…que lo puso a fin de cuentas en el Poder, pero como las Cuentas ya no le van a cuadrar al desGobierno del Doctor y sus bandadas de ministros del PSOE y socios poco fiables de Podemos, conviene hacerse a la idea de que alguna última treta tramará el que desde el principio lo fió todo a la exaltación de su imagen y al ejercicio indiscriminado de su voluntad de poder. ¿Con qué escaños espera contar Sánchez a partir de las próximas Elecciones Generales?
Cuando por segunda vez consecutiva en breve plazo, después del triunfo incontestable de la Derecha en las elecciones de Castilla y León, un gobierno PP-Vox, esta vez de Andalucía, una de las tres regiones más potentes de España en todos los ámbitos junto a Madrid y Cataluña, demuestre que es posible la alternativa a ese marasmo de intereses creados que conocemos vulgar y genéricamente por “la Izquierda” -sin serlo del todo-, el tiempo de Sánchez habrá acabado.
Pero aún habrá que encarar el reto máximo, el desafío supremo que para la Nación Española tanto como para el Estado y sus principales instituciones, como los Partidos, la Justicia y las FSE, supone el permanente desacato a la legalidad vigente por parte de las (presuntas) “autoridades competentes” en Cataluña, que no han empezado a pagar todavía por sus crímenes recientes contra la Constitución y ya pretenden retomar la insurgencia de nuevo.
El “tema vasco”, como acostumbran hacer “en Madrid” desde hace dos décadas, quedará aparcado mientras el PNV no vea alterada su hegemonía en “Euskadi”, pero al cabo la distópica “excepcionalidad vasca” todo lo puede, y si Feijóo llegara a presidir España con mayoría absoluta y el apoyo prioritario de Vox, no sé qué me da que el nuevo Gobierno se daría por más que satisfecho si lograra liquidar decisivamente la ofensiva separatista de los catalanistas.
Y no hay más: ¡como para que nos interesen las historietas de los Iturgáiz, Alonso, Oyarzábal… o de los Madina o Andueza o Itxaso de turno! Pues viven todos en una realidad paralela, perfectamente al margen de quienes aún les votan o de quienes, antaño, lo hicieron, creyendo además que viven en el mejor de los mundos posibles, porque “ahora que ETA ya no mata” nos encontramos de nuevo con que “como aquí no se vive en ningún sitio”, aunque sigan persiguiéndolos.