…a partes iguales es lo que nos depara la política antipandémica generalizada en casi todos los países -bastante desorientada a la espera de la vacunación masiva-, después de ser augurado en Occidente que con cierres preventivos de la actividad comercial y hostelera se podría “salvar la Navidad”, entendida tanto como reuniones de decenas de personas de distintos lugares en espacios cerrados cuanto como oportunidad irrecuperable de negocio.
Ciertamente, resulta contradictorio proceder a dichos cierres y restricciones parciales de actividad y movilidad en espera de que el tiempo (el plazo decretado) ponga distancia puramente física entre nosotros y la infección vírica, a expensas de los diversos perjuicios causados por las arbitrarias interrupciones con el objeto algo artificioso de preservar “la Navidad” como “fechas muy especiales para todos” como mero eslogan moralizante.
Porque la reacción de la población no puede ser otra que la de abarrotar entonces las calles, con ocasión de la oportunidad brindada (otra vez) por autoridades que no son tales de salir nuevamente y realizar las compras navideñas y citarse “en fechas tan señaladas” con familiares, amigos y/o allegados y compañeros del trabajo para tomar algo. En pura lógica, si lo que se quiere es evitar contagios lo suyo implica suspender la Navidad, no la pre ni la postNavidad.
Pero esto equivaldría a no se sabe bien qué apostasía o herética sublimación de los más bajos instintos de “la gente”, cuando nada más cercano al espíritu navideño que esta sensación de cerco, aislamiento, persecución y carencia de libertad misma de movimiento que representa simbólicamente el nacimiento de Cristo en Belén, cuando además de la sensación de desamparo nada hacía presagiar que por ese miserable rincón del mundo se apareciesen Tres Reyes Magos de Oriente.
Así que prescribamos para todos y cada uno recogimiento y paciencia -que es esperanza para unos, resignación para otros y divertimento de cualquier índole para el resto-; y que 2020 pase ya de una vez y no por ello nos creamos salvados de ningún modo ante la persistente amenaza del SARS-CoV2 y su análoga, en España, de este maledicente Gobierno maldito PSOE-Podemos.