…pero el Poder nunca está vacante: para sí lo quiere Pedro Sánchez, presunto gobernante incapaz de gobernar; y ante sí lo tiene Pablo Casado, siempre lento a la hora de la reacción. Ya no tiene ningún poder Albert Rivera -si es que alguna vez lo tuvo, más que en potencia-; y poco de nuevo puede vender ya Pablo Iglesias, mientras aguarda en la oposición más o menos paciente Santiago Abascal.
Pues los resultados de las elecciones deparan algo elemental: ningún partido solo puede gobernar, sólo una alianza de dos más algún apoyo externo podría hacer viable la legislatura completa, descartada la suma básica PSOE+PP o PSOE+Vox (ambos sumandos de mayoría absoluta). ¿O pretende Sánchez gobernar siempre en funciones y, como Hitler, por decreto-ley?
De primeras, la respuesta al desafío separatista en Cataluña, con sus extensiones en Baleares y Valencia, y la expectativa de emulación por parte de los abertzales en la CAV y Navarra son los retos para el Gobierno que salga de la nueva conformación del Congreso, y el PSOE por sí mismo no tiene mayor legitimidad para afrontarlos: necesita del PP… y ahora además del propio Vox.
Como para la urgente reforma del sistema de pensiones y del mercado laboral, que se encuentran estrechamente vinculadas a la mejora de la educación para proveer al mercado de trabajadores que respondan a la demanda de puestos de alta cualificación, sin cuya creación y cobertura no subirán los salarios ni las cotizaciones sociales ni la recaudación para financiar la red de asistencia pública.
De hecho ni siquiera está claro que pueda seguir Sánchez, si bien es cierto que parece ser el único que en la hora actual pretende la presidencia del Gobierno, porque a su audacia y su coraje se unen su falta de escrúpulos, de sentido del ridículo y del más básico proyecto político para España; Nación de la que a veces parece hablar como si él no formara parte de la misma.
En todo caso Sánchez ha sido el principal impedimento para la formación de un Gobierno con la suficiente estabilidad, el principal escollo para el “acuerdo entre diferentes” tan cacareado por los socialistas cuando les hacen arrumacos a Bildu o a ERC, al PNV o a JxCat, al PAR o al BNG, a Podemos o a los extintos Ciutadans…
También ha sido el primer promotor de la repetición electoral, gracias a las ideas redondas de su equipo más íntimo y sectario, y el gran contradictor (es un decir) de Vox, a cuya consolidación en el campo del Centro-Derecha ha buscado contribuir con la misma falta de sutilidad con la que el PP de Rajoy contribuyó a consolidar a Podemos -entonces desapareció UPyD, ahora desaparece Cs-.
Bisoños liberales, desorientados en esta España de facciones y extremismos ideológicos de tres al cuarto… Todavía nos parecerá una suerte que Sánchez no tenga principios, Casado no tenga partido y los demás no tengan fuerza electoral suficiente como para alterar radicalmente las cosas. Es un estado de cosas putrefacto desde hace años pero, mientras no nos llamen a votar de nuevo…