su presencia institucional y pública (mediática), con la creación de la caricatura de “lideresa” para Rosa Díez y sus adjetivos derivados: “autoritaria”, “intransigente”, etc.

“La política real camina sobre tres pies: los partidos políticos, el dinero de los bancos y la publicidad de los medios. En condiciones ideales se supone que los partidos podrán acceder a la financiación legal que necesiten, y también que la actitud de los medios de comunicación será por lo menos neutral. El requisito de la democracia moderna es que la política no esté demasiado condicionada por el dinero, que la política no condicione en exceso la economía, y que los medios de comunicación no interfieran en la libre marcha de política y economía. En realidad las cosas funcionan al revés. Hay hechos materiales tan determinantes como que la libertad de iniciativa política está condicionada, y mucho, por la posibilidad de financiarla, que correrá a cargo de bancos cuyo fin no es la democracia, sino el dividendo de sus accionistas, por lo que financiarán en mejores condiciones a los que mayores favores hagan al negocio. Respecto a los medios, los públicos protegen los intereses de gobierno de turno y los privados compran y venden información para obtener beneficios no sólo materiales, sino favores políticos. Por eso la solvencia financiera y las alianzas mediáticas son mucho más determinantes para hacer política que tener buenas ideas o un desempeño intachable en los cargos públicos.”

Pero también señala el fracaso de la apuesta por la transparencia y la democracia interna de los partidos políticos, aspecto que a fin de cuentas no pareció interesar a nadie en el único que las practicaba -véase si no lo de Podemos, Cs o Vox (por razones y con objetivos distintos)-, así como parece reconocer con la decepción del filósofo que en política no siempre (más bien, rara vez) se impone el discurso o la apelación racional, del mismo modo que no todas las personas decentes valen para la política.

“Lo corriente es que las personas más altruistas aborrezcan las luchas de poder inevitables en el seno de un partido, mientras los interesados se mueven como pez en el agua en ese escenario. Por eso es habitual que los más altruistas se retiren dejando todo a disposición de los más interesados. Los primeros pueden justificar su retirada como prueba y efecto de su desinterés ético por el poder, y los segundos como prueba de su superioridad política sobre los idealistas sin sentido práctico, obligados a retirarse. Lógicamente, al final del proceso habrá más interesados que altruistas. Y entonces o bien los interesados controlarán el partido o, de no conseguirlo, tratarán de romperlo para negociar ventajas personales con los despojos que consigan controlar.”

Por tanto, más allá de la (cierta) operación para diluir UPyD en la formación de Albert Rivera, la fragilidad de UPyD se hizo patente ante la campaña de hostilidad de los medios y los principales partidos del régimen, por fallos propios tanto como por imponderables como la emergencia del movimiento antisistema a lomos de la indignación ciudadana que cobró fuerza a partir del fenómeno del 15-M, y que capitalizó en solitario y hasta hoy (que ha surgido Vox) Pablo Iglesias con su Podemos.

No en vano cita Gorriarán a un tal Margallo -por entonces alguien muy próximo a Rajoy, por lo visto- que le reveló cómo iban a utilizar el “cascanueces” con UPyD, aunque tal vez sea más explícita la denuncia del contubernio de PSOE con PP y otros partidos para ofrecer una solución “confederal” a Cataluña (o sea, a los dirigentes separatistas después del referéndum ilegal de Artur Mas en 2014, contra el que se querelló UPyD) “en una discreta reunión celebrada en Barcelona en septiembre, en el Irish Pub Kitty”:

“Según las fuentes nacionalistas que filtraron la noticia en enero de 2015, asistieron empresarios como Salvador Alemany (Abertis) Juan Echevarría, Joan Castells (presidente de FIATC), Miquel Valls (Cámara de Comercio) y algunos más. También el teniente general de Cataluña Ricardo Álvarez Espejo, el general de la Guardia Civil Ángel Gozalo, y el fiscal jefe de Cataluña Romero de Tejada (que se opuso a la querella contra Mas). Por los partidos asistieron al menos Felipe Puig (CIU), Enric Millo (PP), Miquel Iceta (PSC) y Carina Mejías (Ciudadanos). Una curiosa reunión, cuando menos.”

¿CONCLUSIÓN?

Muchos fueron los factores y varios los conjurados para desactivar la feroz oposición de UPyD a los torticeros nuevos “consensos” del Zapaterismo, mas Gorriarán insiste en su convicción de que el principal factor aglutinador contra UPyD fue su actividad legal contra los implicados en la ruina financiera de las cajas de ahorro:

“Más allá de Cataluña, no me cabe la menor duda de que la decisión que precipitó nuestra caída fue la de querellarnos contra los responsables del saqueo y hundimientos de las Cajas.”

Pero en síntesis fue que los celosos guardianes del régimen se revolvieron contra la única fuerza que pretendía ser alternativa a este estado caduco de cosas, no sólo respecto al tinglado del “capitalismo de amiguetes” sino en lo relativo a los cotos privados de los pretendidos separatistas catalanes o vascos, o a los de los sindicatos y demás lobistas “de clase” o “de género”.

Una experiencia que en cualquier caso es la del “Éxito y fracaso de UPyD”, como subtitula el libro, y deja como legado no meramente unas memorias políticas, sino el clarividente análisis de nuestra actual realidad a través de 50 breves pero densos capítulos, que tiene la virtud de ofrecer una síntesis de la historia política española desde Zapatero (y aun antes) al fin del rajoyismo, en no menor medida que presenta un programa de propuestas ya ensayadas para que otros las realicen con decisión.

A su manera, el autor se declara satisfecho:

“Pese a todo abrimos brecha en el bipartidismo turnante, sacamos a la luz la degeneración insondable del “capitalismo de amiguetes”, demostramos que era posible acabar con los intocables, y probamos con ejemplos que era posible hacer política con principios y decidir con decencia y transparencia. Nada de eso fue suficiente. Pero que otros sean los beneficiarios de nuestro esfuerzo es lo normal en la historia, donde unos abren caminos y otros pasan por ellos. Si estas memorias son útiles a quienes en el futuro pongan en marcha iniciativas políticas para adecentar la democracia, deseo que tengan más suerte y acierto del que tuvimos nosotros. Yo estoy agradecido de haber tenido mi oportunidad y haber contribuido a abrirles paso.”